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3. El monstruo bajo la cama


— ¡Sí! ¡Y después de eso, todavía quiso quedarse a seguir peleando! - Le contó Candy a Nahiara lo que ocurrió ese mismo día, pues Nahiara no pudo llegar a la primera hora y se perdió de un drama épico.

— ¿Pero qué más pasó? - Preguntó su amiga del otro lado del teléfono - ¿La regañó la maestra o ahí la dejó?

— ¿La viste hoy? - Contestó Candy con otra pregunta.

Hubo un corto silencio.

— No, no me había dado cuenta - Reconoció Nahiara.

— Eso es porque la mandaron a la dirección y la suspendieron hasta el próximo jueves por haberle contestado así a la profa - Explicó Candy - Y su equipo ya está buscando a otra para que exponga su parte este martes.

Candy creyó ver algo moviéndose afuera de su ventana, así que se acercó con el teléfono en la mano, buscando lo que sea que pudo haber visto, pero el pasillo en el que estaba la entrada a su casa estaba vacío.

Candy vivía en una privada de una sola calle en la que había varios pasillos pequeños que daban espacio para entrar a cuatro casas distintas por pasillo, dos de cada lado. La ropa de una de sus vecinas seguía colgada tan tarde, pues hacía ya una o dos horas desde que se había ocultado el sol. Candy revisó la hora, eran ya las diez de la noche y en circunstancias normales, se habría despedido de Nahiara y habría ido a la cama, pero era viernes y pensaba quedarse despierta hasta tarde, pues había acabado sus tareas del día y  tenía libre el fin de semana para prestarle atención a los asuntos de Alba Dorada.

Aunque no quisiera admitirlo en voz alta, a Candy le preocupaba sobremanera todo lo que había ocurrido en la Base Uno y empezó a preguntarse si debería llamarle a Kai, si no para pedirle que hiciera algo al respecto, al menos para pedirle consejo. Hacía unos meses que no se habían mensajeado por última vez, pero Candy sabía que eso era su culpa en gran parte, puesto que después de la pelea entre miembros de Copa Escarlata, la mitad de las chicas se distanciaron y Candy estaba entrando en una etapa depresiva.

— ¿Candy? - Preguntó Nahiara - ¿Sigues ahí?

— Perdona - Contestó Candy - Creo que ya me estoy quedando dormida.

Nahiara decidió despedirse de Candy, aunque ambas sabían que realmente ella no tenía sueño; Nahiara había aprendido a no hacer muchas preguntas y esperar a que Candy lo hablase con ella directamente, pues presionarla difícilmente daba resultado alguna vez.

Candy se quedó pensando un rato, recordando las cosas que habían ocurrido la noche en la que las de Copa Escarlata pelearon entre sí. Candy fue quien menos peleó ese día y Kai tuvo que meter las manos él para suplirla.

Después de todo, sus amigas de la niñez, Patricia y Niambi, se habían alejado definitivamente de ellas mientras que Noah Nakamura, alguien a quien Candy consideraba como una hermanita menor, también había acabado peleada con ella, aunque realmente no había cargos en su contra, solamente un veto en las filas de Alba Dorada.

Era difícil para ella recordar los malos momentos y era por eso que su principal defecto, en palabras de muchos de sus seres queridos, era evadir sus problemas esperando que se solucionen al dejar de prestarles atención. Por mucho que le frustrase reconocerlo, ninguno de los problemas de Candy se resolvieron alguna vez al dejar de prestarles atención.

Ya era bastante de autocompadecerse. Candy decidió irse a dormir de una buena vez para no tener que pensar en tantas cosas, pero entonces escuchó ruidos provenientes del cuarto de su hermano menor y posteriormente, del pasillo, como si alguien avanzase sin querer que se dieran cuenta que estaba alguien ahí.

Candy abrió la puerta rápidamente y se horrorizó al ver aquél traje grisáceo que solamente había visto una vez en el retrato hablado de Valka. Un grupo de pequeños bolsillos de tela a ambos costados del traje mantenía bien sujetas varias cápsulas y Candy estaba segura de que Caleidoscopio no tendría solamente esas armas encima, pero tampoco quería provocarla. Sin embargo, ¿por qué vendría de...

— No...

Candy salió al pasillo, dispuesta a darle un enorme e iracundo abrazo a la Caleidoscopio, tratando de impedir que usase cualquiera de sus armas o la dejase drogada e inconsciente como hizo con Gastón y sus guardias al colarse en Base Uno.

— Agh - Bufó Caleidoscopio - Tenías que complicarme las cosas.

— ¿¡QUÉ HICISTE CON MI HERMANO!? - Gritó Candy - ¡CONTESTA!

Caleidoscopio le propinó un codazo en las costillas a Candy para que le quitase las manos de encima, lo que desgraciadamente funcionó a la perfección. Candy le cogió una pierna a Caleidoscopio, intentando impedir a toda costa que se escapase, pero fue inútil, pues ella se sacudió a Candy con relativa facilidad, ya que después de dos o tres patadas a su cabeza, cortesía de la pierna que no le estaba agarrando Candy, Caleidoscopio pudo soltarse y, ¿por qué no?, decidió saltar por la ventana del segundo piso e irse corriendo a sabrá Dios dónde.

Candy reaccionó un par de segundos tarde, pues seguía algo conmocionada por los golpes que le propinó Caleidoscopio, pero aun así entró a la la habitación de su hermano menor. Estaba todo oscuro, pero logró ver la silueta de su hermano sobre la cama.

Las ventanas estaban abiertas, así que ya hubiesen estado así antes o Caleidoscopio las habría abierto, así es como consiguió entrar a la casa. Candy ya sabía el porqué, de hecho, debió estar más atenta, ya que ya sabía que Caleidoscopio podría haber ido por ella desde un inicio, ella sabía que de entre todas las carpetas, aquella desconocida se había robado la suya y probablemente querría encontrarla a ella.

Entonces... ¿Qué quería con su hermano?

— Candy... - Balbuceó el chico antes de perder el conocimiento.

Candy encendió la luz del cuarto y buscó heridas en él, pero no encontró sangre ni cortes de ningún tipo, por eso tardó en reconocer el piquete de aguja en el cuello del chico. Entrando en pánico, Candy ni siquiera se dio cuenta de que sus padres habían despertado y veían la escena desde el umbral de la puerta.

Candy se los topó en cuanto salió corriendo a su cuarto y al volver con su hermana, tecleó "Le hicieron algo a mi hermano inyección traigan una ambulancia, hospital" y se lo envió al jefe Saucedo, a Gastón y a las otras de Copa Escarlata.

En pocos minutos, una ambulancia llegó pitando a la reja exterior de la privada, siendo ya pasadas las diez y cuarto de la noche. Al no poder entrar directamente, terminaron forzando la puerta peatonal y entraron dos agentes de Alba Dorada con hombreras color rosa en lugar del habitual blanco y amarillo.

Para cuando se quiso dar cuenta, Candy captó que había contactado a Alba Dorada enfrente de sus padres en un intento desesperado por ayudar a su hermano.

Ahora sí la había embarrado a lo grande.

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