22. La otra tragedia
Candy mostró su placa en la recepción.
Se había apresurado a sacar un permiso ni bien salió de los juzgados pese a que el jefe Saucedo le explicó que no había ninguna prisa (y que habían trasladado de emergencia a la paciente hasta el complejo médico de la Ciudad Dorada, en Angelópolis). Sin embargo, tanto ella como el resto de su equipo alcanzó a subir al jet.
Ni bien bajaron, el piloto (Gastón, como siempre) decidió perderse de vista hasta que fuese hora de volver. Nora Vera había tenido que convencer a los padres de Gus y de Candy para que los dejaran ir a la Ciudad Dorada de vacaciones por unos días al final del curso. Ahora que ya estaban ahí... Candy no sabía qué hacer primero ni cómo invertir esos días.
Sin embargo, sabía lo que quería hacer primero.
— Aquí tiene, piso cuatro, habitación 418 - Indicó la recepcionista, devolviéndole su placa a la chica.
Mientras entraba al elevador, Candy recordó que tanto Gus como Jonah se habían ofrecido voluntarios para acompañarla en esa última misión, pero Candy sabía que eso era algo que debía hacer sola. Amelia y Valka estaban en alguna parte del centro comercial Angelópolis, a una distancia considerable de la Ciudad Dorada, el complejo que Alba Dorada había levantado en poco menos de un año.
Ella se les uniría poco después.
En el elevador sonaba una canción de pop inglés, Candy intentó distraerse un poco con la letra de la canción, pero le fue imposible, así que simplemente salió del elevador hecha un manojo de nervios mientras buscaba la habitación 418.
Era todo tan extraño; hacía una semana, estaba peleando por salvar la vida de su hermano y ahora estaba en el más importante bastión de Alba Dorada de todo el país, yendo a ver a una recién exculpada chica. Sin embargo, más que eso, Candy estaba ahí por un compromiso personal; no estaba dispuesta a dejar pasar esa oportunidad, ya que si bien ya no hablaba con Tenebra y Niambi, no olvidaba la orden de aprehensión que tenían encima desde hacía ya un año.
Sin prisa pero sin pausa, caminó por los pasillos de ese nivel del hospital hasta encontrarse la habitación en la que estaba la paciente a la que venía a visitar. Abrió la puerta lentamente para darse cuenta de que Noah Nakamura la estaba observando con los ojos bastante abiertos. Candy pudo observar lo que la abogada; Annie Heredia, le había dicho. Noah tenía un brazo cubierto de vendajes y parte de la cabeza con parches y un collarín que le inmovilizaba el cuello también.
— No pensé que vendrías - Expresó Noah con la voz agrietada, como si no acostumbrase a hablar mucho últimamente. Entonces Candy razonó que probablemente su padre también la habría asfixiado o algo por el estilo.
— No... no fue porque te aprecie mucho - Le aseguró Candy, adoptando un tono más serio y la postura más firme que le fue posible - Vengo a hablar.
Noah no dijo nada, así que Candy lo interpretó como una invitación para continuar.
— El tribunal te ha exculpado de los cargos por ser cómplice de Julieta. El juez decidió que actuaste bajo presión y fuiste manipulada.
— ¿Tú no le creíste, o sí? - Quiso saber Noah.
— Creo que te gusta ser manipulada - Aseguró la chica, contemplando a Noah tendida en la cama, indefensa - Por Julieta en la secundaria, por Tina y Tenebra en preparatoria... Kai y yo nunca quisimos manipularte, queríamos que tomases tus propias decisiones pero...
Noah sabía que Candy no debería saber tanto sobre su trasfondo con Julieta a no ser que Kai o la propia Julieta lo hubiese confesado, sin embargo, decidió no prestarle mucha atención a ese detalle por ahora.
— Creo que siempre has sido consciente de las circunstancias, pero te gusta fingir que te manipulan y que todos elijan por ti, porque eso no te hace responsable de lo que hayas escogido, pero te diré algo - Alzó la voz Candy - No decidir nada o dejar que otros decidan por ti también es una decisión y tú eres la única culpable de no ser responsable por ello - Sentenció la chica, cuyo uniforme rojo y negro de la Copa Escarlata brillaba a la luz trémula de tubo en el techo que servía de foco.
— Entonces, ¿por qué no me mandaste a la prisión vertical?
— Vimos lo que tu padre te hizo - Reconoció Candy - No habrías sobrevivido una semana en la prisión vertical, menos si supiesen que eras de Alba Dorada.
Noah podía notarlo; Candy ya no era una bolita de amor, su semblante era más serio, severo, como si se le hubiesen acabado sus reservas de amor con ella, pero podía entenderlo perfectamente; por su culpa, el hermano de Candy casi no vivía para contarla.
— Te consiguieron un departamento pagado por un año. Tendrás un año para juntar ahorros antes de empezar a vivir sola. Tu padre no podrá hacerte daño, pero tienes prohibido hacer contacto con tus viejos conocidos de La Ciudad durante todo un año también.
— ¿Hay algo que sí pueda hacer? - Preguntó Noah con amargura.
— Sé una buena persona.
Dicho esto, Candy se dio la vuelta y salió de la habitación. Lentamente, volvió al pasillo donde estaba el elevador mientras le avisaba a sus otros amigos que se reunieran con ella en donde se estaban hospedando, un hotel al interior de la Ciudad Dorada.
Los primeros en llegar fueron Jonah y Gus. Candy le ofreció un maletín a cada uno y les pidió que fueran a sus cuartos a probarse la ropa. Casi al minuto, llegó Amelia acompañada de Valka. Contrario al resto del equipo, Amelia ya había estado antes en la Ciudad Dorada (hacía menos de una semana, de hecho), por lo que conocía un poco mejor el complejo.
Cuando las tres chicas estuvieron cómodamente sentadas charlando en la sala, tocaron a la puerta. Valka se puso de pie para abrir y al ver entrar a dos chicos uniformados con el mismo traje rojo y negro de Copa Escarlata, tanto ella como Amelia, quien seguía sentada al lado de Candy, abrieron la boca formando una letra O perfecta una vez Gus y Jonah estuvieron a la vista de todas.
— Creo que es hora de que Copa Escarlata acepte nuevos integrantes, ¿no?
Gus estiró un brazo y por accidente, una de las agujas con sedante de su muñequera derecha salió disparada y se atoró en una de las cortinas de la suite.
— Creo que tendremos que ajustar un poco estas cosas - Admitió el novio de Candy.
— ¿Y esto? ¿Tendremos una nueva misión pronto o algo así? - Quiso saber Jonah.
— De hecho... sí. Quiero encontrar a Tenebra y Niambi pero necesitaré ayuda. Le sacaremos la información necesaria a Noah y después iremos por ellas.
Los demás sabían lo importante que era esto para Candy; esto no era venganza, tampoco era encontrarlas y perdonarlas, justificar todas las cosas malas que hicieron. Candy lo tenía muy en claro: Tenebra y Niambi no podían ir por ahí haciendo lo que se les antoje. Debían ser detenidas y Candy se aseguraría de que tuviesen un juicio justo. Era todo lo que podía darles a sus antiguas amigas.
— Está bien. ¿Cuándo empezamos? - Quiso saber Amelia, quien aun no apartaba la vista de los nuevos uniformes de Copa Escarlata que portaban Gus y Jonah.
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