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11. Alguien a quien solía conocer


— Noah fue a buscar a su hermanito a la escuela - Explicó el señor Nakamura - Pero díganme de una vez qué es lo que buscan.

— Usted no puede ni tiene permitido contestar en su lugar - Espetó Jonah, con su frialdad y rigidez de siempre - Sin embargo, creo que puedo darle algo de perspectiva.

Antes de continuar, Jonah añadió otro ultimátum:

— Si usted la interrumpe, le ordena que se calle o intenta contestar por ella, será multado por obstrucción de la justicia. ¿Comprende eso señor Nakamura?

Aquél robusto hombre parecía a punto de golpear al escuálido Jonah, pero hizo un sobrehumano acopio de paciencia.

— Sí, lo que digan.

Jonah abrió la copia virtual del expediente de Ulises (el amiguito de Noah) que llevaba consigo en la pequeña tableta electrónica equipada en su uniforme de diplomático, apenas un poco distinto al uniforme de agente de campo, que era como el de Candy.

El uniforme de Jonah era un poco menos liviano y lo hacía lucir más robusto de lo que era en realidad. En el pecho tenía un compartimiento donde la tableta permanecía guardada y la cámara trasera era totalmente visible, permitiéndole grabar con ella aún estando guardada en el traje. Tras ofrecerle la tableta al señor Nakamura, Jonah empezó a enumerar de memoria los crímenes por los que se le acusaba a Ulises.

— Destrucción de propiedad privada, cuatro intentos de asesinato y dos consumados, agresión contra agentes de la ley, crimen organizado, hurto, robo a mano armada, acoso, secuestro y tortura a al menos una persona...

— ¿Y qué tiene que ver este idiota con mi hija?

— Pensé que lo sabría. Después de todo, era su amigo antes de robarle su teléfono hace alrededor de dos años y aunque ella lo sabía, decidió ser amiga de este adicto a diversos estupefacientes y de sus otros amigos, entre ellos Julieta y Nathan, los dos a quien Ulises frecuentaba. ¿Le suenan de algo estos nombres?

El padre de Noah parpadeó varias veces.

— ¿Dices que mi hija...? ¿Que se juntaba con...

— Con drogadictos, señor Nakamura. Y muy aparte de sus adicciones, era un criminal, formó parte de las organizaciones delictivas Quincunce y Triunvirato, aunque al parecer, también forma parte de los malasangre desde hace meses.

El señor Nakamura parecía a punto de explotar y Candy no quería ver eso. Sin embargo, Jonah no se mostró ni remotamente amedrentado.

— Además, debido a la precaria condición de Noah Nakamura ante el honorable cuerpo de agentes de Alba Dorada, me resulta importante recordarle a usted que ella no fue procesada la vez anterior por unirse a otras dos traidoras y...

— Sí, sí - Se quejó el señor Nakamura - No tienes que recordarme lo buenos y compasivos que son. Como si no nos echaran en cara lo que hicieron a diario.

Candy entendió esa indirecta. Los Alba Dorada de la estación de policía no debían tener en un muy buen concepto al señor Nakamura, siendo su hija una traidora a la organización. Sin embargo, pese a sus sentimientos encontrados respecto a Noah, quien alguna vez consideró casi como una hija (adoptiva) suya, Candy decidió no intervenir. Simplemente, Candy ya no se sentía segura de querer o poder defenderla; hacía algún tiempo, Candy animó a Noah a tomar sus propias decisiones y desgraciadamente, eligió ese camino.

Como devota católica, ella entendía perfectamente el concepto de libre albedrío y si eso era lo que Noah había escogido, Candy ya no podría defenderla.

Cuando alguien usó las llaves de la casa en la puerta principal, Candy tragó saliva. Al tiempo, una mujer que debía ser la madre de Noah (y también Val, a quien Candy recordaba como la hermana de Noah) salieron del patio trasero. En cuanto el hermanito menor de Noah entró corriendo a la casa con su mochila puesta y el uniforme de la escuela, Candy decidió que posiblemente no sería lo mejor hablar sobre los posibles crímenes de Noah ahí mismo.

— Señora Nakamura, ¿cree que Val y el niño quisieran acompañarme al piso de arriba? - Sugirió Candy, confiando en que Jonah pudiese sobrellevar mejor la situación con Noah y sus padres sin el resto ahí enfrente.

La madre de Noah asintió, algo preocupada. Val tomó de la mano a su hermano menor y Candy se disponía a seguirlas cuando Noah llamó a Candy por su nombre, como preguntándole qué explicación tenía para eso. Candy volteó a verla a los ojos y se aguantó las ganas de llorar antes de subir con Val y su hermano.

Jonah, por otro lado, se quedó de pie en la sala de la casa y dijo en voz alta:

— Noah Nakamura, ex-miembro de Alba Dorada como parte del escuadrón especial Copa Escarlata, expulsada con una baja deshonrosa por actos de insubordinación y traición a la organización. Hemos venido para interrogarte sobre él.

Acto seguido, Jonah le mostró una fotografía de Ulises a Noah mediante la tableta que momentos antes sostenía el señor Nakamura, quien llevaba en shock un buen rato, intentando no colapsar. La madre de Noah aun no procesaba del todo lo que había dicho Jonah.

— Que... ¿qué? ¿Te expulsaron de Alba Dorada? - Preguntó la señora Nakamura - Pero Kai...

— El fundador Kai había elegido a su sucesor Ezra Saucedo poco antes de irse del estado - Aclaró Jonah, volteando a ver a la madre de Noah - Poco después, Noah y dos compañeras suyas de Copa Escarlata cometieron actos de traición. Para ese entonces, Kai no se encontraba aquí, pero sí mandó su recomendación: No procesar a Noah, pero sí vetarla de la organización permanentemente. Hace meses que no puede entrar a la Base Uno.

— ¿Entonces? - Preguntó la señora Nakamura - ¿A qué salías todos los viernes en la tarde? ¿No estabas ocupada con los de Alba Dorada?

Jonah comprendió que había metido en un enredo a Noah, pero ya no era momento de echarse para atrás. Necesitaba saber si Noah sabía algo de Ulises y de Caleidoscopio, pese a que ya se habían desviado mucho del tema principal.

— A menos que haya estado frecuentando a Ulises y a sus amigos en común, a Alba Dorada no le interesa qué ha estado haciendo Noah Nakamura.

— ¡Pues a mí sí! - Vociferó el señor Nakamura, poniéndose de pie dramáticamente, rezumando ira.

— Papá, no hacía nada malo, yo...

— ¿¡Con quién estabas?! - Gritó aquél hombre. A Jonah le recordó un poco a su propio padre cuando descubrió que él... no importaba. Aún le costaba pensar en ese tema.

— Nos interesa saber tu relación con Ulises y lo que puedas saber sobre Caleidoscopio - Alzó la voz Jonah, intentando recordarle al señor Nakamura que no interfiriese - Pues es culpable de envenenar a Manuel Castillo, hermano menor de Candy Castillo, mi compañera de allá arriba.

— Noah quedó congelada en su sitio.

— ¿Qué le hicieron al hermano de...

Jonah se dio cuenta de que algo ocurría ahí. Noah parecía realmente perturbada. Sin embargo, las constantes interrupciones del señor Nakamura le impedían hablar a Noah, por lo que Jonah decidió multarlo de una buena vez.

— ¡CONTESTA DÓNDE ESTABAS! - Vociferó aquél hombre.

— Señor Nakamura, le advertí que no obstaculizase mi investigación. Tiene usted una multa por obstruir una investigación formal. Permanezca callado y sentado mientras interrogo a Noah Nakamura o tendré que arrestarlo.

El señor Nakamura trató de protestar, pero su esposa lo reprendió con la mirada. Jonah comprendía que en esa casa no podían permitirse pagar una multa, pero si no lo hacía, aquél estresante señor no pararía de vociferar.

— ¿Has frecuentado a este sujeto o no? ¿Conoces la identidad de Caleidoscopio?

— Yo... me juntaba con ellos cada viernes, yo... desde que murió Caín me he sentido muy mal - Rompió a llorar Noah - No han querido llevarme a terapia ni, es que, me sentía muy mal...

— Si no la llevan mañana mismo a hacerse un examen toxicológico, vendrán tres agentes a hacérselo - Les advirtió Jonah a los padres de Noah - Muy probablemente, su hija se ha drogado en más de una ocasión con Ulises y los demás.

Jonah hizo una pequeña pausa antes de continuar.

— Antes de irme, ¿sabes cuál podría ser la verdadera identidad de Caleidoscopio?

Noah negó con la cabeza mientras balbuceaba un "lo siento". A Jonah le bastó para guardar su tableta en el traje antes de llamar a Candy, quien bajó a toda prisa y sin siquiera voltear a ver a Noah, quien la observó marcharse al lado de su compañero e impasible inquisidor.

Cuando Candy cruzó la puerta tras Jonah, la voz de Noah la detuvo. Candy cerró los ojos, intentando ignorar a su antes amiga, pero Noah no se lo puso tan fácil.

— ¿Por qué vinieron? Sabías que me van a matar por esto.

— ¿Sabes a quién más van a matar? - Preguntó Candy, sin siquiera voltear a verla.

Noah sabía lo que iba a continuación, pero no quería escucharlo, por lo que intentó retroceder y volver a casa, pero Candy decidió darse la vuelta y echárselo en cara de todos modos.

— A mi hermano. Por culpa de Caleidoscopio, de Ulises... ¡POR TU CULPA! ¡MI HERMANO VA A MORIR SI NO LA ENCONTRAMOS! ¡POR ESO VINIMOS!

Candy enmudeció.

Pocas veces había visto llorar a Noah.

Sin embargo, por primera vez, no quiso consolarla.

— Vámonos Jonah.

— Pero Candy...

— Nos vamos.

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