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6

Es increíble el poder que tiene. Lo que ha hecho con aquel gigante de bosque, fue derrotado por ella. Mi pobre hija se ha quedado sin energía para salvarme sin que ella se lo propusiera. Es fuerte, desde que, Anssana, sabe de nuestro regreso, ha estado haciendo lo que puede para matarnos, la vieja cabaña ha quedado inservible, recojo nuestras cosas y la llevo al pequeño lago del que regresaba. Unas sirenas responden a mi llamado, la envuelven en una burbuja para que pueda respirar y las puertas del mundo de las sirenas se abren para nosotros.

Una ciudad en las profundidades del mar. Muy antigua, no es como las que representan lo humanos. Las mujeres de este reino, son hermosas, las escamas de sus colas brilla. Mientras avanzamos en nuestro camino, grandes edificios de miles de años, estatuas con tridentes, soldados con mucho más entrenamiento que antes, mujeres, encargadas de sus hogares pero que no tienen miedo de luchar por su pueblo.

Los pobladores nos miran, atentos a cada gesto, a cada rasgo, muchos murmuran y muchos otros simplemente hacen una pequeña reverencia de bienvenida, alzando sus manos en nuestra dirección.
Entramos al castillo, seguidos por una escolta real. Ante mi están los actuales monarcas. La corona de la reina tiene cinco perlas la  de en medio en la más grande, de un color blanco brillante, el otro monarca solo tiene una en toda su corona pero esta no esta tan reluciente como la otra.

—Han pasado muchos años, pero te recuerdo perfectamente — habla la reina, con cabellos dorados, una voz autoritaria. La miro fijamente, no la recordaba tan dura de carácter, pero entiendo que no confié en mi — ¿Qué te hace pensar que eres bienvenido aquí?

Miro a, Cala, que yace inconsciente a mi derecha, todo es por ella, por volver a darle tranquilidad y libertad a su reino, a su gente. Ellos que han perecido pero también esperando tanto por ella. Por su luz, esa que eliminara de esta y todas las tierras.

—La legitima gobernante de Aethiopica — digo fuertemente y seriamente, no me dejare intimidar por su manera dura de mirarme de estos dos — su lealtad también es con ella, su madre no está pero ella es la legitima gobernante.

—No tenemos porque tener lealtad con alguien que no se ha ganado nuestro respeto — dice el segundo al trono y seguramente hizo de la reina, Ahimina.

—Lo tiene o ya se le olvido lo que la princesa, Lirio, por su reino — cuestiono. Si ella estuviera viva no aprobaría mi método de chantaje para llegar a un fin — eso es nuca se puede pagar y usted lo sabe bien – observo a la reina, sin una pizca de temor.

Su disgusto por mis palabras es evidente, ha pasado tanto tiempo de aquello, de aquella intervención de la princesa, Lirio, por lo que hoy puede tener un sucesor en el trono, por lo que hoy puede disfrutar de la vida a lado de su hijo, en cambio ella dejo a su hija con tal de salvar a todos sus aliados y a lo más importante de, Aethiopica.

Ella jamás hubiera dejado a los demás sin protección, era una gobernante noble, vivía al pendiente de todo, le gustaba tanto hacer por ella misma lo que de seguro otros ordenarían para hacerlo realidad.

Ella se sacrificó para dejarle una esperanza a su gente y yo no puedo declinar, no puedo renuncia a lo que le prometí aquella noche en la que todo el caos comenzó en, Aethiopica. Mi palabra, honor y amor por ella jamás han cambiado aunque no pueda verla más.

Ganar el respeto de los, Arenesises, muy complicado, o basta con solo presentarse y ya, tienes que conseguir que este de tu parte aunque para eso se tenga que recurrir al chantaje, no me importa lo que tenga que hacer con tal de ver por fin a mi pueblo sin ataduras.

—¿Está segura que quiere declinar de la alianza que por tantos años sigue mantenido con alguien que ha corrompido a todos nuestros hermanos y hermanas por un estúpido código de respeto?

Su hijo, hace uso de sus poderes por hablarle así ala monarca, pero con un movimiento ella lo detiene.

—Pueden quedarse — accede de mala gana — pero quiero una demostración de lo que es capaz de hacer — mira a, Cala, que aún permanece flotando.

La escolta nos dan unos panecillos que conozco perfectamente, son multicolor, saben horrible, pero nos permitirán respirar bajo el agua, no hace falta que espere una explicación sobre el panecillo, solo como y después introduzco mi mano en la burbuja para hacer que, Cala, ingiera lo mismo que yo. Nuestras burbujas desaparecen, y para mi sorpresa, Cala, despierta. Observa a su alrededor, pero manteniendo el aire en sus pulmones, sonrió un poco por esa acción.

—Tranquila, cariño — me acerco a ella que observa todo asombrada y un poco nerviosa — Estamos en un lugar amistoso — miro a la reina del lugar y después vuelvo a mirar a, Cala — podemos respirar intentando.

Y lo hace, saca el aire que tenía retenido y poco a poco hace lo que le digo. Hasta que por fin habla.

—¿Dónde estamos? ¿Qué es este lugar? — Pregunta tras pregunta si que dé tiempo a responder, se acerca  hasta, Ahimina — Soy, Cala, hija de la princesa, Lirio — dice fuertemente y con seguridad, por fin ha asimilado la verdad. La miro orgulloso.

—Sabemos quién eres — contesta con grosería la reina, la observa como si fuera poca cosa, me desagrada su actitud.

—Majestad — dice, Cala — no sé porque o como hemos llegado aquí, pero, no voy a tolerar que me hable con grosería — jamás le ha gustado que la traten mal — quiere que la respete, respéteme usted.

Los ojos de la reina, Ahimina, parecían que se saldrían cuando escucho la respuesta de, Cala. A mi hija siempre le ha gustado el dar y recibir respeto, será una gran gobernante.
Los guardias que nos han escoltado hasta l gran salón, también  nos escoltan hasta nuestras habitaciones. Toda esta ciudadela lleva años de supervivencia, no podemos dar por hecho que ellos están a favor nuestro.

Cala observa todo con curiosidad, es como si estuviera viendo a su madre. Nada  por la habitación, acercándose a las platas marinas que hay y estatuas de mármol.

—¿Cómo es que podemos respirar bajo el agua? — lo dice tan tranquila pero llena de curiosidad — mientras estaba en el estanque vi una puerta en el fondo del lago y el collar que me diste empezó a brillar y a jalarme con mucha fuerza, casi me ahogo — me tenso un poco, no sabía que había estado en ese lugar.

—Hija, aún hay cosas que no sabes — digo acercándome a su espalda.

—Pues dímelo, ya he asimilado que soy de la realeza y que mi madre murió por defender a ese reino del que aún no he visto nada, ya no dudo de esa historia que dejo de ser un cuento para dormir — suena un poco alterada por no seguir diciéndole sobre su origen — ¿Por qué te llamaron por el nombre de, Muscari, y no por el que te he conocido siempre?

No puedo ni mirarla a los ojos, siento vergüenza por mentirle tanto tiempo, por no acercarla a nuestras tradiciones a nuestras costumbres, pero era por su bienestar, es la esperanza que he cuidado por tanto tiempo.

—Me llamo, Muscari, fui un fiel guardaespaldas de la familia real hasta que murió tu madre, tus abuelos, fueron muy estrictos, murieron por acciones de, Anssana — digo cautelosa y pausadamente, tengo toda su atención, esperando más información — y yo no soy tu padre……

Puedo sentir como mi piel se eriza aunque este bajo el agua, no quisiera decírselo, pero era necesario.

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