5
Al levantarme de dormir, me lavo los dientes y mientras que mi padre no está me baño, necesito relajarme, pensar con más tranquilidad. El agua sale de un drenaje de bambú, es muy chistoso, pero al pensarlo bien, me cubro con la toalla, busco mi ropa y los botines que use ayer. En una bolsa de súper pongo jabón, shampoo el peine y mi celular, salgo de la cabaña en busca del manantial que debe de estar cerca para que el agua llegue hasta la cabaña.
Camino entre los arboles maravillada con lo precioso que es todo este lugar de día, el canto de los grillos, pájaros, las mariposas de un lado para otro, todo se ve genial, los rayas del son filtrándose entre las ramas de los frondosos árboles. No sé cuánto he caminado, con cada paso me enamoro más de este lugar es tan encantador, lo bueno que traje mi teléfono para hacer muchas fotos, camino por dos horas hasta que por fin encuentro el lugar donde emana el agua.
Observo a mi alrededor para verificar que no haya nadie y me quito la toalla y entro en el manantial, el agua es tan refrescante, cálida, por suerte yo no tengo que depilarme las piernas o las axilas, pues yo no tengo bellos, es raro. Nado por un buen rato, me sumerjo, nado de espaldas, me vuelvo a sumergir pero esta vez por más tiempo, pero hay algo que llama mi atención, el colgante de rubí en forma de flor empieza a brillar, me cuesta trabajo respirar, necesito tomar aire de nuevo pero no puedo, el colgante tiene una fuerza increíble me jala hacia lo que he visto, lucho con mucha fuerza, porque me estoy ahogando, muevo los brazos y las piernas con mucho empeño, necesito respirar, cuando por fin llego a la superficie, toso y respiro con rapidez, me acerco a una de las piedras más grandes, reposo por un momento, después empiezo asearme sin sumergirme, lavo mi pelo y mi cuerpo. Termino de asearme y me seco el cuerpo y envuelvo mi cabello mientras me pongo la ropa interior escondida en una cueva muy húmeda, debe de ser por el manantial., después me pongo la ropa, quito la toalla de mi cabello y voy a donde está el resto de mis pertenencias, me pongo los botines de ayer, peino mi cabello, cuando termino, camino de vuelta a la cabaña. Quisiera llamar a alguien, pero amigos no tengo solo conocidos, un chico nunca me invito a salir, ni siquiera a los bailes de la escuela, no fui a mi graduación.
—Yo una princesa que habla con animales y puede hacer cualquier cosas con las plantas — hablo sola mientras camino — Anssana, es mala, peligrosa, debes cuidarte de ella, debo estar loca por creer eso ¿Por qué aquel lobo con voz de mujer llamo Muscari a mi padre?
—¿Muscari es tu padre? — dejo de caminar al oír esa pregunta, miro a mi alrededor, pero no hay nadie, solo árboles y yo.
—Ahora el viento me habla genial — digo en voz alta — ya escuchas voces la locura ya ha comenzado.
—No estás loca estoy frente a ti — esa vocecita de nuevo, busco frente a mí pero no veo nada, entre cierro mis ojos y solo una mariposa con alas de color rojas — ¿Muscari es tu padre?
—¿Una mariposa que habla? — es sorprendente, acerco mi mano para tocarla pero se aleja de mí.
—¿Conoces a Anssana? Nunca te había visto por aquí ¿Cómo te llamas? — su voz es tan chillona.
—Me llamo, Cala — Levanto la mano para saludar dejando mi tatuaje al descubierto, para mí es un tatuaje.
—Tienes la marca ¡Eres la princesa! Sabíamos que algún día llegarías y acabarías con todo lo que ha pasado desde que la reina, Lirio, tu madre murió, todos la recordamos con cariño a la reina, era tan bondadosa y justa, puedo ver mucho de ella en ti — conoció a mi madre, me parezco a ella. Tengo curiosidad por esa tal, Anssana — ¿Ya has usado tus poderes?
Me siento estúpida, no he hecho nada excepto hablar con una mariposa. ¿Cómo salvare un reino sin poderes? No he hecho nada con una planta o lo que sea que deba hacer y entonces tengo la imagen de lo que vi en el fondo del manantial.
—Hasta anoche no sabía que era princesa y lo único que he hecho es hablar con una mariposa, para mí todo esto es muy perturban te, todos estos años he usado una peluca para ocultar el verdadero color de mi cabello y el de mi ojos con unos pupilentes, mi padre me dijo que era algo genético que los demás no lo entenderían y que por eso debía esconderlos y no entiendo por que llamaron a mi padre por ese nombre – respiro con dificultad y me siento en la tierra, tengo tanto en lo que pensar ahora, pongo mis manos en mi cabello y mi cabeza entre las piernas, cierro los ojos.
Aparece un resplandor, levanto mi cabeza para mirar un poco ocultando mis ojos solo lo necesario. Algo ilumina a la mariposa que poco a poco deja de serlo para convertirse en una mujer como de mi edad. La luz se difumina hasta no quedar nada.
Tras su espalda hay unas alas del color del amanecer, su piel brilla como si tuviera iluminados, su cabello medio lacio es del color de sus alas, ojos entres azul y verde tiene unas largas pestañas. Su vestido es de color rojo. La miro asombrada, fue alucinante como dejo de ser mariposa, jamás lo hubiera creído si me lo hubieran contado.
—No me he presentado — su voz dejo de ser chillona — soy, Arana — me tiende la mano y le correspondo el saludo.
-—Cala — no puedo dejar de mirarla, arriba abajo, abajo arriba.
Arana, la que dejo de ser mariposa ante mis ojos, me toma de la muñeca para ver mi tatuaje que según ella es una marca de nacimiento, en ambas muñecas las tengo.
—Sí, eres tú, la princesa hija de la antigua reina, Lirio, aunque no llego a ser coronada, para nosotros siempre será nuestra reina, claro, hasta que tu ocupes tu lugar. Puedes estar segura, estas son tierras santas y, Anssana, no puede estar aquí — habla con tanta seguridad.
—¿Tierras santas? —Levanto una ceja — no entiendo.
—Si, en la noche que tú naciste, Anssana, invadió el reino absorbiendo la magia de los magos hasta matarlos, nuestros guerreros lucharon pero fue en vano.
Las imágenes de una mujer con las manos hacia el cielo mientras una ciudad es destruida aparecen en mi mente, se repite una y otra vez, pasando tan rápido como una ruleta. Mi piel se pone de gallina.
—Si fuera cierto ¿Por qué anoche me ataco con unos lobos enormes? — interrogo.
—Solo puede poseer otros seres, pero no estar en persona aquí, supongo que no has entrado al mundo de las sirenas.
—Sirenas — me río — las sirenas son una mitología no existen — pero su cara esta seria, también me equivoco con eso — ¡Oh por dios! — mis ojos deben ser una ventana muy grande ahora.
—Ese manantial — señala en la dirección de donde venía — es una de las tres entradas al mundo de las sirenas, nuestra reina, tenía muchos aliado, pero no dejan de ser un pilar para su raza y por eso, por tantos años se han recluido en su mundo. Ahora que lo noto ¿Dónde están tus alas? Toda hada tiene alas — interroga la mariposa.
—Yo yo no tengo alas — me siento un poco mal por eso, no sé por qué pero me siento triste.
—No importa de seguro todavía aparecerán — suelta mis manos y empieza a caminar hacia la cabaña — ¿Qué esperas ven? Te acompañare y después me voy.
Caminamos en silencio, no sé qué decir, me había relajado un rato pero ahora toda l tensión ha vuelto. En mi mente están las palabras de mi padre, los lobos, la reacción de mi collar antes la puerta de piedra con un hermoso grabado que está bajo en el agua en el manantial y mi plática con, Arana, la que dejo de ser mariposa para tener brazo y piernas de humanos. Con mi mano derecha tomo el colgante, un gran estruendo aleja mis pensamientos.
Una gran vestía cae al suelo mientras que mi padre le apunta con las flechas, me recuerda a como se enfrentó a los lobos de anoche. Se le ve agitado, con la ropa hecha girones, tiene tierra y sangre en su rostro. Quiero correr pero, Arana, me sujeta del brazo con fuerza, forcejeo y grito a mi padre.
—¡Suéltame! — Grito con fuerza — ¡Suéltame! Tengo que ir con mi padre ¡Ahora! — jaloneo mi brazo, la tierra bajo nuestros pies tiembla.
Tiembla demasiado, las raíces de los arboles crecen en dirección hacia a la vestía, rodeando y atravesando su cuerpo, mi padre sigue apuntándole con las flechas. La vestía lucha por liberarse, algunas raíces se rompen pero otras aparecen para sujetarlo. Las raíces están atravesando sus piernas, brazos, pecho hasta que varias atraviesan su cabeza.
Veo dos, Ariana, su figura se distorsiona ante mis ojos, las piernas me tiemblan como una gelatina, me parece escuchar la voz de mi padre llamadme a gritos, sus pasos corriendo hacia mí. Caigo a la tierra, mi cabeza reposando en las piernas de aluna de las dos, Aranas.
—¡Cala! ¡Cala! — grita desesperado mi padre.
Me siento sin energía, lucho para que mis ojos no se cierren pero el cansancio que siento puede más.
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