D E C I M O N O V E N O
D.A.V
El dolor, el amor y el vacío que lucha por llevarme.
El día en el hospital comienza, lo sé porque en seguida puedo escuchar a los doctores hacer sus visitas de rutina a los pacientes entremezclado con las quejas de estos otros, para ellos ver a su doctor puede significar una esperanza, un alivio o en ocasiones solo serán los portadores de noticias amargas.
Claro que para mí esto no significa más que el inevitable final de mi corta siesta.
Hace un mes, cuando me echaron de la habitación, casi me meto en serios problemas legales de ser porque Ava les aseguró que soy amiga suya. Fue entonces cuando me enteré de algo muy importante, Ava me confesó que su madre nunca vino a Coldprince, todas aquellas veces que faltó a la universidad o que decía que estaba con su madre resultó estar acá en el hospital, todo era mentira. Por ser la única persona cercana de Ava en este país y en vista de que ella se negaba rotundamente a contactar con su familia, yo me obtuve un pase especial para visitarla, en ocasiones dejan pasar a Maven y hablamos un rato con Ava, él me insiste en que debería retomar las grabaciones de mi single ocasionalmente y yo le digo alguna excusa, él me apoya a pesar de todo, aseguró que estaría ahí para mí y lo ha estado. Él es único que viene, nadie más sabe lo que le sucede a Ava, ella misma se negó a que le dijera a alguno de nuestros amigos.
En eso se resumen mis eternos días, sin nadie con quién conversar más que una Ava carente de todo lo que la hace ser mi amiga, esa sonrisa triunfal, sus ganas de hacer locuras, sus respuestas ingeniosas e incluso su don natural para ser insoportable. Es como si se hubiera ido y yo no estuviese presenciando más que a una absurda impostora. Solo a veces parece recobrar su usual energía, la esencia que la hace ser Ava, esa chica vivaz que yo conozco, pero rápidamente es enterrada nuevamente cuando algo le hace recordar dónde está.
-Con esa música de fondo es tan difícil mantenerse despierto -comenta sarcástica con los ojos cerrados.
Casi todas nuestras conversaciones son así ahora, yo mirándola, y ella evitando mis ojos.
-No tienes idea de cuanto quisiera hacerlos guardar silencio, pasan toda la noche haciendo toda clase de ruidos, hace cuatro noches incluso escuché a la enfermera de al lado teniendo una sesión caliente con su paciente.
Es un muchacho que conocí en este mes que he estado acá con Ava, es joven aunque sigue siendo mayor que yo, y a la enfermera en entrenamiento de este piso le pareció bastante atractivo para su propio bien, así que a veces les oímos cuando tienen sus encuentros de pasión dónde la enfermera a veces grita comentarios bastante graciosos, aunque con el humor que tiene Ava últimamente solo me río yo.
-¿Qué te puedo decir? Tiene que ayudarlo a sentirse mejor, solo hace su trabajo.
-Sí claro, qué entregada es a su pasión, la medicina es su vocación de vida tiene un vagina rejuvenecedora. -bromeo apoyando mi cabeza en el sofá, con un diminuto atisbo de sonrisa-. casi no puedo creer que la excuses, pero tú no tienes remedio.
-Por supuesto que no, no existe cura para el cáncer en los pulmones.
Ava ha tomado por costumbre bromear sobre la muerte, su enfermedad y todo lo referente, cada día suelta uno de sus chistes dejándome un sabor amargo en la boca mientras ella solo se ríe de su condena. Me duele cada vez que lo hace, trato de no decirle nada, pero siento que en algún momento explotaré y no podré contener mis palabras, supongo que ella tampoco contendrá las suyas.
-¿Ya hiciste tus maletas? -Cambia de tema aún sin abrir los ojos.
-¿De qué hablas?
Sé perfectamente de lo que habla, pero no quiero tocar ese tema.
-Tu gira con Nissher y Five Stars es mañana, es muy importante ¿Tienes todo listo? -cuestiona con apenas un susurro.
Últimamente le agota demasiado hablar, es otra razón de porqué nuestras conversaciones son tan escasas.
-No lo puedo creer -Mascullo con una sonrisa cortante mirando por la ventana.
¿Cómo puede pedirme que me vaya y la deje aquí? ¿piensa que no es importante para mí?, ¿piensa que soy una mal agradecida o una hipócrita? Estás mal, Ava.
Tienes que ir es tu oportunidad, debes seguir adelante -Sigue hablando lo mas fuerte y rápido que le permite su salud, lo cual es bastante pausado.
-¿Cómo puedes decirme eso? Soy tu amiga, joder me importas, ¿crees que todo esto sería posible sin ti para empezar? -cuestiono perdiendo la paciencia.
¿En serio pensaba que la dejaría acá?, es casi insultante de su parte, jamás consideré siquiera irme a casa a descansar después de obtener el pase especial, somos amigas, en las buenas y en las malas hay que estar la una para la otra. Ava ha sido fuerte desde que nos conocimos, ahora yo tengo que ser fuerte por las dos aunque ella no lo quiera.
-Sí, todo habría sido posible, después de todo tú eras quien tenía el talento -pronuncia con sus agrietados labios, aún tiene los ojos cerrados.
-No, te equivocas, si no hubieses intervenido tú, yo... yo, seguramente todavía estuviera con mis ropas grandes y enterrada bajo los libros que odiaba leer.
-No Mika, yo solo te di el empujón que necesitabas, cualquiera hubiese podido hacerlo -defiende su errado punto de vista.
Ella quiere hacerme creer que es cierto, que yo sola podría haberlo hecho todo el resto fuiste tú yendo tras lo que querías, pero es mentira, cualquiera que me haya conocido antes sabrá que es mentira.
-Pero hasta esos momentos nadie se dignó a dármelo -digo con apenas un hilo de voz.
-Amar a veces es dejar atrás, ¿recuerdas? Lo dijo el sr. Mason.
-No mezcles esta situación con eso, no eres una mascota ni es igual.
-Mika ya basta, quien va a morir soy yo no tú -Frunce sus pronunciadas cejas-, no tienes por qué estar aquí desperdiciando oportunidades estúpidamente, voy a morir y jamás podrás hacer nada.
-¡Ya deja de decir eso así como así! -grito poniéndome de pie frente a ella.
Todo lo que está sucediendo, más todo lo que yo hago por salvarla, por hacer que ella se sienta mejor, por tratar de conseguir una cura para esta enfermedad. Y aún así se atreve a hacer este tipo de comentarios. ¿Podría una persona despreciar de tal manera su vida?, ¿es capaz ella de ser tan insegura como para pensar que no tiene valor?
-¿Por qué ?, ¡es la verdad! ¡Y tú estas dejando todo por una chica enferma que no vale tu sueño! -Por fin se digna a mirarme, y para más descaro con molestia, apenas susurrando la frase con un volumen considerable.
-Sí lo vales, eres como mi familia, tú eres importante para mí -replico alzando mi voz sin despegar mi mirada de la suya sintiendo una impotencia que me hace doler hasta los huesos.
-No y lo sabes Mika, ¡estés aquí o no igual moriré! ¿A quién le importa dónde estés cuando eso suceda? ¡Solo se egoísta por una vez en tu vida y vete! -exclama como puede, pero enseguida hace una mueca de cansancio que no merma su enojo.
-¡Ya cállate! -grito mi demanda golpeando el sofá en el acto.
Me levanto dispuesta a salir de la habitación, con la impotencia marcando cada centímetro de mi piel mientras camino por los pasillos blancos del enorme hospital con el cual ya me he familiarizado, bajo las escaleras y cruzo varias esquinas llegando automáticamente a la cafetería del hospital, sin ponerme a pensar si quería o no estar ahí me siento en uno de los rincones más solitarios de la sala. Son las 11:26 am y yo ya estoy pasando la rabieta del día.
A causa del estrés por todo y todos cada día paso un mal rato, ya sea por los doctores, enfermeras, pacientes o con Ava misma. Esto está desgastándome, la presión me hace sentir tan desesperada que me veo pequeña ante la compleja situación, la tensión me ahoga en ocasiones y el pánico que germina en mí cada día va demacrando cada pequeño pedazo de mi ser. Tengo un temor que crece cada día y tengo miedo de que consiga tragarme, no quiero perder a Ava, es la única persona que siento parte mi familia en este mundo y ya estoy harta de perder a mis familiares.
Tal es mi grado de estrés hacia la vida en sí, que el hecho de que Ava ya tenga un mes hospitalizada y que su familia no se haya preocupado si quiera en llamarla, provoca que me levante de malas de por sí. Es que ni siquiera su madre ha venido a buscarla, no he sabido nada de ella, y Ava no quiere decirme su número para llamarla. Miles de pensamientos y contradicciones pasan por mi cabeza, acompañados del hecho de que todo va mal. Hoy día es la gira que alguna vez consideré lo más importante en mi vida, lo que no sabía era que Ava padece de algo tan grave y que sería ella mi prioridad número uno.
La melodía de mi teléfono suena, tal es mi sorpresa cuando veo en el identificador de llamadas el nombre de mi padre que pierdo el aire sintiendo una espesa amargura en seguida, estoy sorprendida por este acontecimiento y quisiera que Ava estuviera conmigo para no tener que enfrentar a mi padre sola, pero lo descarto inmediatamente porque ella no está en estos momento para recibir más cargas emocionales. No sé qué esperar de esta llamada, quizás vaya a demandarme porque Ava estuvo un rato gritando barbaridades frente a su casa o tal vez me exija que le devuelva todo el dinero que él ha invertido en mi educación todo este tiempo, de cualquier forma, igualmente tengo que contestar.
-¿Puedo ayudarte en algo? -respondo y no me esfuerzo en ocultar mi resentimiento.
-Mika. -dice mi nombre y lo escucho tomar aire como si le costase demasiado hacer esta llamada-. ¿Cómo estás?
¡¿Es en serio?! ¡¿Cómo estoy?! ¡¿Todo el jodido mundo cree soy un muñeco al que pueden echar de sus vidas cuando les apetece y volver a recogerlo como si o qué?!
-No lo sé papá, ¿cómo crees que estoy después de que dejaras afuera de tu casa como si fuera un perro? -Mi voz se oye dos tonos más bajos, llena de algo rasposo como la rabia que ahora le tengo-, ¿para qué me llamas? No tiempo para ti en estos momentos tengo cosas qué hacer, si piensas cobrarme o demandarme por algo llama otro día.
-¡No! -Se apresura a decir para evitar que corte la llamada, suspira nuevamente antes de empezar a hablar-. No quiero demandarte ni nada similar, me duele que pienses eso de mí, pero no puedo esperar lo contrario, te traté mal ese día... y te he estado tratando mal desde antes. Hija, sé bien que lo que hice no es fácil de perdonar, también que nuestra relación no volverá a ser la misma de antes, solo te pido que trates de perdonarme, antes de tu visita había estado pensando en la idea tú siendo cantante y me resultaba ridícula pero ese día, cuando te escuché cantar en el café me di cuenta de que quizás, quizás me estuve equivocando todo este tiempo.
Aprieto los puños porque a pesar de que se está disculpando todo lo que pasó me da coraje, nadie debería ser juzgado por su profesión, por su color de piel, por su personalidad, su religión o lo que sea. Todos deberíamos de ser libres de ser lo que queramos. Todos deberíamos ser absolutamente capaces de vivir sin miedo a ser rechazados, ninguno de nosotros nos parecemos por más similitudes que encontremos entre nosotros, y eso es lo hermoso de la vida, que cada uno de nosotros es una canción diferente.
-¿Y ya? ¿piensas qué porque dijiste esto ya podré pensar en perdonarte?, ¿y lo que sufrí yo?, no puedes lastimarme, venir con un discurso bonito que hasta te resulta complicado decir y pensar que voy a cambiar de la noche a la mañana. Ni siquiera te estás disculpando en realidad, porque no hasta dicho un "lo siento" si quiera -Suelto un respiro pesado-. Solo no puedo, no puedo creer que cantar haya sido para ti motivo suficiente para dejarme fuera de tu vida, ¿y qué pasará mañana?, ¿qué pasará si un día decidiera ser lesbiana o tuviese un hijo sin casarme?
-¿Acabas de decir lesbiana? -Bufa como si fuera inadmisible- Bueno Mika, para ser justos, en ese caso estaría más que justificado.
Se me escapa un risa incrédula y amarga, no sé por qué me lo esperaba, pero eso no hace que yo pueda detener las lágrimas que ahora caen por mi cara. Es increíble cómo podemos pasar años al lado de una persona y no conocerla en absoluto.
-No papá, no puedo ni quiero perdonarte. Y creo que lo mejor es que nos alejemos por completo antes de que nos sigamos haciendo daño.
Es lo último que digo antes de terminar la llamada, aprieto el teléfono entre mis puños tratando de lidiar con la rabia y el dolor que me recorre, me inclino sobre la mesa de la cafetería escondiendo la cabeza entre mis brazos. Quiero llorar por todo lo que pasa, por Ava y su enfermedad, por el hombre al que llamé padre e incluso por la gira que perderé si no voy al vuelo mañana. Paso horas llorando pensando en el futuro que parece desmoronarse, hasta que sin darme cuenta me quedo dormida finalmente.
Me despierto con el cuerpo adolorido, tengo la sensación de haber dormido por siglos en un desierto o algo semejante.
La llamada de Maven me hace ver el teléfono otra vez.
-¿Sí?
-Tenemos un problema, el estúpido de Adrien tiene desde ayer acampando en la entrada de mi casa, -plantea extremadamente serio- ¿Qué método de acción debería tomar? ¿le echo aceite caliente en la cabeza o le doy ofrendas de paz cada vez que requiera salir a trabajar sin morir en el intento?
Suspiro.
-¿Por qué está ahí ahora?
-¿De verdad me preguntas eso? -Podría jurar que está alzando una ceja- tiene semanas sin saber de tí, el dichoso amor de su vida desapareció y el único que podría darle respuesta no quiere ni verlo porque no lo soporta y aunque pudiera soportarlo tampoco puede decirle, ¿así o te lo dibujo?
-Maven solo dile que nos dé un tiempo, que estoy bien, que vaya su casa.
-¿Y si no lo hace?
-Entonces amenazalo con llamar a la policía, pero solo asustalo -le advierto.
Una risa maquiavélica suena tras el teléfono.
-Creo que mejor me voy a ir a la ultima fase del plan. -Guarda silencio unos segundos- ¿Cómo está Ava?
Vuelvo a suspirar, con el corazón hundido en un hoyo infinito.
-No lo sé, es como si fuera una extraña, ya no sé dónde está mi Ava -Se me quiebra la voz y suelto un sollozo.
-Quizás nuestra Ava ya no existe, -musita resignado- eso es algo que también tenemos que aceptar.
-Pero yo no quiero que se vaya Maven -Una lágrima cae por mi mejilla.
-Pero no lo puedes evitar.
-Pero si ella deja de ser la Ava que comnocemos, ¿cómo voy a salir adelante? Todo lo que soy es gracias a ella.
-Mika, todo lo que eres es parte de lo que has vivido, ya es parte de ti no de una persona.
-Pero ¿Y si ya no sé quién soy sin ella?
Guarda silencio un momento.
-Entonces tendrás que encontrarte de nuevo y quizás ya no seas la misma. -Suspira demasiado serio para Maven, él también ha estado bastante apagado- Y eso también lo vas a tener que aceptar.
-Quisiera que todo se quedará igual para siempre.
-El cambio es parte de la vida, a veces duele pero es necesario.
Termina la llamada dejándome con un mal sabor en la boca.
Luego de un rato decido encaminarme a la habitación, con las noches en vela y los malos ratos el agotamiento se ha vuelto algo contra lo que ya no puedo pelear, subo las escaleras con lentitud, tomándome el tiempo necesario para llegar al segundo piso. Cruzo varias esquinas, y cuando falta poco ya para entrar a la habitación de Ava, me sorprendo cuando un grupo de doctores pasan mi lado corriendo para entrar su cuarto.
En seguida un pequeño click resuena en mi mente, atrayendo consigo lo que significa ver a un grupo doctores alarmados corriendo a su lado.
¡Ava!
Mi respiración se acelera presionando mi adolorido corazón a tal magnitud que me siento asfixiada, mis piernas se movilizan antes de que yo pueda pensar en siquiera moverme y en pocos segundos ya estoy en el umbral de la habitación con los ojos nublados.
Pero nada se compara con lo que siento cuando sucede.
Entre tantos doctores y enfermeras, la veo a ella tanto como me mira ella a mí. Mi respiración se paraliza al igual que mi cuerpo entero, siempre creí que las películas eran demasiado dramáticas al representar esos momentos en cámara lenta, pero es que en este instante hasta he dejado de oír, me atrevería a decir que el tiempo se ha parado. Nuestros ojos se cruzan en una mirada que significa muchas cosas: gracias, suerte, siempre seremos amigas, tu puedes, te poyaré siempre, nunca me alejaré de tu lado, nos vemos... Pero si algo debo admitir, es que era un claro vive.
El temblor en mi cuerpo expresa cómo me siento en estos momentos, viendo desde lejos mientras los doctores tratan de hacer que su corazón funcione nuevamente, una de las enfermeras prepara el desfibrilador tardándose lo que me parecen siglos antes de darle los aparatos al doctor para empujarlos en el pecho de Ava, una luz blanquecina se desprende cada vez que lo oigo gritar "¡Despejen!" y es como si mi corazón recibiera los impactos también, es como si cada parte de mí se desprendiera con cada electrochoque. Ava cede en la batalla contra el cáncer cuando varios intentos después, los doctores no logran hacer nada. Las enfermeras se van detrás del doctor tras explicarme que sus pulmones por fin habían dejado de funcionar, y antes de darme cuenta ya estoy sola con ella en el cuarto, los doctores me permitieron que estuviese unos minutos a solas con Ava antes de removerla de su habitación.
Me acerco al cuerpo frío, que aún conserva sus ojos sin vida abiertos observando el mundo que tan fascinada la tenía, deseando vivir la vida que tenía al máximo aunque la sociedad tratase de impedírselo, mi cuerpo despide temblores acompañados por sollozos y lágrimas saladas. Mi pecho arde como si lo estuviese raspando contra arena caliente, paso la mano por sus pómulos tratando de asimilar que ella ya no estará para recibirme cada mañana, no haremos nuestras pijamadas ni me insistirá en cada oportunidad para ir a esa desagradable discoteca que aprend{i a adorar, no me acompañará a los ensayos ni me hablará más de la señora June, y nunca tendrá la oportunidad de contarme su historia con Jared.
Cada segundo que pasa, siento un aguja embargada de recuerdos clavarse en mi corazón y no estoy segura de poder recuperarme de esto.
Espasmos recorren mi cuerpo con cada lastimero sonido que se dejo escapar, mi peso sube y baja con respiraciones entrecortadas, es tan doloroso saber que sin importar cuánto lo quisiera yo jamás habría podido salvarla. Ya lo habían dicho los doctores hace un mes, Ava tenía sus días contados. Toma todo de mí reunir valentía para ver directamente a los ojos faltos de toda vida que me afirmara que Ava, mi amiga, estaba allí todavía. Pero es aún más duro cerciorarme de que no es así, llevo mi mano a su cara para cerrar sus ojos por última vez.
Recuesto mi cabeza en su pecho rígido cerrando los ojos llorando por Ava, la que siempre será mi amiga como lo pactamos aquel día en clase. Apenas puedo diferenciar figuras pero me importa poco, paso todo el rato con los ojos cerrados porque si antes veía esta habitación carente de color, ahora es como si solo estuviese pintada de negro.
Los enfermeros pasan avisándome que ya es hora de despedirme porque deben sacar el cuerpo de mi amiga. Es horrible sentir esto, no le deseo a nadie esta situación aunque sea parte inevitable de la vida, la muerte está sellada con sangre ardiente en el destino de la humanidad. En el destino del mundo.
Antes de retirarme agarro una de sus manos entre las mías, es entonces que percibo aquella carta que está encarcelada dentro de su puño pálido con las que quizás sean las últimas palabras de Ava. Miro su cara apreciando la diminuta sonrisa que se asoma en sus labios, una sonrisa que lo único que logra es destrozar más mi corazón, una sonrisa que pertenece a Ava pero no la chica agria que habló conmigo este mes, sino la otra, la rubia valiente que yo conocí y mi única amiga. Guardo el escrito cuanto antes en el bolsillo de mi pantalón antes de que me saquen de la habitación, el doctor llama mi atención para preguntarme sobre si ya he pensado en alguna funeraria para velar a Ava y en dónde la enterraré.
-La verdad no lo sé, eso es algo que deberá decidir su madre, pero ella es extranjera como Ava y no sé dónde vive -respondo sintiéndome peor.
Oh dios, no sé cómo le daré esta noticia a la familia de Ava.
Mi respuesta causa una extraña confusión en el médico.
-Tengo entendido que la paciente era nativa de Coldprince y no tenía ningún otro pariente además de una tía, pero no ella reside en el país -dice confundido.
¿Qué?, Ava me nunca me dijo que su madre estaba muerta. Siento que me voy a derrumbar en cualquier momento con tantos sucesos que se van acumulando, ahora me doy cuenta de que tampoco conocí a Ava tanto como yo creía, no solo había estado enferma desde hace algún tiempo, ella era de Coldprince pero tampoco tenía familia en este lugar. Es demasiado qué digerir y yo aún no puedo creer que acabo de ver morir a una de las personas más importantes de mi vida.
-Yo... no lo sé, tampoco soy del país, y... ya no sé qué hacer -Sollozo sintiéndome conmocionada.
El doctor me ve con compasión.
-Si lo desea señorita, podríamos transferirla a un lugar gratuito otorgado por el estado, pero el cuerpo de la paciente Sanders tendrá que ser cremado... -informa pero yo no puedo escucharlo, aún tengo la vista en el cuerpo de Ava.
-Bien -Apenas puedo decir.
No quisiera despegarme de ella, pero un cadáver no es algo que se aguarde en el bolsillo.
Mi vista divaga por aquella habitación, reparando con fiereza en Ava, sus cabellos rubios, su nariz y manos, quiero recordar todos esos momentos que compartimos, esos momentos en los que realmente vivimos.
Cuanto deseo que se levante de esa cama y que rompa a carcajadas diciendo "¡Caíste!", entonces yo la golpearía y abrazaría, luego iríamos a mi casa para hacer una de esas inmaduras pijamadas, en la cual yo le regañaría por hacerme pasar por todo esto, al día siguiente nos iríamos a la universidad para ver una aburrida clase de cálculo que ella vería cómo ingeniárselas para hacerla entretenida, hablaríamos con los chicos entre risas como debería ser, y podría volver a escuchar sus ocurrencias... Pero eso no pasará.
¿Verdad?
Ella se ha ido.
Ava no está acá, para reír conmigo o aconsejarme.
Estoy sola.
Mi atención se recae nuevamente en su sonrisa.
Yo vivo mi vida y no la de otros.
Esa pequeña sonrisa que antes hacía brillar hasta al mismo sol, cualquiera que la veía quería ser su amigo, porque todos sabíamos que era la persona más grandiosa y única que jamás podríamos conocer.
Nadie es demasiado pequeño para hacer cosas grandes, lo mismo aplica al revés.
Era la sonrisa que más de una vez me ayudó a levantarme después de un mal día.
Ya es hora de que hagas tu propio camino por esta vida.
Cuando aparecía su presencia hacía que todos en la habitación se unieran, todos se hacían amigos sin darse cuenta de que ella era el centro que irradiaba luz.
Es un riesgo que tienes que correr para ser amigos.
Es la chica que te daba abrazos y un empujón cuando lo necesitabas, siempre con una sonrisa, siempre preocupándose por otros.
Amar no es poseer y ahora ella es más libre que nunca.
Y aunque todo estuviera mal, aunque nadie creyera en mí me sentía segura porque ella estaba ahí.
Dejar ir también es amar.
ahora, ¿debería dejar que todo eso sea desperdiciado?
Vive.
Y antes de darme cuenta, ya estoy sacando mi teléfono para marcar un número.
-Maven, ¿puedes venir a buscarme?
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