Hoy estoy enojada...
Conmigo misma y el mundo...
Porque a veces este último es el maldito reflejo de uno...
Tengo a mi gente deseando la muerte apuntándome justo en la vena, ladrándose por dilemas y trivialidades ajenas...
Me enferma la calle, el ruido tieso del asfalto y las patadas duras de pies mojados...
El rechazo, la envidia, las miradas con asco...
Hipócritas luces de una avenida concurrida que me deja loca aturdida y con un cólera nuevo cada día...
Tengo el ceño fruncido desde que despierto, tengo un grito vacío que carraspeo y una botella de vino...

Me iría lejos pero tras esa maldita puerta es exactamente lo mismo que dentro, me desplomo en el desorden de un cuarto que enfrasca mis complejos, entre paredes grises, zapatillas tiradas y trapos viejos...

Yo misma corté mi ropa,  hoy me paseo dándomelas de brabucona pero pasando por esa condenada puerta sigo siendo una maricona, con rabia hirviendo en el bolsillo de la campera,  acomodando una estúpida mueca para que nadie se me ofenda.