Pupilas blancas de ojos tristes
Dudé millones de veces en acercarme a vos.
En arriesgar el tacto a tu mano.
En caer ciega después de tantos juegos de confianza.
Me hubiera fiado una vez más pero créeme que me dolía la espalda.
De tanto caer para atrás, pensando que me sujetabas.
Si he de caerme será por mi cuenta ¿sabes?.
Y es que vivo mintiéndome, culpando a una falsa torpeza.
Con una venda siempre en la cabeza.
¿No te da ya pena seguir con esto?
Una a veces ya ni siquiera intenta, ni lo piensa.
Queda así, como inerte ante versos que disque le inventan.
Que le regalan y le pintan de rosa.
Dulzor que opaca toxina.
Engaño seductor cuando una alucina.
No te molestes , ésta ciega ya leyó mucha poesía, no hay como desviarla con palabrería.
Se sabe las rimas que le dedicaste.
Se ha rendido hace rato, autómata avanza y camina sin bajar vista al fraude.
Pareciera mentira pero ya no confía en nadie ¿será verdad lo que dicen de ella?
Fue víctima una vez y se alejó de amoríos y trivialidades.
La dejaron a mitad de un cuento, porque ya no se creía las frases.
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