XLIV
Me desperezo con gusto en la cama. Se está muy bien aquí, aunque hace un poco de calor.
Abro lentamente los ojos y veo que ya es de día. El sol se cuela en mi habitación por la ventana y cae justo sobre la cobija de mi cama. Ahora entiendo por qué siento tanto calor.
Tardo unos cinco segundos en darme cuenta de que la cama está vacía a mi lado. Dylan no está aquí.
¿Por qué se ha ido? Creía que al despertar lo vería aquí. ¿Le habrá surgido algo?
Con la duda arremolinándose en mi cabeza, me levanto y voy hacia el baño para vaciar mi vejiga que está a punto de estallar. Al terminar, me lavo el rostro, los dientes y me hago un moño despeinado.
Hoy es sábado. Por suerte no hay clases. Tengo que organizar mi día para ver que hacer. Tal vez pueda librarme del entrenamiento por hoy y ver alguna película.
De pronto, escucho un sonido en la planta baja que me pone en alerta de inmediato.
Camino sigilosamente hasta la escalera donde me detengo a escuchar. Los ruidos provienen de la cocina. Agudizo mi oído y puedo oír el característico sonido del aceite en la sartén cuando se está friendo algo. También puedo percibir un ligero aroma provenir de allí.
—Oye, ¿quieres un poco de esto, amigo? —escucho de repente su voz.
Es una melodía para mis oídos. Hacen que el más gris de mis días se torne de mil colores
Bajo lo más silenciosa posible los escalones y asomo la cabeza por la puerta para poder apreciar la escena.
Dylan se encuentra frente a la estufa encendida, donde veo la sartén y unos huevos con tocino friéndose allí.
Mi Adonis solo lleva puesto uno de esos pantalones pijamas de hombre que tomé del armario de Taylor. Digo "solo" porque no lleva puesto más nada. Y cuando digo "mas nada" me refiero a nada debajo del pantalón, ni tampoco sobre su torso. Eso deja a mi completa vista su ancha espalda y sus definidos músculos.
Eres una perra con suerte, Caitlin, ¿lo sabes?
Él está inclinado delante de Rey. Mi perro parece adorarlo, se lo ve contento por como mueve la cola con entusiasmo. Y claro, como no estarlo si Dylan tiene en la mano delante de él un gran tocino listo para ser devorado por el canino.
Justo cuando mi novio se inclina, tengo en primera plana su trasero, y juro que el pantalón no es un impedimento para poder imaginar lo que hay debajo...
—Te gusta lo que ves, ¿verdad? —pregunta entonces, volviendo a erguirse y volteando a verme.
El calor aparece de golpe en mis mejillas. Las siento hervir. Es una tortura tenerlo vestido de esta manera en mi cocina.
No me había vuelto a sentir intimidada por él hasta ahora que acaba de acercarse a mí, creando una notoria diferencia de altura y contextura.
Alzo la mirada para poder ver sus ojos. Tienen un brillo travieso que me provocan un leve cosquilleo en la barriga.
—Tal vez —respondo en un hilo de voz.
Una gran sonrisa aparece en su bello rostro.
—¿Y qué faltaría para que sea un rotundo sí? —dice con picardía, haciendo énfasis en la última palabra.
Dile que hay mucha ropa cubriendo su cuerpo, y eso no me gusta... digo, no te gusta.
¡Solo lleva su maldito pantalón!
Nos vamos entendiendo.
Dylan parece leerme la mente a través de las emociones que comienzan a colisionar en mi interior, y entonces en su rostro se forma una sonrisita de satisfacción.
Mi corazón se agita cuando coloca las manos en mi cintura y me apega a su cuerpo.
—Mi pequeña Caitlin —murmura con la voz repentinamente más ronca de lo normal—, ¿desde cuando te has vuelto tan pervertida?
Su pregunta me toma desprevenida, pero más aún el beso que planta en mis labios.
Su boca reclama la mía con anhelo. Es un beso cargado de deseo, de pasión, como si hubiésemos estado toda la noche conteniendo las ganas de devorarnos los labios.
Dylan da un par de pasos hacia atrás y se detiene cuando choca contra el mueble de la cocina. Sus labios no abandonan los míos ni un momento, solo lo hacen cuando se estira para apagar el fuego de la estufa y cambiar de posiciones. Ahora soy yo quien está acorralada contra el mueble.
Sus pupilas observan mi rostro a pocos centímetros del suyo, puedo sentir su respiración golpear en mi mejilla.
No puedo encontrar imperfección en él. No puedo hacerlo porque no tiene ni una sola jodida célula en el cuerpo que esté mal.
Ahora soy yo quien toma la iniciativa al besar sus labios. Son tan tentadores que he caído sin más en la perdición. No quiero resistirme. Solo quiero dejarme llevar por la maravillosa energía que poco a poco aumenta de intensidad a nuestro alrededor.
Dylan sujeta mis caderas y me alza hasta quedar sentada sobre la encimera. Ahora estoy a la misma altura que sus ojos.
Mis hormonas se han revolucionado tanto que ya ni siquiera pienso con coherencia. Solo puedo sentir un intenso calor debajo de mi vientre que todo mi cuerpo ruega que lo apague.
De repente, cambia el rumbo de sus labios y se dirigen hacia mi cuello, donde besa y mordisquea la delicada piel de allí. Se siente tan... excitante. Ladeo la cabeza solo para facilitarle el acceso. Me gusta. Me gusta demasiado.
Su cuerpo se coloca entre mis piernas y presiona ligeramente su pelvis contra la mía. Ese pequeño toque es más que suficiente para darme cuenta del gran atributo que ha crecido bajo su pantalón.
Madre Santa...
Llevo mis manos a su espalda y presiono mis uñas contra su piel, pidiéndole indirectamente que no se detenga, que siga así.
Sus manos buscan el dobladillo de mi camiseta y la levantan hasta sacármela por encima de mi cabeza, dejándome en sostén y expuesta a él.
Ya no me importa nada. Lo único que quiero es sentirlo a él por completo. No quiero ninguna prenda interponiéndose entre nosotros. Y por el deseo que veo en sus ojos él parece estar pensando en lo mismo.
Sus labios vuelven a devorar los míos con una pasión desbordante que me hace temblar por dentro.
—Dylan... —suelto en un jadeo al sentir la fricción de su prominencia en mi entrepierna.
Lo único que se interpone entre nosotros es la fina tela de nuestras ropas.
Su mano pronto se mete bajo la tela de mi pantalón pijama y posteriormente dentro mi ropa interior.
El calor se reparte ahora también a mis mejillas. Es la primera vez que siento a alguien explorando allí. Su mano cruza mi pubis dejando una suave caricia a su paso. El deseo incrementa su intensidad a niveles incontrolables.
Esto es demasiado. Las sensaciones, las emociones, siento las suyas y las mías completamente descontroladas.
Pero justo cuando va a tocar mi zona más sensible, la alarma de un teléfono comienza a sonar aquí en esta habitación.
¡No! ¡No te detengas!
Sus ojos me miran con cierta culpabilidad antes de apartarse por completo de mí e ir a apagar esa maldita cosa en menos de medio segundo.
¡¿Por qué justo ahora?!
—Mierda —masculla él visiblemente molesto por la interrupción.
Esa palabra no es suficiente para describir mi frustración.
Se acerca nuevamente a donde estoy, pero ahora trae consigo mi camiseta, la cual me vuelve a vestir gentilmente. No sin antes darme una buena ojeada, claro.
—Tendremos que esperar para eso, hermosa —me dice con pesar—. Lo lamento, pero en quince minutos tengo que ir a ver a Sarah por un asunto en la empresa. Y tú tienes entrenamiento con Kyle, no creas que escaparás de eso. Yo estaré allí apenas me desocupe. Ahora debemos desayunar antes de salir.
Respiro unas cuantas veces para recobrar la compostura.
—No pensaba escapar de eso —digo como si el entrenamiento siempre hubiese estado en mis planes el día de hoy.
Dylan me mira con incredulidad, y luego se acerca a la sartén para terminar lo que había empezado antes de que yo entrara.
Este día parece prometedor. He comenzado la mañana con una inyección de adrenalina que me ha despabilado por completo. Estoy más que lista para entrenar todo el día.
Aunque... siempre será más tentador lo de las películas.
Terminamos el exquisito desayuno, y después Dylan me acompaña hasta la entrada del bosque para que vaya en busca de Kyle, que en teoría ya debería estar aquí.
Corro a toda velocidad hasta el centro del campo de entrenamiento, tardando solo cinco segundos en llegar.
No veo a Kyle por ningún lado. ¿Donde estará aquel impuntual?
—¡Kyle! —lo llamo a todas voces.
Solo se escuchan las hojas de los árboles que se mecen con el viento. El otoño trae consigo un frío seco que baila entre los árboles y se lleva consigo las hojas más viejas, tiñendo el suelo de un hermoso amarillo anaranjado.
¿No les sucede a veces que sienten que alguien los vigila a pesar de estar solos? Bueno, ese es el sentimiento que tengo en estos momentos. Y debo decir que no me agrada en lo absoluto. Me hace sentir perseguida, paranóica.
Veo en todas direcciones, pero no hay señales de Kyle. ¿Se habrá escondido? ¿O aún no habrá llegado?
Camino un poco por entre los árboles, esquivando alguna que otra roca que se interpone en mi camino. Todo está tan silencioso que me hace sentir en una película de terror.
—¡Kyle, si te estás escondiendo te juro que...!
De pronto alguien salta sobre mí y me arroja de cara contra el suelo. Mi pulso se acelera a más no poder del susto. Maldición. Escupo una hoja que se me acaba de meter en la boca e intento liberarme del idiota que me tiene atrapada.
—¿Qué? ¿Qué harás? —dice Kyle en un tono provocador a mis espaldas.
Está a ahorcajadas de mí, inmovilizándome los brazos y las piernas.
Si no queda otra...
—Sin escudos, Caitlin —agrega rápidamente al darse cuenta de mis intenciones—. Mantenlo puesto, pero no lo expandas. Sufrirás las consecuencias si lo haces.
¿Qué? Por favor, si cree que puede asustarme al decir eso está equivocado.
—Qué miedo —me mofo de él, revolviéndome debajo suyo para poder zafarme de su agarre.
—Trabajamos tu fuerza ahora, no valen escudos —dice ajustando un poco más su agarre—. Además, ¿Dylan no te ha explicado que debes estar atenta en todo momento? Cualquier distracción podría costarte la vida.
—Bueno no espero que esos Raezers salten de los árboles como monos hambrientos, ¿sabes?
Kyle suelta una risa que carece totalmente de gracia y se levanta de encima mío.
Si su idea era fundirme con el suelo, un par de minutos más y lo hubiese conseguido.
—Ellos harán peores cosas que esas, no los subestimes —me recrimina, alejándose unos cuantos pasos hasta posicionarse en el centro, listo para dar inicio a la clase de hoy.
Me pongo de pie lo más rápido que puedo. No me agrada la idea de estar en el suelo mientras Kyle ha tomado una posición de ataque. Sería blanco fácil para cualquiera de sus ataques sorpresas.
—Muéstrame de lo que son capaces —le digo con una pequeña sonrisa de suficiencia.
Estoy segura de que me arrepentiré luego.
Kyle alza una ceja al oír mis palabras, incapaz de creer que yo haya tenido el valor de decir eso. Y antes de que alcance a pestañar, veo acercarse a mí a toda velocidad un árbol que segundos atrás descansaba tranquilamente a su lado.
Afortunadamente los entrenamientos me han hecho mucho más ágil, y mis reflejos también han mejorado a la par. Eso es bueno. Sí, es bueno, porque alcanzo a esquivar el árbol que Kyle dirige hacia mí.
Solo... hay un pequeño detalle que me hace apretar con fuerza la mandíbula para no soltar un montón de palabrotas. Una de las ramas me acaba de rasguñar la piel del brazo, provocándome un pequeño corte del cual comienza a salir un poco de sangre. No tarda más de cinco segundos en volver a cerrarse la herida.
Maldito Kyle.
—Bueno admito que lo has hecho bien, ese fue uno de mis mejores tiros —dice con cierta arrogancia.
—O tal vez tus tiros son horribles —lo provoco.
Si Kyle quiere jugar sucio, vamos a jugar sucio. Él inició todo. No debió arrojarse encima mío desde aquel árbol. Casi me muero de un infarto.
Kyle me observa desde la distancia con los ojos entrecerrados, seguramente está pensando una respuesta más ingeniosa que la mía, pero dudo que la encuentre.
O tal vez planea tu funeral.
—Ten cuidado con lo que dices. No quiero verte llorar.
¿Llorar? ¿Por qué...?
Antes de que siquiera pueda completar la frase en mi mente, Kyle se acerca a mí a una velocidad vertiginosa y se coloca a mis espaldas. Sus movimientos son tan rápidos que cuando quiero darme cuenta tengo su brazo entorno a mi cuello y su otra mano a mis espaldas, sujetando con fuerza mis muñecas. Debo pararme en puntas de pie cuando aprieta el brazo que rodea mi cuello. La entrada de aire se ve momentáneamente disminuida por su culpa.
—Kyle... por favor... —susurro a duras penas mientras intento quitar su brazo con ambas manos.
El maldito tiene fuerza.
—Libérate, Caitlin. ¿Qué harías si llegaran romper tu escudo, te sujetaran de esta manera, y no puedes usar tu poder porque estás demasiado cansada? ¿Pedirás por favor? —intenta imitar mi voz a lo último, pero le sale pésimo—. No seas ridícula.
La necesidad de aire es cada vez mayor. No puedo usar mi escudo ni mi poder. Tengo que arreglármelas sola. Piensa, Caitlin, piensa.
"Debes buscar puntos débiles".
Las palabras de Dylan vienen a mi mente como si de una iluminación de Dios se tratase.
Sonrío maliciosamente en mi fuero interno. Haré sufrir a Kyle por esto.
Recordando las palabras de Dylan durante el entrenamiento de ayer, llevo mi pierna hacia atrás sin dudarlo ni por un segundo.
Y... ¡Touch down!
Kyle me suelta inmediatamente, llevándose las manos a su entrepierna, pero aun así aguantando como todo un guerrero el dolor en sus partes.
—Haría eso —respondo victoriosa.
—Que inteligente —su voz suena más aguda de lo normal, eso me dice que está conteniendo las ganas de soltar un grito.
Me río con malicia en mi interior al verlo tan vulnerable, con las manos en la entrepierna y con el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante.
Se lo merece, casi me asfixia.
—¿Quién parece un ridículo ahora? —le digo, usando el mismo término con el que me llamó hace un momento atrás.
Kyle se toma unos segundos antes de erguirse nuevamente y mirarme con altanería.
—¿Eso es todo lo que tienes? —pregunta burlonamente, acercándose lentamente a mí.
—No —respondo con determinación.
Enseguida se inicia entre ambos una pequeña lucha mano a mano, donde tengo que poner a prueba las técnicas de defensa y ataque. No tengo el nivel de profesionalismo que tiene Kyle, pero lo hago bastante bien.
—¡Oye! —grito adolorida cuando uno de sus puños golpea bruscamente mis costillas.
Lo "hacías" bastante bien.
¡Pero no ha sido mi culpa! La liga del cabello se me acaba de romper, y para mi mala suerte todos los pelos han ido a parar a mis ojos gracias al viento, eso me ha impedido ver los movimientos de Kyle. Él también es un tramposo.
—No hay tiempo fuera cuando peleas contra un Raezer, Caitlin.
Me masajeo los brazos y las costillas, son en esos lugares donde he recibido más golpes a pesar de haber bloqueado varios de sus movimientos.
—Eres un idiota —mascullo.
—Me lo dicen seguido —replica con una sonrisa socarrona.
Volteo los ojos y me alejo un par de pasos de él. Necesito espacio para calmarme un poco, siento que los pulmones se me saldrán por la boca en cualquier momento. Siendo una humana de seguro ya estaría en el hospital.
—No sabía que tenías tan poca resistencia —se burla de mí a mis espaldas.
Le enseño el dedo medio sin siquiera mirarlo, lo que provoca una risotada de su parte.
Yo no soy débil. No quiero que tenga esa impresión de mí. Necesito demostrarle que he mejorado. Ya no soy la Caitlin de antes.
—Continuemos —digo decidida mientras lo encaro otra vez.
Kyle sonríe satisfecho.
Iniciamos la segunda ronda de lucha que dura más tiempo que la anterior. Es como si me hubiesen inyectado una dosis de adrenalina. Me siento más enérgica y con los pensamientos más claros. Eso me ayuda a prestar más atención a sus movimientos y responder inmediatamente a ellos.
—Admito que no estuvo mal —le escucho decir a Kyle.
Nos hemos tirado sobre la hierba a descansar un poco luego de finalizar el entrenamiento de hoy.
Mantengo la vista fija en el cielo que se ha encapotado de nubes.
—A ti te falta más entrenamiento. Muy flojo para mi gusto —digo solo para molestarlo.
Kyle suelta una risa por mi comentario y niega con la cabeza.
—Aquí se te evalúa a ti, no a mí —contesta con ingenio.
Apoyo la cabeza contra el árbol donde tenemos nuestras espaldas recargadas y cierro los ojos un momento.
—Sí, por supuesto —respondo sin darle tanta importancia al asunto.
Luego de un par de minutos vuelvo a abrir los ojos al tener la fea sensación de estar siendo observada. Y da la casualidad de que me encuentro con los ojos verdes de Kyle puestos sobre mí.
—¿Qué? —pregunto algo incómoda por su mirada.
Kyle parece caer en la cuenta de que me observa como un psicópata y voltea la cabeza con rapidez.
—Tú... —parece tener la respuesta en la punta de la lengua, pero no quiere soltarla—. Nada, no es nada.
Le doy un suave golpe con mi hombro y lo animo a hablar.
—Dime, anda. ¿En qué piensas?
Él suelta una risita nerviosa y niega con la cabeza.
¿Desde cuando Kyle está nervioso?
—Solo me hiciste acordar a alguien —dice con la mirada al frente, parece no atreverse a mirarme.
Solo se me viene a la mente una persona. Una chica que ya no está más en este mundo. Alguien a quien apagaron su vida como si no significara nada.
—¿Debbie? —pregunto casi en un susurro.
Kyle voltea a verme y permanece así, en silencio, por un instante.
—Sí, Debbie —contesta con la voz apagada.
Sus ojos han perdido repentinamente el brillo usual en ellos. Puedo notar como aun le duele pronunciar su nombre.
No sé que decir. No hay palabras para calmar un corazón dolido. Aunque nunca he sido buena en eso tampoco.
—Tú me recuerdas mucho a ella —confiesa de repente al notar mi silencio.
Abro ligeramente los ojos, sorprendida por semejante revelación.
¿En qué sentido me parezco a ella?¿Físicamente? ¿O en otros aspectos? Realmente espero que sea la segunda opción, porque si es la primera... no sabría que pensar.
—Eres terca, decidida, valiente... —el volumen de su voz disminuye poco a poco.
—Me hubiese caído bien —digo para aligerar la tensión del ambiente.
Kyle sonríe, pero esa sonrisa no le llega a los ojos. Su mirada vuelve a encontrar la mía y esta vez decide no apartarla.
Entonces, comienzo a sentir su cercanía un poco incómoda. Una alarme se enciende súbitamente en mi interior. La mirada de Kyle en estos momentos no es la misma de siempre. Ya no siento ese compañerismo que emana cada vez que está conmigo. Se siente... distinto.
De pronto, extiende su mano en dirección a mi rostro y apoya el dorso de sus dedos contra mi mejilla, rozando gentilmente. Su gesto es muy dulce, pero aún así no causa en mí lo que Dylan podría con ese simple toque.
La respiración se me estanca en la garganta al darme cuenta de lo que está pasando. Esto está mal.
—Kyle... ¿Q-que estás haciendo? —intento hacerlo entrar en razón, pero parece sumido en sus pensamientos. En sus recuerdos.
Nunca antes lo he visto de esta manera.
Hago el amago de levantarme, pero de pronto me sujeta el rostro con ambas manos.
¿Qué...?
—Te extraño, ¿sabes? Todos los días lo hago —murmura con la mirada fija en mis ojos.
Su rostro está peligrosamente cerca del mío, y lo peor de todo es que estoy tan pasmada que no sé que mierda hacer.
—No puedes... —digo con la intención de rechazarlo, pero me interrumpe antes de que pueda terminar la frase.
—Sí, sí puedo. Tú me conoces mejor que nadie. No puedo dejarte ir de nuevo... por favor, quédate.
¿De nuevo? No puede ser... ¿acaso cree que soy Debbie? ¿Es que se ha vuelto loco?
Mi corazón se estruja de solo pensar en su dolor, pero no puedo permitir que esto siga, debe reaccionar. Creo que se le han mezclado las realidades. Está sumido en recuerdos todos sabemos que no volverán.
Intento quitar sus manos de encima mío, pero solo logro que ajuste un poco más su agarre y se acerque un centímetro más. Puedo sentir su respiración en mis labios.
Comienzo a sentir un autentico miedo en mi interior. No quiero besarlo. ¡Por el amor de Dios, es Kyle! No digo que sea un chico feo, porque es todo lo contrario a eso, pero solo puedo verlo como un amigo. No siento nada más que un cariño amistoso entre nosotros.
Además, estoy conectada a Dylan. Jamás podría intentar sentir algo más por alguien, porque nunca sería lo mismo. Es imposible explicar lo que nos une, estamos hechos el uno para el otro, y no hay forma de evadir eso.
Un momento... estoy conectada a Dylan.
¡Maldición!
No tardará en sentir el nerviosismo y el temor que me invaden en estos momentos. Si está poniendo atención en eso estoy segura de que no tardará en estar aquí.
¿Por qué habría sino de tener miedo en un entrenamiento con Kyle? No habría razón.
De pronto, el tiempo se detiene durante un segundo, justo en el momento en que veo los ojos de Kyle mirar mis labios.
Lo hará. Kyle me besará.
Entonces el tiempo vuelve a transcurrir con normalidad, y alcanzo a mover el rostro en el momento exacto en que sus labios chocan contra la comisura de mi boca, evitando así que me bese.
Mi escudo se activa inmediatamente sin que le ordene, alejando a Kyle un metro de distancia de mí.
Santo cielo...
Llevo una mano a la comisura de mi boca y toco allí, donde hace unos segundos estuvieron sus labios. Se sintieron tan... suaves y cálidos que por un corto segundo me planteo como se hubiesen sentido si no hubiese corrido la cara.
Tengo mi lado humano también escondido en algún rincón. Y esa pequeña porción quiere poner a prueba mi autocontrol. Quiere que cometa los errores que como Raezer no haría. No imagino estar toda una eternidad peleada con alguien. Quiere hacerme cuestionar sobre la realidad en la que vivo y en la que viviré por siempre. Mi unión a Dylan es eterna. Eso quiere decir que no estaré con ningún otro chico que no sea él.
Y a pesar de estar más que segura de amarlo solo a él, hay una vocecita insistente en mi cabeza que me dice: "¿Por qué no? ¿Por qué no intentas probar con alguien más para ver que tan fuerte es tu conexión con Dylan?"
Esa vocecita es el diablo. No sucumbiré a ella. Jamás lo haré.
Me levanto de un salto del suelo ante la expresión de horror y confusión de Kyle.
—Oh no... Caitlin —susurra imitando mis movimientos.
Hace el amago de acercarse a mí de nuevo, pero yo escapo de allí antes de que pueda volver a intentar cualquier cosa. Aunque por lo que acabo de ver, parece haber vuelto en sí.
Corro a toda velocidad por el bosque, esquivando lo mejor que puedo las ramas de los árboles que se las ensañan en dejarme marcas en la piel.
Aun no puedo creer lo que acaba de pasar. Es una jodida locura. Si Dylan se llegara a enterar de esto... no puedo ni imaginar la decepción plasmada en su rostro.
Su mejor amigo estuvo a punto de traicionarlo. ¿O... tal vez lo hizo?
No lo sé, estoy demasiado confundida. Las emociones se arremolinan en mi pecho, asfixiándome, peleándose entre ellas por dominar.
Y solo una lo logra: la ira. Puedo sentir como cada fibra de mi ser se inyecta de una ira incontrolable.
Siento en mis ojos lágrimas de rabia, o tal vez de angustia, no puedo diferenciarlas.
Estúpido Kyle, ¿qué rayos quiso hacer?
Comprendo que esté dolido por la pérdida de Debbie, pero eso no justifica que deba proyectarla en mí. Por Dios, esto es demasiado retorcido.
De lo ensimismada que estoy en mis pensamientos no me doy cuenta de que alguien justo se interpone en mi camino. El choque es brusco, pero lo amortiguan un par de brazos que me sujetan para que no caiga de culo.
—Espera, cálmate, Caitlin. ¿A donde corres tan despavorida?
Me encuentro de frente con los ojos de Dylan. Su mano acaricia mi rostro con preocupación mientras corrobora que todo marche bien conmigo físicamente.
Demonios. ¿Acaso no dije que vendría tan rápido como sintiera mis emociones? Bueno, tenía razón como ven.
Es la última persona que quiero ver ahora. No hasta aclarar las malditas cosas con Kyle. Es un idiota por haberme puesto en este aprieto.
Doy un paso atrás, poniendo solo un poco de distancia entre ambos.
Dylan me mira confundido.
Él no tendría que estar aquí. Kyle no tardará en aparecer y yo no sé actuar como si nada hubiese pasado.
Y dicho y hecho, el de rizos hace acto de presencia justo a unos cuantos pasos por detrás de mí.
Dylan lo observa a él y luego a mí. No comprende nada, puedo verlo en su expresión de desconcierto.
—¿Eres idiota, Kyle? —dice Dylan con el semblante serio—. ¿Cual es tu método de enseñanza para que Caitlin corra como si una horda de zombis la persiguiese?
Kyle me observa a mí con ojos suplicantes, de seguro piensa que iré de chismosa a contarle a Dylan todo lo que acaba de suceder recién con él. Pero no es así, yo no seré quien se lo diga. Él lo hará.
Pero antes de que cualquiera pueda decir otra palabra, la presencia de una familiar energía negativa comienza a caer sobre nosotros.
Observo en todas direcciones, asustada por la repentina sorpresa.
No se siente como si fuese uno o dos Raezers. Por la pesadez de la energía que carga el ambiente puedo deducir que son muchos más que esos.
No puede ser posible, mi escudo está en su lugar, no me lo he quitado en ningún momento.
¿Cómo nos han encontrado?
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