Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

LXV


—¿Cómo va eso? —quien pregunta, su voz, se ha vuelto extrañamente familiar este último tiempo.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que no hay más que oscuridad rodeándome. Me siento desorientada y asustada. ¿Esto es un sueño?

—¿Hola? —pregunto en un murmullo.

Me pongo de pie sobre la nada misma y doy un par de pasos en alguna dirección. Me rodeo el cuerpo con ambos brazos cuando una suave brisa me rosa la piel, provocándome un estremecimiento.

—Ya falta poco para terminar. Cada vez queda menos —responde la otra persona, que también reconozco su voz—. Espero que no me decepcione, porque le he tomado cariño.

Ninguno parece oírme. ¿Qué es lo que está sucediendo?

Camino varios pasos, siguiendo el sonido de sus voces, pero no llego a ningún lado, la negrura me envuelve como un denso manto. No hay salida.

De pronto, una extraña pesadez se apodera de mi cuerpo justo cuando un sonido ensordecedor llega a mis oídos.

—¡Maldición, no! —grita aquel último—. ¡Anda, corre!

Dejo de respirar cuando caigo en la cuenta de que los Raezers me han encontrado. Pero ¡¿cómo?!

Presa del pánico, hago lo que ordena y echo a correr a toda velocidad. Se siente como si todo esfuerzo fuese en vano, no consigo avanzar nada en medio de esta asfixiante oscuridad.

Una masa de aire fresco golpea mi rostro de lleno súbitamente, permitiéndome volver a respirar. Gracias a Dios. Puedo sentir como el aire pasa a través de mis pulmones, llenándome de fuerzas para seguir avanzando.

—¡No! ¡Esto no puede acabar así! —grita uno de ellos, desesperado.

¡¿De qué hablan?! Miro en todas direcciones, esperando poder ver a quienes me quieren llevar, pero no consigo visualizar absolutamente nada. ¡Esto es frustrante!

—¡Dylan! —grito su nombre con todas mis fuerzas para que me escuche.

Nada.

¿Por qué no me responde?

Aminoro la marcha hasta detenerme. Vamos, Caitlin, piensa. ¿Dónde fue la última vez que lo viste?

Entonces, por culpa de mi descuido, soy golpeada con una brutalidad desmedida justo en el pecho. Tal es la fuerza del embiste que soy empujada con vigor hacia atrás.

—Despierta, vamos, ¡despierta!

No hay dolor. Solo siento miedo, tengo muchísimo miedo.

El segundo golpe no se hace esperar y esta vez es mucho más intenso que el primero. Cierro con fuerza mis ojos deseando que todo acabe ahora.

¡Por favor! ¿Cuanto más tendré que soportar?

Cuando levanto los párpados, todo es completamente diferente a como estaba hace unos segundos atrás. Pestañeo varias veces para salir de mi asombro. Ahora ya no me encuentro en medio de esa abrumadora oscuridad, sino que mis pies cuelgan a poco más de metro y medio del suelo. Mis ahora pequeños brazos están rodeando el cuello de quien parece ser... ¿mamá? Levanto la cara del escondite que su cabello y su hombro me proporcionan, y me limpio rápidamente las lágrimas que caen sin sentido por mis mejillas.

—Tranquila, verás que harás amigos, jugarás, aprenderás...

Ya sé que pasará aquí, recuerdo esto. Busco fervientemente con la mirada al niño que ya debería estar aquí. Lo encuentro a un par de metros lejos de nosotras, observándome con una expresión de asombro y fascinación; aunque no paso por alto la confusión contrae ligeramente sus cejas.

Cuando el niño se da cuenta de que mis ojos están puestos en él, me sonríe. Sus reluciente sonrisa me deja deslumbrada, tanto que mi corazoncito se acelera a más no poder y comienzo a sentir una rara sensación, como si todo mi cuerpo de repente fuese de plomo. Cierro los ojos cuando no soy capaz de resistir más, necesito dormir. Finalmente, cuando me dejo llevar por el repentino cansancio, todo el peso de mi cuerpo se va hacia atrás. Me preparo mentalmente para recibir el dolor de un fuerte golpe contra el suelo, pero éste jamás llega. En cambio, caigo sobre un par de fuertes pero acogedores brazos.

Cuando abro nuevamente los ojos, me encuentro con mis adorados ojos grises que me miran alegres. Las mariposas de mi estómago comienzan a revolotear sin cesar, están felices. Yo también lo estoy.

Llevo una mano a su mejilla para poder acariciarla, pero de pronto me doy cuenta que mi mano ya no es pequeña como antes, ahora ha crecido. Yo he crecido. Ya no soy más esa niñita de seis años la cual cargaba su madre, ahora soy mucho más mayor. Mis ojos recorren con asombro mi cuerpo, viendo como me he transformado en una adolescente en un abrir y cerrar de ojos.

El niño que antes había visto a espaldas de mi madre también ha crecido y ahora está junto a mí, sujetándome con fuerza, brindándome seguridad. Siempre me he sentido segura en sus brazos, son mi sitio preferido en este mundo.

Sin detenerme a pensarlo, me abalanzo sobre sus labios para besarlo con efusividad. Él me corresponde de la misma manera, colocándome con cuidado los pies sobre la tierra. Una de sus manos se aferra a mi cintura y otra a mi cabello, acercándome lo más que puede hacia su glorioso cuerpo.

Dylan... —susurro su nombre una vez que conseguimos separarnos.

Ahora estamos en el antiguo campo de entrenamiento, el mismo donde nos dimos nuestro maravilloso primer beso.

—Te echaré de menos, no sabes cuanto —dice él, apoyando su frente contra la mía y cerrando sus ojos.

—¿De qué hablas? No me iré a ningún lado —contesto, incrédula.

¿Él sí?

Lleva sus preciosos ojos grises hacia los míos, enganchándome con su profunda mirada.

—No, porque yo jamás lo permitiría.

—¿A qué te refieres? —le pregunto, confundida.

—¿Cómo podría dejar que el nuevo mundo te pierda, Caitlin? El cielo lloraría una eternidad por ti.

No sé como sentirme con exactitud por sus palabras, han sido dulces, pero a la vez me han dejado un sabor amargo en la boca.

—¿Nuevo mundo? —pregunto, más confundida que antes.

No entiendo a donde quiere llegar con todo lo que está diciéndome.

Dylan toma mi rostro entre sus manos y me mira ahora más serio.

Prométeme que no te enojarás conmigo ni contigo misma por lo que ha pasado —me pide.

¿De qué está hablando?

—No puedo entenderte si no me explicas —digo, frustrada.

Caitlin...

—Dime que está pasando —le corto, alejándome un paso de él.

Sus brazos caen a cada lado de su cuerpo.

—Piensa, tú lo sabes —responde.

Mi ceño se frunce mientras me devano los sesos tratando de recordar lo que... ¡maldición!

—¡El Duxilum! —expreso con sorpresa.

Dylan asiente, esperando a ver si recuerdo algo más.

¿Pero qué fue lo que sucedió? Yo estaba... había llegado hasta la piedra y... ¿alguien me disparó? ¡Alguien me disparó!

—Ya todo terminó, estás a salvo —dice en un susurro.

—Estamos —le corrijo.

Él mira hacia abajo y decide pasar por alto eso último que dije.

—¿No es así? —pregunto con el ceño fruncido.

Dylan posa su mirada sobre mi rostro y me mira con cariño. Extiende una de sus manos y me acaricia con gentileza la mejilla.

—Te amo, Caitlin. Mi dulce Caitlin.

¿Por qué me dice todo esto?

Solo basta un solo pestañeo para que la figura suya desaparezca como por arte de magia.

—¿Dylan? —lo llamo asustada, mirando en todas direcciones—. ¿Dylan, dónde estás? ¡Dylan!

Comienzo a correr por el extenso bosque, apartando las ramas que se interponen en mi camino.

Nada.

—¡Dylan! ¡Por favor, regresa!

De pronto, un dolor opresivo se asienta en mi pecho, quitándome momentáneamente el aire. Caigo sobre mi rodilla derecha, con una mano apoyada sobre la tierra y otra sobre mi tórax.

¡No!

—¡Te amo! ¡Yo también te amo! —le grito desesperada.

Lentamente soy arrastrada de esa horrible pesadilla a una realidad mucho más triste.

Inhalo una buena bocanada de aire apenas puedo, mis pulmones agradecen ese aire fresco. Me siento como si hubiese estado sumergida dentro del agua por horas. Es una sensación realmente incómoda, sumándole que mi corazón parece estar retorciéndose en su lugar.

Alguien más se está moviendo por mí, puedo oír su pisadas a un ritmo discordante. Sus manos se aferran con fuerza a mi espalda y mis muslos.

A mis ojos les cuesta una eternidad abrirse, pero finalmente lo logran. Pestañeo un par de veces para acostumbrarme a la claridad del día, hasta que por fin puedo visualizar un perfecto cielo azul, sin ninguna nube opacando su belleza.

En medio de mi campo de visión aparecen un par de ojos azules que me observan con cierto alivio y preocupación a la vez. Taylor intenta sonreír, pero solo le sale una mueca.

—¿Qué... qué está ocurriendo? —pregunto confundida.

A mi izquierda veo el extenso bosque que aun nos queda por avanzar y a mi derecha me choco con el torso de mi hermano. Mis ojos se abren grandes como platos al ver una importante mancha de sangre en su camiseta.

—¡Estás sangrando! —exclamo horrorizada.

Y sí que debe dolerle; no sé que tan profunda sea, pero percibo una leve cojera en su andar.

—No es nada, no te preocupes —responde, restándole importancia.

Estoy a punto de preguntarle quién le hizo eso cuando de improvisto soy bombardeada por los recuerdos de la batalla vivida en esa horripilante cueva bajo el colosal castillo.

Ahora recuerdo lo que le sucedió a mi hermano. Argus. Ese maldito le clavó con saña una de esas varas de plata que solo los guardias tenían en sus cinturones. De todas formas no se pudo liberar de nosotros, Sarah tomó el lugar de Taylor, dándome el tiempo suficiente para ir por el Duxilum. Mientras Dylan se arrojaba sobre su hermano, mis manos tomaron esa piedra tan preciosa y frágil para por fin destruirla, pero... no recuerdo haberlo hecho.

El disparo.

¡Eso es! Aun recuerdo ese sonido. Pero si me dispararon, ¿qué pasó con el Duxilum? ¿Se destruyó? No entiendo. ¿Cómo es que estoy viva?

—¿Dónde está Dylan? —pregunto ansiosa.

¿Me habrá metido dentro de su escudo? ¿Por qué él no está aquí conmigo?

Puedo sentir como las manos de Taylor se ajustan entorno a mí. Él no me responde, se limita a caminar con la mirada puesta al frente. Por la expresión de su rostro sé que algo no está bien.

Mi corazón recibe un agudo pinchazo e inmediatamente comienza a latir a trompicones. Siento la boca repentinamente seca.

—Bájame —le ordeno.

Sus ojos descienden un instante hacia los míos y vuelve enseguida la vista al frente.

—No —responde.

¿No? ¿Acaso oí bien?

¡¿Dónde demonios está Dylan?!

Comienzo a mirar desesperadamente en todas direcciones hasta que un pequeño hueco entre su brazo y su torso me da un pantallazo de lo que sucede detrás suyo. Desde aquí alcanzo a ver a Kyle, de espaldas a mí, echado sobre la hierba junto a alguien que descansa en el suelo. No hace falta ser un genio para darme cuenta de quien se trata.

—¡Dylan! —grito a todo pulmón.

Comienzo a retorcerme entre los brazos de Taylor para poder soltarme de su agarre antes de que comience a correr. El maldito tiene fuerza.

—¡Caitlin, no! ¡Detente! ¡Mierda! —su quejido de dolor me indica que he dado justo sobre su herida.

Lo lamento mucho, pero debió soltarme cuando se lo pedí por las buenas.

La caída es dura; mis pulmones escupen de sopetón el poco aire que había alcanzado a inspirar.

Todo mi cuerpo parece hecho de goma, las extremidades casi ni me responden. De milagro consigo ponerme de pie y echar a correr hacia donde están esas dos personas. En el camino, un horrible dolor aguijoneante vuelve a atacar a mi pobre corazón, haciéndome perder el equilibrio justo antes de caer de bruces contra el suelo.

—¡Caitlin, espera! —me grita Taylor a pocos pasos de distancia.

No le hago caso. Me levanto lo más rápido que puedo y continuo la carrera hacia donde se encuentra Kyle, que acaba de voltear a ver el por qué de tanto alboroto. Desde esta distancia soy capaz de ver sus ojos rojos y lagrimosos. Él se levanta rápidamente y se pone en medio de mi camino, impidiéndome ver a Dylan.

—Apártate, Kyle —le exijo con un nudo en la garganta.

—Ve con Taylor. Ya todo acabó, el te lo explicará —dice con voz ronca.

—¿Qué todo acabó? —cuestiono confundida—. Apártate ahora, Kyle.

—Caitlin... —me llama Taylor a mis espaldas una vez que llega junto a mí. Viene presionándose la herida para evitar que continúe sangrando. Por su cara de preocupación nada bueno saldrá de su boca, así que me adelanto a sus palabras.

—Le dispararon, ¿verdad? —a medida que voy hablando mis ojos van llenándose de lágrimas—. Le dispararon y no pudo extender su escudo.

¿Nos pasó lo mismo a ambos? O tal vez a mí sí lograron ponerme dentro del escudo de alguno de ellos, sino nada de esto tendría sentido.

—Yo... —comienza a decir Kyle, pero no le dejo continuar.

—¿Tú me metiste dentro de tu escudo?

Es el único que pudo haberlo hecho, Taylor no es compatible con nosotros y al profesor Madson le dispararon antes de que el Duxilum se hiciera astillas.

Si es que se destruyó...

Kyle le lanza una miradita rápida a Taylor antes de abrir la boca, pero yo aprovecho ese momento para apartarlo de un empujón y correr hacia Dylan.

—¡Caitlin! —me llama Kyle a mis espaldas.

—Carajo... —murmura mi hermano.

Mi corazón se encoge al ver a Dylan inmóvil sobre la hierba. Un escalofrío me recorre el cuerpo cuando veo sus bellos ojos grises abiertos, apuntando hacia un punto de la nada.

No...

Me tiro a un costado suyo y con mis temblorosas manos comienzo a tocar fervientemente su precioso rostro.

—¿Dylan? Dylan, despierta. Ganamos, los vencimos —las palabras salen tan rápido de mi boca que apenas se entiende lo que digo—. No me hagas esto, por favor te lo pido.

Me pone de los nervios verlo de esta manera. Ya he visto muchos muertos, podría decir que casi estoy curada de espanto, pero ni toda esa experiencia me preparó para este momento.

Observando con atención, me doy cuenta que su cabeza está en perfecto estado, a él no le dispararon. Inmediatamente me llevo una mano a mi sien y la bilis se me sube a la garganta al sentir la sangre viscosa en mis dedos. A mi sí me dispararon, pero la herida ya cicatrizó.

—¿Falló su escudo? —le pregunto a Taylor, sintiendo el temblor de mi labio inferior.

Mi hermano niega con la cabeza, mirándome con cautela.

—Los tres sobrevivimos —se adelanta a decir Kyle, utilizando una voz mucho más suave—, Dylan, Taylor y yo.

¿Cómo? ¿Es que está ciego? ¡Dylan está muerto!

O tal vez seas tú la que está ciega.

Si ellos tres sobrevivieron, ¿en qué lugar quedo yo? ¿Cómo desperté tan pronto?

Dylan está muerto. Tú estás viva.

Me dispararon, el Duxilum se rompió y él había sobrevivido...

Y tú no.

Casi puedo oír el click que hace mi mente al terminar de armar el rompecabezas. El alma se me cae a los pies al comprenderlo. Todas las piezas están en su lugar y no me gusta para nada lo que se ha formado. Lo aborrezco.

Ahora mi cuerpo se ha quedado paralizado al igual que todo a mi alrededor; el viento se ha detenido, los pájaros han dejado de cantar, los roedores se han escondido... Lo único que se oye, y que estoy segura que los demás pueden oír, es mi corazón rompiéndose en mil pedazos.

—Él te cedió sus poderes. Te devolvió la vida —termina por decir Taylor, confirmando mis sospechas.

Bajo la mirada hacia mi cuerpo, sintiéndome repentinamente sucia. Le arrebaté la vida a otra persona, peor aun, al amor de mi vida. Esto no puede ser real, debo estar soñando. Los latidos retumban con fuerza en mis oídos mientras mi respiración se acelera hasta el punto de que empiezo a hiperventilar.

Muerto. Dylan está muerto gracias a mí.

Kyle me rodea desde atrás con sus brazos para brindarme apoyo. En otro momento su gesto me hubiese sorprendido, pero ahora nada más me importa. Toda mi atención y mi fuerza se centran en el grito desgarrador que logra salir de mi garganta y que a punto está de rasgar mis cuerdas vocales.

—¡NOOOOO!

La imagen frente a mí se torna borrosa por las lágrimas que pronto se acumulan en mis ojos. Mis piernas se niegan a funcionar, por lo que Kyle pasa a ser mi sostén.

—¡NO! ¡NOO! ¡¿POR QUÉ LO HIZO?! —grito con todas mis fuerzas, sintiendo una terrible injusticia.

¡No es justo! ¡Él no podía decidir eso! ¡¿Por qué no dejó todo como estaba?!

Miro su cuerpo inerte y unas horribles nauseas se apoderan de mi organismo. Él no volverá jamás. Y él no solo me devolvió la vida, también me impuso una terrible condena por el resto de mi triste eternidad, ya que ahora en más solo amaré y extrañaré a alguien que no está más a mi lado. ¿Cómo quiere que pueda vivir con eso? No seré capaz de superarlo jamás, lo nuestro no se puede olvidar.

—Cálmate, Caitlin. Todo estará bien, ya lo verás —susurra Taylor en un intento de consolarme, aunque noto el ligero temblor en su voz. Él también se ha puesto al lado nuestro y mira todo con una expresión de tristeza y dolor en el rostro.

Las lágrimas no dejan de salir una tras otras de mis ojos, empapando mi cara, mi camiseta y los brazos de Kyle.

Mi cuerpo duele, duele tanto que siento que me lo están destrozando desde adentro. Quiero que se detenga. No lo soporto.

—¡DYLAN! —grito una vez más.

Un fuego me recorre el cuerpo entero al sentirme tan impotente, llenándome de una increíble vitalidad que está totalmente fuera de lugar dada las circunstancias.

Entonces... sucede.

—Caitlin... —Taylor no es capaz ni de completar su frase.

El estallido que se desprende desde el centro de mi pecho se expande por kilómetros. El poder que se ha venido acumulando dentro de mí finalmente consigue una liberación, arrasando con todo lo que tiene a su paso. Árboles, rocas, arbustos y la mayoría de la vegetación se ve arrancada desde su raíz. Kyle y Taylor también son embestidos con la misma fuerza, desplazándolos de mi lado como si su peso fuera igual al de una pluma.

Mi cuerpo toca el suelo apenas Kyle deja de ser mi apoyo.

Nunca antes había visto algo igual; ni siquiera la unión del poder de Dylan y el mío había logrado algo como esto. Y aun así, el único que se ha mantenido en su lugar es él, no entiendo por qué, pero no se ha movido ni un solo milímetro.

Tu poder reconoce su cuerpo. Fue suyo antes de que te lo cediera, ¿no?

Apoyo las manos sobre la hierba para intentar sostenerme una vez que todo termina.

No me siento ni más ligera, ni aliviada. El dolor en mi corazón es incontenible y pareciera que fuese en aumento a cada segundo. ¿Por qué nuestro vínculo sigue intacto si ya todo acabó?

Por la misma razón que tienes tus poderes.

No. No puedo vivir vinculada a Dylan después de esto. ¿Cómo podré siquiera respirar?

Me arrastro hasta su cuerpo sin vida y lo rodeo con mis débiles brazos, sin poder dejar de llorar. Apoyo con cuidado mi cabeza sobre su pecho y hundo mi rostro en la curvatura de su cuello.

—¿Por... qué? ¿Por... qué... lo... hiciste? —digo entre lágrimas.

Puedo sentir como si unas manos invisibles se enroscaran cada vez con más fuerza alrededor de mi cuello, dejándome sin aire, matándome lentamente. No es un muerte dulce la que tendré, si lo hago ahora o más adelante será un calvario igual.

Ahora me doy cuenta de lo débiles que nos hace el amor. Dylan lo fue por cometer semejante locura, y yo lo soy por no poder soportar las consecuencias de sus actos. Esto es ridículo.

Me levanto lo suficiente para poder tener su bello rostro de frente. Como me duele en el alma verlo así. Necesito oír su voz, sentir su tacto para poder revivir. Me siento muerta por dentro, ya nada tiene sentido en mi vida. Hoy más que nunca puedo decir que estoy muerta en vida.

—No me hagas esto —susurro abatida—, te amo, regresa.

Que alguien me estrujara el corazón con su mano sería menos doloroso. Preferiría que un discípulo descargara su energía contra mí, eso sería igual a recostarme sobre las nubes. Oh, sí. El dolor es cada vez más fuerte, los segundos que transcurren solo lo intensifican más. Es inaguantable. Insoportable. Deseo morir. ¡Quiero morir!

Ya no soy capaz de ver los colores de la vida, ahora todo es negro y gris. Me siento caer dentro de un agujero tan oscuro que el miedo que siento es paralizante.

Lo único que intento hacer es abandonar mis poderes, pero no encuentro la forma.

O puede ser que ya no puedas hacerlo.

¡No! ¡NO!

Me niego a vivir de esta manera. No quiero hacerlo. Su muerte está causando estragos en mi interior, es cuestión de minutos que mi alma encuentre una salida, no lo soporta.

Dios, por favor, ayúdame.

Utilizo la última fuerza que moviliza a mi organismo para acercarme a su boca y caldear sus fríos labios con los míos. Aun saben a él.

Mi corazón recibe la última embestida que me corta la respiración y me arroja al suelo. Caigo a su lado sin poder hacer nada al respecto. Siento mi mano junto a la suya, así que débilmente entrelazo nuestros dedos. Así es como tiene que ser, si uno muere el otro lo seguirá.

Dylan... Dylan, mi amor...

¡Caitlin! —la voz de mi hermano no tarda en hacerse oír y lo tengo a mi lado en tan solo un segundo.

Kyle inca sus rodillas al lado de Taylor y mira la escena con evidente preocupación.

La imagen de ellos es borrosa, incluso su voz no se oye con claridad.

—¿Qué tienes? —me pregunta Kyle, ansioso.

Intento responderle, pero las palabras se niegan a salir de mi boca.

¡Di algo! ¡¿Qué te sucede, por el amor de Dios?! —exclama Taylor, llevando sus manos a mi rostro.

—¿Y si lo que hizo Dylan no está funcionando? —pregunta ahora su amigo.

—No... ¡no! ¡Ni una mierda! Escúchame, Caitlin, tú no morirás hoy —murmura mi hermano con voz contenida.

No... Déjame hacerlo... No quiero esto.

Y como si Dios oyera mis plegarias, el dolor en mi pecho desaparece gradualmente. Se siente como si al fin quitaran de encima mío decenas de bolsas repletas de ladrillos. Es un alivio.

Algo no anda bien...

Mi visión pronto comienza a tornarse negra, y mis pulmones relajan su agitada respiración. No sé si sea porque mis órganos comienzan a fallar o qué, pero esto está mucho mejor.

Estoy lista. Me siento más que lista para dejar este sitio. Aquí ya no tengo nada que hacer, no tengo donde vivir, no tengo un hogar, mi único hogar era Dylan, pero no está más en este mundo. Debo encontrarlo, tengo que ir con él a dónde sea.

A pesar de lo mucho que me duela su decisión... no estoy enojada con él, jamás lo estaría. Solo espero que sepa entender que yo tampoco puedo vivir sin él. Me siento vacía, sin vida. Estoy derrotada.

Mi cuerpo aun respira, eso no es bueno. ¿Por qué sigo viva?

Cualquiera creería que soy una desgraciada, Dylan dio su vida por mí y yo la desperdicio de esta manera. ¿Qué más puedo hacer? Este horrible sentimiento le puede a mi cordura, ya no soy capaz de pensar con la cabeza, ahora es mi roto corazón quien toma las decisiones. Y si tuviera que elegir entre vivir con este dolor por el resto de mi vida o ponerle fin a mi sufrimiento... ya se imaginarán la respuesta.

La vista se me torna negra del todo y el resto de mis sentidos también se terminan por apagar.

—¿Dylan? —escucho la voz de Kyle en la lejanía.

Él no volverá. Se ha ido.

Mi cuerpo es absorbido por una fuerza que me hunde cada vez más en aquel pozo negro. Al morir Dylan se extinguió la única luz que iluminaba mi camino, ahora no vale la pena caminar sobre la Tierra rodeada de tanta oscuridad. Mi cuerpo flota inerte, no tiene sentido luchar, simplemente me dejo llevar...

Allá voy, Dylan.

Espérame...

...

N/a: ¿Cómo están mis preciosos Raezers? Demoré en subir el capítulo por un problemita con los derechos de autor, pero ya todo está solucionado. Vengo a contarles una noticia que ya mucho estarán sospechando... el siguiente capítulo más que seguro sea el último. Necesito que se queden hasta el final, porque allí revelaré algo de suma importancia en esta historia. Además, les tengo una sorpresa, pero eso lo sabrán en el siguiente capítulo.

Pd.: ¿Quieren una pista? Miren la portada de esta historia...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro