Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

LVII


Unas delicadas caricias en mi cabello me despiertan de la mejor siesta que he tomado en toda mi vida. Sus dedos pasan como un cepillo por mi cabeza, masajeando y acariciando cada hebra a su paso.

Como estoy de espaldas a él, giro un poco la cabeza para poder verlo mejor. Dylan me está observando con una pequeña sonrisa en sus labios. Tiene su glorioso torso al descubierto. La sábana solo rodea su cintura, dejando a la vista su increíble cuerpo. Sus relajadas facciones me traen paz, mucha más de la que ya siento.

No tenía idea de cuanto necesitaba este momento hasta ahora. Después de todo lo malo por lo que he atravesado estos últimos días, esto ha sido como una buena bocanada de aire fresco.

Miro por la ventana y veo que el atardecer se filtra al cuarto, tiñendo las paredes de un claro anaranjado. Desperté anteriormente para avisarle a mi madre que pasaría la noche aquí para que no se preocupara. Con Dylan también aprovechamos para comer unos emparedados de mantequilla de maní con jalea mientras tonteábamos el uno con el otro, pero ya se imaginarán en que terminó todo. Dylan me enseñó por primera vez lo que es estar en el jodido paraíso y ahora quiero volver allí una y mil veces más. No me culpen, con pedazo de hombre que tengo al lado, ¿quién no haría lo mismo? Al final, ambos terminamos nuevamente pronunciando el nombre del otro entre suaves gemidos, fue increíble. Tantas veces que esperamos este momento y al fin pudimos conocernos de todas las maneras posibles.

—¿No has dormido? —le pregunto, antes de que pueda decir algo.

Acariciándome la mejilla con su mano, niega con la cabeza.

—Temía que al despertar no te encontrara aquí —dice en un murmullo—. No quería pensar que fue solo un sueño.

Giro mi cuerpo hacia él, quedándome apoyada sobre mi brazo izquierdo. La sábana me cubre mi desnudez.

—Estoy aquí. Todo fue real —susurro a pocos centímetros de sus labios.

Sus ojos me miran con una de adoración que me provoca que mi pecho se infle de alegría.

—Te amo, Caitlin, no te das una idea cuanto... —sus labios se encuentran con los míos antes de que pueda siquiera contestarle.

Quisiera que este momento no se acabe jamás. Hemos creado una burbuja, un espacio que nos aísla del exterior y todos sus problemas. Aquí solo somos nosotros, y nada más que eso importa.

Sus labios se mueven lentos sobre los míos, disfrutando de cada roce, de cada beso.

—Y yo te amo a ti —puedo responder, una vez que consigo separarme de sus labios.

Coloca una mano en la parte baja de mi espalda, por encima de la sábana, para atraerme contra su fuerte y calentito pecho. Sus brazos son mi lugar seguro, mi hogar. Cierro los ojos y respiro su increíble aroma por un par de minutos.

—No quiero arruinar el momento, pero debo ir al baño —murmuro en voz baja, luego de un rato. Mi vejiga estallará si no la vacío cuanto antes.

Dylan me besa en la frente y me libera de su agarre.

—Ve, te espero aquí —me azuza él, sonriendo levemente.

Le doy un último beso en los labios y luego me levanto de la cama.

Maldición.

Tendrás para recordarlo por el resto del día.

Mentiría si dijera que no me duele absolutamente nada.

—¿Estás bien? —pregunta Dylan, un poco preocupado.

—Sí, estoy bien —le tranquilizo con una ligera sonrisa en los labios.

Tampoco es que el dolor es una tortura, solo se siente una pequeñísima molestia al caminar. Y es de esperarse, ésta ha sido mi primera vez.

Por más que esté de espaldas a él, soy consciente de que Dylan no me quita el ojo de encima, sigue cada uno de mis movimientos. Y yo no puedo evitar que el rubor tiña mis mejillas, es tonto de mi parte después de lo que hemos hecho. Él ya conoce mi cuerpo desnudo y yo el suyo, no hay razón para sentir vergüenza.

Por más que me quede como un vestido, tomo su camiseta del suelo y me la coloco rápidamente. Huele a él, a su exquisita colonia de hombre. Me encanta.

Me adentro en el baño y cierro la puerta a mis espaldas. Me recargo contra la misma y me quedo un momento a solas con mis pensamientos.

Vaya día... Jamás imaginé que hoy sería el momento en que me entregaría por completo a Dylan. Se siente bien. Me siento más que bien. Y sin poder evitarlo, mi mente me trae los recuerdos de lo que vivímos, de sus fuertes manos acariciando cada tramo de mi piel, de sus labios besando los míos con ternura, o de su cuerpo moviéndose sobre el mío en una lenta pero exquisita tortura. Dios mío, si no me detengo ahora volveré a la cama en busca de más, y estoy segura de que Dylan no se opondrá.

Me apresuro en hacer mis necesidades y una vez que termino me detengo dos segundos frente al espejo. Mi rostro no es el mismo que el de esta mañana, ahora mi piel luce más radiante y colorida.

El efecto Dylan.

Hasta mis ojos tienen un brillo nuevo. Mi interior suspira aliviado por haber descargado por fin toda la tensión de esta semana. Y me siento más aliviada y feliz aun de haber conocido a una persona tan especial a quien me he entregado por completo. Porque él es el único hombre que tendrá todo de mí, nadie más. Y no sabemos como esto termine, pero si mi destino decide que yo no deba seguir aquí, me iré en paz por haberlo dado todo. Ya todas mis cartas están sobre la mesa.

Salgo del cuarto de baño y veo a Dylan sentado al borde de la cama, ya se ha puesto el pantalón, pero su esplendoroso torso sigue a la vista. Una preciosa sonrisa se dibuja en sus labios cuando se fija en mí.

—Te ves hermosa con mi ropa —dice, poniéndose de pie.

Pero no llega a dar ni dos pasos cuando se oye la puerta de la entrada abrirse y cerrarse de golpe.

¿Serán Kyle y Miracle?

Dylan frunce el ceño y me hace una seña para que aguarde aquí mientras él va a revisar.

Podría ser... ¿Y si es Sarah?

No lo creo.

Es cierto, tendríamos que estar sintiendo la energía negativa que desprende, al igual que los otros Raezers, pero no se siente nada de eso.

Solo porque no quiero bajar en estas fachas, espero junto a la puerta para ver si se escucha algo.

—¿Taylor? —murmura Dylan con la sorpresa clara en su tono de voz.

¡¿Taylor está aquí?!

Salgo de la habitación como un rayo, bajo las escaleras de dos en dos, y me detengo en el penúltimo escalón cuando frente a mí tengo a la persona que tanto tiempo estuve esperando. Taylor está aquí, después de tantos días él ya está aquí. Una parte de mí suspira aliviada al corroborar con mis propios ojos que sigue vivo, que no cometió ninguna locura. Su rostro luce cansado, como si no hubiera dormido desde hace bastante tiempo. Trae puesta una sudadera gris arremangada hasta los codos, que tiene en el medio el nombre Stanford, su universidad. También viste unos pantalones deportivos, y un par de tenis blancas.

Su expresión es seria, pero al verme se transforma en una de disgusto al reparar en algo importante; sus ojos descienden a la camiseta que llevo puesta, que claramente no es mía y que apenas me cubre las piernas. Gira la cabeza hacia Dylan y no tarda nada en atar cabos al verlo a medio vestir.

La vergüenza amenaza con incendiar mis mejillas al darme cuenta de lo que debe estar imaginándose mi hermano. Lo peor de todo es que no está equivocado.

De pronto, a una velocidad extraordinaria, toma a Dylan del cuello y lo estampa contra la pared a sus espaldas. Todo su cuerpo tiembla de una repentina ira que me deja pasmada.

—Dime que no lo hiciste —masculla mi hermano, rechinando con fuerza sus dientes.

Dylan reacciona también con la misma rapidez y extiende solo un poco su escudo para poder apartarlo de encima suyo. Taylor hace una mueca al sentir el golpe contra su escudo, que lo hace retroceder unos pasos por efecto rebote.

—Eso no es asunto tuyo —le responde mi novio en un tono amenazante.

—¡Es suficiente, Taylor! —le grito igual de molesta que Dylan. No tiene derecho para meterse así en mi vida privada.

Esto es ridículo. Mi hermano es incapaz de creer que ya he crecido, ni siquiera mi padre es tan sobreprotector como lo es él. Debe entender de una buena vez que ya estoy grande como para andar aguantando estas cosas.

De repente, la puerta principal se abre y vemos a Kyle y Miracle entrar tomados de la mano. ¿Esto es un hotel o qué? ¿Nadie puede tocar antes de entrar?

—Al fin apareciste, hombre. Nos tenías preocupados. ¿Por qué nos pediste que...? —la voz de Kyle se va apagando al sentir la tensión que hay en el ambiente.

Rápidamente, dirige la mirada hacia mí, que aun sigo parada en la escalera sin saber que hacer. Al verme en estas fachas, lleva sus ojos hacia Dylan, hacia su torso desnudo y pies descalzos. Al entender la situación, una gran sonrisa se forma en sus labios.

—No desperdiciaron el tiempo, eh —se le ocurre decir al muy imbécil, luego se dirige a mi hermano—. Oye, Taylor, sabíamos que pasaría esto en algún momento. Todos somos mayorcitos, ¿no crees?

Mi rostro sufre otro baño de sangre al oír eso. No sé si lo dijo como ayuda o para empeorar la situación.

—Cierra la boca, Kyle —el rubio lo fulmina con la mirada.

Yo no espero a que continúen con la discusión, me doy la vuelta y subo a toda velocidad hacia el cuarto de Dylan. Me visto mi ropa en un santiamén y vuelvo a la sala con una camiseta limpia en una mano y un par de zapatillas en la otra. Al pie de la escalera encuentro a Dylan que está sumido en sus pensamientos con una expresión de fastidio. Todos se han movido hacia la sala.

—Ten —le entrego la camiseta y las zapatillas para que se pueda vestir.

—Gracias, preciosa.

Este debería ser uno de los días más bonitos de nuestra relación, no quiero que se vea opacado por el torbellino que en este momento es mi hermano. Puedo notar que él está preocupado, enfadado y triste, todo a la vez, aunque eso no es motivo para descargarse con nosotros. Aun sigue dolido y lo entendemos, pero nosotros también lo estamos, sin embargo hacemos todo lo posible por salir adelante.

Una vez que termina de vestirse, no dudo en acercar mi rostro al de Dylan para besar sus labios con cariño. Un cosquilleo se extiende por todo mi vientre cuando las imágenes de lo que hicimos hace casi una hora vienen a mi mente. Es mejor detenerme ahora.

—Todo estará bien —susurro, una vez que consigo apartarme.

Él me da un último beso corto y entrelaza nuestros dedos para poder ir hacia donde están sentados los demás.

La primera mirada con la que me cruzo es la de Miracle. Ella tiene la misma sonrisa pícara que Kyle. Maldición, los dos son tal para cual.

Tomamos asiento frente a Taylor y lo observamos en silencio, esperando que diga algo.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué no respondías nuestros llamados? —decido preguntarle al ver que no dice nada, solo mantiene la vista en el suelo.

—Estábamos preocupados —sigue Kyle.

El silencio vuelve a extenderse entre nosotros. Le doy un vistazo realmente preocupada a Dylan.

—Quería ir a matarlo... —murmura, entonces.

Todos nos quedamos callados, a la espera de que continúe, pero no parece querer extenderse más allá de esas cuatro palabras.

—¿De qué hablas? —pregunta Dylan, frunciendo su adorable ceño.

—Al maldito ese, juro que estuve a punto de ir a matarlo —masculla entre dientes.

—¿Hablas de Argus? —inquiere Kyle, cerrando su puño con fuerza al pronunciar ese nombre.

Ya ni siquiera podemos mencionarlo sin sentir un fuerte odio por aquel. Todos sentimos lo mismo, queremos lo mismo: matarlo. Pero no es así de fácil, él es un tipo fuerte, no podemos presentarnos delante suyo sin tener un plan armado.

Taylor levanta la cabeza y clava sus enrojecidos ojos azules en los míos.

—No pude matar a ese infeliz, lo lamento.

¿Qué dice? Tampoco es que pensaba matarlo él solo, ¿o sí?

—Explícate, hombre —le insta Kyle, en nombre de todos.

Mi hermano se pasa una mano por el rostro, luce cansado y exasperado.

—Thomas. Hablo de ese maldito desgraciado.

Mi mandíbula queda colgando al oír ese nombre. ¿Habla del Thomas, Thomas? ¿El Thomas original? ¿El novio de Penny?

—¿Qué dices? —mis palabras son un murmullo.

No quiero que diga las palabras que está a punto de soltar. No, no puede ser verdad.

—Ese hijo de puta mató a Jill. Ese tipo con el que salía Penny fue quien le disparó —revela para sorpresa de todos.

Las expresiones de los rostros en esta sala reflejan la confusión y estupefacción, al igual que el mío.

¿Cómo puede ser real? Si él era... él... está bien, no lo conocía para nada. No puedo decir nada al respecto, solo lo vi por fotos y nada más.

Maldición. Me siento mal por Penny, esto le destrozará el corazón.

—¿Y cómo sabes que era él? —le pregunto.

—Jill me enseñó una foto hace un tiempo —explica—. Y ella gritó su nombre antes de que le disparara. ¿Pueden creerlo? Él sabía desde luego quien era ella y, sin embargo, la asesinó delante de mí.

Me cubro la boca con una mano, sintiendo como mi respiración se vuelve irregular y mi corazón comienzan a palpitar más deprisa.

Solo hay algo que no entiendo. ¿Jill sabía lo que era Thomas? ¿Es que no sintió la negatividad de su energía cuando lo conoció en la fiesta de su abuela?

Así luego se lo diría a su prima, ¿verdad?

Es cierto, Penny no sabía nada de lo que era Jill, ¿cómo le explicaba que el chico que le gustaba era un Raezer sin revelar lo que era ella?

Dios, necesito tantas respuestas. Extraño a mi amiga, si Jill estuviera aquí podría aclararme la cabeza en un minuto.

—¿Estás bien? —me pregunta Dylan al sentirme desestabilizada emocionalmente.

—No lo entiendo. Ella estuvo en contacto con él cuando lo conoció con Penny, ¿es que no sintió su energía? —murmuro, desconcertada.

—La misma pregunta me hago yo —masculla Taylor, con el entrecejo fruncido.

Se hace un breve silencio, en el cual solo escucho nuestras respiraciones y el ritmo irregular de todos los corazones en la estancia.

—¿No les resulta extraño tanta coincidencia junta? —duda Kyle, llevando el dedo índice y pulgar a su barbilla.

—¿A que te refieres? —le pregunta Dylan.

—Thomas y Penny. ¿Me van a decir que ese no tenía idea de que Caitlin era una Raezer? —Kyle nos observa con detenimiento—. Él lo sabía, intentaba llegar a Caitlin a través de Penny.

Si eso llegara a ser verdad, ese sujeto tiene la mentalidad jodidamente retorcida. Además, si realmente le importara Penny no hubiera hecho lo que hizo con Jill. Él la conocía, sabía quien era. ¡Maldito, maldito! Ahora puedo ver todo con otros ojos, las cosas comienzan a cobrar sentido.

—Pero... ¿cómo lo supo? —quiero saber, un poco confundida—. Jamás lo conocí en persona, no hubo forma de que sintiera mi energía.

—Aiden —murmura Taylor, apretando los dientes con fuerza.

No puede ser, ¿cómo no me di cuenta de eso antes? Aiden era el único de ellos que me conocía bien, a mí, a mi familia y amigos.

Que bueno que ya esté ardiendo en el infierno.

Aunque hay algo que no termina de cerrarme, ¿por qué Aiden haría una cosa así? ¿Qué ganaría Thomas si conseguía llegar a mi?

De pronto, una luz se enciende en mi cabeza.

—Ryan y Aiden no parecían llevarse bien —digo en murmullo, al recordar como el hermano de Dylan lo echó el día que me tenían acorralada, justo antes de dispararme y secuestrarme. Eso quiere decir que Ryan tiene mucho más poder que Aiden, y éste último jamás fue bueno lidiando con el autoritarismo.

—¿Y eso que tiene que ver? —pregunta Kyle.

Dylan abre los ojos, sorprendido, al darse cuenta de algo más, esa pieza que me falta a mí para completar el rompecabezas.

—Ryan me dijo que Argus le prometió un puesto a su lado si lograba... matar a uno de nosotros dos —casi que le cuesta decir eso último—. Ellos saben que nosotros tenemos un vínculo demasiado fuerte, y si uno llegara a morir...

—El otro desearía hacer lo mismo. Nos rendiríamos y le entregaríamos nuestro poder con tal de acabar con esa tortura —termino la frase por él, casi pudiendo oír sus pensamientos.

Los ojos de todos los presentes oscilan de Dylan a mí y viceversa. Tienen el ceño ligeramente fruncido, intentan comprender lo que decimos. Por favor, ¡es que tiene toda la lógica del mundo!

—De esa forma Argus aseguraría su reinado —añade Dylan.

Nos quedamos en silencio una vez que terminamos de explicar nuestra teoría. Taylor se pasa una mano por el cabello, en un gesto ansioso de él. Miracle parece haber entendido la mitad de las cosas, y Kyle... bueno, tiene la misma expresión en el rostro que su chica.

—Sigo sin entender que tiene que ver Aiden en todo eso —murmura aquel.

—Creo que le quiso tender una trampa a Ryan, ya sabes, su relación no era muy buena. En cuanto a Thomas, lo usó, claro está, quería que él le hiciera el trabajo sucio, y en cuanto acabara con Caitlin iría tras de mí para hacerse con mi poder. Supongo que hasta que no supo de mí, su blanco siempre fue Caitlin. Y una vez que Aiden obtuviera sus estúpidos poderes ya nadie podría hacer nada, sería igual a Argus, tendría su misma fuerza.

Vaya... parece que Dylan la tiene clara. Ahora sí la comprensión es evidente en la cara de todos.

—Thomas no parecía ser muy inteligente. Menudo imbécil —se burla Kyle, luego se dirige a mi hermano—. ¿Qué pasó con él? ¿Acaso escuché que no lo mataste?

Taylor se pasa las manos por el rostro, se lo ve frustrado.

—No, no lo hice —afirma.

¡¿Qué está diciendo?!

—¿Cómo que no? —pregunta Dylan, inclinándose hacia adelante, como si así fuese a escuchar mejor las siguientes palabras de mi hermano.

—Mis ojos estaban puestos en mi novia —se defiende él, ya un poco molesto—. No pensaba dejarla sola, se estaba desangrando muy rápido en mis brazos. Por mi que me mataran, me daba igual, pero no iba a abandonarla a ella.

Bueno, viéndolo de esa forma tiene razón. Yo hubiese hecho exactamente lo mismo.

—Hiciste bien —habla Miracle por primera vez—. Ya luego te lo cargarías.

Taylor posa sus azulados ojos sobre los de ella, curioso por esa respuesta tan... vengativa viniendo de alguien que parece un ser tan inocente. Aunque conociendo mejor a Miracle, no tiene nada de inocente.

Mi hermano no responde a eso, pero enseguida parece recordar algo y desvía su mirada hacia Kyle.

—¿Y tú como llevas lo de tus hermanos?

Él aludido lo mira un poco confuso.

—Tú no estabas allí, ¿cómo sabes de eso?

—Jill me lo contó cuando me encontró en medio de la batalla —le responde Taylor. Puedo ver en sus ojos el dolor que lo azota por dentro cada vez que pronuncia su nombre.

Miracle entrelaza sus dedos con los de Kyle para infundirle confianza. Él la mira por un breve instante, y es suficiente para darme cuenta del amor que flota alrededor de ellos. Es increíble como han pasado del odio al amor en tan poco tiempo.

—Aun sigo sin creer que ellos... —el castaño suelta el aire de golpe, negando varias veces con la cabeza—. ¿Cómo es posible? Si hasta el año pasado seguían siendo humanos, tiene que haber alguna explicación. Ellos eran niños buenos, ¿cómo pudieron convertirse en eso?

Las personas mueren todo el tiempo, todos los días. Muchos se creen invencibles, inmortales, pero eso no existe para los humanos; son débiles y frágiles, un simple golpe puede matarlos, o cualquier tipo enfermedad mal tratada. A veces es un milagro despertar del sueño y tener un día más de vida.

Por más que no se encuentre en lugar de exigir respuestas de nada, Kyle debería intentar hablar con ellos, persuadirlos de ser mejor que eso. Son sus hermanos, lo perdonarán por su ausencia.

—Podrás preguntárselo cuando los veas allí —murmura Taylor.

—¿Qué dices? —pregunta el otro con el ceño levemente fruncido.

¿Allí dónde? ¿Habla del castillo? Pero cuándo... Oh, no. No, no, no. Taylor está pensando ir al castillo a buscar a Thomas.

Me levanto tan rápido que ni Dylan se da cuenta hasta que me ve de pie.

—¡No! No irás a ese lugar, Taylor, ¿estás loco? —exclamo, sumamente preocupada por su salud mental.

¿Sabe a lo que se quiere enfrentar? Un ejército de Raezer. Será un centenar de Raezers contra uno que ni siquiera es inmortal. Me niego a que pise ese maldito lugar. No puedo perder a nadie más, no creo poder soportarlo.

Me planto frente a él, quedando prácticamente a la altura de sus ojos, bloqueándole el camino.

—No podrás detenerme, Caitlin —murmura, muy confiado de sí mismo—. Ya deja de jugar.

¿Jugar? ¿Querer mantenerlo con vida es estar jugando? Más bien él debería dejar de jugar con la suerte. Es un milagro que haya salido ileso de la última batalla, no puede seguir arriesgándose así.

Me cruzo de brazos, dándole a entender mi postura. No pienso moverme de aquí hasta que se retracte.

Taylor frunce los labios y echa una breve mirada a mis espaldas, justo donde está Dylan, para luego volver a mí.

—Lo lamento —susurra, de pronto—. Debo seguir el plan.

Y entonces, me veo arrojada de culo al suelo cuando una fuerza invisible golpea mi escudo y este lo repele, empujándome a mi también por culpa del impacto.

Él... ¿me ha atacado?

Asombrada, veo como sale disparado como una bala fuera de la casa, azotando la puerta al salir.

Lo matarán.

Dylan se coloca a mi lado en un abrir y cerrar de ojos para ayudar a levantarme. Pestañeo un par de veces para salir de aquel aturdimiento.

¿De que plan está hablando? No puede irse así sin más. ¡¿Es que no es consciente de lo que piensa hacer?! ¡Ya perdí a Jill, no puedo perderlo a él también!

—Debo ir por él —digo atropelladamente, mientras echo a correr detrás de Taylor. Pero, antes de que siquiera termine de cruzar la sala, me veo acorralada entre los brazos de Dylan, que frustra mi plan de escape.

¡NO! ¡Suéltame!

—¡Déjame! ¡Lo matarán! ¡Hay que detenerlo! ¡Tengo que detenerlo, suéltame! —grito, más que histérica, revolviéndome entre sus brazos.

—Caitlin, escúchame —me susurra al oído, provocando que mi piel se erice al sentir su aliento.

No, este no es el momento para que mi cuerpo reaccione de esta forma, pero vamos, es imposible que, por un momento fugaz, los pensamientos sobre lo que hicimos hace un rato en su habitación no se me vengan a la cabeza.

—Iremos con Kyle a...

—¡Miracle! —el grito de su amigo nos pone en alerta a ambos, interrumpiendo lo que estaba por decirme.

Ambos miramos como la rubia cruza la puerta principal a una velocidad vértigo, de milagro no se ha tropezado con nada en el camino.

Kyle, algo sorprendido por lo que acaba de ver, solo tarda una milésima de segundo en darse cuenta del por qué.

—¡Maldición, lo está haciendo por su hermano! —no termina de decir la frase entera que ya lo vemos salir disparado fuera de la casa.

Aprovecho ese momento de distracción para zafarme de los brazos de Dylan y correr detrás del resto.

No es difícil darse cuenta de cual es el camino teniendo a Miracle como un auténtico GPS. Su escudo no es muy confiable aun y a cada tanto parece olvidarse de que debe llevarlo puesto, como a mi me ocurría al principio. Voy armando el camino por los pequeños residuos de su energía que me guían como si fuese un sendero.

—¡Caitlin! ¡Detente! —oigo a Dylan gritar desde atrás.

Miro sobre mi hombro y lo encuentro a unos pocos pasos de mí, me pisará los talones en cualquier momento, él es mucho más veloz que yo.

Ni siquiera me preocupo por si la gente de la calle nos ve, porque no pueden hacerlo, somos demasiado rápidos como para que el ojo humano pueda ver algo.

—¡Miracle! —el grito de Kyle se oye a casi un kilometro de distancia entre él y yo.

Ella no está lista para ir allí, no puede hacerlo. Ninguno debe hacerlo. Hay que regresar, demonios, hay que regresar.

¿Es que a mi hermano se le zafó un tornillo? ¿Piensa golpear la puerta del castillo y preguntar por Thomas? Ellos atacarán apenas nos tengan a la vista, nada puede salir bien de esto.

Él dijo que tiene un plan.

¡Es un maldito plan suicida! ¡Eso es lo que es!

Me sobresalto cuando siento una mano entrelazarse con la mía. Giro la cabeza y me encuentro con Dylan, que por supuesto no tiene una expresión de alegría en el rostro, pero aun así no me detiene, ambos corremos en la dirección que nos guía la poca energía que desprende Miracle.

No tengo idea donde nos encontramos exactamente, pero se me pone la piel de gallina al sentir de golpe un frío gélido, que a los pocos segundos es mitigado por un agradable calor veraniego. Cruzar varios continentes casi al mismo tiempo es algo... curioso. Se siente como si saliera de mi casa para sentir el aire frío de una noche invernal, y luego me metiera rápidamente de nuevo adentro, al abrigo del calor de la chimenea. Es una sensación placentera el poder sentir el calor abrazándome. Y agradezco a Dios y todos los ángeles que no pueda enfermarme, si no vaya resfrío que pescaría si fuese una humana.

¡Porque no es el único que quiere justicia! la voz de Miracle se hace audible, repentinamente, y nos dejamos llevar por ella.

Nos detenemos en medio de un bosque que me resulta algo familiar, como si ya hubiese estado aquí antes, aunque no recuerdo con claridad cuando, o si en verdad estuve aquí. Ahora la oscuridad se ha cernido de golpe sobre nuestras cabezas como un manto negro. ¿Qué hora es aquí?

¡Esto no se trata de hacer justicia! ¡Tu vida es la que está en juego aquí y ahora! —se oyen los gritos de Kyle a un par de pasos nuestros.

Sorteamos unos pocos arbustos y abetos y encontramos a Taylor, Miracle y Kyle en una acalorada discusión. Mis ojos se acostumbran a la negrura de la noche y veo a la rubia sosteniendo a Taylor de un brazo como si le fuese la vida en ello. Mi hermano, sin embargo, parece que no le agrada para nada la situación. Por lo que me deja entender esta estampa frente a mí, Miracle ha alcanzado a Taylor y lo tiene sujeto para que no se le escape, sino perdería la oportunidad que tiene de encontrar el castillo y vengar la muerte de su hermano.

—No quiero hacerte daño —le advierte mi hermano a ella.

—¡Taylor! —exclamo, aliviada de haberlo encontrado.

Arrastro conmigo a Dylan para acercarme a donde están los demás.

Mi hermano gira la cabeza en mi dirección apenas me oye, y frunce los labios al verme aquí, como si mi presencia le molestara de alguna forma. Bueno, yo tampoco me alegro de verlo en esta situación.

—Esto es una mala idea... —murmura Dylan a mi lado, hablando muy bajito y entre dientes.

Puedo sentir el manojo de emociones que es él en estos momentos, y dos de ellas predominan por sobre todas las otras: rabia y miedo. Y no creo que el miedo sea por él, Dylan se ha enfrentado a la muerte incontables de veces, y en todas las que estuve con él jamás sentí esa emoción tan fuerte como la siento ahora. No, no es por él. No teme por su vida, sino por la de todos. Las personas que más quieren están aquí, su familia.

Taylor suelta un suspiro de fastidio y mira a Kyle en busca de ayuda. Este último parece tomar un profundo respiro, intentando calmar sus nervios y vuelve a intentarlo.

—Miracle...

—¡No pienso volver! —le grita ella, realmente cabreada.

Kyle no parece ir contra Miracle esta vez, sino que le clava a Taylor una mirada de odio que deja ver cuan molesto está con él.

—¡¿Te das cuenta lo que has hecho?! —le recrimina al rubio.

—¡Yo no le dije que debía seguirme! ¡Se suponía que debía quedarse en la casa y mantenerse alejada de esto como la última vez! —le responde Taylor en su mismo tono.

Pero algo de lo que dice llama la atención de Dylan, que interviene en aquel griterío.

—¿Se suponía? —repite sus palabras sin dar crédito a lo que acaba de oír.

Un momento... Taylor sabía que iríamos tras él, ¿esto es lo que quería desde un principio? ¿Nos quería a todos aquí?

Su rostro adopta una expresión de culpa que me atraviesa el pecho como una flecha.

Y aquí está el plan del que hablaba...

Antes de que alguien pueda decir algo, tres Raezers, discípulos de Argus, aparecen de la nada. El de uno de los extremos, de cabello azabache y una gran altura, posa sus ojos en Dylan, en mí y en nuestras manos unidas. Estoy más que segura que sabe quienes somos. En el medio de los tres, una pequeña muchacha de cabello castaño y coleta alta, tiene la misma expresión en el rostro de una persona que acaba de encontrarse un cofre lleno de oro. Y por último, el sujeto del otro extremo, parece darle igual lo que tiene delante, no lo veo muy interesado en el asunto. En los rostros de los dos primeros se dibuja, simultáneamente, una sonrisa que no presagia nada bueno.

—¿A dónde querían llegar? —nos pregunta la joven, sin quitar esa estúpida sonrisa de su rostro.

Puedo sentir como rápidamente nos atacan con la negatividad de su energía, añadiendo a cada segundo un ladrillo invisible sobre mis hombros. Taylor sujeta a Miracle del bazo cuando la ve a punto de desplomarse, ayudándola a mantenerse de pie. Lo peor de todo es que su escudo comienza a fallar, casi no cubre su energía. Eso no es bueno.

El tiempo parece transcurrir más lento cuando comienzo a analizar la situación con más detenimiento. Viendo esa escena, algo llama mi atención justo por detrás de Miracle y mi hermano, que hace que mis piernas se vuelvan de plomo. A un kilómetro de distancia, aproximadamente, sobre una montaña se alza un colosal castillo muy al estilo antiguo, su fachada es bastante intimidante, incluso desde lejos. Mi corazón se acelera al darme cuenta de que estamos a un paso de Argus y todos los demás Raezers.

Es la primera vez que llego por mi cuenta a este lugar, jamás lo había visto desde afuera. Solo recuerdo estar en una de las habitaciones frías y oscuras, medio dormida, la vez que me secuestraron y me trajeron aquí.

¿Cuánto tiempo llevamos corriendo? O nuestros pies se han movido más rápido que de costumbre, o de tanto enfocarnos en seguir el rastro de Miracle ni nos dimos cuenta de la zona.

Dylan extiende su escudo e induce también al mío a formar una media burbuja a nuestro alrededor. Veo que Kyle también lo ha hecho, se ha cubierto por si las dudas. Y en cuanto a Taylor, espero que lo tenga extendido, porque no puedo ver absolutamente nada.

Aprieto la mano de Dylan, controlando las ganas que tengo que lanzarles mi poder. No puedo atacarlos, si lo hago la fuerza de mi poder junto al de Dylan golpeará también a mi hermano y a Miracle, y el escudo de esta última es casi inexistente. Aunque la razón verdadera de que no lo haga es por él, a Miracle no la matará, pero a Taylor podría romperle el escudo y estaría en graves problemas.

Mi primogénito comparte una rápida mirada con Kyle, y éste parece entender su mensaje mudo.

¿Qué está pasando?

A continuación, todo ocurre a una velocidad vértigo.

Taylor lanza a Miracle por los aires y echa a correr a gran velocidad hacia donde se encuentra el imponente castillo. Lo peor de todo es que uno de los tres Raezers ha salido corriendo detrás de él. No, demonios.

Apenas mi hermano desaparece, es el momento de Dylan de actuar. Recoge energía de ambos y no pierde tiempo en lanzarla con fuerza a los últimos dos Raezers, que se han distraído viendo hacia arriba, a Miracle.

¡Eso es!

Los discípulos de Argus son despedidos unos cuantos metros lejos, completamente calcinados, a la vez que el cuerpo casi inconsciente de Miracle comienza su descenso en picada.

—¡Kyle! —le advierte Dylan.

El aludido se prepara para atajar a su chica, y en menos de un abrir y cerrar de ojos ya la tiene entre sus brazos.

Admito que ha sido un plan brillante. Nadie ha salido herido.

Yo no diría nadie...

Bueno, vale, esos dos se lo merecían.

Ahora solo debo encontrar al idiota de Taylor. No sé por qué siento esa imperiosa necesidad de mantenerlo a salvo sabiendo que lleva años de entrenamiento más que yo. Solo que... pienso que le debo al menos esto. Él estuvo muchos años protegiéndome a mí del peligro, pero ahora que yo también me he sumado a este mundo, siento la necesidad de hacer lo mismo por él. Al fin y al cabo es mi hermano, no quiero que le suceda nada.

—¡Debemos ir por Taylor, tal vez necesite ayuda! —digo con apremio, comenzando a tirar de la mano de Dylan en la dirección que lo vi tomar.

Hacia el castillo.

Esto no puede ponerse mejor, y que conste que estoy siendo sarcástica.

—Llévala a casa, Kyle. No está lista para esto —le ordena Dylan.

Kyle, que no ha dejado de acariciar la mejilla de Miracle desde que cayó en sus brazos, asiente en respuesta. Y puedo jurar que he visto cierto alivio en sus ojos al oír esas palabras. Sí, él está enamorado hasta la médula de esa chica.

Miracle pestañea varias veces para acomodar su visión, ya comienza a recomponerse. Pero antes de que esté completamente lúcida y pueda negarse a irse de aquí, su novio se marcha a toda velocidad con ella en brazos. Lo mejor será que se mantenga alejada de esto. Su vida es importante, para todos, y en especial para Kyle. Sería duro para él perderla a ella también en manos de estas escorias.

Hago a un lado mis pensamientos y me uno a la carrera que Dylan inicia hacia el castillo para busca a Taylor. Solo ruego que nada malo le suceda. Pero, ¿porqué tengo el leve presentimiento de que nada de esto saldrá bien?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro