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Capítulo 8

Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía amazon. 

*

En cuanto llegamos a la dirección que le di a Caín, abrí la puerta del auto.

– Se dice "Gracias, Caín" –Me dijo antes de que yo pusiera un pie en la solera.

– Gracias –Respondí cortante y orgullosa.

Cerré la puerta del auto con fuerza. Caín bajó el vidrio de su lado para gritarme "Hey, se te quedó la puerta abierta" Lo fulmine con la mirada y seguí mi camino. Él sólo encendió su auto y se fue.

Estuve alrededor de diez minutos esperando a mi primo hasta que llegó. Corrí a abrazarlo, me apretó con fuerza y yo también a él.

– ¡Te extrañaba! –Giró conmigo en sus brazos.

– Yo también a ti, no sabes cuánto –Sonreí separándome de él.

Con Dante nos llevamos bien, en realidad somos como hermanos. Nos contamos todo, reímos, hacemos estupideces y nos cubrimos todo lo que hacemos, creo que es muy difícil que entre nosotros existan mentiras o que omitamos cosas. Ésta vez tendré que mentir, pero por su bien... No quiero meterlo en problemas.

– Eres muy despistada –Dijo mientras caminábamos hasta su edificio. –No puedes dejar las llaves del departamento en el instituto.

– Si, no sé. Creo que he tenido muchas cosas que hacer éste último tiempo –Sonreí. –Debes tomarlo como si hubiese querido venir a quedarme contigo.

El rio. –Bien, lo tomaré así. ¿Te gustó la ciudad?

– Si... No me acordaba de casi nada, pero es bastante divertida –Me encogí de hombros. – ¿Y por qué escogiste venir a vivir aquí?

– Es que tengo un par de amigos aquí y en el instituto que me inscribí pago menos que allá. Así que de todas formas es bastante más económico.

– Querías estar cerca de mí –Me burlé. –Sé que me extrañabas.

– Si, esa es la verdadera razón –Sonrió.

El departamento de mi primo era muy acogedor, totalmente masculino, pero espacioso.

Compramos algo para comer y nos quedamos viendo películas hasta la madrugada, conversando, riendo y contándonos anécdotas. Dante logró hacerme olvidar todos los problemas que estaba teniendo totalmente.

Al otro día, cuando Dante se fue a su instituto decidí irme al departamento. Salude al conserje quien me sonrió amable, subí en el ascensor y luego entre. Todo estaba tal cual habían dejado, desordenado. Comencé a ordenar y a ordenar hasta que todo estuvo impecable. Me di una ducha y luego me vestí. Comencé a poner toda mi ropa dentro de bolsos para irme, debía irme porque a pesar de todo, Caín tenía razón.

Mi celular comenzó a sonar, era Annie.

– ¿Hola?

Cailin, soy Ann.

– Lo sé, te tengo registrada.

– ¿Dónde te habías metido? Ayer llegué a tu departamento y el conserje me dijo que habías salido con un hombre de edad.

– Si, lo lamento. No sabía que vendrías para acá.

¿Qué te pasó? ¿Quién era él?

– No puedo hablar ahora por teléfono. Deberías venir al departamento ahora.

Bien, en media hora estoy ahí.

– Nos vemos –Colgué.

Decidí deshacerme de mi teléfono, debía hacer un borrón y cuenta nueva. Ya no podía vivir aquí ni usar el mismo celular al cual me había llamado Darell. Mientras seguía metiendo ropa en mis bolsos, que no era mucha. Sonó el timbre, fui a abrir, era Annie quien me saludó preocupada.

– ¿Por qué no fuiste al instituto?

– Debía ordenar el departamento, no me quede aquí anoche. Dante está en la ciudad y fui a verlo.

– Dime la verdad ¿Qué te paso ayer? ¿Y por qué estás metiendo toda tu ropa en bolsos? –Miró por encima de mi hombro hasta mi habitación.

– Es una larga historia –Caminé hasta mi habitación para seguir guardando cosas.

– Cuéntame –Se sentó en mi cama. – ¿Te vas a mudar?

– Debo hacerlo.

– Me estas sacando de quicio –Frunció el ceño. –Vamos, dime.

Comencé de a poco a contarle que Darell había estado en mi departamento, que me llevó a una de sus casas y que también tuve que ir a parar a la casa de Caín. Ella me escuchaba con atención mientras yo no me perdía ningún detalle.

– No puedo creerlo –Sus ojos estaban abiertos como platos. – ¿Y le estás obedeciendo a Caín sobre mudarte?

– ¿Y qué más voy a hacer? Debo hacerlo, venderé el departamento para comprarme otro. Sólo debo pedirle a Dante que me reciba en el suyo por unos cuantos meses o hasta que encuentre un lugar para quedarme.

– Sabes que eres la princesa de Dante, él no te dirá que no.

– Lo sé –Me senté en el suelo. –Pero no quiero decirle que estoy escapando del tipo que fue el culpable de la muerte de mis padres.

– No se lo digas, por lo menos ahora no. Ya sabes que si le dices se volverá loco por buscar a Caín y golpearlo.

– Si, no queremos eso –Negué con mi cabeza. –Estoy a punto de explotar.

– Tranquila amiga. Si no quieres decirle a Dante puedes quedarte conmigo.

– No, no te preocupes –Sonreí.

Estuve toda la tarde ordenando mis cosas en bolsos y maletas. Puse lo que quedaba en buenas condiciones dentro de cajas, ya que la mitad, Darell las había hecho pedazos. Annie me ayudo bastante a no pensar estupideces mientras guardaba todo. Ella, es una gran amiga.

"Llámame" Le envié un mensaje a Dante. A los diez minutos mi celular comenzó a sonar, era mi primo.

– ¿Hola?

¿Pasa algo? –Ni siquiera me dijo hola, es decir, lo había preocupado.

– No, sólo quiero hablar contigo de algo un poco complicado para mí.

Te escucho, sabes que estoy a tu disposición.

– Es sobre mi departamento. Quiero venderlo y por ahora necesito un lugar en donde quedarme y...

Claro que si –Rio. –Siempre te complicas tanto la vida Cailín, en un rato llego con un amigo para ayudarte a sacar las cosas de tu departamento.

– ¿En serio? Eres un ángel –Suspire. –Gracias, gracias. Te amo.

Yo también a ti, luego hablaremos de por qué quieres mudarte.

– Sí, está bien.

En una hora estamos ahí, nos vemos –Colgó.

Miré a Annie y ella sonrió.

– Te lo dije, tú eres los ojos de Dante. Él no podría vivir sin ti.

– Ni yo sin él –Bajé la mirada. –Dijo que vendría a buscarme en una hora y nos llevaríamos la mayoría de las cosas.

– Bien ¿Te sigo ayudando?

– No amiga, gracias –La miré. Mis ojos se llenaron de lágrimas y ni siquiera supe por qué. Ella me sonrió triste.

– Tranquila Cailín, ya verás como todo se irá solucionando.

Luego de una hora, Dante llegó junto a un amigo a mi departamento. Bajaron mis bolsos con mi ropa y luego algunas cajas que cabían también en la camioneta.

– ¿Estás bien? –Me preguntó mi primo mientras Ignacio, su amigo, bajaba en al ascensor junto a Annie con una caja de loza.

– Si –Sonreí falsamente.

– Vamos, mañana vendremos por más cosas –Apoyó su mano en mi hombro. Miré por última vez el departamento y luego salí dejándolo con llave, aunque poco servía si ya se habían metido por algún lugar ahí dentro.

Todo el camino Dante fue haciendo bromas junto a Ignacio. Nos hacían mucho reír, pero la verdad es que yo no tenía muchas ganas de reír por todo en ese momento.

– ¡Llegamos! –Dante se bajó en el estacionamiento del edificio y luego todos nos bajamos. Nuevamente comenzamos a subir las cosas tratando de llevarnos todo con cuidado.

En cuanto Annie e Ignacio se fueron, mi primo comenzó a ayudarme en una habitación del departamento la cual estaba vacía. Armamos mi cama, ordenamos mi ropa y reíamos mientras conversábamos.

– Ahora me vas a decir por qué quisiste vender el departamento –Dijo cambiando el tema de conversación rotundamente mientras ponía persianas en la ventana.

– Está ubicado en un lugar muy malo –Mentí, pero prácticamente era cierto. –Prefiero cambiarme.

– ¿Y has visto otro?

– No –Sonreí.

– Te ayudaré en cuanto tenga tiempo –Dijo. –No es que te quiera echar, es por si te sientes incómoda, que se yo –Se encogió de hombros.

– Contigo no me siento incómoda, pero si me iré para que tengas sexo tranquilo con esas maniáticas que están enamoradas de ti.

– Voy a tener sexo de todas maneras –Sonrió.

– ¡Qué asco! –Lo fulmine con la mirada.

– Tendrás que ponerte tapones en los oídos para que no escuches los gritos "¡Oh si, Dante más fuerte!" –Imitó a una mujer haciéndome caer en la realidad de que estaba frente a mi primo.

– Tienes veintiún años, supéralo –Entrecerré mis ojos. –No todas quieren sexo contigo –Le lance un cojín en la cabeza.

– Ya lo veremos –Sonrió.

– Dante, no haré una competencia sobre quien trae más chicos o chicas aquí –Bufé.

– Eres aburrida.

– No soy una perra.

– No estás a la moda –Rodó los ojos afeminado y yo reí –Sólo bromeo –Volvió a su seriedad. –No quiero ver a ningún imbécil aquí a no ser que venga en una buena disposición.

– No seas ridículo –Reí.

– Debe venir hasta con el test de psicología para poder aceptarlo.

– Ya veremos –Reí.

Mi primo tiene veintiún años, estudia educación física y creo que no se dedica a nada más. Es hijo de mi tía María, o sea, nos criamos como hermanos. Es un chico alto, de tez clara, cabello castaño y ojos claros. Es bastante guapo, lo reconozco, pero es mi primo. Es muy alegre e hiperactivo, aunque es tranquilo, la mayoría del tiempo está discutiendo o peleando porque le causan problemas gratuitos "Las putas" les digo yo, y en realidad no le importa nada más que su estabilidad. Sin él, todo sería muy diferente. Es mi otra mitad y él siempre me ha dicho que soy sus ojos, que haría de todo por mí.

--

– ¿Por qué me tocó con él? –Le reclamé a la profesora en cuanto salimos de la clase de salud mental.

– Cailín, tu no viniste ese día –Repitió. –Todos armaron parejas y Caín quedó solo, así que por obligación debes hacer el trabajo con él.

– No, por favor –Le pedí. –Tenemos demasiados problemas, de verdad. Caín y yo nos llevamos muy mal.

– Deben superar eso –Su voz era fría, ni en un millón de años cambiaría de opinión. –Esto no es la escuela señorita Taylor, aquí yo pongo las reglas y usted obedece.

– Lo sé.

– Debería valorar a su compañero. Es el mejor en la clase, sólo deben aprender a llevarse bien –Tomó el libro de encima de su escritorio.

– ¿Caín no estudia diseño gráfico?

– ¿Quién le ha dicho eso? –Su mirada se fijó en la mía.

– No es necesario, sólo se rumorea.

– Caín estudia diseño gráfico –Asintió. –Pero también está en los horarios que consisten en psicología.

– ¿Por qué? –Reclamé. –Es ridículo.

– Caín lo solicitó.

Me quedé en silencio mirándola.

– Bien, gracias –Dije molesta. Salí del salón de clases con el rostro colorado tan enojada que estaba.

El día que tuve que faltar por tener que cambiarme de departamento, hicieron un trabajo en pareja en la clase que me toca con Caín. Se trata de entrevistar a una persona con problemas psicológicos, traumas, mala situación económica, etcétera. En donde nosotros debemos analizar a la persona y luego armar una solución para su problema sin necesariamente decirle "Debe ir a un psicólogo". Iba a matar a Caín por elegir dos carreras, ni siquiera sé si está permitido hacer eso.

Llegué enojada a la banca en donde se encontraba Annie.

– ¿Qué te pasó ahora?

– Debo hacer un trabajo con Caín –Escupí. –Es realmente estúpido, es como si algo estuviera fastidiándome para estar cerca de él. Estoy tan enojada –Bufé.

– ¿Salud mental?

– Si, juro que ahora odio ese ramo –Miré a la gente pasar por el lugar. – ¿Sabías que Caín estaba estudiando diseño gráfico y psicología?

– ¿Dos? –Sus cejas se alzaron. – ¿Y se puede?

– No lo sé –Me encogí de hombros.

– De todas maneras Caín sale este año de aquí –Habló con tranquilidad. – ¿Hablaste sobre que se llevaban mal?

– Claro que sí, pero no lo entendió.

Luego de unas horas en el instituto, Annie tenía clases y yo no. Me quedé sentada en una de las bancas mientras intentaba leer un libro y que los pensamientos sobre cómo iba a juntarme con Caín para hacer un trabajo no me acomplejaran la vida.

– ¿Cuándo empezamos? –Escuché su maldita voz en frente de mí. Levanté mi mirada molesta.

– ¿Por qué diablos no le dijiste a la profesora que nos llevamos mal?

– Nadie se ofreció a hacer el trabajo conmigo –Puso una cara nostálgica y luego rio a carcajadas. –Debes superarlo de una vez, Cailín.

– No –Respondí inmediatamente enojada. –Ni siquiera sé si está permitido estudiar dos carreras a la vez –Entrecerré mis ojos mirándolo.

– No, no lo está, no aquí –Se sentó a mi lado mirándome. –Pero yo estoy haciéndolo.

– De verdad no quiero problemas –Respiré profundo.

– Me comportaré, lo prometo –Levantó su mano. –Sólo hago esto porque odio las malas calificaciones, no por ti, pero claramente por mi si –Guiñó un ojo y sonrió.

Lo miré sin ninguna expresión en mi cara.

– Es para dos semanas más.

– Hoy empezamos ¿Tienes más clases?

– No, pero...

– Vamos, enseguida –Se puso de pie.

***

BESOPOS XOXOXO

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