Capítulo 61
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Desperté temprano. Ansioso de ganar. Me di una ducha, el agua caliente tocó mi cuerpo haciéndome sentir bien, miré la cerámica del baño pensativo, estaba llegando lejos y si lograba ganar esa pelea, estaría en la cima.
Salí de la ducha, me sequé y luego me puse ropa cómoda. Recibí una llamada, miré la pantalla del celular leyendo "Darell" apreté el botón de inmediato.
- ¿Hola? -Contesté mientras ponía ropa en mi bolso.
- Caín, hola hijo.
- Hola -Respondí. - ¿Cómo está todo?
- Bien ¿Y por allá?
- Como siempre.
- Sólo te llamaba para decirte que estoy orgulloso de ti -Mi garganta se apretó por unos segundos, no quería decir nada. -Hoy quiero que des lo mejor de ti, estoy seguro que ganarás y estarás en donde tú quieras.
- Lo haré, voy a dar lo mejor de mí -Dije seguro de mis palabras. -Al fin y al cabo es lo único que realmente tengo.
- Voy a estar llamándote para que sepas cuando puedes venir a verme, ya he estado hablando con algunos gendarmes. Dicen que pronto van a dejar que me vengas a visitar.
- ¿De verdad? -Me alegró escuchar eso.
- Sí, tenemos muchas cosas de qué hablar, Caín.
- No sé si tantas, pero debemos hablar -Sonreí mirando las vendas que estaba metiendo al bolso.
- Está bien -rio. -Debo colgar, estamos hablando.
- Sí, claro. Adiós, cuídate.
- Tú también, sé el mejor hoy.
- Siempre lo he sido -Bromeé y el rio.
- Adiós hijo.
- Adiós papá -Colgué.
Creo que me reconfortó aún más poder escuchar el ánimo de papá. Necesitaba las palabras de alguien cercano a mí.
En este momento estoy muy confundido. Hace unos meses atrás, sólo pensaba en salir del instituto para dedicarme a diseñar cosas o simplemente a atender a personas con dificultades emocionales. Ahora no. Alguien hizo que me diera cuenta lo que de verdad me apasiona, boxear. Y que yo soy el único que puede lograr estar en la cima. Aquí estoy dispuesto a ganar esta batalla.
Comí un almuerzo liviano, debía estar bien para la noche. La pelea era alrededor de las ocho de la noche, con público, cámaras, transmitidas a canales nacionales e internacionales. Anthony me advirtió que debía estar preparado para todos los comentarios buenos y malos que harían sobre mí y debía mantener los pies en la tierra si llegaban ofertas de trabajo, dice que algunas son simplemente para joderme la vida.
Siento que aunque no pueda ganar, soy un ganador innato.
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Llegué a la seis de la tarde al lugar en donde era la pelea, un lugar muy grande, lleno de galerías y un ring en el centro. A esa hora no había absolutamente nadie, pero pronto comenzarían a llegar cámaras y público apoyándome a mí y a mi rival.
- ¿Cómo estás? -Me preguntó Anthony mientras caminábamos a los camarines.
- Ansioso -Le sonreí.
- Dylan ya llegó -Me comentó.
Dylan Betancourt, es mi rival esta noche. En todas las peleas de práctica en las cuales Anthony me hizo ir, en ninguna peleé con él. Macheen dice que es muy bueno, que ya es la segunda vez que está en las nacionales. Tiene mucha práctica en su cuerpo, aunque su contextura física es igual a la mía, es rápido, inteligente y sabe en donde golpear para ganar puntaje sin que yo esté claramente en el suelo. Eso sí, él jamás ha peleado sin guantes en competencias importantes. Creo que haber boxeado clandestinamente juega a mi favor, ya que he recibido nudillos directamente en mi rostro sin siquiera quejarme. No estoy confiado, pero aparte de mí hay muchas personas que confían en mí.
Entré al camarín encontrándome a todos los chicos que entrena Anthony, me saludaron y me dieron todo el apoyo moral que se podía obtener en ese momento. Algunos gritaban mi nombre, reíamos a carcajadas y otros estaban preparados para apostar que el vencedor iba si o si a ser yo.
A las siete de la tarde comenzaron a llegar personas, miré por las pantallas viendo como todos se ubicaban en sus puestos, todas las cámaras estaban cerca del ring, pero otras también estaban al final. Los guardias comenzaron a ubicarse, en ese momento ya me encontraba solo en el camarín. Hasta que golpearon la puerta, me acerqué a abrirla encontrándome con todos los chicos.
- ¡Aquí estás! -Exclamó Ian.
Todos estaban ahí, excepto Cailín. Tragué todo sentimiento dentro de mi garganta. Tal vez una pequeña parte de mí quería que ella se encontrara aquí en éste momento.
Todos me abrazaron, excepto Annie quién se quedó mirándome con sus ojos fijos en los míos.
- ¿No vas a apoyar a tu amigo? -Alcé mis cejas.
- No eres mi amigo -Habló con desdén. -Pero estoy aquí porque sé que vas a ganar y también sé que no eres una mala persona. No me hubiese perdido éste momento -Sonrió.
Sonreí mirándola. -Gracias Annie.
- También quiero ver tu rostro cuando ganes y no todo te haga feliz.
- ¿De qué hablas?
- De nada -Se entrometió Jaxon.
Ignoré el comentario de Annie y seguí conversando con los chicos quienes me entregaron todo el apoyo que pudieron. Dante hablaba como si realmente estuviese feliz de verme triunfar en una cosa que no fuera ilegal.
- Eres como mi hermano Caín -Dijo Dante mirándome. -Hemos estado juntos desde que ni siquiera sabíamos razonar -Sonrió. -Aunque no ganes esta noche quiero que sepas que ya eres un puto ganador -Habló honesto y todos estaban mirándonos. -Sé que te has comportado como un hijo de puta últimamente, pero sé que no todo está perdido en tu vida Caín. Sé que hay algo ahí dentro -Señaló mi pecho. -Que desea ser mejor y también que en algún momento reaccionara para pedir perdón. Eres mi hermano -Me sonrió y yo también lo hice. -Y no seguiré hablando ni una mierda más porque esto es demasiado amoroso.
Todos rieron y él me abrazó, recibí su abrazo.
Pasó un rato y tuvieron que irse, pero antes Annie se detuvo mirándome.
- Alguien te envió esto -Me pasó una pulsera con un crucifijo.
- ¿Quién?
- Ya sabes quién.
- ¿Por qué? -La miré.
- Porque a pesar de que has sido un hijo de puta con ella y que ella está con un chico mil veces mejor que tú -Hizo un énfasis en "mejor que tú". -Y que realmente la hace feliz... -Sus ojos café estaban fijamente mirándome. -Ella todavía piensa que puedes cambiar.
- No sé qué decir.
- Pues nada -Se encogió de hombros. -Cailín solo dijo que te diera esto y que también te diera a entender que no estaba arrastrándose una vez más por ti ni que tampoco quiere volver a tus brazos -Aclaró. -Simplemente ella confía mucho en las personas.
- Gracias -Respondí sin más.
- Gana eso -Me sonrió y luego se marchó.
Me quedé marcando ocupado mirando la pulsera. Ésta chica iba a matarme. Puse la pulsera en mi muñeca, una vez más me quedé mirando la pantalla viendo como las personas entraban y luego buscaban asientos.
- ¿Estás listo? -Entró Anthony, lo miré en silencio. - ¿Qué? ¿Estás nervioso?
- ¿Me has visto alguna vez nervioso? -Sonreí de medio lado. -Esta noche es mía, Anthony.
- Entonces déjame ayudarte -Tomó las vendas y comenzó a ponérmelas en las manos mientras me hablaba. -Quiero que no te desconcentres, nada es más importante que tu campo de visión. Dylan es muy rápido y no perdonará ni siquiera un segundo.
Por un momento pensé en qué le estaría diciendo el entrenador de Dylan a él, sobre mí. Supongo que nada bueno.
- Vamos -Me indicó que lo siguiera. Miré la hora en el reloj de la muralla, 7:45pm.
Seguí a Anthony por un pasillo hasta que nos detuvimos.
- Cuando escuches tu nombre, sólo debes entrar -Me miró. -Hay algunos tipos que se creen los reyes y comienzan a hacer estupideces. Sólo se tú mismo.
- Está bien.
Ahí estaba yo, con un short corto y negro, zapatillas deportivas, torso desnudo, cabello corto, manos vendadas y como siempre, semblante impasible.
- ¡A nuestra derecha! -Comenzó a relatar un tipo con un micrófono, algunas personas gritaban, otros simplemente vestían terno y estaban sentados en los primeros asientos. - ¡Dylan Betancourt, un metro ochenta y un centímetros de experiencia, ganador de diversas copas de boxeo! ¡Este chico viene por su revancha, es su segunda vez! -Mire por entremedio de la puerta a mi rival, vestía un short rojo, típico de él, vendas blancas iguales a las mías. Entró saludando a algunas personas y sin duda la mayoría del público venía a ver pelear a él, ya que era su segunda vez y yo recién estoy apareciendo.
- Es tu turno -Susurró Anthony.
-¡A nuestra izquierda, con un metro ochenta y cinco de tatuajes! -Miré a Anthony de reojo y él se encogió de hombros. - ¡Caín Bennet, por primera vez somos afortunados de ver pelear a éste chico legalmente! -Entré por entremedio del público, algunas personas me saludaban y yo sólo caminé directo hacia el ring, escuché muchos gritos, realmente sentí que también había gente que me apoyaba a mí.
El árbitro nos indicó que nos saludáramos. Chocamos nuestras manos y nos miramos en silencio.
- Suerte -Dijo Dylan mirándome.
- La suerte es para los mediocres -Sonreí. Él sonrió de vuelta y asintió.
Sentí que la mirada de todas las personas estaba puesta en mis tatuajes, ni siquiera en nosotros.
Anthony estaba en una esquina y el entrenador de Dylan estaba en la otra esquina. Me acerqué a él mirándolo.
- ¿Todo bien? -Le pregunté.
- Entraste bien, debes mantener esa actitud hasta el final.
- Estás hablando conmigo -Reí.
Me puse el protector para mí dentadura.
- Caín, vas a entrar ahí y te vas a comportar como siempre lo has hecho -Me dijo Anthony. -Como si todo este puto lugar fuera tuyo, no mires atrás y sólo golpea. Recuerda lo que te enseñé y lo que todos te hemos enseñado. Vamos por puntaje no por amenazas ¿Bien?
- Copiado -Asentí.
- El árbitro detiene la pelea un par de veces, vienes aquí y te daré agua. Unas cuantas palabras y vuelves ahí. -Me indicó. Asentí en silencio.
Nuevamente estuvimos en medio del ring. El árbitro indicó que la pelea había comenzado, Dylan se quedó mirándome y enseguida recordé a Tyler. Di mi primer golpe de forma rápida y recto estrellando mis nudillos con su nariz. La pelea comenzó rápidamente gracias al primer golpe que di. Dylan se movía rápidamente y esquivaba a ratos cada golpe que trataba de proporcionarle. Las personas de alrededor gritaban, levantaban carteles, miré al público dirigiéndome a los chicos, por un momento pensé que ella estaría ahí, pero sólo recibí un puñetazo en la mandíbula haciendo que me desequilibrara.
- ¡Concéntrate! -Gritó Anthony.
Volví mi mirada hasta Dylan. Su cara parecía roja, sudaba y sus ojos no se despegaban de mí ni de mis movimientos. Apliqué técnicas de las que me había enseñado el idiota de Tyler, algunas resultaron haciendo caer al suelo más de cuatro veces a Dylan, muy cansado, pero se ponía rápidamente de pie. Bloqueé mi rostro un momento y recibí un puñetazo por el costado haciendo que mi cuerpo se estrellara en el suelo, Dylan se posicionó para golpearme mientras estaba en el suelo. Me removí golpeando su cabeza y rostro hasta que logré zafarme de él, algo agitado y con mi nariz y ceja sangrando. El árbitro detuvo la pelea por un momento y volví a Anthony.
Me senté en un banquito y subió con uno de los chicos a secarme el rostro, puso algunos parches para tapar la sangre.
- Debes concentrarte, ya deja de mirar al público -Me regañó Anthony.
- Lo sé.
- Es muy rápido -Dijo. -Pero debes atacarlo por la izquierda, es su punto débil. Debes ser más rápido que él.
- Si -Mi pecho iba de arriba hacia abajo, sentía el sudor combinarse con mis heridas haciéndolas arder, pero en ese momento poco me interesaba.
- Vamos, de nuevo -Anthony se fue de mi vista y en un par de segundos ya estaba de pie frente a Dylan quien parecía igual o peor que yo.
El pito sonó y el primer golpe fue de él, lo esquivé y golpeé su rostro por el lado izquierdo, descuidó su lado frontal cubriéndose a la izquierda y golpeé con fuerza su boca y nariz reventándola en sangre. Mis vendas parecían estar rojas de tanta sangre... No sabía si era de él o mía.
Mi cabeza iba a explotar, dolía como el infierno. Tantos golpes recibí que ya no siento más que un fuerte dolor de cabeza. Ambos estábamos con el pecho agitado mirándonos fijamente, estábamos cansados. Era la tercera vez que nos poníamos de pie para saber quién iba a ganar.
Miré al público una vez más fijándome en mis amigos que permanecían mirándome atónitos, pero ella no estaba ahí. Mi pecho dolía y no sabía cuál era la razón. "Sé tú mismo" Escuché a Anthony una vez en una pelea, debía ser yo mismo aquí.
Con la poca fuerza que me quedaba, intenté recargarme cada vez más. Miré fijamente a Dylan... Éste era yo. Posición fija, llevé la pelea lo más rápido que pude, lo hice caer cientos de veces y lo golpeaba mientras él intentaba defenderse sin nada a cambio. Sentía los gritos de las personas, hasta que el árbitro nos separaba. Era muy duro. Nuevamente comencé golpeándolo de nuevo, recibiendo múltiples puñetazos en el rostro que poco interesaban en ese momento, hasta que finalmente Dylan golpeó mi mentón haciendo que me estrellara contra el piso. Me quedé en el suelo por unos segundos, mi cuerpo dolía, mi rostro también. Por un momento pensé que jamás podría ponerme de pie.
- ¡Ponte de pie maldita sea! -Escuché la voz de uno de los chicos, sonreí para mí y poniendo todo mi esfuerzo me puse de pie antes de que terminaran de contar y darle la victoria a él.
- Eres imposible -Dijo Dylan.
- Voy a ganarte -Le guiñe un ojo y el rio.
Seguí golpeándolo y el golpeándome a mí.
Rompí las vendas en mis nudillos dándole un golpe en el mentón que hizo que se levantara del suelo y luego que su cuerpo se estrellara contra el piso junto a su cabeza. Me posicioné para seguir golpeándolo, pero comenzaron a contar. Dylan no reaccionaba, luego abrió sus ojos mirándome e intentó ponerse de pie, pero su cuerpo ya no resistía más.
- ¡Señoras y señores, el ganador es...! ¡Caín Bennet! -Escuché por los altavoces. Miré a Dylan quién estaba en el suelo mirándome con una sonrisa. Miré al árbitro quién me tomó el brazo derecho y lo alzó hacia arriba. No podía creerlo.
De pronto sentí que algunas personas me abrazaban, me fije viendo a Anthony y a algunos de los chicos con los que entrenaba. Luego de eso, sólo pude sentir algo dentro de mi pecho. Mi vista seguía en ese asiento vacío.
Me entregaron una copa de oro, en la que se encontraba grabado mi nombre. Los flashes y gritos se metían por mis poros y por un momento pensé que realmente esa era la cima. Había logrado totalmente mi objetivo.
Me bajaron del ring entre algunas personas, quisieron que me subiera a una camilla, pero no. Salí caminando victorioso por entremedio de las personas mientras golpeaban mi espalda entregándome su apoyo.
Cuando estuve adentro y ya no se escuchaba nada más que silencio y algunas voces lejos, me llevaron a una habitación en donde sólo había una camilla y muchos artículos de emergencia. Me acosté ahí y luego comenzaron a curarme todas las heridas del rostro, con alcohol y demás.
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- ¿Estás bien? -Escuché la voz de Anthony.
Abrí mis ojos con dificultad mirándolo. -Tuve un gran sueño.
- ¿Cuál?
- Ganaba las nacionales -Le sonreí. - ¿Qué demonios hago aquí?
Anthony soltó una carcajada mirándome y yo fruncí el ceño.
- No estabas soñándolo.
Lo miré en silencio, me senté de inmediato mirando la pared que estaba frente a mí con un gran espejo. Mi rostro estaba hinchado, morado y rojo. Mi labio inferior estaba reventado y la hinchazón de la ceja parecía taparme un poco el párpado. Mire fijamente a Anthony y él sonrió.
- Así se siente estar en la cima -Dijo feliz.
- Gané las nacionales -Bajé la voz.
- ¡Has ganado! -Chilló.
Reí mirándolo y luego apoyé la espalda en la camilla.
Así se sentía. Después de haber pasado por peleas clandestinas, drogas, amor, odio, muertes, etcétera. Aquí estoy. La verdad es que me siento orgulloso de mí, jamás pensé que podía lograr hacer cosas legales, ya que todos me hacían creer que mi mundo eran las calles, pero no. Yo nací para cambiar la historia de mi familia, para dedicarles estos triunfos a la mujer que hubiese perdonado cada uno de mis errores sin pedir nada a cambio... Mi madre. No he nacido para complacer a las personas ni mucho menos para que todos me quieran y me soporten. Cada uno sabe lo que espera para su vida. Yo esperaba morir ahí afuera como cualquier hijo de puta, pero no. Hoy mi vida cambió.
Luego de un rato, entró una mujer vestida de blanco, era médico.
- Despertaste -Me sonrió. -La anestesia te dejó bastante dormido.
- Ni sé como llegué aquí -Le sonreí.
-Tuviste una gran pelea, te felicito.
- Gracias.
Ella comenzó a tomar mis signos vitales y luego le comentó a Anthony y a mí que dentro de una hora podíamos irnos. Mis manos estaban vendadas también, ya que mis nudillos estaban rotos.
Cuando la hora pasó, Anthony me entregó mi bolso para que me pusiera ropa cómoda. Así fue. Luego salí junto a él caminando por un largo pasillo, seguíamos en el lugar de la pelea. De pronto, mi vista chocó con la de Dylan quién venía con un parche en la ceja y su boca hinchada. A su lado venía su entrenador. Nos detuvimos justo en frente de ellos.
- Gran pelea -Me felicitó el entrenador de Dylan estrechando su mano junto a la mía. -Anthony siempre ha tenido buen ojo con las personas.
- Dylan no se queda atrás -Opinó Anthony.
- Felicitaciones -Me dijo Dylan también estrechando su mano con la mía. -No pensé que eras tan duro, Caín.
Solté una carcajada. -Felicitaciones para ti también, espero verte el próximo año -Le comenté.
- Ahí estaré pidiendo la revancha -Asintió.
-Nos vemos Anthony -Habló el entrenador de Dylan. -Adiós Caín, que siga tu buena racha.
-Adiós -Me despedí junto a Anthony.
Seguí mi camino junto a Macheen por el largo pasillo que nos dirigía al estacionamiento.
- Eso es lo bueno de pelear legalmente -Dijo Anthony. -Cuando bajas del ring, los problemas se quedan ahí. No te persiguen ni tampoco quedas con rencor en tu pecho hacia la otra persona.
- Tienes razón -Comenté.
Nos subimos al auto de Anthony, ya que yo no fui en mi auto porque según Macheen después no podría ni siquiera conducir.
Anthony me llevó hasta mi departamento y antes de bajar, se quedó mirándome.
- Esto es tuyo -Me entregó una tarjeta.
- ¿Qué es?
- Tu dinero, tus cuentas -Comentó.
- Claro que no Anthony, es nuestro. Yo no llegue aquí por arte de magia.
- Tu dinero, tus cuentas -Repitió. -Ahora vete, nos vemos mañana.
- ¿Mañana? -Fruncí el ceño.
- Hay una cena donde asisten todos los boxeadores reconocidos de éste año -Dijo serio. -Ahora eres el ganador nacional de boxeo, Caín. Debes estar ahí.
- ¿Irás conmigo?
- Sólo si quieres. A esas cenas puedes ir con quién tú quieras, no más de dos o tres personas.
- Anthony, quiero que sepas que desde que comenzaste a entrenarme no podrás desligarte más de mí -Dije decidido. -Ahora serás mi entrenador hasta que te mueras y también el tipo que me regaña porque hice las cosas mal. Ganaremos dinero juntos y si debemos viajar hasta China para ganar el boxeo mundial, ahí estarás conmigo ¿Está bien?
Él sonrió mirándome -Eres un buen chico, Caín. No desperdicies tu vida en otras cosas que no valen la pena.
- Gracias por todo, Anthony.
Me baje del auto dirigiéndome al edificio, el conserje comenzó a hacerme preguntas. Me felicitó porque me había visto en televisión... Sólo le di las gracias.
Abrí la puerta del departamento encontrándome con todos los chicos ahí dentro, claramente no estaba Cailin, pero su pulsera estaba conmigo. Todos me abrazaron felicitándome, hasta Annie, obviamente un poco más fría que los demás. Conversamos un largo rato sobre la pelea y al parecer me veía muy mal porque todos me ayudaban a hacer las cosas.
Estuvimos hasta tarde comiendo, bebiendo y riéndonos a carcajadas, pero cuando fui a la cama, estaba solo. Se sentía casi irreal todo lo que me estaba pasando porque antes sólo pensaba que ganar las nacionales iba a ser como la felicidad que toda persona quisiera tener, pero no. La verdad es que ésta felicidad estaba siendo en cierto punto hasta amarga... Porque a pesar de tener a mis amigos y a Anthony apoyándome en todo momento, no tenía a quien abrazar cuando fuera a la cama para decirle lo feliz que me siento de haber salido de la mierda de vida que tenía.
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Al otro día era sábado. Anthony llamó para decirme que debía ir formal, lamentablemente no tenía nada formal. Tomé la tarjeta que me había entregado Anthony y me fui al centro comercial para ver si tenía un poco de suerte.
Lo primero que hice fue ir a sacar el dinero. No tenía mucha idea de como se ocupaban estas cosas, ya que siempre el dinero que tuve me lo pasaban en efectivo, no en una tarjeta. Le pedí ayuda a un guardia quien enseguida me reconoció como "Caín Bennet, el ganador de boxeo" y eso se sintió extraño, pero mucho mejor de como era reconocido antes.
Él me explicó como debía ocupar la máquina y que también no era necesario sacar el dinero de ahí sino que podía pagar con la tarjeta en los lados que quisiera, pero tenía una gran duda de saber cuánto dinero había guardado ahí. Lo primero que me arrojó la maquina fue un papel con algunas cosas extrañas y también que decía "Saldo total" abrí mis ojos un poco. Esto era demasiado. Los ceros se extendían por la hoja como si les sobraran. Podría comprar dos autos, una casa y un departamento con esto, pensé enseguida... Ah y en el mejor barrio.
Saqué la tarjeta de inmediato guardándola en mi billetera, le di las gracias al guardia y seguí mi camino en busca de un traje.
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CAILÍN
Jamás había estado tan nerviosa en mi vida...
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BESOPOS XOXOXO
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