Capítulo 37
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Ella sonrió sarcástica al verme, pero en ese momento fue lo último que me importó. Cada pensamiento de que me habían asaltado se esfumaron, pero el miedo seguía en mi cuerpo. Kendall vestía una polera de Caín y su cabello estaba húmedo.
– ¿Quién es? –Escuché su voz, rompió con todos mis esquemas, su mirada chocó con la mía y enseguida se acercó a la puerta preocupado. Solo estaba estorbando aquí.
Camine rápido para bajar en el ascensor, solo quería ir a mi departamento.
– ¡Cailín! –Escuché a Caín gritarme unos segundos antes de que la puerta del ascensor se cerraran.
CAÍN BENNET.
Su mirada llena de miedo, enseguida me puso alerta, algo malo le había pasado... Ella no había venido aquí porque quiso hacerlo. Kendall me observo algo molesta.
– ¿En qué estábamos? –Me preguntó acercándose a mi.
– En nada en realidad –Entré apresurado a ponerme un pantalón y una remera.
– ¿Dónde vas?
– Vete a casa Kendall –Cerré la puerta de entrada y corrí por la escalera hacia el primer piso, mire la recepción y el conserje me indicó que Cailín había salido.
Salí corriendo del edificio, mire hacia ambos lados hasta que la vi. Estaba sentada cerca del estacionamiento en la solera, escondida y llorando con su cabeza entre sus piernas y brazos, toque su hombro y rápidamente ella se puso de pie y se corrió hacia atrás.
– Soy yo –La miré fijamente.
– Quiero ir a casa, solo eso –Casi suplico llorando.
– Yo te llevo, tranquila Cailín –Iba a acercarme, pero ella se alejó aún más, estaba histérica. – ¿Que te sucedió?
– ¿Estas ocupado aun? Solo necesito llegar a mi departamento.
– Te he dicho que voy a llevarte –Mi corazón estaba completamente apretado, quería abrazarla y decirle que estaba bien conmigo, pero todos sus gestos me rechazaban. Decidí no hacer más preguntas al respecto porque terminaría aún más preocupado y ella llorando aún más –Ven, vamos –Caminé y ella caminó detrás de mi rápidamente. En cuanto abrí el auto, Cailín se subió y apegó su espalda en el respaldo del asiento.
Cuando estuve dentro del auto, cerré las puertas mirándola, había dejado de llorar, pero su rostro seguía sin ninguna emoción más que miedo. Estuvimos en menos de cinco minutos en el departamento de Cailín, Dante estaba con Zoe e Ian en la sala de estar y al parecer no estaban preocupados, pero cuando Dante la vio su expresión cambio.
– Cailin ¿Que te sucedió? –Habló su primo luego de unos segundos.
Ian se acercó a ella de inmediato mirándola y cuando estuvieron cerca Cailín se lanzó a abrazarlo y a llorar. Me costó un poco respirar después de esa escena, mire hacia otro lugar chocando con la mirada de Dante quien parecía entenderme completamente, pero no decía nada.
– ¿Qué le paso? –Pregunto Zoe.
– No lo sé –Respondí.
Cailín se fue a su habitación e Ian la siguió.
– ¿Donde la encontraste? –Me preguntó Dante luego de unos minutos.
– Ella llegó a mi departamento llorando, pero estaba muy asustada y no quiso decirme, solo quería llegar aquí.
– Voy a verla –Dijo mi amigo entrando a la habitación de Cailin.
Zoe se quedó mirándome unos segundos y luego se sentó en el sillón, me removí inquieto hasta que vi a Ian salir de la habitación, se acercó a mi.
– Deberías irte –Me dijo directamente. –Cailín está muy afectada.
– No me moveré de aquí sin antes saber que le paso –Dije en un tono tranquilo, lo último que quería hacer era discutir con Ian, pero la actitud que estaba tomando comenzaba a fastidiarme.
– Un tipo la asaltó y le apretó el brazo, la botó al suelo y no sé qué más ocurrió, pero está muy asustada.
– ¿Y qué hacía sola a esa hora? –Fruncí el ceño algo molesto.
– Estaba con Annie –Respondió. –Y no tenemos por qué darte explicaciones a ti Caín.
– Eres un idiota –Dije con rabia entre mis dientes. –Nada te costaba tomar tu puto auto e ir a buscarla donde su amiga.
Ian se mantuvo en silencio mirándome, esperé que me contestara, pero no hizo nada. Zoe se quedó mirándome una vez más.
– Adiós Zoe –Me despedí. –Dile a Dante que estaré llamándolo para ver cómo sigue Cailin.
– Esta bien, adiós Caín –Dijo ella intentando no entrometerse entre Ian y yo.
CAILÍN TAYLOR.
Pude oír como Caín le decía a Ian que era un imbécil por no haberme ido a buscar a donde Annie y Dante también escuchó, pero no es culpa de Ian, él no podría haber adivinado que iba a suceder algo como esto. Si tal vez hubiese sido la primera vez que me asaltan no hubiese estado tan asustada como lo estoy, ya que luego de lo último que me sucedió en el garaje con los tipos de las peleas clandestinas me dejó totalmente aterrada y con crisis nerviosas seguidas.
– Voy a llamar a Annie para decirle que ya llegaste –Dijo Dante mirándome. Asentí en silencio, cuando mi primo salió de mi habitación a los segundos entró Ian.
– ¿Estas bien? –Se sentó a mi lado.
– Un poco ¿Caín ya se fue?
– Si –Respondió serio.
Estuve con Ian hasta alrededor de las tres de la madrugada, luego me quede dormida y cuando desperté en la mañana se había ido hace poco, es decir, se quedó prácticamente toda la noche cuidando como dormía.
– Cailín, hoy saldré y creo que llegare tarde –Me dijo Dante mientras caminaba de un lado a otro ordenando una mochila.
– ¿Dónde iras?
– Saldré con Zoe, pero luego quiere que la ayude con unas cosas para la universidad.
– Bien, no te preocupes por mi.
– ¿Vendrá Ian?
– No lo sé, pero es lo más probable –Me encogí de hombros.
Como era sábado mi única rutina era ducharme, ordenar y no hacer nada más. Preparé un almuerzo liviano para mi sola y luego me fui a mi habitación. Mi celular comenzó a sonar, en realidad era algo así como una roca con números porque el mío lo habían robado. Era una llamada de Ian.
– ¿Hola?
– Hola ¿Cómo estás?
– Bien, mucho mejor ¿Y tú?
– Bien, gracias –Se oía feliz. –No quise despertarte cuando me fui.
– No te preocupes por eso, gracias.
– Cailín, creo que hoy estaré ocupado todo el día y no podré ir a verte.
– Está bien, no importa.
– Dante me había dicho que ibas a estar sola porque el iba a salir.
– Si, pero no me moveré de aquí –Reí.
– Bien, cuando me desocupe voy a llamaste para ver si puedo ir a verte ¿Estas bien?
– Claro.
– Nos vemos, te quiero.
– Yo también, adiós –Colgué.
No podía quitarme el rostro de Kendall de la cabeza, su mirada tan demoniaca y sarcástica me molestaban. Me molesta el hecho de que ella estuviera en el departamento de Caín, con una polera de Caín y con Caín. Tal vez no tuve tiempo de analizarlo completamente, pero ahora que lo tengo me doy cuenta de que si él estaba con ella no era para otra cosa más que sexo. Pensé que él iba a dejarla, que ya no necesitaba más de ella, pero me equivoque. Kendall y Caín son iguales, putos, diabólicos y envenenados.
El timbre sonó alrededor de las cuatro de la tarde, me acerque a la puerta en silencio y mire por el ojo, era Caín. Odiaba el hecho de que pensar en él era como estar llamándolo telepáticamente ¿Para qué estaba aquí? Abrí la puerta algo nerviosa, tenía ganas de verlo, pero mi dignidad y mi orgullo eran mucho mayores.
– Blanca nieves –Me sonrió. Tuve unas ganas impulsivas de abrazarlo, pero me contuve en silencio.
– Caín ¿Qué haces aquí? –Mi voz sonó neutral.
– Vine a verte, ayer quede bastante preocupado.
– Me podrías haber llamado.
– No es lo mismo que verte.
Mi corazón estaba latiendo con fuerza, pero intente disimular cuanto lo extrañaba. Abrí un poco más la puerta y lo hice entrar, él entro algo incómodo, pero lo hizo.
– ¿Y Dante?
– Salió con Zoe.
– ¿Cómo estás? –Su mirada se quedó en la mía fijamente. Esa pregunta tan insignificante para algunas personas, sabía que no era insignificante para él porque cuando Caín no le interesa alguien no necesita saber su estado de ánimo.
– Bien, creo... Mejor que anoche –Respondí sincera. Me senté en el sillón.
– ¿Que te paso? Ayer ni siquiera quisiste que me acercara a ti, estabas histérica y yo no sabía cómo contenerte.
– Un tipo me asalto y me robo todo lo que tenía de algún valor posible.
– ¿Y estabas cerca de mi departamento?
– Si, pero no hubiese ido si hubiese sabido que estabas ocupado.
– No estaba ocupado, nunca lo estoy para ti Cailín.
– Estabas con Kendall, casi desnudo.
– ¿Y? –Se encogió de hombros.
– Y que estabas teniendo sexo con ella y yo llegue a interrumpirlos como una idiota.
– No estaba teniendo sexo y no eres idiota, no te trates así –Respondió molesto.
– Bueno, en fin... Gracias por traerme aquí –Dije sin más.
– No me des las gracias por eso, sabes que realmente no voy a alejarme de ti.
Lo miré nerviosa mientras él se sentó en el sillón frente al mío.
– Te vi en televisión –Comenté con una pequeña sonrisa. Él sonrió devuelta.
– Estoy intentado hacer las cosas bien.
– ¿Y te han salido bien?
– No todas, pero no puedo luchar contra eso –Se encogió de hombros.
– Me alegra que estés peleando legalmente.
– A mi también, si quieres puedes ir a verme algún día –Dijo ilusionado. –Ahí es seguro, hay guardias por todos lados.
– No creo que a Ian le parezca buena idea –Bajé la voz.
Él rodó los ojos.
– ¿Y a quién le importa? –Habló casi en un tono molesto.
– A mí me importa, Caín.
– ¿Ya son novios?
– No, pero estamos juntos.
– No puedo creer que estés con él –Se puso de pie impulsivamente y me observó –Era mi mejor amigo.
– Las cosas cambian, ya sabes –Intenté parecer normal ante su comentario.
– No deberían haber cambiado así entre nosotros.
– ¿Y qué esperabas? –Me puse de pie mirándolo.
– Pues no sé –Se removió inquieto. –Tal vez que me odiaras, me ignoraras, pero no que estuvieses con mi mejor amigo.
No supe que decirle realmente, sus ojos celestes se mantenían fijos en los míos y me sentía infantilmente débil frente a él. Caín Bennet era capaz de cambiar mi manera de ser y sentir en tan solo unos segundos de estar mirándome.
– No he dejado de estar enamorado de ti Blanca nieves –Dijo repentinamente, eso fue como un golpe en el estómago que me dejó sin respiración por unos segundos. Me lo había dicho cuando estábamos en el hospital y yo comenzaba a quedarme dormida por la anestesia, pero jamás cuando ambos estábamos mirándonos directamente a los ojos y totalmente despiertos. –Y no creo que deje de estarlo pronto –Se acercó a mi lo suficiente como para dejarme congelada frente a él –Si me aleje de ti fue por protegerte, no hay ninguna razón aparte de esa Cailín.
– Ya basta Caín –Bajé la voz. –Entre nosotros no hay nada y no habrá.
– Pero hubo y estoy seguro que sigue ahí –Señaló mi pecho. –Porque eres diferente, sé que tienes sentimientos y nada de lo que paso fue falso, lo sé –Se quedó mirándome. –Soy yo el hijo de puta, el frio y apático, pero lograste derribar todo eso y ahora no se en que dirección dirigirme, estoy perdido.
– No supiste como enfrentar un problema junto a mí –Mis ojos estaban cristalizados. –Solo quería eso, que después de salir del hospital estuvieses ahí afuera esperándome, diciéndome que todo iba a estar bien y que solo me abrazaras, pero arrancaste como si la culpa hubiese sido tuya cuando ambos sabemos que no lo fue –Él se mantenía mirándome con atención. –Solo quería tu compresión, que solo tú me protegieras porque a pesar de toda la mierda tú sigues siendo la persona en la que más confío Caín –Sequé una lagrima que recorría mi pómulo.
– No sabes lo que es sentir que en cualquier momento voy a perderte, y no hablo de perderte sentimentalmente, hablo de que pueden matarte y sabes que es cierto.
– Aun así hubiese preferido eso por estar junto a ti.
– Pues yo no –Dijo con rabia. –Porque prefiero verte, saber que estas bien aunque no estemos juntos que estar contigo tal vez dos meses y luego deba ir a visitarte al cementerio.
– Ya no quiero seguir hablando de esto, no quiero que te acerques ni que hablemos –Dije con angustia en mis palabras. –Me confundes, haces que todo esté al revés y no puedo hacerle esto a Ian.
– Ian no está aquí y nadie más que tú y yo sabrá que estuvimos conversando sobre esto.
– Aun así...
– No te podrás enamorar de él –Se mantuvo firme.
– ¿Por qué tú lo dices?
– Porque tu mirada lo dice, tu actitud, tu... completamente. Me habrías mandando a la mierda desde el momento en que entre aquí, pero preferiste escucharme. Estas llorando por algo que perdimos en un puto problema, no por Ian.
Me quedé en silencio mirándolo, parecía tan irreal que Caín estuviese diciéndome todo esto, quería abrazarlo y decirle que quería quedarme junto a él, pero no podía hacerlo, no a Ian.
Sus manos se fueron a mi rostro en unos segundos, sus ojos brillantes me decían que todo estaba bien, pero aun así no podía mantener la mirada fija en él como él lo hacía conmigo.
– Mírame –Subió mi mentón. Las ganas de llorar me ganaban, pero me contuve con todas las fuerzas que le quedaban a mi dignidad. – ¿Me crees cuando te digo que eres lo mejor que me pudo haber pasado en esta vida de mierda? –No respondí y él rápidamente se acercó a besarme.
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BESOPOS XOXOXO
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