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Capítulo 34

Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía Amazon.

*

Las calles en donde vivía Bruce, parecían desiertas, además de ser un lugar muy oscuro aunque fueran las cuatro de la tarde. Miré su casa en silencio, vive solo así que no debo preocuparme. Decidí entrar por la parte de atrás, no era una gran idea que me abriera la puerta y supiera instintivamente a lo que venía. Afortunadamente la puerta del patio trasero estaba abierta, mire por todos los lugares de la casa y nada encontré ahí. Hasta que se me ocurrió subir al segundo piso, estaba durmiendo. Claro, él dormía plácidamente mientras que una chica estaba en su departamento teniendo pesadillas por culpa de unos imbéciles.

Saqué la jeringa con droga de mi bolsillo, me acerqué a él silenciosamente y en el momento que enterré la aguja en su cuello el despertó, pero ya era tarde, le había puesto todo el líquido. En segundos torpes, Bruce se sentó mirándome y tocando su cuello. Guarde la jeringa mientras él me observaba.

– ¿Sabes quién soy? –Le pregunté mientras él intentaba hablarme y no podía. Esa droga hacia efecto rápidamente y consistía en que podías ver y escuchar, pero no puedes hablar ni moverte. –Sí, soy Caín –Le sonreí irónico. Lo ayude a ponerse de pie y lo senté en una silla, él estaba desesperado. – ¿Recuerdas cuando me drogaron? Si, que mal se sintió. Ahora es mi turno de vengarme, sobretodo contigo.

Me senté frente a él, su mirada estaba fija en la mía intentando mover sus manos, sus pies, pero no lo lograba.

– Dije que te iba a romper las bolas a patadas, pero como no estuviste en lo que le hicieron a Cailín, decidí que no será así, pero te informo que si vas a morir –Sonreí. Sus ojos iban de un lado a otro. –Mientras tu duermes plácidamente por la tarde, hay una chica ahí afuera teniendo pesadillas por lo que le han hecho y todo por un idiota que me drogó –Me puse de pie y saque una corta pluma de mi bolsillo, pareció como si a Bruce se le hubiesen desorbitado los ojos. La cortaplumas se fue directamente a su brazo izquierdo que permanecía inmóvil, la enterré en él y la deslice hacia abajo, sólo murmullos salieron desde su garganta mientras la sangre caía a la alfombra, luego el otro brazo.

– Te voy a contar una historia –Arranqué el cuchillo de su piel. –Había una vez un pequeño niño, inocente, ojos celestes, piel clara y con presencia angelical, pero nació en una familia desquiciada por las calles –Me removí alrededor de él. –Su padre, lo obligaba a hacer cosas que no quería... Siempre estaba de un lado a otro enseñándole como sobrevivir, matar personas y armando unas murallas tan enormes y gruesas alrededor del niño que sin darse cuenta... Aquel niño fue peor que su padre. Mataron a su madre, a su novia, hasta que ya no había ningún tipo de sentimientos en él, ni siquiera lastima –Hablé con gracia. –Su cuerpo se fue llenando de tinta, intentando tapar cada rastro de piel, de recuerdos, de temores... y de humanidad. No creía en Dios, no creía en el amor, no creía en nadie... Solo en él. Hasta que conoció a una chica que le devolvió todo eso pero ¿Sabes? Su puta vida lo alejó de ella. Él sigue desquiciado, vivo, queriendo matar a cada tipo que aparezca en su camino, peleando clandestinamente, bebiendo, corriendo en su auto y vengando a los que de verdad lograron subir esos muros enormes –Mi mirada estaba fija en la de él. –Su nombre es Caín y está parado frente a ti. –Sus ojos se abrieron un poco más de lo que ya estaban. Pase el cuchillo desde su pómulo izquierdo hasta su mentón haciendo que se desesperara aún más. La sangre no dejaba de caer por alrededor de él. Apuñale su abdomen y luego limpie la cortapluma con un paño que tenía. La guarde en mi bolsillo y lo volví a mirar. –Espero que esos cinco tipos te reciban con los brazos abiertos ahí abajo. Cerré la puerta con pestillo por fuera y me largué.

--

CAILÍN TAYLOR.

Los días en que estuve con reposo no pude ir al instituto, me fueron a ver todos, excepto Caín. Supongo que cuando dice que se alejara de alguien, lo hace sin balbucear antes.

Hoy retomo todas mis clases, tal vez me sirva para distraerme y olvidarme de una vez de Caín. Somos diferentes y quizá ese dicho "Los opuestos se atraen" sirva solo en los imanes y no en las personas.

– ¿Cómo estás? –Me preguntó Annie en el instituto. Era temprano y todavía no comenzaban las clases.

– Mejor –Le sonreí. –Estos días me han ayudado a reflexionar.

– Es lo mejor que puedes hacer, ya sabes –Se encogió de hombros. –Caín es así.

– Pensé que podría cambiar conmigo.

– Pensaste mal –Rodó los ojos.

Las clases comenzaron y automáticamente recordé que me tocaba en el mismo salón que Caín. Mire con precaución el salón de clases, pero no estaba ahí. Me senté en un asiento de adelante sin llamar mucho la atención. La profesora comenzó a hablar sobre la materia mientras que tomaba los apuntes que podía. Después de veinte minutos de haber empezado la clase, golpearon la puerta y el rostro de la profesora se volvió serio, mi estómago se apretó... Sabía que era él. Caín entró sin mirar a nadie, ni siquiera se dio cuenta de que estaba ahí. Se sentó en el último pupitre y no supe más de su existencia aunque estuve lo que quedaba de clases con el estómago apretado.

Salí del salón de clases dirigiéndome a la cafetería para tomar desayuno. Tenía unas ganas enormes de decirle a Caín todo lo que me he guardado, pero no podía... Él permanecía tan frío y estático que a veces sentía que podía interrumpir. Caín pasó por delante de mí ignorándome y eso dolió más de lo que podría dolerme cualquier otra cosa, se dirigió a la cafetería y yo entre detrás de él. Annie todavía no llegaba, me compre un sándwich y un café y me senté sola.

Cuando la mirada de Caín se quedó en la mía, sentí ganas de matarlo, pero a los segundos él la desvió ignorándome y sentándose en otra mesa. No termine de tomar mi desayuno y salí de ahí a sentarme lejos y en un lugar en donde podía respirar aire puro. Cuando terminé de comer, bote las cosas en un basurero y me quede sentada en una banca esperando que mi otra hora de clases comenzara.

– ¿Cuánto se demoró Caín en darse cuenta que no te quería? –Escuché su voz fastidiosa. Levanté mi vista chocando con la de ella, Kendall.

– Déjame en paz –La miré. En ese momento lo último que quería era discutir.

– ¿Cuánto? ¿Un día, dos, una semana? Te llevó a la cama, dijo que estaba enamorado de ti y luego se fue sin siquiera despedirse –Sonrió irónica. La mire con odio, pero aun así me dolía lo que me estaba diciendo. –Caín no es para ti.

– Ya me di cuenta, gracias –Sonreí sin más.

– Caín es para una chica que sabe a lo que va, que lo conoce y tiene claro que no entrometerá sentimientos en la cama –Dijo fría. –Porque después él se va y no vuelve a no ser que tú lo busques. No es para una chica como tú, sensible, que cree en el amor y esas tonterías –Rió.

– ¿Y es para ti? –Me puse de pie enfrentándola.

– Claro que sí.

– Pues yo creo que no, ya que lo único que has hecho todo este tiempo es arrastrarte por el chico malo para que te lleve a la cama... porque estas enamorada de él. –Escupí. –Vienes aquí a pelear por un hombre que ni siquiera puede pertenecerle a nadie porque no es un trofeo. Hay miles de hombres en el mundo y no voy a gastar mi oxigeno discutiendo por quien no lo merece. Necesitada.

Su rostro permaneció inmóvil, pero no dejé que me respondiera porque me fui de ahí. No podía estar tranquila en ningún lugar. Mi garganta estaba apretada y mis ojos cristalizados, pero no iba a rendirme, no ahora. Vi a Caín saliendo del baño de hombres, encontrándomelo de frente. Quise poner una mejor cara, pero todo dolía en ese momento. Cuando estuvimos cerca no lo aguanté, debía enfrentarlo y si él no lo hacía es un cobarde.

– ¿Harás como si nunca nos hubiésemos conocido? –Lo miré directamente a los ojos parándome en frente de él. Caín se detuvo mirándome con expresión neutra.

– No hablaremos de eso ahora.

– Eres un cobarde –Mis ojos se cristalizaron aún más. –Me mostraste una faceta que ni siquiera existe.

– Si existe, todo lo que dije es verdad Cailín.

– ¿Entonces por qué me dejaste sola? ¿Por qué me prometiste que no lo harías y simplemente te fuiste?

– Blanca nieves...

– No me llames así –Lo miré fijamente. –Pensé que tal vez podrías cambiar, pero me equivoqué.

– Quiero hacerlo, pero no puedo. No ahora –Se acercó aún más a mí.

– Ahora démosle el paso a la gente para que hable "Caín lo hizo de nuevo" ilusionó a una chica, la enamoró, la llevó a la cama y luego ¿Luego qué? –Su mirada estaba fija en la mía, culpable. –Luego la deja sola ante el primer problema que tienen.

– Todo lo que dije e hice fue real, pero sabes y tienes claro que no podemos estar juntos. No servimos para eso, no puedo estar contigo si sé que pueden dañarte, no me arriesgaré para perderte Cailín.

– Ya me perdiste –Un par de lágrimas recorrieron mis mejillas y las seque rápidamente. Seguí mi camino sin mirar atrás, pero él tampoco me llamó... Sólo se quedó estático, sorprendido y decepcionado.

--

– ¿Todo bien? –Me preguntó Ian luego de unos minutos.

Cuando iba camino al departamento, me encontré con Ian en el camino. Andaba sin su auto y decidió acompañarme, subió a dejarme y no estaba Dante.

– Todo bien –Sonreí sin ganas.

Luego de que Ian me había visto en el departamento de Caín, no hablamos demasiado. Sólo en la pelea en donde Caín me encargó con él con su vida.

– Esa noche en la pelea no sé qué ocurrió –Comenzó a hablar.

– No quiero hablar de eso –Intenté ser amable.

– ¿Te pasó algo malo?

– ¿No te enteraste? –Fruncí el ceño.

– No, después de eso Caín se encerró en su mundo y no he podido conversar bien con él.

– No hablemos de eso ¿Está bien? –Sonreí. –Preparare algo para comer –Me puse de pie rápidamente.

– Esta bien –Rió encendiendo la televisión.

Intenté hacer algo liviano porque en realidad no tenía hambre y sólo había inventado esa excusa para que Ian no me preguntara sobre aquella noche. Luego de unos minutos, la puerta se abrió y entro mi primo.

– Hola hermano –Saludó Ian a Dante. Él lo saludó y luego se fue a saludarme a la cocina.

– ¿Qué hacían? –Nos preguntó mientras dejaba las cosas en el sillón.

– Nada, me encontré con Cailín en el camino y la acompañé –Respondió Ian.

Cuando nos sentamos a comer, Ian y Dante conversaban sobre diferentes cosas mientras yo los escuchaba en silencio.

– ¿Has visto a Caín? –Preguntó Ian. Dante me miró de reojo y luego accedió a hablar.

– No y espero no verlo –Dijo orgulloso.

– Creo que pasó algo de lo que estoy desconectado –Nos miró a ambos.

– Nada –Respondí de inmediato.

– Pensé que Caín y tu estaban juntos.

– Estaban, tiempo pasado –Le sonrió Dante de manera irónica.

Me quede en silencio nuevamente, Ian asintió sin decir nada y seguimos comiendo.

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Annie me observaba con atención mientras yo cambiaba de ropa una y otra vez.

– Vamos Cailín, te ves bien –Dijo deteniéndome en un vestido burdeo ajustado en la cintura.

– ¿Por qué debo ir? –Bajé mis hombros sintiéndome como una niña de cinco años.

– Porque es una comida que hacen en el instituto cada año. Habrán chicos lindos y todo estará bien –Me sonrió tranquilamente.

– Estará Caín ahí...

– Él nunca aparece en esas fiestas –Se encogió de hombros. –Y si llega a estar, ignóralo... Eres hermosa y ésta noche vas a brillar con o sin él.

– Tienes razón –Le sonreí intentando darme ánimo.

***

BESOPOS XOXOXO

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