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Capítulo 22

Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía amazon. 

*

No alcance a sostenerlo, sentí una presión contra mi pecho y entré corriendo a buscar el teléfono para llamar a la ambulancia, luego llame al conserje para que me ayudara a bajarlo. Le grité a la mujer detrás del teléfono y ella dijo que en dos minutos estarían aquí. Estábamos en recepción mientras que intentaba hacer reaccionar a Caín, él abría sus ojos y luego se le cerraban como si realmente no pudiera controlarlos, estaba pálido, y sus labios comenzaban a estar más pálidos que su rostro.

En cuanto escuché la sirena de la ambulancia corrí afuera pidiéndoles por favor que se apresuraran, ellos en un minuto tenían adentro de la ambulancia a Caín mientras que yo le suplicaba al conserje que no le dijera nada a mi primo porque le diría yo. Me subí a la ambulancia mirando a Caín, uno de los enfermeros le hablaba para que no volviera a cerrar los ojos. Sentía mi corazón latir con fuerza, quería llorar, escapar... Nunca había estado en la situación de que una persona se viera tan mal como él.

En cuanto llegamos al hospital, me dejaron afuera mientras que Caín me miraba sin poder decir nada.

Me senté en una de las sillas, luego me puse de pie, me volví a sentar y así estuve un largo rato caminando de un lado a otro. Mi cabeza peleaba por avisarle a Dante lo que estaba ocurriendo, pero otra vocecita me decía que debía esperar para que Caín me dijera. Sentía mi estómago completamente apretado, mi mandíbula estaba tensa y sentía que el corazón se iba a salir de mi pecho. Una vez me dio una crisis de pánico y realmente creí que me daría otra, pero intente respirar profundo para calmarme. Realmente me importa Caín más de lo que pensé.
Pasaron alrededor de dos horas en donde el celular que me había pasado Dante sonó un par de veces, hasta que contesté.

– ¿Hola? –Hablé tratando de mantener la calma.

– Cailín ¿Dónde estás? –Era Dante.

– En el hospital, es Caín... Pero luego te explico.

– Voy para...

– No –Lo interrumpí. –Creo que no es bueno que vengas ahora ni nadie, en serio.

– ¿Por qué? ¿Qué pasó?

– No sé Dante, luego él te contará, pero por favor no vengas –Insistí.

– Está bien, me llamas cualquier cosa.

– No le avises a nadie.

– Bien –Respondió confundido. –Cuídate –Colgó.

Si yo hubiese estado como Caín, lo último de mi lista sobre las cosas que querría sería que vinieran exactamente todos mis amigos atacándome con preguntas sobre lo que me pasó y amenazas contra los tipos que me hicieron daño. Cuando me asaltaron realmente no quería preguntas sobre eso ni menos que me dijeran "Los voy a matar" así que intenté cubrir lo que más pude a Caín diciéndole eso a mi primo.

Esperé un rato más hasta que salió un doctor, se quedó mirándome, pues era una de las pocas personas que se encontraban a esa hora en urgencias.

– ¿Eres familiar del chico que entró de los últimos?

– No, soy su amiga –Le respondí de inmediato.

– Bien, acompáñeme por favor –Me pidió. Lo seguí hasta que entramos a la sala en donde estaba Caín con sus ojos totalmente cerrados, su rostro ya estaba con más color y al parecer estaba sin ropa. El doctor me pidió que me sentara y así lo hice, él se sentó en otra silla con una ficha en sus manos.

– Necesito rellenar los datos de éste chico.

– Intentaré ayudarlo –Dije mirando más a Caín que al doctor.

– Necesito su nombre y edad, lo demás vamos a preguntárselo a él cuando despierte –Me sonrió.

– Su nombre es Caín Bennet y tiene veintiún años –Respondí segura. Él anotó eso y luego comenzó a hablarme de cómo había salido todo, dijo que estaba intoxicado con algo que todavía estaban analizando, que tenía una bala en su abdomen, cerca del oblicuo. Había perdido mucha sangre y por eso estaba desmayado y pálido a causa de que la presión le bajó, pero me repetía que era muy afortunado por no haber perdido la consciencia en ningún segundo. Dijo también que la policía no vendría, la verdad es que sé que siempre llegan, pero ésta vez no entendí, pero no seguí preguntando.

– Voy a presentar esto, puedes quedarte aquí hasta que despierte –Dijo amable. –No es bueno que te estés matando de los nervios en la sala de espera.

– Gracias –Sonreí.

Él salió de la sala dejándome a solas con Caín, me acerque a su camilla y me quede a su lado mirándolo. Le habían curado las heridas del rostro y tenía parches en su ceja y su labio estaba hinchado ¿Quién le habrá hecho esto? Me dolió el estómago pensar en que le podría haber pasado algo más grave. Cuando lo vi casi desmayarse en el salón esa vez que tuvimos que entregar el trabajo, no me importó mucho, pero hoy si... Jamás había sentido ese miedo tan horrible de ver a alguien tan mal. No me lo quería admitir ni siquiera a mí, pero éste chico hace que mi mundo de un vuelco en 180°, pero nada se siente mejor.

Toqué su mano con delicadeza, mientras observaba todos los tatuajes que tenía, volví a mirar su rostro y luego me fije en su mano llena de agujas. Volví a acariciar su mano con delicadeza, pero él se removió y me asuste, no moví mi mano de la camilla, pero ésta vez él puso la de él sobre la mía. Lo mire una vez más y estaba mirándome.

– Gracias –Susurró con dificultad, aun se veía débil.

– No quería despertarte –Iba a sacar mi mano y él me la apretó.

– No te alejes –Sus ojos celestes penetraron los míos. Lo mire unos segundos sin saber que decir.

– No me alejaré –Sonreí, él sonrió un poco y cerró los ojos suspirando.

– ¿Le avisaste a alguien?

– A Dante, pero no vendrán, creí que sería bueno que...

– Descansara, si, gracias –Terminó lo que iba a decir.

Me quede en silencio y él finalmente se quedó dormido acariciando mi mano. Me senté en una silla que estaba a un lado de la camilla. El doctor entró y le dije que había despertado, pero que se había vuelto a dormir, él me dijo que todo estaba bien y que sólo lo dejara descansar. Pensé en irme al departamento, pero preferí quedarme.

Al otro día, salí de la sala encontrándome con Dante en la sala de espera.

– Preferiste pasar la noche aquí –Dijo en cuanto me vio.

– Si –Respondí sintiéndome algo mal. –Tengo mucha hambre.

– Vamos a desayunar, abajo hay una cafetería.

Baje con Dante a desayunar, antes de desmayarme. Comí hasta que me sentí satisfecha. Le conté a mi primo lo que había visto y lo que me había dicho el doctor y él negó con su cabeza, estaba enojado.

– Darell debe estar hecho un demonio –Opinó Dante.

– No ha venido.

– Y no vendrá –Suspiro. –Irá al departamento a ver a Caín, no dirá nada –Hablaba como si realmente lo conociera tan bien. –Sólo actuará cuando vea al culpable y quizá ni siquiera lo mate, pero lo atormentará tanto que se terminará suicidando.

– Creo que no me importa -Me encogí de hombros. –Caín estaba tan mal.

– ¿En serio?

– Si, demasiado –Bajé la voz.

– Me hubieses llamado, debes haber estado muy preocupada.

– No, él solo necesitaba descansar.

– Así es.

Cuando terminamos de desayunar subimos nuevamente, el doctor nos dijo que todo estaba bien y que en diez minutos más le darían el alta a Caín, pero debía estar en descanso absoluto por al menos cinco días o más.

--

– Creo que también están buscándome, fui a ver a Tyler para hablar con él sobre una pelea y cuando venía de vuelta al departamento, alguien me seguía, volteé un par de veces y no le di mayor atención. Antes de subir a mi auto, alguien me agarró por la espalda y me hizo caer de un rodillazo, luego vi que eran alrededor de cinco personas, golpee a unos cuantos hasta que sentí una agua meterse por mi brazo derecho, sentí el líquido recorrer mi cuerpo y antes de darme cuenta que estaba drogado, ya estaba viendo todo borroso. Un tipo me robó todo otro comenzó a golpearme y en un intento de escapar recibí la bala con mi abdomen, caí al suelo y ellos corrieron. No sé cómo conduje hasta el departamento de ustedes, pero era mi lugar más cercano. Cuando estuve arriba mirando a Cailín, de un momento a otro no sentí mis piernas y vi todo negro, luego reaccioné y estaban subiéndome a la ambulancia –Contó Caín mientras nosotros lo escuchábamos con atención.

– ¿Quiénes creen que fueron? –Le preguntó mi primo.

– No sé –Se removió en el sillón quejándose un poco. –Mi padre debe saber.

Yo sólo escuchaba mientras ellos hablaban, a ratos Caín se quedaba mirándome y yo desviaba mi mirada. Golpearon la puerta y Dante se puso de pie para abrir, pero antes miró por el ojo se la puerta.

– Darell –Articuló mirando a Caín. Él solo asintió y Dante prosiguió a abrir la puerta. Darell saludó a Dante y luego pasó, miró a su hijo y luego a mí.

– Hola Cailín –Me sonrió Darell. Lo saludé y luego él saludo a Caín, pero como siempre su hijo era como un tempano de hielo con él.

– ¿Cómo te sientes? –Le preguntó su padre.

– Mejor que ayer, eso está claro –Respondió Caín.

– Sólo vine a verte, estaba preocupado. Jamás habían llegado tan lejos contigo.

– Lo sé ¿Qué pretendían? ¿Matarme?

– No lo sé Caín, en eso estamos. Debes descansar, recuperarte y ya sabrás todo. No he venido aquí para colapsarte en información.

– Solo quiero saber quiénes fueron o quien los mando.

– El tipo de la pelea –Habló serio. Jamás lo había visto tan preocupado. –Los chicos mataron al que te drogó y creo que no se quedaran tranquilos, están haciendo de todo por vengarse. Necesito que te cuides.

- Lo hago –Bufó Caín. –Cuida a Cailín. –Mi estómago se apretó y lo miré fijamente, Darell también estaba mirándolo y luego volvió su mirada a la mía. –Es lo único que te voy a pedir en mil años. –Dijo serio.

– Haré lo posible –Asintió Darell.

Estuvieron conversando por unos minutos más y Darell tuvo que irse, miró a su hijo algo apenado, se le notaba en sus arrugas, ojos cristalizados y cejas fruncidas que estaba muy arrepentido de todas las cosas que ha hecho, se le notaba a kilómetros lo mucho que ama a Caín y que haría de todo por tenerlo a su lado, pero Caín solo es un iceberg con él.

El teléfono de mi primo comenzó a sonar y él contestó, habló unos segundos, al parecer con una chica y nos dijo que vendría luego que debía hacer algo importante. Me quede junto a Caín y él me sonrió desde el otro sillón.

– ¿Estás bien? –Me preguntó. Asentí con la cabeza mirándolo. – ¿Me puedes ayudar? Quiero cambiarme esta camiseta y botarla a la basura.

– Está bien, vamos. –Me acerqué a él y lo ayude a ponerse de pie, él se quejó un poco y luego caminó dando pequeños pasos hasta su habitación. Me pidió que lo ayudara a sacar una remera, me indico cual era el cajón y comencé a buscar hasta que vi una negra que me gustó y era un poco más holgada que las demás.

– Esta –Se la mostré y el asintió. Comenzó a sacarse su polera y luego se detuvo mirándome.

– ¿No te molesta? –Se burló. Negué con la cabeza y el continuó, pero de todas maneras tuve que ayudarlo porque no podía levantar demasiado el bazo izquierdo ya sé que estiraba su piel y también la herida. Estaba usando un parche encima de lo que le habían cosido, aparte aún estaba bastante delicado. Se puso la remera negra y se quedó sentado en la cama mirándome, me senté junto a él.

– No quería preocuparte demasiado ayer –Dijo mirando hacia otro lado.

– No lo lograste –Reí.

– Bueno, me gusta llegar con escandalo –Rio y luego se quejó.

– Me he dado cuenta –Rodé los ojos.

– De verdad gracias, creo que de hace tiempo no agradecida tanto –Suspiró. –Si no hubieses reaccionado rápidamente quizá ahora estarían haciendo los papeleos para ir a enterrarme.

– No hables idioteces –Fruncí el ceño y él me sonrió.

Nos quedamos mirando por unos segundos y él se acercó a mí lo suficiente como para sentir su respiración, baje mi mirada en cuanto sentí que sus labios estaba muy cerca de los míos, mi corazón latía con fuerza y ya no quería ilusionarme más con Caín. Él tomó mi mentón e hizo que lo mirara.

– ¿Qué pasa? –Susurró.

– No sé –Lo miré a los ojos.

– Dijiste que no ibas a alejarte –Su voz me hacía temblar, lo miré en silencio hasta que nos segundos después él se acercó a besarme, pero esta vez dulcemente, tanta fue mi sensación extraña que podría decir que fue hasta romántico. Me gusta tanto tenerlo cerca, me sentía tan única y tan verdaderamente protegida.

Nos separamos mirándonos, pero fui yo la primera en desviar la mirada hacia abajo. Escuché su risa y luego un beso en la frente.

–Eres hermosa Blanca nieves –Se puso de pie con dificultad y yo lo seguí con la mirada. –Tan perfecta que llega a darme escalofríos besarte. 

***

BESOPOS XOXOXO

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