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Capítulo 21

Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía amazon. 

*

– ¿Por qué dices eso? –Habló Dante bajando la voz.

– Porque los conozco. Mi padre ya debe haber movido a sus trabajadores para encontrar al tipo que me drogó porque por lo que supe, con quien se puso a discutir era un amigo de un trabajador de papá –Habló Caín. –Mi papá mandará a matar a ese sujeto y él también tiene mucha gente que lo puede vengar Dante –Mis músculos se tensaron al oírlo. –Quiero decir que no se quedarán tranquilos hasta encontrar a la persona que abrió la boca para decir que me habían drogado.

– Todo lo que le está pasando a mi prima es por causa tuya ¿Lo sabes? Los problemas con Kendall son porque ella está obsesionada contigo, los problemas con esos tipos ahora son porque te drogaron a ti –Decía mi primo muy duramente. –Si yo te hubiese visto en esa misma situación créeme que yo también hubiese dicho que estabas drogado, cualquier persona lo haría Caín.

– Lo sé –Bajó la voz.

– Yo voy a cuidarla, de eso no hay duda –Dijo Dante. –Pero tú también lo harás, no voy a dejar que le pase algo a Cailín porque tu estas metido en problemas y con chicas desquiciadas. Si te ves en la obligación de pedirle a Darell que mate a cualquier imbécil que quiera hacerle algo a Cailín, lo vas a hacer... No quiero verme obligado a alejarme de ustedes por todo esto.

– Yo tampoco hermano, pero sabes que mi padre soluciona las cosas de la peor manera posible y eso va a continuar ¿Entiendes?

– Me importa una mierda Caín. Ya te dije una vez que Cailin es todo lo que tengo y si voy a protegerla tú también lo harás y si eso implica que Darell ponga a toda su gente protegiéndola, será así –Dijo seriamente.

Salí a la sala y ambos me miraron fijamente.

– ¿Por qué ustedes en vez de decirme las cosas que pasan se ponen a conversar de cómo protegerme? –Pregunté mirándolos.

– Cailín –Habló Dante.

– No –Lo interrumpí. –Desde ahora me dirán la verdad, porque ya no quiero meterme en más problemas. Si debo ignorar a Kendall lo haré, pero no sé qué hacer con esos tipos que tú dices que me están buscando –Miré a Caín.

– Es sólo que eres demasiado arrebatada, debes calmarte un poco –Habló Caín.

– Soy así –Fruncí el ceño.

– Vas a dejar de serlo –Se entrometió Dante.

– Entonces que me pisoteen todo lo que quieran, yo sólo mantendré el silencio.

– Debes saber con quién estas metiéndote –Habló Caín. –La vida no es sólo enojarte con todo el mundo, en algún momento como ahora saldrá alguien que tiene más poder que tú y no le importará si te hace daño o no.

– Lo sé, pero ¿Qué querías que hiciera? –Alcé mi voz. –Vi cómo te estaban drogando y no podía mantenerme en silencio, te hubiesen matado. Deberías estar agradecido de eso.

– Lo sé –Dijo bajando la voz. –Intentaré solucionar el problema, pero mantente al margen.

– Esta bien, pero no me oculten nada más, por favor –Los miré intercaladamente.

– No lo haremos –Dijo Dante poniéndose de pie, se acercó a mí y besó mi frente.

--

Me levanté atrasada, me duche rápidamente y salí con el cabello húmedo a tomar un taxi que me dejara en el instituto. Mientras el hombre conducía con precaución yo intentaba maquillarme un poco para no tener aun pegada la almohada en el rostro.

– Llegamos –Me sonrió.

– Gracias –Le pagué y me bajé apresurada.

Entre al salón exactamente a salud mental y no me fije si había llegado Caín, me senté en un lugar vacío y ahí me quede hasta que la hora terminó. Salí de la sala recibiendo múltiples miradas de la gente que conocía a la víbora de Kendall.

– Señorita Taylor –Me detuvo un docente del instituto. –Don Leonardo quiere hablar con usted.

Eso fue como un balde de agua fría en la espalda, asentí sonriendo y luego camine hacia la oficina de Don Leonardo, uno de los administradores del instituto Risco, si me llamaba no era nada bueno y estaba segura que Kendall tenía que ver con todo esto.
Respiré profundo estando afuera de la oficina, golpeé tres veces y unos segundos después abrieron la puerta, era una mujer, de seguro su secretaria quien parecía tener la sonrisa dibujada en la cara... ¿Le pagarán por eso?

– Buenos días ¿En qué te puedo ayudar? –Me preguntó sonriendo.

– Sí, soy Cailín Taylor. Un docente me dijo que Don Leonardo estaba buscándome. –Le respondí. Su rostro se volvió neutral y supe que en realidad estaba en problemas.

– Señorita Taylor, acompáñeme –Caminó y yo la seguí detrás, abrió una puerta que estaba al final del pasillo e hizo que me sentara en una silla frente a un escritorio. –El señor Leo ya viene.

– Gracias –Sonreí.

La mujer se fue y me quede sentada mirando cada detalle de la oficina. Desde todos los papeles hasta las líneas de la madera de la que estaba hecha la mesa.

– Señorita Taylor –Escuché detrás de mí, me sobresalté y lo miré. Me puse de pie y él estrechó su mano junto a la mía, rodeó el escritorio y se sentó frente a mí. – ¿Cómo está?

– Bien, gracias –Sonreí. Si hay algo que odio es que hablen y hablen sin llegar al grano de una vez.

– Supongo que ya tiene un poco claro de por qué la llamé –Habló irguiendo su columna en el respaldo de la silla.

– No mucho –Contesté sincera. En mis sueños más locos quizá me estaban llamando porque me había ganado un premio para irme de intercambio a otro país.

– Por la pelea que tuviste con Kendall DeLuise –Su mirada se fijó en la mía. –Hace más de diez años en esta institución no se han presentado problemas de esa magnitud y no me parece correcto que estén peleando y más encima dos mujeres.

– Lo que pasa es...

– La señorita DeLuise –Me interrumpió –Es hija de otro administrador del instituto y siendo profesional prefirió que viniera yo a hablar contigo porque has dejado a su hija en pésimas condiciones. La educación viene por casa, aquí sólo nos encargamos de entregarles todo lo que necesitan para tener un futuro. No estamos dispuestos a que vuelvan a ocurrir cosas así.

– No volverá a ocurrir –Dije segura. –Lo lamento, pero de verdad ella ha sido la que me fastidia.

– ¿Por qué?

– No sé por qué me odia, pero ese día estuve colapsada –Expliqué. No quería decir que Kendall estaba obsesionada con Caín, ya que lo llamarían a él para hablar y en realidad no era necesario.

– Bien, pero esto es una advertencia. Nos ha tocado expulsar a alumnos quitándoles sus estudios.

– Lo sé.

– Entonces intenta mantenerte lo más alejada de ella posible.

– Lo haré, pero dígale que por favor no me siga fastidiando, yo no voy a ni siquiera mirarla.

– Bien Cailín, gracias –Asintió. Me puse de pie para salir algo agobiada de la oficina. –Y Cailín –Me llamó, me detuve y lo miré. –Si ella sigue molestándote vienes a hablar conmigo, entiendo que ella no sea la mejor chica del instituto.

– Gracias –Respondí sintiéndome más aliviada.

--

Caminé por el lugar que me sabía de memoria, hacia un poco de frío, pero el sol lograba hacerme entrar en calor. Miré la lápida de mis padres unos segundos y cambie las flores por unas nuevas. Estaba lleno de dedicatorias y algunos regalos que sus amigos les hacían, me senté en el césped a un lado e intenté pensar positivo. Cuando era más pequeña lo único que hacía era llorar en la lápida de mis padres, pero ahora no. Vengo para despejarme, pensar cosas positivas y hablar con ellos, parezco una loca, pero me desahogo bastante... Realmente siento que estoy hablando con ellos o a veces solo con mamá que es lo preferible cuando hablo de chicos. Les conté que había conocido a Caín, todo lo que me ha estado pasando últimamente y lo cómoda que estoy viviendo con Dante. Les pedí que me ayudaran de una vez a superar todas esas tristezas que acomplejan la comunicación con las personas y sobre todo con Caín y les agradecí por protegerme y estar a mi lado cuando más lo he necesitado. Me puse de pie cuando sentí que ya era demasiado el frío en mi cuerpo, le sonreí al cemento "Gael y Susan Taylor"

– Nos vemos pronto –Susurré.

Caminé por el largo camino de tierra mientras comenzaba a oscurecer, sentía una gran tranquilidad en mi corazón y algo me decía que ya debía dejar atrás el recuerdo de haberlos visto morir, todo estará bien me repetía una vocecita en la cabeza.
Levanté mi vista para salir por las grandes rejas del cementerio, pero vi a un chico caminando en dirección contraria hacia mí que también iba saliendo, iba con su capucha puesta y las manos en los bolsillos. Me pareció conocido y antes de que él me mirara ya sabía quién era.

– Blanca nieves –Sonrió en cuanto estuvo cerca de mí.

– Hola –Dije sin más.

– ¿Visitando a tus padres?

– Así es –Asentí y luego me quede mirándolo. Sabía muy dentro de mí que él venía a ver a su madre o a su ex novia, pero él no sabía que Ian me había hablado sobre eso. – ¿Y tú?

Él se mantuvo unos segundos en silencio y luego suspiró.

– Mi madre –Respondió. –Y una amiga.

– ¿Tu madre? –Me hice la desentendida.

– No preguntes –Sonrió sin ganas. –Si no nos hubiésemos encontrado aquí jamás lo hubieses sabido.

– Está bien –Fingí. No quería decirle que Ian me había dicho todo, no iba a arruinar su amistad de años.

– Vine en auto, vamos –Dijo moviendo su cabeza para que lo siguiera. Lo seguí y caminamos en silencio hasta llegar a su auto. Ya no sentía esa culpa dentro de mí, así que me sentía bien conmigo misma.

En cuanto abrochamos nuestros cinturones, Caín encendió el motor y volamos por las calles.

– Dile a Annie que Jaxon está obsesionado con ella –Dijo Caín mientras conducía. Sonreí en silencio mirándolo.

– ¿Realmente le gusta? –Me atreví a preguntar.

– Así es –Afirmó. –Habla todo el día de ella. Nunca había visto a Jaxon de esa manera, tan preocupado... No sé –Rio mirando el camino.

– A ella también le gusta mucho Jaxon –Recordé todas las veces en donde Annie me hablaba por horas sobre las cosas que le decía Jaxon y la verdad es que me parecía tan imposible que Jaxon, tan alto, robusto y siempre tan reservado para sus cosas se le insinuara así a mi amiga.

– Llegamos –Habló Caín quitándome mis pensamientos. Estábamos en el estacionamiento de mi edificio.

– Gracias –Sonreí sin mirarlo y subiendo el seguro de la puerta, pero antes de bajarme Caín me detuvo.

– Cailín –Su voz parecía preocupada, mis ojos se quedaron en los de él. – ¿Estuviste con Don Leonardo hoy?

– ¿Cómo lo sabes? –Fruncí el ceño.

– Las noticias vuelan.

– Si, así es.

– ¿Y?

– Le dije que no pasaría nada más, ya no quiero más problemas Caín.

– Cuídate –Me habló serio.

– Lo haré –Sonreí abriendo la puerta. –Nos vemos.

– Adiós –Se despidió.

Me baje del auto y caminé hacia el edificio, pero cuando estuve adentro pude darme cuenta de que Caín esperó que yo entrara para irse.

– ¡Llegue! –Grité en cuanto entré al departamento.

– ¡Estoy acá! –Dante me gritó desde su habitación. Deje la mochila en mi habitación y fui a la suya, abrí la puerta y él me sonrió. Estaba viendo televisión acostado sobre la cama. –Hola –Dijo mientras me acerqué a él, bese su mejilla y me tendí a su lado hundiendo la cabeza en la almohada. – ¿Dónde estabas?

– Fui al cementerio –Lo mire.

– ¿Sola?

– Si, pero me encontré con Caín y él me trajo.

– ¿No subió?

– No, se fue enseguida.

Estuve conversando un rato con mi primo y aproveche de contarle que había tenido que hablar con uno de los administradores del instituto por culpa de la pelea que tuve con Kendall. Él sólo me escuchaba y me repetía que debía ignorarla y que jamás volviera a meterme en problemas porque no quería que nada malo me pasara.

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Viernes, estaba bastante aburrida en mi habitación. Me habían invitado a salir, pero no tenía muchas ganas de ir aparte de que no le he querido decir a nadie que estoy un poco atormentada por las personas que me están buscando desde la pelea de Caín.

– ¿Realmente te quedarás aquí? –Me preguntó Dante por décima vez.

– Si, de verdad quiero dormir –Le respondí algo nerviosa.

– Volveré temprano –Me sonrió besando mi frente. –Te amo.

– Igual yo –Le devolví la sonrisa.

Escuché la puerta de entrada y supe que realmente estaba sola en el departamento. Llamé para pedir sushi y se demoraron alrededor de veinte minutos, puse una película en la televisión y me instale en el sillón a comer y ver la película.

Las horas pasaron, ya eran las 11:45pm y Dante todavía no llegaba, de seguro la fiesta estaba muy buena.

Golpearon la puerta y supuse que era Dante, pero él siempre llevaba llaves. Comenzaron a golpear algo rápido y sin ganas, me asome por el ojo de la puerta y vi a Caín con su rostro ensangrentado. Me atormenté, parecía una película de terror. Abrí la puerta y sus ojos se encontraron con los míos, estaba transpirando, su frente y su boca estaban llenas de sangre. Una de sus manos estaba cubriendo su cadera y estaba pálido.

– Caín –Toqué su hombro mientras que mi cuerpo temblaba del miedo que sentía al verlo así. – ¿Qué te paso? –Intenté hacerlo entrar, pero no pude.

– Ayúdame, por favor –Dijo mientras respiraba rápido. –Dante ¿Dónde está? –Hablaba con dificultad mientras se apretaba la cadera.

– No está, él salió hace unas horas.

– Cailín –Dijo minombre y se estrelló contra el piso antes de que pudiera sostenerlo    

***

BESOPOS XOXOXO

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