Apoyo
Recuerdo una vez,
durante las sesiones de grupo
en el hospital,
nos pidieron escribir
sobre el apoyo.
Desde que había llegado al hospital,
los cuadernos y los lápices pequeños
sin metal se habían convertido
en mi fieles amigos.
Lástima que no tenían el metal,
para hacer mis muñecas sangrar.
Solía extrañar por momentos
esa sensación y el ver cómo
ese líquido rojo lentamente
adornaba la blanquees
en mis brazos de mi morena piel.
Era como un paisaje aterrador pero encantador en mis ojos, acompañado de un dolor que físicamente ni sentía pero era mortal en mi amarga vida.
Entonces me vi en apuros,
pues no sabía que escribir.
Sabía que era el apoyo,
pero de cierta forma nunca lo recibí.
Triste ¿no?
Entonces pensé y me dije a mí misma
con el lápiz entre mis labios.
¿Y porque no simplemente
escribo eso?
Que no conozco el apoyo.
Que siempre lo eh carecido.
Que nunca me an dado ese gran abrigo.
Pero en eso recordé más.
Más de lo que debía.
Recordé como la muerte
había estado presente
desde mi corta vida,
como arrumbaba
mi familia.
Esa familia,
que la mayoría no me quería
y aún no lo hacen.
Y pues los que lo hacían
aya an de estar hechos polvo,
asados por los calurosos días
y tal vez ahogados con las escasas lluvias.
De cualquier forma la muerte ah estado
cerca de mí y muy presente.
No se dio ni el lujo de disimular.
¡No! La muy carbrona ahí ah estado.
¡Muertita y cobrando vida!
Recordé como esos seres
a quienes Dios les dio vida,
y decidió que me la darían a mi
me hicieron daño.
Como ese hombre
solo el nombre y apellido
me otorgó, porque criarme...
¡Criarme a mi!
Jamás sucedió.
Creyó que con sus cajas de juguetes
y su estupido dinero que
duras y me servían para unas sabritas
y unas rondas en las maquinistas
le harían.
No señor.
Usted será mi papá pero mi padre jamás.
Y esa señora quién es mi mamá,
a pesar de que ya la perdone.
Jamás la veré como mi madre.
Pues me crió solo una persona,
y ella fue mi padre y madre.
Recordé esos amigos
que al final me dieron la espalda,
justo cuando me derrumbé ante ellos
con una terrible noticia
de que mi mama podría tener Cancer.
No les importó.
No debió de dolerme tanto,
ya que muchos de mi familia
me rechazaron desde muy bebe
y apuesto que otros hasta antes de nacer.
Siempre me eh visto como
un producto de un aventura,
una infidelidad, un error
y nada más.
Pero pensé en ella, mi ángel guardián.
Quien por cuidar de esta alma perdida
al panteón fue a parar.
Me había sentido culpable
y no era algo que alguien
podía evitar.
Hasta mí mismo abuelo,
lo compartió de una forma
tan indirecta pero directa
mirándome a los ojos
en pleno funeral.
¡Que hipócrita!
¿Acaso se te olvido
como la llamabas?
¿Olvidaste las lágrimas
que caían de sus dañados ojos
cada que le gritabas sin parar?
¿Te olvidaste de las veces que
le pegaste?
Quería gritarle todo eso,
pero ¿quien era yo
ante el?
Yo que me di cuenta
del amor y el apoyo
que ella me dio,
justo cuando murió.
Yo no era diferente.
Le arrebate años,
criando me.
Luego apareció alguien más,
mi tía.
Pero maldita suerte la mía,
ella le fue hacer compañía
a mi querida abuela.
El apoyo se volvió una ilusión.
Mi apoyo en ese entonces,
escribí que era la muerte.
Sin importarle que tan rota
o mal armada no me fallaba.
Nunca me abandonaba
o me rechazaba como
la gente de mi pequeño mundo
en el que en ese entonces
desgraciadamente me encontraba.
-FujoshiiPanda-kun
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