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Latidos acelerados


   Nunca dejaría de odiarse a si mismo por pensar de aquella manera, se detestaba por no ser "normal". No importa a donde mirara, no podía no ver a aquellos hombres de aquella manera, incluso cuando estaban hablando en directo y Spreen dijo aquella frase a la cámara: "el suelo es lava". Aquellos dos chicos que se abalanzaron sobre él en el sofá... Mariana lo tenía entre sus piernas golpeándolo con una almohada suave y Aldo se colocaba sobre él tirando de su hoodie negro, Alex sólo pudo encogerse colocando sus rodillas contra su pecho agarrando su cabeza para evitar que se le cayera el gorro, pero por un momento no pensó en el gorro. No. El pensó en lo bien que se sentía la calidez de aquellas manos sobre él agarrándolo y aveces accidentalmente acariciandolo. O mejor aún, cuando Roier lo acercó a él agarrando su cintura y bajó sus manos agarrándole el trasero con ambas manos sin dudarlo, el recodarlo sólo lo hacía sentir... excitación.

Cuando el directo acabó Alex se frotó el rostro sintiéndose cansado. "Me iré yendo ya, chicos." Dijo Carrera levantándose y tomando sus cosas. "Estoy en la mierda. Quiero mi cama."

"Venga, chao."

"Duerme bien."

"Te vemos mañana."

Los chicos se despidieron de Carrera mientras este se despedía con un amigable choque de puños con cada uno de ellos. "Chao, no se queden hasta muy tarde despiertos al pedo."

"Sólo cenaremos y beberemos un poco." Se quejó Mariana riendo un poco.

Y despues de unas despedidas más, se fue.

"Se me antoja unos tacos."

"¿De dónde sacaremos unos tacos,pendejo?" se burló Aldo. "Estamos en Madrid."

"Ya sé, todo menso el wey."

'Pará, hay muchas cosas más que hay acá." Spreen sacó su celular y buscó que podían pedir, justo en ese momento recibió un mensaje que requería toda su atención. "Me voy yendo también. Tengo una ermegencia que atender." Se levantó de su lugar y se despidió de todos los demás como había hecho su amigo hace momentos atrás.

"Bueno, ve con cuidado." Aldo le intentó golpear la gorra de forma de juego, pero no lo consiguió.

"¡Ya, boludo!"

Ahora era Mariana quien tiró de la gorra haciendo que cayera, como niños pequeños rieron y se despidieron hasta que Spreen se fue dejándolos sin nada que hacer. Fue ahí que el de greñas se levantó y tomó sus cosas. "Yo tambien me voy yendo.." Dijo sin más.

"¿Tan pronto, wey?" Aldo lo miró desde el sofa.

"Tengo algunas cosas en las que trabajar." Mentira, ya casi terminaba todo, sólo le faltaban unas pocas cosas y ya estaría de vuelta a dormir tranquilamente para eliminar aquellas horrorosas ojeras "Pero diviértanse sin mí." les sonrió quitándose sus gafas y el gorro de su hoodie.

"Íbamos a cenar y a tomar, ¿seguro no te quieres quedar?"

"Quedate, wey, no te hará daño dejar el trabajo unas horas." Mariana le sonrió un poco sentado desde su silla con un cojín entre sus piernas.

"El Osvaldo tiene razón, debes descansar un poco de tanto trabajo, Alex." Aldo lo miró con sus adorables ojos tras los cristales de sus lentes.

Era lo último que Alex necesitada, que un grupo de hombres atractivos le pidieran algo casi a suplicas. "Yo.."

"Aparte, no te hemos visto cenar." Roier habló señalando un punto importante. "Te estás descuidando con todo esto del trabajo." Se acercó al chico y le tomó de la mejilla levantando su cabeza con suavidad en un intento de ver su rostro.

"No has comido, apenas duermes y usas gafas para ocultar tus ojeras." Aldo tomó el brazo del de cabello largo desde el sofá tras el sentado y lo apretó con suavidad. "No es saludable, wey."

"Nos preocupas, Alex." Mariana dijo con suavidad viendolos desde el otro lado de la mesa del centro parado.

Quackity no pudo respirar.

Todo su ser se quedó helado, incluso sintió sus mejillas colocarse completamente rojas. Su corazón latía con fuerza y suspiro entrecerrando los ojos sintiéndose ido, esto hizo que Roier le mirara confundido, su mano estaba delicadamente posicionada entre el cuello y la mejilla de Alex, por ende, podía sentir su pulso, podía sentir su latido.

"¿Alex?" Murmuró el de cejas anchas. Pero Alex no respondió.

"¿Qué tiene?" Preguntó Mariana con suavidad.

"Su pulso, va demasiado rápido." Murmuró otra vez preocupado.

Aldo cambió su mano de lugar bajándola de su antebrazo a su muñeca, también sentía el pulso acelerado del chico. "¿Alex? ¿Qué pasa?" Con rapidez se levantó del sofá y se colocó a su lado para mirarlo.

Añadiéndoseles Mariana los miró muy confuso y se acercó a ver qué sucedía.

Alex se sentía vulnerable, tan vulnerable ante ellos que no podía hablar. Se soltó de ellos y retrocedió negando, miraba a todos lados, miraba a todos, no sabía qué buscaba o qué hacía, pero no podía más con el peso en su pecho. "I have to go..." susurró sin darse cuenta que ni habló en español y se fue lo más rápido posible a la puerta para salir he irse a su habitación corriendo.

El Mctrio se quedó confuso viendo cómo el chico se iba. ¿Qué le pasaba a su amigo?

"Chicos, creo que—" Roier comenzó hablando pero Aldo lo detuvo.

"No creo que sea algo que quiera hablar." Lo miró suspirando. "Pidamos comida, pero hay que llevarle algo de comer." Mariana asintió y buscó su celular.



[...]



Alex entró a su habitación sin siquiera encender la luz sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho teniendo la la piel de gallina provocando que se tomara su pecho queriendo llorar. No quería seguir escondiéndose, odiaba estar escondiéndose, quería ser libre y poder expresarse, poder expresar sus sentimientos.

"Si fuera mujer, esto no pasaría..." Se quitó sus zapatos, se quitó su hoodie y se quitó su gorro ante de caminar a su cama y se dejó caer sobre esta. Quería llorar hasta dormirse. ¿Con qué cara les vería mañana?

Tomó la cobija de su cama y se enrolló en esta cerrando los ojos con fuerza, no tardó en comenzar a sollozar, no podía olvidar el rostro de Roier cuando se dió cuenta de sus latidos tan rápidos o cómo su mano le sujetaba con delicadeza, incluso las miradas de los tres chicos en él, esas miradas preocupadas... La situación lo deprimía.

Pasó un rato y no sabía si habían pasado minutos u horas, no llograba conseguir dormirse ni por un segundo. Se sentó y tomó su laptop en busca de algo que hacer, podría terminar su trabajo ahora que no lograba dormir. Mientras entraba a sus archivos en su laptop tomó una liga para el cabello y se hizo una coleta, su cabello ya estaba bastante largo y su coleta le quedaba un poco arriba de los hombros, no mentiría, estaba orgulloso de haber crecido su cabello tanto, pero esto no venía al tema. Se quedó un rato mirando la pantalla de su laptop que se encontraba sobre sus rodillas, el tiempo pasó y él se sentía más tranquilo, incluso se había puesto música en su celular en un volumen decente, nadie fuera de la habitación podría escuchar la música.

"Sí, yo quería ser esa mujer, la madre de tus hijos y juntos caminar hacía el altar, directo hacía la muerte..." cantaba tranquilamente mirando la pantalla tecleando unas cosas sin darle importancia a mucho.

Un ruido espantó a Alex haciendo que dejara de cantar al instante. "Toc, toc." Tocaron la puerta con suavidad y una voz imitó el ruido que se escuchó al otro lado de esta, no le dió tiempo de responder al chico de greñas cuando una figura alta entró a la habitación con una bolsa en la mano mientras encendía la luz. "Hola, ¿te sientes mejor?" Mariana cerró la puerta tras suya para luego acercarse a la cama donde se encontraba el chico menor que él.

Alex agachó un poco la mirada a su monitor y asintió sin más. "Estoy bien..." Murmuró.

"Te traje comida, papi." se sentó en el borde de la cama y le dejó la bolsa sobre esta. "Hay bastantes lugares en Madrid donde venden tacos, puede que no sea lo mismo pero están bien." se encogió de hombros. "Quita el hambre."

El contrarío sonrió un poco, tomó su laptop cerrándola y colocándola a un lado, no se había dado cuenta pero estaba hambriento, muy hambriento. "Gracias, no tuviste que traerme nada." Agradeció mientras abría la bolsa sacando lo de adentro. Los tacos no se veían nada mal.

Mariana observó en silencio cómo Alex comenzaba a comer y no pudo evitar notar que se escuchaba la música del celular de este último llamando la atención del más alto.

"¿Belanova?" Preguntó con un tono tranquilo tomando sus propias manos entre si.

"¿Mmh?" Alex lo miró confundido, al verlo mirar el celular se dió cuenta que hablaba de la canción. "Ah, sí, Rosa Pastel." murmuró encendiendo el celular para pausar la música.

"Es una cancion buena." le sonrió un poco alzando su mirada del celular al rostro de Alex. "¿Puedo?" Preguntó y l e extendió la mano pidiendo el celular, pero el menor no entendió enseguida. Quackity lo miró confundido, con la misma confusión extendió su mano y la colocó sobre la de el Mariana, esto hizo que riera bajo. "No, papi, el celular, dame el celular."

"Ah, sí, sí, lo siento." Le dió rápidamente el celular tratando de ocultar su sonrojo agachando la cabeza para continuar comiendo.

Mariana sonriendo entró al Spotify y escribió algo rápido, casi ni parecía que había otra canción reproduciendo antes.

"Te voy a cambiar el nombre, para guardar el secreto." Se comenzaba a escuchar en las bocinas del celular. Por unos momentos Alex dejó de comer para mirar con curiosidad a Mariana, mismo que se levantaba de la cama subiéndole el volumen al celular. "Porque te amo y me amas... Y a alguien debemos respeto."

El chico comenzó a cantar con pasión mientras se colocaba una mano en el pecho moviéndose de aquí hacía allá. Alex rió mientras tapaba su boca aún comiendo, lo encontraba muy gracioso. "¿Qué estás haciendo?" Preguntó sin dejar de sonreír. Pero el chico alto no le respondió, sólo cantaba y bailaba. El de greñas no sabía que todo este teatro era para subirle los ánimos, todos querían mucho a Quackity, el simple hecho de que no esté feliz o de ánimos los deprimía a todos. Sí que era querido por sus amigos, algunos más que otros... Pero era querido.

Alex dejó su comida de lado para verlo bailar, Mariana sólo le continuó entreteniendo. "Y puedo cambiarte el nombre, pero no cambio la historia~" El mayor cerró sus ojos por unos momentos. "Te llames como te llames—"

"Para mí tú eres la Gloria~" continuó cantando Alex con una gran sonrisa.

En ese mismo momento Mariana abrió los ojos para verle un poco sorprendido, sonrío y asintió, acto siguiente le ofreció la mano al chico. "Esta vez sí puedes agarrarla." bromeó con una sonrisa.

Quackity se sonrojó, pero no sabía sí era por vergüenza al recordar ese mal entendido o sí era porque ese hombre apuesto le estaba ofreciendo la mano. No quería ser raro, no podía ser raro, temía que se sintiera incómodo y que huyera. La ansiedad comenzó a subirse por sus pies hasta llegar a su cabeza provocando que sobre pensara, pero al verlo él seguía esperándole.

Podía... ser egoísta por una vez en su vida y disfrutar del momento.

Alex extendió su mano y Mariana la agarró tirando de él mientras se levantaba de la cama sonriendo enormemente. Comenzaron a bailar juntos, el más alto tomaba la cintura del contrarío con una mano mientras que con la otra agarraba su delicada mano. El de greñas le miraba escuchándolo cantar como si fuera un hombre de la tercera edad escuchando música clásica. Su otra mano que no estaba siendo agarrada estaba sobre el hombro contrarío, mariposas volaban en su estómago y sus mejillas no podían estar más rosas. Una vez más, estaba ido.

Mariana calló al ver como lo miraba con tanta atención, sonrió suavemente y bajó la mirada para verlo directamente a él, sin avisarle dió una vuelta agarrando firmemente la cintura del chico. Alex carcajeó con fuerza agarrándose firmemente, se sentía en las nubes, le gustaba pensar que no estaban tonteando pero en el fondo sabía que no era más que eso.

El chico más alto le acarició el dorso de la mano con delicadeza mientras miraba sonriendo el rostro del más bajo. No se había dado cuenta de lo lindo que era Alexis hasta ahora. "Alex.." murmuró logrando llamar la atención del mencionado. "Eres muy lindo." Alexis abrió los ojos enormemente sorprendido por ese complemento.

"Yo... eh, gracias." respondió sintiendo un calor recorrer sus mejillas hasta las orejas. Osvaldo lo miró en silencio, había dejado de bailar hace unos momentos atrás. "Tu no— tampoco estas mal." sonrió un poco sintiendo nervios.

"¿No estoy mal?" le repitió alzando una ceja y agachando un poco la cabeza para verle con claridad, todo con una sonrisa.

"¡No! Ósea, ¡eres muy guapo!" rápidamente trató de corregirse pero sólo provocó que Osvaldo riera. Alex suspiró un poco aliviado de que no lo hubiera tomado a mal, no pudo evitar agachar la cabeza con vergüenza.

"Delante de la gente no me mires, no suspires, no me llames." El celular seguía con la música.

Un ligero apretón en la mano de Alexis hizo que el chico levantara la cabeza con curiosidad, en ese momento Osvaldo soltó su mano y tomó su mentón. "Alexis, ¿qué te pasó hace un rato?" su tono sonaba preocupado. "Desde que llegamos a Madrid estás actuando raro. No se ve que la estés pasando tan bien."

La sonrisa del chico con greñas cayó al instante.

No quería arruinar las cosas, Mariana era un muy buen amigo suyo, pero temía que al decirle cómo se sentía hacía los hombres cambiara su amistad, peor aún, que se alejara, que le diera asco. Alex se soltó de él y quiso alejarse, pero Osvaldo lo agarró firmemente de la cintura. "Suéltame, por favor..."

"No puedes guardar todo por siempre." Habló otra vez el contrarío con el ceño levemente fruncido.

"Suéltame." repitió agachando la cabeza.

"No sigas huyendo, Alexis."

Osvaldo intentó buscar la mirada de Alex, pero el menor continuaba tratando de evitarlo.
Fastidiado de esto le tomó del mentón obligándole a mirarlo, no esperaba que los ojos del pequeño chico estuvieran llenos de lágrimas. Los ojos del más alto se abrieron enormemente sorprendido, no supo que decir y se limitó a abrazarlo. Alex lo abrazó de vuelta comenzando a llorar fuertemente contra él, cosa que no esperaba.

"Lo siento, Alex, de verdad, no quise hacerte llorar..." murmuraba mientras le agarraba con firmeza escuchando sus sollozos.

"No fuiste tú, Valdo..." Respondió entre llantos. "Fui yo.." Mariana no dijo nada, se mantuvo escuchándolo en silencio haciéndole saber con su calidez que estaba allí para él. "Fui yo con mi egoísmo... Con mi estupido miedo a que sepan.."

Esto solo hizo que su confusión fuera más grande, ¿Que ocultaba Alexis? "¿Es algo tan malo que no quieres hablar sobre ello?" le habló con suavidad mientras comenzaba a acariciar el cabello liso del chico.

Pero Quackity no respondió..

"Si quieres hablarlo estoy aquí para escucharte. Hoy y siempre, ¿si?"

Alexis lo pensó, lo pensó tanto que su cabeza dolía. ¿Porqué darle tantas vueltas? Pues, nadie sabía de sus preferencias. Sus padres no sabían, sus hermanos no sabían, sus amigos no sabían, sus fans no sabían y ni siquiera su gato Tiger sabía. Era tan paranoico con ser lo más hetero posible que nadie había tan siquiera sospechado. Era tanto su miedo por ser tratado distinto que nunca lo dijo aún sabiendo que muchos fans lo apoyarían si lo dijera.

"Osvaldo..."

"¿Sí?"

"Yo.. Nunca le he dicho esto a nadie, pero... pero..." trago fuerte preparándose mentalmente para lo que venía.

Mariana, como la persona tan linda que era, sólo sonrió un poco y le dió suaves palmadas en la espalda. "No tienes que decirme nada si no quieres." la voz tan suave que utilizó hizo que el corazón de el chico dueño del Qsmp se relajara un poco.

"No, quiero decirlo, yo no—" Carraspeó un poco para continuar. "No puedo seguir escondiéndolo y temo que me trates distinto y que no sigamos siendo amigos, que lo disperses y que todos sientan... asco... Que me odien..." A este punto, Mariana se comenzaba a preocupar.

Quackity tomó un fuerte suspiro. Sudaba frío y sus manos temblaban.

"Me gustan los hombres." Soltó cerrando los ojos con fuerza aferrandose a Mariana. Quería sentir toda su calidez antes de ser empujado y/o humillado.

Pero no sucedió lo que Alex pensó que sucedería. No lo empujó, no le gritó cosas recalcando lo asqueroso que era o algo así, no lo apartó en lo absoluto, al contrarío, Mariana carcajeó y lo abrazó con fuerza.

"¡Me estabas asustando, pa'!" Le dió palmadas en la espalda mientras reía. "Parecía que me dirías que matas niños o algo así. ¡Casi llegué a pensar que cogías con perros y la chingada!" Se separó mientras que Alex carcajeaba al escuchar todo lo que le decía, todo con lágrimas en los ojos.

"Lo siento..." Murmuró con una sonrisa tímida.

Mariana le tomó las mejillas y le ayudó de limpiar las lágrimas que caían por estas. "Pero ya, papi. No tiene nada de malo que tengas preferencias por los hombres, no tienes que esconderlo y avergonzarte por ello, wey."

Alex sonrió sintiendo un gran alivio en su corazón. Quería decir algo, pero se sentía tan feliz que más lágrimas cayeron por su rostro. El más alto lo soltó del todo y tomó el celular que hace mucho dejó de sonar, volvió a poner una canción para dejar el teléfono dónde estaba, luego fue directo a tomar otra vez las manos del licenciado para tirar de él comenzando a bailar.

"¡Yo estoy puesto pa' ti y tú te me quitas. Diablo, qué piquete la chamaquita!" Mariana empezó a cantar casi a todo pulmón haciendo bailar al chico de greñas, mismo que no dejaba de reír con las mejillas rosas.

"El corazón lo puso en la neverita. ¡Dice que este verano se queda solita!" Ambos comenzaron a bailar y cantar juntos como si fueran adolescentes en una pijamada.

Alex estaba muy feliz...


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