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Capítulo Tercero ~Stigma~

EL MISMO DÍA EN LA MAÑANA

Suave, tanto como la más fina tela; su largo cabello caía por sus hombros con una delicadeza tal de una hermosa doncella, pero él no, él era un joven que siempre había negado el deseo de sus padre al querer cortar su cabello castaño que seguía creciendo; recordó que esa fue una de las razones por la que lo enviaron con Dustin , para hacerlo más masculino aunque bien sabía que lo hacían para deshacerse de una boca más que alimentar. Dejó que el agua resbalara por su nívea piel mientras las burbujas de jabón se desvanecían dejando aquel aroma tan dulce que siempre lo había caracterizado, el vaho dejó el vidrio completamente empañado y sus ojos se mantenían cerrados mientras de sus labios salía una magnifica canción que alegraba cada una de sus mañanas.

De pronto su cuerpo se le hizo demasiado pesado con el agua sobre su largo cabello mojado y envolvió una toalla en su cintura antes de salir a su habitación donde un Dustin  algo exhausto lo buscaba; notó sus ojos cansados y rojos y supo que aquella noche, al igual que algunas antiguas, había asistido a una de esas peleas que los humanos realizaban para los vampiros capturados, él al igual que Dustin  siempre repudió a la raza mortal, porque se creían superiores cuando su inteligencia ni se acercaba a la de ellos.

— Dustin  — llamó anunciándole que  estaba atrás de él.

— Jan, ¿dónde estabas? —  preguntó Dustin  mientras volteaba con la mirada en el celular — fue un… — pero se detuvo y volteó en cuanto pudo notar la apariencia casi desnuda del contrario quien se había olvidado que acababa de salir de la ducha.

— ¿Fuiste a una pelea callejera otra vez? — A Jan realmente no le importaba que su líder lo haya visto de aquella manera, siempre había mantenido en claro que le gustaba y nunca, jamás en su vida había sido del tipo de vampiros que le avergonzaba sus sentimientos, incluso se lo confesó en la antigüedad — Por tu cara creo que no te fue mejor que antes – paseó frente a él hasta llegar a su habitación donde empezó a vestirse con calma.

— Estaba Nele — anunció decaído.

Un silencio se armó entre ellos, Jan sabía que al mayor le gustaba, no, amaba a Nele, algo doloroso de aceptar pero demasiado obvio para ignorar, dejó que una camisa holgada se deslizara por su cuerpo haciendo notar su hombro suave entre aquella porción enorme de tela, su cabello fue atado en una coleta larga mientras sus pies eran cubiertos por un pequeño corto que era cubierto por la larga camisa. Untó algo de crema en sus manos y la extendió en su rostro mientras cerraba los ojos dejando que el recuerdo de Nele y Dustin  se apartara de su mente ya resentida, “no lo merece” cuantas veces se había repetido eso pero el mayor siempre, siempre escogía estar al lado de la hechizera.

Dustin  vio como Jan salía de su habitación, sus largas piernas níveas captaron su atención, de pronto empezó a subir con extrema lentitud notando una camisón largo y blanco que dejaba ver un poco de aquella piel de seda que siempre había notado en el menor, su cuello largo, labios delgados y unidos en una exquisita línea,  ojos negros como la noche misma, y su cabellos castaños amarrados en una coleta dejando caer en su frente un flequillo que llegaba hasta sus cejas. Disimuló aquella mano que ansiaba tocar aquella suave piel y la colocó en su cabello corto, a diferencia del otro, sus palabras de pronto desaparecieron, Jan siempre había demostrado que podía desarmar al hombre más fuerte del mundo con tan solo su belleza.

— Déjame adivinar — Jan rompió el silencio mientras rodaba los ojos por el anterior comentario que Dustin  había soltado — la situación de querer salvar a Nele es meramente porque la consideras una poderosa maga, bruja y médica que puede liberarnos de esa droga que siempre llega a atormentarnos, y que esto no se acerca a la posibilidad de que lo hagas porque sientas algo por ella ¿verdad?

— Pareces mujer — anunció Dustin  quien no había tomado la más mínima atención de lo que el menor sugirió hace poco — tu cabello…

— Detente — susurró Jan antes de que el alto siga acercándose más — Deus no ha llegado a casa ¿qué hiciste con él? ¿dónde está lucifer?

— Eso… — Dustin  volvió a la realidad — No pude ver cómo hacían pelear a Katharine  y a Cort así que…

— Así que le dijiste a Lucifer que los atacara con toda su manada cuando sabes que hay personas que pudieron defenderse y matarlos en cuestión de segundos — en ocasiones similares a esa, Jan solía comportarse como una madre preocupada — otra vez te dejaste llevar por el enojo y el dolor.

Dustin  bajó la cabeza cual niño regañado haciendo sonreír a un Jan satisfecho por la reprendida que pocas veces se dejaba dar el mayor, quiso jugar un poco con él pero inmediatamente la puerta de su departamento se abrió con gran fuerza dejando que un lobo demasiado herido se acercara a su dueño y cayera a sus pies, Jan se asustó y se arrodilló rápidamente sin importarle rasmillar la piel de sus rodillas, su lobo, Deus, acababa de llegar con una gran abertura en la piel, su hermoso pelaje negro se oscurecía por el rojo de su sangre mientras sus hermosos ojos azules se cerraban con pesadez, queriendo al fin llegar a su muerte pero no sin antes despedirse de su dueño quien lo había criado desde que fue aquel cachorro asustado entre los filosos dientes de un tigre.

Dustin  corrió a la cocina donde alcanzó a llenar un vaso de agua antes de volver a la sala de Jan quien lloraba silenciosamente, lo sabía por qué aquellas gotas saladas caían por su mentón mojando un poco aquel camisón semitransparente, fue su culpa y lo sabía, aun así la preocupación empezó a embargarlo con rapidez al pensar en el estado en el que lucifer se encontraría ahora, quizá si hubiese aguantado el enojo y no hubiese dado aquella orden, quizá ahora todo volvería a ser normal, porque odiaba cuando Jan se enojaba, era demasiado depresivo y sus lágrimas parecían transmitir un dolor que ni él podía soportar, se acercó con cuidado pero en cuanto estuvo a escasos pasos sintió como las manos del menor se cerraban alrededor de sus piernas en un abrazo necesitado.

Jan odiaba cada que ocurría una tragedia pare ellos, aunque fuese un animal, o tan siquiera un ladrón que él conocía, la partida fue dolorosa en todas las ocasiones, la muerte pocas veces los visitaba pero cuando lo hacía los dejaba con un vacío que debían llevar en sus hombros por una eternidad demasiado cargada, Deus lo había acompañado bastantes años, desde que llegó a la casa de Dustin  hasta ese momento, aún recuerda como aquella noche llena de lluvia él caminaba por el bosque buscando algo en lo que terminar con su vida pero al escuchar aquel quejido lastimero decidió ayudar y resultó en él y un pequeño lobo de pelaje oscuro en sus brazos, desde ese momento nunca se habían separado, siempre juntos hasta el momento en el que Dustin  había dado esa tonta orden.

En un determinado momento Dustin  no aguantó como aquellas lágrimas transparentes corrían hasta estrellarse al suelo de la habitación, se inclinó separándose del menor y entonces, poniéndose de rodillas al igual que el otro, lo abrazó tan fuerte que sintió sus huesos crujir, apoyó su mentón en el hombro ajeno y dio algunas palmadas en su recta espalda mientras escuchaba los sollozos que salían quebrados de los labios finos de Jan, esperó y esperó, sin dejar de abrazarle, sin cansarse ni siquiera fatigarse por el calor que sus cuerpos habían creado en aquel abrazo, esperó y siguió haciéndolo hasta sentir como el llanto se detenía y parecía que la luz de aquella persona volvía a brillar, con menos intensidad pero igual de hermosa.

Se dio cuenta que sus ojos hinchados por el llanto estaban cerrados y que su respiración ahora era más calmada, después de tanto llorar Jan se había quedado dormido, en un gesto de cariño Dustin  acunó sus mejillas en sus manos y se acercó hasta depositar un suave beso en aquellos labios que siempre le habían parecido los más finos que nunca antes vio en toda su vida, lo cargó con cuidado y dejó su cuerpo en la suave cama que tenía, observarlo le fue algo inevitable, sus mejillas algo irritadas por las lágrimas que cayeron como mar y su cabello algo húmedo, sus piernas cruzadas entre sí al igual que sus brazos, su escasa ropa cubriendo aquella desnudez que por primera vez deseó apreciar, pero se contuvo. Salió de la habitación en extremo silencio y  vio por última vez al animal muerto a sus pies antes de cargarlo y sacarlo hasta alguna parte del parque de mascotas que siempre veía al llegar a casa, sin que nadie lo viese pateó con fuerza la tierra creando un gran hoyo donde dejó el cuerpo muerto del lobo negro, le sonrió por última vez y con sus manos empezó a cubrirlo.

Se quedó frente a aquella tumba improvisada por un largo tiempo hasta que las luces de la tarde le pidieron que fuera a casa a ver si tal vez Jan despertó y volvió a llorar, conocía el lazo que él y su mascota tenían, desde que lo dejó tener ambos se caracterizaron por una gran energía y animada alegría que contagiaba a todo.

Al llegar a casa prendió la televisión y bajó el volumen para que el menor no despertase, se sentó y se negó a ingerir algo de sangre, odiaba comer cuando sabía que su amigo estaba pasándola tan mal, ignoró su estómago gruñir y en el sillón durmió tan profundamente como pudo. La televisión seguía encendida en un programa de jóvenes que daban su opinión y recomendaban películas que serían del agrado del público, Dustin  se durmió en cuanto empezaban a poner el tráiler de un nuevo documental, soltó un bufido al ver que se trataba del señor Lenz mas no intentó cambiar y dejó que sus ojos se dejaran cerrar por el sueño que desde hace poco sentía.

Despertó cuando la noche estaba en un brillo artificial que cubría la ciudad completa y se sentó mientras frotaba sus ojos con sus puños, se estiró y levantó la cabeza al techo notando como sus manos tenían un brillo rojo que lo cubría, acercó sus dedos nuevamente a sus ojos y los pasó por sus párpados viendo como ahora sus dedos brillaban en rojo, frunció el ceño y corrió al baño donde finalmente notó como su rostro estaba pintando con maquillaje que a veces Nele llegaba a usar, claro que sabía quién le había pintado mientras dormía y se vengaría, de seguro lo haría.

Corrió hasta la habitación de Jan quien fingía estar dormido intentando cubrir la gran carcajada que quería salir desde su garganta, apretó los puños y se abalanzo sobre él inmovilizándolo bajo su cuerpo, atrapando sus dos muñecas delgadas entre una de sus grandes manos, acercando su rostro hasta el menor y notando como éste finalmente reía sin pudor y abriendo la boca tan grande como podía, lo fulminó con la mirada hasta sentir como le otro se tensaba bajo su cuerpo, nunca notó la rapidez con la que le menor se acercó hasta besar su mejilla y así teñirse los labios de labial rojo.

— ¿Te pareció divertido? —  preguntó Dustin  enojado

— Mucho — y Jan volvió a reír a carcajadas — pareces señora de la tercera edad.

— Tú también pareces mujer — respondió Dustin  y sonrió de lado sin soltar sus manos — tienes cabello largo y bonitas piernas — jugó con el menor.

—  No te atrevas, te juro que voy a enojarme si lo haces — lo retó con la mirada.

— ¿No debería enojarme yo? Después de todo soy yo el que tiene toda la cara pintada con un brillo rojo tétrico. — y empezó, sus manos se deslizaron hasta la cintura del menor en un ataque de cosquillas que hizo que el otro se retorciera.

Al final Jan terminó enojado mientras Dustin  volvía a la sala pero esta vez sin dejar que su sueño lo venza, sabía que esta vez Jan era capaz de cortarle algo mientras dormía, mejor estar alerta. Rió bajito mientras miraba como el pañuelo en sus manos tenía maquillaje, siguió limpiándose hasta sentir como aquella grasienta cosa había salido de su rostro, botó la tela al basurero y empezó a observar las enormes calles de Seúl hasta escuchar la puerta abriéndose y patas descoordinadas entrando hasta él.

Lucifer había vuelto a la casa de su dueño con una pata rota y sangre en su pelaje, sus ojos estaban agotados y el hambre se notaba en ellos, Dustin  tan solo abrió los brazos antes el lobo quien se acobijó en ellos, sintiendo un gran frío recorrerle todo el cuerpo a pesar de tener una gran pelaje. En ese momento ambos lamentaban la perdida de uno de ellos, aunque sólo hubiese muerto un lobo la vida para ellos era tan preciada como la muerte.

Dustin  se levantó en cuanto sintió pasos a su alrededor, sus sentidos se agudizaron y escuchó el corazón de un individuo acercándose a gran velocidad, eran dos, otro venía del lado contrario, Lucifer arqueó la espalda gruñendo mientras se preparaba para aullar pero Dustin  lo detuvo, no quería que haya más muertos, suficientes con los de aquella noche. Preparó todo, sacó algunas cuchillas de su cajón junto a la cama y tocó la puerta de Jan quien abrió enseguida entendiendo el problema en el que ahora se encontraban, se armaron y caminaron alarmados buscando a los culpables de los pasos y ruidos exteriores. De pronto alguien se posó en el marco de la ventana.

— Derek  — recordó mientras descuidaba la protección que mantenía.

Derek  se notaba demasiado cambiado a ojos de Dustin , su cabello rubio claro y ojos tan azules como violetas como recordaba, recorrió su cuerpo con la mirada detenidamente, como si no estuvieran a punto de ser capturados, Derek  vestía una camisa negra que por la persecución había sido desabotonada, en su torso varios collares, todos negros o plateados, uno de ellos era un crucifico, algo que llegó a dolerle a Dustin , unos pantalones negros rasgados y zapatos negros. En sus manos vio un arma que pronto empezó a apuntarle.

Una segunda sombra se acercó a ellos, éste tenía el pelo plateado como la luna, unos ojos negros profundos, piel algo morena con una camisa blanca de botones negros, un pantalón blanco con un cinturón negro y zapatillas blancas con las suelas negras, él lo miró detenidamente sus miradas no tardaron en separarse cuando un primer disparo se escuchó en la habitación, Dustin  volteó asustado encontrando a Jan con el brazo herido por la bala que atravesó su hombro izquierdo. Algo estaba mal, Dustin  no entendía la posición actual en la que ambos se encontraban, se suponía que nadie lo encontraría, porque ningún humano se atrevió a buscar entre su misma gente, todos convencidos de que los vampiros no podían camuflarse, de que Dustin  no podía usar lentillas y guardar sus colmillos por un tiempo indeterminado, no lo creyeron y ese había sido su salvación pero era extraño que los cazadores los hayan encontrado con tanta precisión.

Jan sanó de inmediato, su brazo expulsó la bala que atravesó su mano hasta salir por uno de sus dedos, cogió una pistola que era de Dustin  y sin miedo disparó a cualquier parte intentando dar a uno de los cazadores. La sorpresa llegó al ver como la bala llegó al hombre de cabello platinado, la sangre manchó su camisa blanca pero fue sorprendente ver como sanaba al igual que ellos, un humano con el poder de sanar, de seguro esto sólo traería más problemas.

— ¡Dustin! — gritó Jan lanzando balas a donde sea que sus ojos viesen cazadores, no importaba si sólo eran dos, ya habían perdido a varios de sus hermanos por culpa de ellos. — ¡joder, Dustin  reacciona!

El suave golpe que Jan le dio en la nuca fue suficiente para que Dustin  vuelva a la realidad donde las balas pasaban por su lado, donde una de ellas rasgó su piel, volteó a ver a Derek  que seguía atacándolos e intentó acercarse mientras los gritos de su amigo lo frenaban con el miedo de ser atrapados en su tono; vio la mirada extraña del menor en su cuerpo y como volvía a apuntarle con una pistola de calibre 55, sintió algo de tristeza; ver como la primera persona que fue un amor presente convertirse en un enemigo latente, eso era algo que el temible destino planeó para su juego.

— Derek  — se acercó más intentando alcanzar al menor  pero vio como una bala atravesaba la palma de su mano, Derek  le había disparado, no, ese no era Derek.

Enojado, encontró su mirada y la sostuvo hasta notar la total extrañeza en su mirar, no lo reconocía, aquellos ojos que una vez lo miraron con extremo cariño ahora lo veían como un desconocido, una plaga que debían eliminar a toda costa. Sintió la mano de Jan y de un jalón lo llevó hasta el cuarto donde esperaron que sus heridas curaran para volver a salir y así intentar escapar.

— Dustin  — Jan sostuvo la cabeza de Dustin  en sus manos e hizo que lo mirara a los ojos — ¿él es Derek? — recordó como hace tiempo le había contado sobre la corta, extremadamente corta relación que tuvo con un chico que conoció en un colegio humano, no quiso recordar pero lo hizo, cuanto envidiaba al menor — escucha, Dustin … él no está, no te reconoce, ya no es la persona que amabas ¿entiendes? Ahora intenta capturarnos… Dustin  si te atrapan es el final de todos nuestros hermanos, si tu mueres nosotros morimos, no hay salvación sin un líder. — lo abrazó con fuerza sintiendo la ira fluir en las venas secas del alto — Derek  no está aquí, pero yo sí y necesito que me ayudes para así escapar, sabes que te amo no lo olvides y sácanos de esto.

Mientras tanto en la sala Derek  recargaba su pistola y sacaba varias cuchillas diminutas de su pantalón, Sebastian  hacía lo mismo mientras observaba con seriedad el terreno, sus ojos se habían vuelto de un celeste fosforescente, como un depredador en la noche, se detuvo y levantó la mano indicándole a Derek  que guardara silencio, de pronto una sombra resurgió de la noche, sus ojos rojos y sus colmillos blancos como perlas, Sebastian  levantó su pistola y de un solo tiro hizo dormir al inmenso lobo que cayó al suelo. Sebastian  nunca fue de matar animales y ningún frasco con alguna solución química le haría cambiar de opinión. Así que sólo disparó un tranquilizante, el lobo sobreviviría y por su pelaje largo y brilloso se dio cuenta que era el líder, seguramente luego lo necesitarían.

Volteó a ver a Derek  quien no apartaba la mirada de la puerta de aquella habitación donde los dos vampiros habían entrado, lo tomó de los hombros e hizo que lo viera, su ceño se frunció y arrugó los labios, sus ojos azules se convirtieron en un rojo intenso como el de los vampiros, Sebastian  era un experimento que las empresas LCK estaban poniendo a prueba, por esa razón sus ojos cambiaban de color, se acoplaban a la noche y a la luz del sol, se sanaba con rapidez y su fuerza era más grande que la de cualquier musculoso humano, lo que a Sebastian  le hizo cazador fue un frasco de soluciones químicas.

— Derek  — zarandeó su cuerpo — estás controlando tus golpes, estás fallando a propósito, sé que tus balas llegan a su destino en todas las ocasiones, ¿qué ocurre ahora? — Sebastian  nunca dejaría su parte humana, se preocupaba por su amigo, siempre lo había hecho incluso cuando lo entregó a su padre como un conejillo de indias.

— No… no lo sé — Derek  bajó la cabeza y vio como sus manos temblaban, nunca había ocurrido, sus manos tan firmes y seguras así como letales, siendo uno con la pistola y una extensión más de la más fina katana ¿qué ocurría ahora?

— Escucha, yo atrapo a la chica y tú vas por el alto.

La puerta de la habitación se abrió y los cuatro presentes salieron de sus escondites para pelear, Derek  sacó la katana que siempre llevaba y como un león se lanzó hasta el cuerpo de Dustin  enterrando el filo de la espada en su torso, atravesando un corazón que no existe, no podía matarlo, era imposible a menos que cortaras su cabeza, Derek  debía llevar a los vampiros con vida para examinarlo y en el caso de su acompañante tener un nuevo sirviente que vender. Dustin  no se detuvo, no contuvo ningún golpe y luchó, arrojó el cuerpo del menor hasta la pared quebrándola, ahora debía sobrevivir para escapar, para  sacar a Jan sano y salvo de aquel lugar.

Derek  se levantó con rapidez viendo como Sebastian  atrapaba a su oponente, Dustin  se acercó hasta Derek  con sigilo y apretó su cuello con una mano elevándolo hasta el techo, lo vio directamente a los ojos notando un deje de tristeza uno muy oculto en sus pupilas pero no quiso ceder, abrió sus labios y sus colmillos brillaron como perlas recién pulidas, se acercó al cuello del menor dispuesto a beber de sus sangre, a drenarlo por completo y dejarlo muerto en el suelo como seguramente él había hecho con algunos de sus hermanos, pero en cuanto lo intentó el dolor más agudo en el pecho lo detuvo. Aún  lo amaba.

Derek  aprovechó el descuido del alto y se soltó de aquel agarre corriendo hasta su katana y volviendo a enterrarla en el cuerpo del alto quien sonrió con nostalgia, podía vencerlo con tal facilidad pero no pudo, nunca hubiese podido. Se dio la vuelta encarándolo y sacando la katana de su hombro para lanzarla lejos de la sala pero tan pronto se distrajo sintió el frío de una pistola en su cráneo.

— Al piso — exclamó Derek  quien empuñaba el arma con miedo.

— Derek  — Dustin  susurró con nostalgia — ¿acaso no me recuerdas?

— Nunca conocería a un asesino chupa sangre como tú, odio a toda tu especie.

Ya se había asegurado, Dustin  bajó la mirada dolido pero la levantó con furia, sus ojos rojos, sus colmillos largos, orejas puntiagudas y de su espalda salieron dos alas negras y brillosas, tan hermosas que distrajeron al menor el tiempo suficiente para que Dustin  lo acorralara al suelo con sus manos mientras abría su boca para chupar su sangre.

— ¡Alto! — gritó Sebastian  — si lo matas, la mato — Entonces Dustin  levantó la vista encontrando a Jan sangrando y con un cuchillo en su cuello — si quieres salvar a tu amiga aléjate de Derek  con cuidado

— ¿Amiga? — Jan frunció el ceño, a pesar de estar agonizando en dolor nunca callaría las opiniones filosas que salían de sus labios — soy hombre, ¿qué eres idiota para diferenciarlo?

— ¡Silencio! — Sebastian  hundió un poco el filo del cuchillo en la nívea piel de Jan

— No lo hagas —  susurró Jan sin apartar la mirada de Dustin  — sabes que no soy importante, si tú mueres todos morimos, si tú te salvas hay salvación para nosotros.

Dustin  gruñó y se alejó de Derek, levantó la manos y se arrodilló dejando sus manos detrás de la cabeza mientras ocultaba sus alas entre su piel morena, se rendía porque perder a Jan sería perder lo último que realmente le quedaba entre aquella mierda de mundo, porque todos habían sido capturados o asesinados mientras Jan se quedó a su lado evitando se atrapado por la única razón de no dejarlo sólo, porque Jan amaba a Dustin  y Dustin  siempre había agradecido aquel gesto que le daba, le recordaba que ellos podían sentir y que la muerte no predominaba completamente su cuerpo y mente, no perdería a Jan.

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Lo viste — Jan sonrió mientras alzaba las manos al cielo donde Dustin  extendía las alas y volaba por los aires — aprendí a volar.

Venga — Jan bufó — ahora tu ego crecerá más que antes, ¿qué haré contigo? Ni siquiera puedo dejar de amarte se lamentó vagamente

Te llevaré a donde quieras —  Dustin  bajó y se paró frente al menor — ¿dónde quieres ir?

No importa, sólo sácame de aquí… si mi padre sigue a este ritmo temo morir

Dustin  sonrió y lo abrazó con fuerza antes de alzarse en el aire con el menor en sus brazos.

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Jan apretó los puños, impotente ante aquella escena, Dustin  estaba dando su libertad para salvarlo, para salvar a un vampiro al que sus propios padres habían rechazado, ¿valía tanto la pena? Elevó la vista hasta Derek  quien se acercaba al alto con una katana en las manos y lo golpeaba con el estuche hasta dejarlo inconsciente en el suelo, frunció el ceño y mordió la mano que lo tenía preso hasta escuchar un chillido y sentir un golpe en su nuca que lo dejó desmayado al igual que Dustin .

“Si tú mueres todos morimos, si tú te salvas hay salvación para nosotros”

Un fuerte rayo de luz cubrió sus ojos quemando su piel y cegando su vista, era la tercera vez que sentía como el agua helada golpeaba su cuerpo con tremenda fuerza e ira, la décima en la que un martillo golpeaba sus piernas y la segunda en  la que un grito lastimero salía de sus labios, no hablaría, no podían obligarle a hacerlo. Ninguna información saldría de su boca, nada.

Las ventanas fueron abiertas y sintió como la luz del sol invadía su piel, sintió como ésta se endurecía como la porcelana y pedazos empezaban a desprenderse de su cuerpo, la debilidad aumentó mientras su vista se oscurecía hasta el punto de quedarse totalmente ciego, escuchó voces y murmullos, la misma pregunta de “¿dónde están tus hermanos?” o “¿cómo es que no hacen nada para salvarte?” pero la que más llamó la atención fue el grito agudo de su amigo en un deténgansemurmullos que parecían lejanos a pesar de ser gritos. Pero entonces un cuerpo se abalanzó sobre él cubriéndolo del sol y recuperó la vista notando como Jan le sonreía mientras lo abrazaba con fuerza. Jan tenía una rapidez extraordinaria, siempre la envidió pero ahora quería reclamar que lo haya mostrado a la ligera, sabía que los humanos investigaban hasta que sus cerebros ya no puedan absorber más, sabía que al ver aquella habilidad que Jan había adoptado por las constantes corridas que su padre le obligaba a hacer, lo estudiarían, al igual que a él por tener alas.

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