Capítulo Décimo segundo ~Derek~
Todo se hacía tan efímero en su cabeza, podía sentir todo tan vivo y a la vez la lentitud se le hacía demasiado insoportable, su mente poco a poco empezaba a abrir los ojos, a elevar la mirada y notar toda la oscuridad que siempre tuvo, o que quizá se instaló en el momento en el que decidió que lo mejor era dejar que su padre tomé las riendas de su vida, su pasado y futuro, quizá fue aquello lo que inició toda aquella oscuridad. Él se encontraba desnudo, lo notó por el frío que recorría su cuerpo y que acariciaba con fuerza cada vello de su ser lampiño y delgaducho.
La primera luz que notó fue la de una sustancia desconocida para él, un líquido rosa demasiado chillón que llegó a lastimar sus ojos empezó a flotar frente a él, el suave murmullo de la brisa jugaba y danzaba en sus oídos mientras sus ojos intentaban cerrarse para evitar que el color lo lastime, ahora entendía lo que aquella persona que una vez conoció sentía, pero nuevamente la curiosidad lo mantuvo alerta. “¿Quién era aquella persona que recordaba?” aquella a la que los colores le lastimaban, sólo recordaba letras cuyo orden no tenía sentido, recordaba una “n” que resbalaba por su lengua cuando mencionaba con tanto fervor aquel nombre, recordaba a aquella persona pero ahora se le hacía tan lejano aquel presente que no entendía si debía recordar o debía olvidar.
Escupió el vago sonido de una “n” que no encontraba su hogar, el sonido que su boca producía le causaba escalofríos, era demasiado ronca, como si miles de voces más se alzaran cuando él hablaba, ¿hablar? ¿Tan siquiera recordaba eso? Apenas y recordaba como parpadear, todo lo demás eran ordenes sin sentido que no sabía cómo cumplir, sus dedos se movieron y su cuerpo que estaba refugiado tras sus piernas empezó a estirarse para notar como el frío golpeaba insistentemente su cuerpo. Pronto todo aquel espacio oscuro empezó a tomar color y forma, la sustancia rosa que lastimaba sus ojos seguía rondando tras él.
Su cuerpo fue cubierto por una ropa diferente, la reconoció al instante, cando vio un salón de clases, él lo veía todo desde un ángulo diferente, podía escuchar lo que pasaba al otro salón de clases y podía verse a sí mismo en aquella silla, totalmente asustado mientras ocultaba algunas lágrimas detrás de una sonrisa simpática que nadie notaba pues todos lo miraban con desdén. Derek retrocedió un poco al desbloquear aquel recuerdo, uno en el que era odiado en la propia escuela de su familia, en la que todos lo aborrecían por ser superior y creerse inferior, cerró los ojos, negando el hecho, negando la realidad y aferrándose a la mentira que un día su padre le obligó a creer.
— No — susurró, la sonrisa en sus labios seguía presente, una risa rota.
Se dio la vuelta entrando a otro recuerdo, desbloqueando una nueva memoria que se le fue ocultada por muchos días. Sus pies no le obedecieron y empezó a avanzar hasta una sala de hospital, reconoció a su padre junto a un doctor que se le hacía conocido, ambos viéndole en una camilla de hospital, la cabeza vendada y rastros de sangre en sus labios y oídos.
Acercó su mano hasta el recuerdo de aquella vez cuando él mismo estuvo en una camilla de hospital, aquella memoria se le hacía más fresca, se le hacía más familiar y sobretodo la voz neutra de su padre, una entre temor y arrepentimiento; otra entre oportunidad y alegría. Aquel recuerdo se le hizo doloroso cuando vio como el líquido rosa que lo perseguía entraba en aquel recuerdo hacia un Derek que seguía postrado en una cama, quiso retroceder y salir pero su cuerpo no le hacía caso, había algo que debía ver en aquella escena, en aquel momento.
— Fue peligroso — escuchó decir al doctor — su cuerpo no fue lo suficientemente fuerte para soportar la sustancia que le inyectó, su cerebro cortó toda conexión de su cuerpo para protegerse.
— No pensé que fuera así — pronto la mirada de Alexander se posó en su hijo, sus ojos expulsaban desilusión, deshonra, odio — Creía que podía soportarlo, creí que mi hijo era más fuerte que esto.
— Aprecio su curiosidad, Señor Lenz, pero somos completamente diferentes, los vampiros son demasiado fuertes, sus capacidades sobrepasan las nuestras, todo lo que ellos almacenan sólo es capaz de sobrellevarse cuando una persona muere, porque ya no hay nada más que lastimar y se acoplan a su forma.
— Tengo la esperanza, sé que hay alguien capaz de soportar todo lo que deseo.
— Personas fuertes, debe ser una persona que aprenda a soportar la muerte lenta de su cuerpo, porque sólo eso conseguirá.
— ¿Cómo está ahora?
— Logré sacar la mayoría — el doctor tomó un tubo de cristal donde aquella sustancia rosa chillón se encontraba, en movimiento y grumosa, dispuesta a atrapar a cualquiera — tuvo mucha suerte, sólo perdió sus recuerdos recientes, su cerebro fue muy veloz para protegerse.
— Es genial.
— Sí, creo que su hijo no es fuerte pero tiene una gran motivación para sobrevi…
— No, eso no — Alexander sonrió, sus ojos se enchiquecieron — Mi hijo ahora es un papel en blanco — su mirada regresó al doctor que lo veía intrigado y algo asustado — La humanidad necesita más cazadores que hijos.
— Pero, señor.
— ¿Conoce a Thomas Necker? Un perfecto entrenador, los mejores cazadores fueron instruidos por él. En cuanto consiga un conejillo de indias lo enviaré con él.
Derek finalmente pudo moverse, una lágrima caía por su ojos, sus labios se encontraban sellados por el dolor que aquello llevó, su propio padre dispuesto a sacrificarlo para crear un cazador más en el mundo, sin importarle que haya estado demasiado cerca de su muerte, sin importarle el dolor que aquello causaba.
Retrocedió asustado mientras su mente empezaba a recordar cada hecho después de aquello, cada persona que cruzó su vida. Ahora se veía a sí mismo como una persona sin corazón que estaba dispuesto a hacer cualquier capricho que a su padre se le ocurriera, ahora se veía como un cazador que mataba y lastimaba sin importarle lo que después harían con ellos.
— Sebastian — aquel nombre resonó en su cabeza, al encontrarlo en uno de aquellos recuerdos donde él era el malo — No lo hagas — y pudo notar como lo había engañado para llevarlo a su casa y así que su padre experimente con él — No me sigas, ¡no! — su corazón empezó a latir con demasiada fuerza cuando lo vio cruzar la puerta de su antigua casa — Ve con Maik — susurró ya cansado intentando tomar el brazo de Sebastian y así sacarlo de aquella trampa pero todo sólo eran recuerdos que no podía alterar.
Cerró los ojos en el momento que un último suspiro de vida escapó de Sebastian, cerró los ojos e imploró perdón al cielo.
Lo demás dejó de importarle y tan sólo los recuerdos siguieron en su cabeza rondando, apareciendo y desapareciendo con rapidez, la tortura fue el momento más fácil de ver, pues creía que se merecía lo que pasaba dentro de aquel lugar.
— ¡Otra vez! — El grito fue tan fuerte que el ser que yacía casi sin vida en el centro del patio se levantó del susto intentando recuperar el poco aire que sus pulmones almacenaban — Otra vez.
Se levantó con las piernas temblándole y el sudor recorriendo su rostro hasta dejarse caer en el suelo, pronto el dolor se coló en su abdomen quien a gritos le exigía que se detuviera, su cuerpo rogaba un descanso pero la inconfundible voz a lo lejos se lo impedía, con una flecha apuntando a su cabeza a cada segundo, en ese momento era seguir o morir y no quería dejar esta vida, no cuando aún tenía la leve esperanza de sentir como el aire de la tarde golpeaba su rostro, escuchar los murmullos de varias personas ya sea quejándose o llorando, sólo quería volver a recordar lo que era sentirse vivo y ver vivir a los demás.
Su cuerpo se levantó con dificultad y entonces sintió como una persona lo sostenía de la espalda mientras trataba de hacerle caer, sentía el dolor en cada parte de su cuerpo y escuchaba la respiración pesada de su contrincante en su oído, podía sentir los latidos ajenos en su espalda y el miedo que compartían se presenciaba en el aire, pero no podían parar, se separaron y los golpes fueron más duros, golpe tras golpe, patada tras patada, mientras la sangre corría por sus rostros sin descanso y el sudor se almacenaba en la ropa de pelea que tenían para esas ocasiones.
El lugar parecía estar al aire libre pero si levantabas la vista claramente podías reconocer el techo pintado de celeste y las luces claras que le daban un aspecto natural, podías pensar que estabas en el exterior pero te mantenían encerrado hasta que creían que estabas listo para ser un cazador más en aquellos tiempos de desgracia.
— Otra vez — la misma voz volvió a hacerse escuchar en cuanto cayó al suelo, sus piernas ya no daban pero debía levantarse — ¡Arriba!
Apoyó sus manos al suelo y volvió a levantarse, sus rodillas rogaban por doblarse y dejarse caer pero el miedo podía más, sus músculos ardían y la garganta tenía un leve sabor a sangre, ya no podía respirar por la nariz, el simple acto le quemaba los pulmones por lo que debía abrir la boca a cada segundo para tomar una bocanada de aire que no era capaz de llegar completo a sus pulmones.
Nuevamente la pelea se dio, su rival golpeaba su estómago sin descanso mientras él imploraba a cualquier dios para que lo saque de ese lugar, el infierno no podía ser peor que aquello. Sus labios se tiñeron de sangre al igual que el suelo, había escupido un gran chorro de sangre debido a la hemorragia interna que los varios golpes habían producido, su cuerpo ya no daba más pero sabía que podía derrotarlo, simplemente sus músculos se negaban a colaborar. Segundos después cayó al suelo donde decidió dejarse morir porque el dolor ya le era insoportable.
— No te contengas — La voz esta vez se dirigía a él — levántate y otra vez.
Después comenzó a ver la muerte y tortura de varios vampiros, todos capturados por él y Sebastian, todos implorando la piedad que él ahora necesitaba, suplicando un perdón que no era necesario pues poco de ellos realmente habría matado a alguien. Cerró los ojos y dejó que su cuerpo cayera en el suelo, sus rodillas fueron apretadas contra su pecho por sus manos, y ocultó su cabeza sintiendo como las lágrimas pronto se harían notar, quiso tapar sus oídos al escuchar los gritos de miles de vidas que había quitado pero sus manos estaban congeladas por el miedo y el dolor, no quería moverse pues temía que el fin llegue y todo sea mucho peor. Derek necesitaba ver aunque sea una acción buena en toda su vida, necesitaba que alguien salve lo poco de bondad que alguna vez hubo en su cuerpo y quizá sea demasiado pedir pues sentía que no lo merecía, y más cuanto la traición, odio y muerte marcaba su pasado con una tinta roja que nunca podría quitar.
— Derek — fue aquella voz la que hizo que alzara la cabeza hasta notar una nueva captura de vampiros, él con Sebastian acorralando a dos vampiros en su propio hogar, pero algo en el vampiro de piel morena le hizo sentir paz.
Aquella voz fue la que le hizo levantarse, sus pies caminando con una lentitud tortuosa y sus lágrimas cayendo con más fuerza, todo se detuvo para que sólo se acerque y así poder elevar la mano hasta aquel vampiro que había mencionado su nombre, su mente todavía no desbloqueaba aquel recuerdo, todavía no podía ver todo con mucha claridad pero algo en él le llamaba la atención. Al estar frente a él elevó su mano, sus largos dedos temblando ante aquella imponente figura y aquellos ojos que se le hacían demasiado nobles. En cuanto tocó su piel todo volvió a comenzar y un disparo se escuchó.
— ¡No! — cerró los ojos y quiso abrazar aquella figura buscando protección pero todo se desvaneció ante su voz.
Se elevó en el aire y vio como los recuerdos retrocedían, sintió nuevamente el ambiente cálido y pudo verse en aquella silla del salón de clase, había vuelto al principio pero esta vez quiso quedarse para ver todo lo que ocurría en aquel lugar, limpió sus lágrimas y escuchó la campana del recreo sonar, se vio a sí mismo temblando y Derek ya conocía lo que venía, varios chicos lanzándole sus almuerzos, mofándose de su situación y él tan sólo guardando silencio llorando en su asiento.
Fue el jugo de limón que una de las chicas le lanzó lo que finalmente hizo que se levantara y caminar a cualquier parte, lo siguió, sintiendo cierto nerviosismo, las manos le seguían temblando y sus ojos ya estaban secos ante lágrimas, todo por la curiosidad de ver lo que ocurría en aquella parte de su vida, algo que todavía no recordaba. Entró a la sala del profesor de educación física, donde guardaban todos los balones y colchonetas, se hincó y empezó a llorar, Derek lo veía con tristeza, prefería miles de veces ese pasado al presente en el que estaba del otro lado, prefería ser la víctima, se le hacía más fácil y llevadero.
El sonido de la puerta siendo abierta abruptamente los hizo saltar y Derek vio como el mismo vampiro que había visto en su futuro ahora se notaba frente a él, su piel estaba casi quemada y podía ver como parecía expulsar humo, se quedó quieto al notar como en ese recuerdo él ofrecía la ayuda a aquel vampiro, quizá no lo sabía en aquel instante pero tampoco le importaría.
Luego de aquello todo sus recuerdos pasaron como risas, como alegría y felicidad, sentía el cariño de finalmente tener un amigo, pero algo no estaba bien, todavía no recordaba todo con precisión, todavía no podía ver su rostro nítido en constancia, todavía no lograba ver su cuerpo completo, lo recordaba pero todavía no lo veía con claridad y sentía una gran desesperación por que todo aquello acabe, quería volver a despertar y disculparse por todo lo que hizo, aunque bien sabía que sus disculpas no ofrecerían la libertad a nadie. Lo sabía.
Se congeló en aquella noche donde logró llegar a un pequeño pueblo, seguía al vampiro que no conocía que estaba tras él, Derek veía todo cautivado, la sonrisa que tenía en el pasado le hacía demasiado feliz, estaba tan contento hasta ver como entraba en la casa del alto sin que éste se diera cuenta y ahí, dentro de aquella casa, al ver como ambos cuerpos se unían comprendió que aquel amor siempre estuvo tras él, implorando por salir, jugó un poco con sus manos mientras sonreía completamente alegre de que todo aquello sea lo que guardaba su pasado, feliz de haber encontrado un trozo de felicidad.
Pero todo se rompió al amanecer, cuando una llamada de su hermano lo levantó.
— Nuestro padre te necesita — aquella voz se le hizo extraña, y sólo en ese momento lo pudo notar — necesito que vuelvas a casa de inmediato.
No hizo caso al miedo que sentía y sin despedirse salió de aquella casa hasta llegar donde su familia y así ser capturado y utilizado como uno de los primeros experimentos de su propio padre. Sin embargo casi en su último momento de consciencia sólo un nombre resonaba en su cabeza.
~0~
— Dustin — susurró, sus ojos finalmente se abrieron y pudo notar un lugar desconocido, el techo completamente cubierto por tela decorada, algo antiguo pero bonito.
Sus ojos recorrieron el lugar, los muebles barnizados y el piso alfombrado, las ventanas dejando entrar una luz del sol demasiado cálida, pero él se encontraba en la sombra, una mano en su cintura y otra bajo su cabeza, el frío fue lo primero que sintió, pero el calor del poco sol que entraba contrastaba con todo y se volvía acogedor, sus ojos se cerraron una vez más y se armó de valor para darse la vuelta y así notar el rostro que había sido protagonista de sus recuerdos más importantes, alzó la mano para rozar la piel de aquel vampiro con sus dedos, el miedo a que se desvaneciera estaba presente pero se esfumó cuando notó como todo seguía tan intacto y cálido como en el principio.
Unos ojos rojos se abrieron y entonces sus miradas se encontraron hasta notar una sonrisa en los ojos del vampiro, Derek sonrió igual, tan grande como pudo.
— Dustin — volvió a repetir mientras su pulgar acariciaba la piel debajo de sus dedos.
— Aquí estás — Dustin vio la verdad en sus ojos y apretó el agarre en el cuerpo del menor, atrayéndolo hacia él para así poder apreciar mejor aquella bondad que notó el primer instante en el que lo conoció — Aquí estás.
~0~
Sebastian mantenía la cabeza apoyada en la camilla de aquel hospital, su cuerpo se mantenía frágil mientras sentía como el último gramo de vida parecía escaparse de su cuerpo, una ligera gota se deslizó por su mejilla anunciando el llanto que pronto vendría, sus fuerzas se habían acabado, sus manos permanecían lánguidas a sus costados mientras sus piernas igualaban en estado, su cabeza pronto explotaría si es que sus ojos no se salían de sus cuencas antes.
Escuchó pasos tras él y no pudo voltear, la debilidad de su cuerpo le imposibilitaba cualquier tarea que para otro era algo normal y fácil, Sebastian comenzó a dejar que las millones de lágrimas salgan de sus ojos, las emociones colmaron su cabeza y su mente dejó de funcionar un momento para recordar el lugar en el que se encontraba, había vuelto al mismo lugar en el que su nueva vida comenzó, el viejo laboratorio de Derek lo mantenía preso mientras su mente viajaba por todo el lugar buscando a su vampiro y esperando que cualquier persona se apiade de él y evite que vuelva a por él, porque por más que le doliera sabía que el menor estaba mejor lejos, que con él, cuando él mismo podía morir en cualquier momento le dolía pensar que Jan presencie aquella tragedia.
Sintió una mano en su hombro y negó con la cabeza, sus labios temblaban y le faltaban fuerzas para abrirse y dejar salir palabras hirientes, porque era eso lo que quería decir, sólo negó con lentitud esperando que su cuello no se rompa ni su piel se parta, negó tres veces esperando que fuera suficiente pero aquella mano no se apartó de su hombro y aquella mirada pronto encontró la suya buscando un perdón que Sebastian no planeaba darle.
— Lo lamento — soltó Maik mientras sentía como el alma se le partía al ver las lágrimas del mayor — mi intención no era esta, Sebastian, no quería que nada malo te pasara, me prometieron tu vida pero fue mentira y ahora estás pagando por mi ingenuidad, cuanto lo lamento.
— V… v…e…e… — no podía más, lo juraba y lo sentía, su cuerpo estaba rogando por un descanso y Sebastian anhelaba dárselo pero primero debía asegurarse de que su vampiro esté a salvo, sabía y reconocía que si Dustin lo encontraba no tendría que preocuparse pero se odiaba por no tener la suficiente fuerza para ayudar — e… — lo único que logró conseguir con todo el esfuerzo realizado era levantar un dedo señalando la puerta de salida.
Maik negó, su mano se separó pero inmediatamente, cuando Sebastian pensó que todo había acabado, sintió un fuerte abrazo, el calor que emanaba del cuerpo del menor lograba refugiar el suyo que se mantenía helado por la muerte que en ese momento seguía acosándolo y planeaba llevárselo, por un pequeño instante ninguno se separó o intentó hacerlo, por un momento Sebastian sintió algo de paz en toda aquella molesta vida que le habían creado con química y medicina.
La suave melodía de aquella tarde resonó en sus oídos por aquel silencio que quería comerse a ambos, Maik se separó con cuidado de Sebastian mientras este mantenía la calma y las esperanzas de retener las pocas fuerzas que tenía.
— Interesante — una tercera voz hizo su presencia en aquel laboratorio alertando a ambos amigos que en ese momento intercambiaban miradas de oraciones demasiado complejas para ser entendidos por el extraño — no se detengan, mañana olvidaré todo lo que ocurre no se preocupen.
El ambiente se volvió tenso en cuanto el hombre alto de cabellera roja ingresaba completamente, acercándose a Sebastian quien sentía el odio que aquella mirada extranjera emanaba, su cuerpo tembló ligeramente y con un poco de esfuerzo volteó a ver a un Maik que seguía estático en aquel lugar, pasó cerca de dos segundos hasta que el menor entendiera lo que Sebastian deseaba así que aclaró su garganta algo nervioso de la presencia completamente extraña del recién llegado.
— ¿Quién eres? — preguntó Maik
— ¿Se me olvido presentarme? — el hombre rió suavemente mientras inclinaba su cuerpo en forma de una disculpa, una muy falsa y mecánica — que irrespetuoso de mi parte, lo lamento, mi nombre es Thomas Necker soy un cazador como ustedes así que se me olvida mucho las formalidades.
— Es...
— ¿Tú eres Sebastian verdad? — interrumpió Thomas mientras sacaba de su maletín un líquido verde parecido a la savia de algún pastizal — Me dijeron que estaba agonizando así que traje algo de medicina, en mi país hay varias personas como tú y es algo irrelevante los efectos secundarios de todo lo que meten en nuestro ADN, nosotros lo combatimos con algo que Derek inventó cuando viajó hasta Alemania para ser entrenado, me sorprende que no te lo haya puesto en cuanto vio tu estado decadente.
— Espera — Maik detuvo la mano del extranjero en cuanto vio como éste intentaba inyectar algo que él no conocía al cuerpo de su amigo — ¿qué es eso?
— Una cura — Thomas no era la persona más amable y paciente del mundo, pero tenía una gran agilidad con su cuerpo así que con su pie logró que Maik cayera al suelo para evitar que lo siga distrayendo — no voy a matarte, espera a que esto funcione y me lo agradecerás te lo juro sólo sentirás una pequeña punzada y todo volverá a ser como hace dos días.
Inyectó directamente en la vena y con tranquilidad lo sacó.
Segundos después Sebastian pudo experimentar su propio infierno, el dolor llegaba hasta los cabellos y su garganta se había cerrado con totalidad, en minutos sintió como parecía que todo a su alrededor daba vueltas, las piernas y brazos se movían sin motivo alguno y su cabeza seguía sin fuerzas al igual que su cerebro lo que impedía poder evitar todo el sufrimiento.
Thomas guardó la jeringa en su maletín y alzó la mano al sentir como Maik se acercaba a atacarlo, su agilidad le permitió sostener el cuerpo del alto con un solo brazo mientras sus piernas se ocupaban en hacer que caiga al suelo de rodillas justo frente a la camilla donde Sebastian parecía querer morir por el inmenso dolor que se notaba en su mirada. Sostuvo el rostro de Maik entre sus manos y le obligó a que vea atentamente como su compañero sufría, como su cuerpo era sacudido por fuertes espasmos y como sus ojos empezaban a cambiar de color una y otra vez en cuestión de segundos.
Finalmente el último y más fuerte dolor fue al final, su cuerpo se sacudió con tal fuerza que Sebastian sentía como alguien presionaba su cuerpo contra la camilla, cerró los ojos un segundo cuando todo se detuvo y Thomas pudo ver perfectamente junto a Maik como unos débiles y blancos colmillos se aparecían momentáneamente entre los dientes de Sebastian y como volvían a desaparecer.
— Pasaste al otro lado, amigo — Soltó Thomas al momento de tomar su maletín — te dije que no iba a ser tan malo, me costó convencer a Alexander pero ya estás mejor — una suave risa fue lanzada entre sus labios — estudié tu historial y sé el excelente trabajo que haces, tu cuerpo se ha fusionado tanto con lo que te inyectaron que pareces irreal, tus ojos son una muestra de ello y la capacidad de curarte... eres un cazador magnífico y usé eso para convencer al señor Lenz. De todos modos necesita tantas personas como pueda, con lo que se acerca incluso que un niño pelee es algo necesario.
— Y que es eso que se acerca — Sebastian movía su cuerpo, sus pies y sus manos en forma circular mientras su cuello era estirado hasta escuchar el crujir de sus huesos, finalmente se sentía vivo, incluso más que antes y la alegría era algo que lo consumía con una fuerza formidable.
— ¿Qué no lo sabes? — Thomas paró todo movimiento y volteó a ver a Sebastian , su rostro de por sí no daba un mensaje alentador y eso preocupaba a todos — Ya ha pasado una semana desde que Alexander mandó a Derek y a un vampiro para traer al líder pero no ha vuelto… Alexander ahora desea recuperar a su hijo y está reuniendo personas de todos los lugares — abrió la puerta del laboratorio ya dispuesto a irse, su maletín en mano y una mueca de confusión en su rostro, sorprendido de que Sebastian no haya tenido en cuenta el espacio tiempo en el que había perdido la consciencia, se detuvo y volteó — en cuanto secuestraron a Derek declararon una guerra con nosotros.
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