Capítulo Décimo Cuarto ~1940~
1940
El amor se presenta en miles de formas, maneras, situaciones y contextos, las personas cambian, viven, sobreviven y finalmente mueren, millones y millones de personas con diferentes actitudes y personalidades, algunos tan explosivos como la dinamita y otros tan pacíficos como el mar, tan volátiles y frágiles al juntarse que los hacen débiles ante cualquiera, pues en cuanto una persona fría conoce a alguien que se vuelve lo más importante su debilidad crece a un nivel superior, ahora que tiene algo que proteger no le importa perder lo demás.
— ¿Por qué usted nunca envejece? — Preguntó un pequeño de unos doce años, sus rasgos finos como la nieve más suave, su piel pálida y sus labios delineados, sus hermosos ojos rasgados y su cabello recortado a la perfección. Sus pequeñas manos se elevaban hasta tocar el rostro del hombre que siempre cuidó de él, y a pesar del tiempo sus facciones seguían jóvenes, como si estuviese congelado a la edad de 23 — ¿es un ángel?
El mayor rió enternecido mientras sostenía la delgada cintura del pequeño y lo elevaba hasta tenerlo a su altura, para así poder ver aquellos ojos profundos que le hacían ver diferentes dimensiones, su traje perfectamente puesto y su cabello perfectamente ordenado hacia atrás, era simpático, sin duda lo era, no importaba estar en otro país, siempre sería hermosos por sus ojos suaves y su expresión cálida, en esos momento no había ni una pizca de maldad y dolor en su alma.
El pequeño le sonrió, dos dientes todavía faltaban crecer por lo que su apariencia era adorable, tan lindo como cualquier otra persona, juntó sus frentes mientras respiraba con suavidad, apreciando cada segundo, sus manos no se cansaban, así pasen dos horas en aquella situación no le molestaba, nunca lo haría, aquella persona en sus brazos era el ser que más había amado en su vida, en toda su larga y miserable vida.
— Mamá dice que usted no envejece porque usa muchas cremas y que un día quiere que se las preste — la ingenuidad del pequeño hace que todo cobre un nuevo sentido en su vida, hace que sonría como pocas veces lo hace. Pero las burbujas más hermosas son las primeras en explotar.
— ¡Aléjate de él! — la voz de un hombre los distrajo e hizo que se separaran, el mayor dejó al pequeño en el suelo y éste de inmediato corrió a los brazos de su padre quien miraba al alto con desconfianza, un arma en su mano, algo que, por el reciente fin de la guerra, empezó a desaparecer — hijo — volvió a hablar el hombre de avanzada edad, su mirada en el hombre frente a él mientras su pequeño hijo se aferraba a sus piernas — no vuelvas a hablar con él, no es humano — lo último lo susurró.
— En el mundo hay más cosas que humanos y no humanos — susurró con suavidad mientras se preparaba para irse, volvería luego, jamás dejaría que el pequeño al que le tenía tanto cariño se alejara de él — volveré a verte pronto — se despidió del pequeño.
— No lo harás — volvió a hablar el hombre — no te volverás a acercar a mi hijo, si vuelvo a verte cerca de él yo mismo acabaré con ambos.
El silencio se formó de una manera espectacular, el enorme abrigo del padre de familia empezó a tambalearse por la brisa de la tarde y las hojas de aquel otoño empezaron a caer con intensidad, los suaves murmullos de las diferentes personas que veían aquella escena se hacían más fuertes cuando el pequeño rompió en llanto al escuchar como su padre se desplomaba en el suelo, signos de garras en su garganta y sangre desparramándose en el suelo.
Un grito más fuerte y agudo rompió el ambiente y fragmentó el espacio, la esposa de aquel hombre ahora acompañaba a su hijo en lágrimas, su esposo al que había amado por tanto tiempo ahora yacía muerto en el suelo sin latidos en su corazón y con la mirada fija en el lugar donde hace un momento el joven que quería a su hijo estaba. Desde ese momento un nuevo trayecto fue trazado.
Pasaron 4015 días y noches, la mitad de ellas fueron tan temibles y oscuras que la reducida familia se abrazaba con fuerza, sabía que aquella cosa que había matado al hombre mayor de su familia seguía viéndolos, seguía observándolos como si fueran la comida.
Pasaron 4016 días antes de que el antes pequeño niño ahora sea un joven, su antiguo cuerpo delgaducho y sin músculo ahora era esbelto y formado, su cintura pronunciada y sus piernas largas, hermoso a pesar de ser un hombre, siempre lo fue y aquel ente seguía rondándolo dándole confort en los días más solitarios de los años, seguía hablando con él a escondidas sin volver a mostrarse, tan solo susurrando en su oído formando pensamientos ajenos en la mente del ahora joven de cabello castaño.
— Escuché que un hombre fue atacado por un vampiro — susurró el castaño mientras doblaba un avión de papel, su cabello se formaba en grandes hondas que caían en su nívea piel — mamá dice que eso no existe y que el noticiero siempre exagera las cosas, pero... ¿usted es eso?
Entonces aquellos días en los que no pudo verle se extinguieron y finalmente se mostró ante el ahora joven que robaba sus sueños, que le hizo cometer un asesinato para tan solo protegerlo, sus pasos ahora eran concisos y se acercaron hasta el chico que conoció cuando aún era niño y que ahora ama con toda sus fuerzas, se acercó viendo como el otro se tensaba al escucharlo y al sentir su presencia tan fuerte como antes. El menor extendió la mano y enseguida el pelinegro la tomó entrelazando sus dedos, como si aquel periodo de no haberse visto jamás hubiese ocurrido. Por cosas como aquella lo amaba, por saber desde el principio que las cosas que hizo, que lo que hace mucho cometió fue para protegerlo.
— En este mundo hay más cosas que humanos y no humanos — El hombre sonrió y se sentó en la mesa donde antes el joven doblaba un papel — pero todo se hace nada cuando una persona se hace tan cercana a ti.
— Qué envidia — susurró el menor, sus ojos fijos en el rostro del hombre que una vez fue su más grande amigo — sigues tan joven como siempre — sus labios formaron un suave puchero que al mayor le agradó a tal forma de querer sellarlo con un beso — ¿Entonces, lo es? Un vampiro.
— Los vampiros no sangran — se acercó a abrazarlo con fuerza, había extrañado tener aquel contacto — cualquier cosa que tenga sangre corriendo por sus venas es mortal ¿lo sabías?
— Eso no me dice nada — arrugó la nariz algo fastidiado mientras se levantaba soltando el agarre con el mayor, y en cuanto empezó a caminar el pelinegro soltó un gran suspiro, verlo tan de cerca era sublime, hermoso.
Sus ojos se abrieron cuando la puerta se abrió y una mujer que reconoció como la madre del muchacho, se levantó con rapidez y corrió hasta tomar la cintura del castaño y jalarlo a su lado, podía escuchar lo que aquella mujer sentía, podía ver la sangre corriendo por sus venas y como miles de imágenes se formaban en su mente, podía oler el rencor que emanaba y como aquel cuchillo pronto sería enterrado en su garganta. Quería responder a todos sus actos, quería que aquella mujer pueda vivir feliz junto a su hijo, quizá así ambos sean felices en su totalidad, él, por el momento, no importaba.
Dejó al menor atrás y a paso lento se acercó a la dama que seguía apuntándole con un cuchillo de cocina, en esos momentos no le importó morir, había vivido lo suficiente como para dejar todo atrás, había conocido a la mejor persona en todo el mundo y ahora era momento de darle todo lo que creó en él, de devolverle la felicidad que le otorgó con tan solo quererle a pesar de saber que nunca envejecería y que no era humano. La mujer empuñó el arma y la lanzó con fuerza llegando a herir el brazo del inmortal, más no matarlo, falló pero quería matarlo y no se iba a detener.
El menor observó la escena con lujo de detalles, sus pies se congelaron mientras las lágrimas salían de sus ojos, quiso detener a su madre pero el temor lo mantenía pegado al piso solo para observarlo todo sin hacer nada, sin proteger al único amigo que tuvo. En cuanto vio como el cuchillo raspaba el brazo del mayor notó una cegadora luz rojiza saliendo de la herida hecha, quizá su sangre no sea normal pues era un líquido rojo muy brillante parecido a diminutos diamantes, pero estaba sangrando, por el momento no sabía lo que era pero temía que pueda morir a manos de la mujer.
Lo siguiente fue borroso, ninguno lo vio venir, y el pelinegro tampoco supo reaccionar, en una fracción de segundo ya tenía a la persona que una vez amó en el suelo con una enorme herida en el pecho, su respiración era irregular mientras sus manos se cerraban en puños por el dolor punzante en el corazón, la mujer por otra parte ya estaba muerta, su garganta partida por garras, el pelinegro no entendía lo que ocurría pero corrió hasta el menor y lo sostuvo en sus brazos escuchando como su respiración cada vez se hacía más débil, viendo como poco a poco se iba dejándolo nuevamente solo en aquel mundo.
Lloró, sus manos tan fuertes ahora no entendían su función, sus lágrimas caían en el cuerpo del hermoso chico, respiró con profundidad y lo abrazó, sintiendo la respiración ajena en su cuello y rogando a cualquier hombre que lo ayude, que aquel ser que estaba a punto de morir no lo merecía, lloró tan fuerte que en segundos unos pasos aparecieron en el cuarto, era un ser como él, el mayor lo miró con recelo, tenía el cabello rosa y las facciones parecían pintadas por el más fino pincel pero no le importó.
— Sálvalo — ordenó sin soltar a su amado de aquel abrazo — hazlo, por favor, sálvalo
— Deberías despedirte — opinó el recién llegado quien alzó a la mujer y la arrojó a un hueco negro que se hizo en el suelo — nunca había visto a alguno de nuestra clase enamorado, así que haré algo.
El pelirosa sonrió mirando a la luna y de su salto entró al hueco con las últimas palabras perforando la cabeza del pelinegro "volverás a verlo no te preocupes" Y quizá en aquel momento no le entendió, quizá estaba sufriendo demasiado como para querer entenderlo.
Una última vez vio a los ojos de la persona que tanto amaba y besó sus pálidos labios prometiéndole que haría lo que sea por una segunda oportunidad, que lucharía contra todo el infierno para volver a verle, le juró un amor eterno que supo cumplir.
— Tranquilo — sonrió con las lágrimas resbalándole por las mejillas — ya no volverá a molestarte, ya no sentirás dolor, ¿entiendes? ahora debes dormir, cuando despiertes otra vez estaré a tu lado, lo prometo.
Con esa promesa se separó y vio como el último suspiró resbalaba de los finos labios de su amado. Desde aquel momento, desde ese preciso momento su expresión cambió, ya no sonreía a menudo y se volvió cruel ante la humanidad, la odiaba con toda su fuerza, la detestaba pero estaba esperando el momento para devolverle a todos su sufrimiento, tan solo esperaba mientras fingía ser un humano, ganándose la confianza de seres importantes y haciendo que todo sea como él quería, esperando el día en el que las palabras del pelirosa se hicieran reales, esperando volver a verlo.
~0~
De pronto el calor de aquel día se hizo más fuerte y el sol que se veía a lo lejos se acercaba con una furia que pocos lograron admirar, una bola de fuego se estrelló cerca de la plaza central, miles de gritos se escuchaban a lo lejos pero Dustin, él tan sólo veía de manera confundida a un Derek que permanecía en el suelo con la mirada gacha y la espada cerca de sus dedos, su cabello cubría la parte superior de su cara y la vergüenza en aquel momento no podía ser percibida.
Callan rompió el silencio con una risa algo sarcástica, hace mucho que no vio a su hermano tan enojado y haberlo presenciado de primera fila fue algo interesante; sus tacos sonaron contra el suelo y sin importarle ahora lo que Dustin le diga pateó el rostro de Derek dejándolo en el suelo con gotas de sangre resbalando de sus labios, no le importó que el otro esté en desventaja y volvió a patear el cuerpo del menor, porque ahora ella había convencido a Dustin que Derek fue el que delató su posición, ahora su hermano dejaría de confiar en el humano y podrían matarlo, lo que una vez planeó ahora era real ante sus ojos.
— ¿A quién llamaste? — Preguntó ella con un suave tono, como si nadie quisiera que la escuche pero lo suficientemente fuerte como para que todos la oigan — ¿Cómo dieron con nuestro escondite? — y volvió a patear el estómago de Derek quien cansado estiró el brazo en un intento de tomar su espada y defenderse.
— No hablé con nadie — finalmente soltó Derek quien se rindió y empezó a hablar — juro que no contacté a nadie ni les dije dónde estaban.
— ¡NO LE CREO! — Callan alzó la espada que hace poco estaba a punto de ser alcanzada por Derek y entonces dejó que el filo roce la garganta del menor — ¿Con quién hiciste contacto?
— ¡JURO QUE NO HABLÉ CON NADIE! — se defendió Derek.
— ¡No! — Aquella voz hizo que todos se paralizara, Nele finalmente había vuelto a casa, su cabello era más largo de lo que recordaba pero seguía tan hermosa como siempre — ¿Por qué eres tan idiota? — sí, aquella Nele que siempre lo regañaba había vuelto — No es su culpa, Thomas encontró otra forma de hallar este lugar.
— No es cierto — Callan no quería darse por vencida — Ella nos traicionó por estar con un humano, no puedes creerle.
— ¡Silencio! — Dustin nunca dudaría de Nele, ella era la persona en la que más confiaba, aquella vampira siempre estuvo a su lado en los momento más difíciles y nunca dudaría de ella, así le diga que debía morir por su bien él le creería, porque una parte de él seguía amándola — Me alegra que volvieras — sonrió y abrazó a la joven que miraba todo con atención.
— Me alegra volver — susurró ella observando a un Derek que veía todo en silencio — así evité que tu hermana siga manipulándote como antes — un golpe fue a dar a la cabeza del alto — ¿Cuántas veces debe engañarte para que aprendas?
— ¿Qué sabes acerca del fuego?
— Alexander está enojado, piensa que mataste a su hijo y está armando un ejército, piensa que habrá una guerra.
— ¿Qué propones?
— Primero, que te disculpes con Derek, el pobrecito está temblando — Nele le guiñó un ojo y Dustin asintió inclinándose para ayudar a Derek a levantarse, no iba a disculparse con palabras, sería demasiado vergonzoso — debemos buscar un nuevo escondite.
~0~
Esta era la primera vez que Dustin se atrevería a trasladar a todo su pueblo a otro lugar, no sabía por dónde empezar a decir verdad el miedo calaba en su ser con profundidad, si algo salía mal, o si alguien delataba su posición ellos morirían en cuestión de segundos por un ataque sorpresa. A pesar de no decirlo Dustin se sentía demasiado débil, algunos dones que le fueron otorgados por ser heredero de un líder eran demasiados pesados para usarlos gastaba mucha fuerza.
En la mesa enorme que pocas veces usaba estaba tendido un mapa de todo el bosque que los rodeaban, las especificaciones eran precisas, en aquel trozo enorme de papel estaban dibujados cada árbol y arrollo del inmenso bosque, todo con lujo de detalles, hasta en lo más pequeño era muy fijo, como en la cueva de un oso o un árbol lleno de serpientes, tan prolijo y perfecto que era imposible desconfiar. Cort, Kristhian, Karla y Adam estaban alrededor mirando posibles escapes, en aquel momento no había tal cosa como bandos, ahora era salvar a todos sus hermanos o morir con ellos. Dustin se encontraba en la punta e aquella mesa, su mano en su mentón pensando cada posibilidad.
— Este lugar es seguro — señaló Cort, su dedo apuntando el centro de todo el bosque — tenemos a la naturaleza de nuestro lado — efectivamente tenía razón, tres arroyos los rodeaban y varios árboles infestados de serpientes, cruzar aquellos lugares sería difícil y para los humanos imposible.
Dustin vio todo con detenimiento, Cort tenía razón, pero llegar sería demasiado difícil, Karla asintió, estaba de acuerdo, era la única salida, por el momento era su única oportunidad, no sabían cuando lo humanos volverían a atacarles.
— Partiremos esta misma noche. — anunció Dustin mientras salía de aquella sala, caminó con tranquilidad hasta la sala donde con un sutil gesto de ojos le pidió a Sebastian que lo acompañara a algún lugar.
Sebastian no protestó, no estaba en posición de hacerlo así que con cuidado siguió a Dustin hasta la terraza de aquella casa, los demás vampiros al verlos entrar tan solo se fueron antes de que Cort entrara un momento después, ahora los tres estaban reunidos en un lugar donde nadie más los escucharía y mucho menos los molestaría. Cort susurró algo que ninguno entendió e inmediatamente el ambiente se tensó.
Dustin caminó hasta la puerta y la cerró con seguro, escuchó como los pasos se alejaban y entonces tuvo más confianza de hablar con las dos personas en las que podía contar, Sebastian no se había ganado totalmente aquello pero por el momento era el único que podía ayudarle por lo que decidió depositar aquella confianza, temiendo que sea traicionado pero estando consciente de que el peliplata amaba demasiado a su amigo como para dejarlo por cumplir con los humanos que lo habían convertido en un vampiro artificial.
— Tenemos algunos problemas — empezó Dustin, su semblante cambió de inexpresivo a preocupado — necesito la ayuda de ambos.
Estaba claro, Dustin les explicó con lujo de detalles, les dijo que al momento de partir debían encargarse de estar al frente, Cort guiaría a todos al nuevo hogar que pronto tendrían
mientras que Sebastian le acompañaría hasta empresas LCK para así matar a Alexander de una vez por todas, debían ser precisos y silenciosos, si alguno de los demás se enteraba que su líder no escaparía con ellos se armaría la desconfianza y se negarían a partir, ahora la seguridad de todo el pueblo caería en manos de un Cort que debía obedecer a su líder, mientras que la seguridad de Dustin caería en manos de Sebastian.
La noticia de su escape inmediato corrió tan veloz como el viento, se les informó que debían llevar sólo lo necesario, la comida sería encontrada en el camino y la vestimenta que llevarían debía ser ligera, cargar cosas innecesarias sólo atrasaría su viaje y en aquel momento cualquier paso en falso les costaría muy caro, sus palabras salían como murmullos como si alguien los estuviese escuchando y es que en esos momento sentían que hasta los árboles y rocas lo veían con atención.
A las una de la madrugada todos estaban fuera de sus casas con una mochila en su espalda e inseguridad en sus ojos, la luna alumbraría su camino y sus ojos pronto se adaptarían a la oscuridad, Jan y Derek estaban a los lados de Callan quien se mantenía pacifica con sus altos tacos y su vestido entallado, como si estuviese caminando a una cena de gala y no a un escape, a ella todo le parecía incorrecto pero mantenía la boca cerrada, de todos modos ya había enviado una carta a sus amigos para decirles su nueva ubicación, tenía la certeza de cuando estos llegaran la guerra ya estaría ganada.
Cort montó un caballo y se adelantó hasta el principio de la fila donde empezó a dirigir, Katharine estaba a su lado su mano acariciando al caballo mientras sus ojos rojos se fijaban en la oscuridad que pronto recorrería. El frío de la noche no los detuvo y empezaron a caminar con confianza, junto a todos ellos una manada de lobos los resguardaba, a la cabeza estaba Lucifer, tan hermoso como siempre, sus dientes resplandecían con la luna mientras sus ojos dorados observaban el lugar para ver si alguien los seguía, en cuestión de segundos todos ya habían dejado sus antiguos hogares y ahora veían el bosque con temor.
Sebastian y Dustin estaban detrás de todos esperando el momento indicado para escapar, y lo encontraron en cuando pasaron el primer arroyo, Dustin tomó al peliplata de los hombros antes de extender sus alas y empezar a volar pasando por todo el bosque en minutos, se detuvieron a mitad de la ciudad en un callejón, viendo como todo era vacío y frío, la mayoría de las personas temían salir en la noche por algunos ataques que sufrían, y más de los vampiros que nunca habían obedecido a un líder. Desde aquel punto deberían usar sus pies para transportarse y actuar como cualquier otro humano para pasar desapercibidos, debían llegar hasta el señor Alexander.
— ¿Cuál es el plan? — murmuró Sebastian, él estaba acostumbrado a seguir siempre un plan que los lleve a la victoria, totalmente contrario a Dustin que siempre había actuado con impulsividad.
— Necesito que me guíes hasta la habitación donde Alexander duerme, luego yo haré que muera y todo este tipo de sufrimiento terminará, además debemos conseguir las cosas de Derek para obtener el Vinidrots y desvincular a Jan de ti.
— Entonces — Sebastian quedó algo confundido — ¿Cuál es el plan?
— Yo iré por Alexander y tú recupera las cosas de Derek
Sebastian asintió y ambos finalmente entraron a la enorme mansión Lenz, Sebastian ató las manos de Dustin mientras éste sacaba sus colmillos y sus largas uñas, los guardias en cuanto vieron la cara conocida de Sebastian los dejaron pasar pensando que Dustin era un nuevo vampiro que el peliplata cazó, totalmente desinformados de que en ese momento Sebastian era buscado por traición y deserción.
Dustin se sorprendió por la facilidad con la que entraron y sacudió sus manos liberándose de inmediato de las cuerdas que ataban sus muñecas, Sebastian por su parte observaba el lugar recordando los momentos antes vividos, cuando trabajaba para una corporación que intentó matarlo. Señaló un pasillo que daba a unas gradas, Dustin entendió de inmediato y empezó a caminar por el sendero indicado, Sebastian tomó otro camino que daba a un antiguo laboratorio que Derek usaba donde empezó a guardar todos los líquidos en una caja y posteriormente en una gran mochila.
El alto caminaba despacio esperando que sus pasos no se escucharan en la habitación, sus ojos fijos en la puerta que estaba al final de las escaleras, el picaporte estaba algo estropeado y la puerta entreabierta, no prestó atención a nada más y tan solo entró. Su plan era matar al señor Lenz, de esta forma la guerra cesaría por unos instantes, él conocía que la mayor parte del gobierno la manejaba Alexander por sus riquezas, el único que metía temor en la mente de los humanos era ese hombre lo que causaba que todos los aborrecieran cuando ellos realmente no buscaban matarlos a todos, quizá para su alimentación pero las muertes eran justificadas, todos eran delincuentes, ellos no tocaban a nadie inocente, o eso esperaba. Con la muerte del señor Lenz estaba seguro que todo volvería a la normalidad, además quería vengarse por haberlo alejado de Derek por tanto tiempo.
Entró viendo como la cama de aquel hombre estaba decorado con finos pétalos de rosas blancas y rojas, el sutil aroma dulce lo cegó por un instante en el que no se dio cuenta de una tercera persona tras él, sus ojos fijos en la figura que parecía estar durmiendo cómodamente en la enorme cama que poseía, envidiando su tranquilidad cuando él y todo su pueblo temían.
— Gran especie ¿no crees? — en ese momento Dustin recién notó al hombre alto que estaba sentado en un sofá tras él.
— ¿Quién eres? — preguntó Dustin, sus colmillos salieron listos para atacar.
— Tienes algo que yo anhelo... — El hombre alto se levantó y caminó hasta Dustin sin siquiera temblar al ver sus enormes colmillos — Mi Nombre es Thomas Necker, un cazador de tiempo completo.
— Vete, mi problema no es contigo.
— Claro que lo es, hombre — Thomas rió con sarcasmo — Te hago un trato, ¿te parece? Dame a Derek y a Jan así yo te doy libertad a ti y a toda tu especie.
— No creo que estés en la posición de ofrecer algo como eso — soltó Dustin, el hombre frente a él le ponía nervioso pero al examinar sus palabras frunció el ceño, sabía que alguien quería a Derek, pero... — ¿A Jan?
— Sí, no entiendo porque es extraño — Thomas lo miró fijamente y al ver confusión en sus ojos soltó una carcajada — no puedo creerlo — se burló — el gran Dustin Richter no sabe lo que tiene entre sus manos.
— Así lo que prometes sea real no te los daría.
— Es real — Thomas caminó hasta la cama del señor Lenz y sonrió con complicidad — en este momento toda esta empresa le pertenece a Derek, si él vuelve puede parar la orden de guerra. En cuanto a Jan... es un simple capricho quizá.
— No entiendo — Dustin caminó con rapidez hasta la cama de Alexander y alzó sus manos con enromes garras listas para matarlo pero en cuando levantó las sábanas la imagen que sus ojos vieron fue impactante, el hombre yacía muerto con el cuello destrozado, luego desvió sus ojos hasta la mano de Thomas y notó como ésta estaba bañada de sangre.
— ¿Ahora lo entiendes? — Thomas limpió sus manos en la cama y se sentó en la suave cama — Estoy de tu lado, claro que si no cooperas entonces estaré en tu contra. Siempre lo odié — miró al hombre ya muerto — quería acabar con su vida yo mismo y aproveché la oportunidad de que su hijo no estuviese para protegerlo — suspiró — de todos modos ahora lo necesito de vuelta, el idiota dejó su empresa a Derek... en cuanto terminé lo que quiero que haga te lo devolveré en una pieza, quizá unos dos o tres años. ¿qué dices?
— No.
En ese momento Dustin había abierto una posibilidad a un enemigo capaz de matarlo en un parpadeo.
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