Quince
Maratón 1/2
El amor, ¿Qué es el amor realmente? Porque hay tantos libros, tantas películas, tantas pinturas, demasiados poemas, tanto por amor, pero cada uno, nos habla de una manera distinta de este, me gustaría creer que el amor existe para siempre, pero eso es una blasfemia, se puede amar tanto y querer otro poco, todas las maneras posibles, sin embargo, todos queremos lo mismo, saber una sola definición para un amor correcto. Pero, ¿Amar es correcto? ¿todo el amor lo es? Pienso que no, amar no solo es flores, chocolates y nubes, amar también es perverso, egoísta, manipulador, amar tiene dos caras, por el simple hecho de que es un sentimiento humano y los humanos somos de esa manera. Entonces llegamos a la siguiente pregunta ¿El amor duele? Chan creía que no, quería creer que si era amor no dolía, porque si dañaba no lo era, pero esta vez, quizá el amor sí... dolía.
Dolía al verlo a su lado, algo dentro de él se contrariaba solito, dolía verlo ahí, sentado en esa mesa donde lo conoció, dolía verlo hablarle a la nada, porque la mirada del chico lucía tan distante, Chan no era el único testigo que lo que veía era la costumbre en persona misma, más que dos enamorados, él veía a dos acostumbrados, que jodida era la vida.
YungBin era un tipo bastante... Común. Se notaba a leguas que era rico, tenía elegancia, porte y aura, no es por menospreciarse, pero Chan al lado de YungBin se sentía como un maldito bufón. Aunque no había algo realmente envidiable en él, era guapo, sí, pero le faltaba carisma, respeto y sobre todo, le faltaba amabilidad, todo lo que a Chan le sobraba, a él le faltaba, aunque bueno, no había mucho que decir, YungBin era estúpidamente rico, con complejo de niño mimado, lo tuvo todo en charola de plata siempre, careciendo de valores humanos, sustituyéndolo por los monetarios.
Chan aún se maldecía, actuó como un idiota ahí de pie todo tenso intentando sacar su lado amable con YungBin para que Seungmin no tuviera un mal momento, pero eso no resultó en lo absoluto, Chan quería regresar el tiempo y ser un patán con ese chico tan molesto, recuerda bien que se sintió casi abatido por la situación, si tan solo no fuera su cliente, lo sacaría a volar a patadas. Regresando un poco el tiempo, así fue la primera impresión de Chan acerca del gran amor de Seungmin, está salió mal.
— Hola, un gusto, mi nombre es Bang Chan, Seungmin ha hablado mucho de ti— Dijo con voz amable, pero las palabras le quemaban la garganta al pronunciarlas, miró a Seungmin y luego regreso la vista a su prometido. YungBin estaba mirando el celular desinteresado en el exterior, solo alzó la mirada tres segundos para darle una sonrisa fingida que Chan repudió y luego regreso la vista a su aparato.— Eh... Yo, uhh... ¿Ya saben que pedir?
Se sintió claramente incómodo, el silencio del susodicho era horrible, su superioridad se sentía a distancia y el sentido tan amargo que habitaba el estómago de Chan le hizo querer correr y alejar a Seungmin a su paso, pero no alejarlo de él, Chan estaría loco si lo quisiera lejos, lo alejaría de YungBin, ese estúpido chico.
Seungmin se miraba ciertamente incómodo, no solo por el lío mental en el que se encontraba por debatir sus sentimientos acerca del peliazul o su prometido, no era una discusión tan intensa, pero tenerlos a los dos, en el mismo lugar le hacía sentir como una bomba apunto de estallar; también se miraba incomodo por lo grosero que estaba siendo su prometido al ni siquiera abrir la boca para nada, ni siquiera para corresponde run simple saludo, como si se le cayera la lengua al hacerlo. Seungmin estaba apenado, tanto que no sabía que responder realmente ante la situación, aunque ni siquiera era su culpa la actitud de su prometido, solo alcanzó a carraspear modestamente y le dió una sonrisa tensa a Chan, quien le regreso el gesto, mostrando sus hoyuelos, eso logro que Seungmin se pusiera nervioso, Chan lo hizo para tranquilizarlo, le sonrió como para decirle que todo estaba completamente en orden y que no debía, en lo absoluto, preocuparse.
Pero eso no ayudo mucho a Seungmin, quien en lugar de tranquilidad, le aceleró el corazón y el pulso se le aloco, solo con una simple sonrisa y dos hoyuelos bien marcados en las mejillas, "No me sonrías así, no tengo autocontrol" pensó el chico castaño, fue casi como un pensamiento intruso que se coló en su mente, el inconsciente le estaba jugando duramente, sin duda alguna, no sabía que sentir, la confusión sentimental era todo un huracán, pues te deja sin nada, o te entrega todo, realmente arrasaba sin esperar algo, Seungmin estaba tan nervioso en ese momento, su confusión era palpable y solo iba por un café.
— Yo quiero lo mismo de siempre, Channie.— Chan estaba inmerso en la sonrisa de Seungmin, amaba que sonriera, pero es que hoy... Su vibra era distinta, no brillaba de la misma forma, no sabía que pensar a respecto, solo asintió al pedido y se quedo esperando que alguien más hablará, Seungmin miró a su prometido esperando que hablará para algo, pero al no ver intenciones de hablar, tuvo que hablar él en su lugar— Bin, ¿Qué es para ti?
El hombre levantó un segundo la cabeza del teléfono donde escribía, miró con fastidio a Chan quien estaba aún ahí parado, de repente se sintió irritado, no era tonto, podía notar algo muy obvio en el aire, algo que era tan notorio y que no se podía ocultar ni con fuego, algo que flotaba, que quemaba, que existía que se sentía, algo, algo un algo, que comenzó con un simple gusto que se creyó no correspondido, hasta ese momento en que de poco en poco, la correspondencia se iba notando.
— Yo quiero un americano, mi amor— recalcó el mote romántico con el que hace tiempo se dirigió a Seung, Minnie se quedó en blanco por un momento, raramente le decía "mi amor", siempre le llamaba Seung, Seungmin o simplemente no le llamaba, el problema de todo ello, es que hoy que lo decía en voz alta, le hacía sentir incómodo, casi como si no quisiera que esa palabra saliera de sus labios, Seung se sintió incómodo porque de cierta forma, aquel apodo le hacía sentir falso, encarcelado, no le gusto para nada lo que le hizo sentir.
Por otro lado, Chan estaba plenamente incómodo y con la mandíbula apretada como alguien que quiere decir algo y no dice nada, Chan era sereno pero no estaba bien para escuchar todo ese romanticismo de plástico que el chico desconocido le brindaba, anotó la orden en la libreta, le dió una tenue sonrisa a Seungmin y tan rápido como vino a atender, rápido se fue a la cocina a buscar la orden que le pedían. Esta vez Seungmin no pidió galletitas, y estaba tan indeciso entre poner la flor sencilla que siempre decoraba la taza de Seungmin o no.
— quiero un Macchiato y un americano para la mesa trece.— le comento a Changbin, quien de inmediato se apresuró a servir la orden, Chan estaba tenso, se sentía en el aire y más aún en su silencio poco habitual últimamente.
— oye, oye, oye — le interceptó Chaeyoung, pero Chan se sentía acelerado, no estaba en su mismo, es como si estuviera en un trance donde piensas tanto y a la vez nada, ese trance donde evalúas la situación que te acongoja y luego nada.
—tengo trabajo, Chae.— le dijo suavemente, Chae quería entenderlo, entender la situación, entender que pasaba, que sentía, como lo arreglaría, quería saber quién era ese, porque era ese, quizá comprender porque era tan molesto de solo verle.
— ¿Él quién es?— preguntó sin rodeo alguno, haciéndole una seña con la cabeza para que supiera de quién le hablaba, Chan paso saliva con pesadez, no quería responder, pero debía, Chae era insistente, sin duda.
— ¿es YungBin?— llegó Sana a preguntar, también atenta a lo que pasaba, querian saberlo, quien mejor que Chan para contarlo.
— Así es, es el prometido de Seung— Seung... Que raro sonaba ese diminutivo de su boca, sonaba más lindo Minnie, pegaba más con el dulce chico que robaba sus suspiros casi sin querer, Minnie lucía un nombre más acorde a él y no Seung, Seung era casi bruto.
— Ahora entiendo las caras largas de Chan— habló Changbin entregándole el americano, Chan lo coloco en su charola metálica y las chicas lo miraron casi con pena, Chan soltó un Suspiró lastimero y entonces alzó los hombros con su típico gesto de restarle importancia a sus sentimientos.
— sí, con razón anda como si un carro le pasará encima— se burló Sana, pero esta vez Chae le indico con una mirada que no era momento de burla, la chica guardo silencio en seguida
— sí, tiene cara de que nos odia— continuó Changbin ajeno a las amenazas de Chae.
— ¿me pueden dejar seguir haciendo mi trabajo chicos?— dijo Chan con algo de molestia, ni el mismo se entendía en ese momento, solo quería alejarse, dejar la pesadez de su estómago en algún lugar aparte y continuar como siempre lo hacía, quería huir de ahí, hacer saber a su corazón que el chico por el que suspiraba, ya tenía alguien a su lado y ese alguien estaba ahí, frente a él, tomándole la mano, Chan no podía siquiera apartar la mirada, estar ahí le hacía pensar que si él estuviera en su lugar, tal vez trataría mejor a Seungmin y nunca apartaría la vista de él, pensamientos tontos, de esos que vuelan en nuestra cabeza cuando queremos algo que no podemos tener para nosotros—Me llama la mesa once, vengo por mi otro pedido cuando lo termines
— Ush, amargado.— le susurró Sana, el no quiso girarse para nada, solo continuó su camino y fingió una sonrisa, algo normal, Chan siempre lo hacía, siempre sonreía de esa forma aunque se sintiera como la misma mierda, realmente quería correr, dejar votado el trabajo y mandar todo lejos, sentir amor era horrible, Chan ya no sabía porque deseo tanto sentir amor alguna vez, quizá si quería amor aún, el problema es que lo quería correspondido y en este momento, nunca lo conseguiría con esa persona a la que de poco, su corazón iba guardando dentro.
Fue a atender su mesa, la mujer que estaba ahí con sus amigos, le sonrió con coquetería y quiso entablar conversación, en otro momento, el antiguo Chan, quién era antes de conocer a Seungmin, sin duda aceptaría la conversación amable de la chica, aunque está no llegará a ningún lado, Chan era completamente enamoradizo, un ser completamente distinto a lo que era ahora, incluso su amabilidad había cambiado, está nunca desaparecía, pero este día se sentía apunto de desaparecer, no se sentía el mismo, quizá estaba más bajo de emociones, no sabía ni quién era en ese momento exacto, solo quería tomar de la mano a Seungmin y pedirle que por favor se diera cuenta, que le diera una oportunidad, solo una, pero era patético, no podía pedir nada de eso, porque jamás sería posible, eso estaba en contra de su moral y de sus principios.
— Chan, tu pedido— Sana llegó a salvarlo de la chica que le hacía demasiada plática, Chan asintió y con una leve sonrisa se alejo de la chica, ignorando que ella le pidió su número.
Llegó donde Changbin, saco la flor que siempre cargaba con él y entonces comenzó a arreglar los pétalos amarillos.
— ¿Le pondrás la flor?— preguntó Changbin sin saber muy bien si era buena idea aquello, Chan no le importó, como si de un fantasma se tratara, Chan dejo la florecilla al costado de la taza, y luego coloco las galletitas del día, esas nunca faltaban en el plato de Seungmin, no podían faltar.
— yo no tengo porqué cambiar, Bin.— le dijo en voz baja, como si fuera un secreto— Yo seguiré siendo el mismo con Seungmin. Incluso si su prometido está ahí, no por ser un irrespetuoso o porque no respete relaciones ajenas, lo hago porque desde que conocí a Seungmin es un acto que me nace, sea por el motivo que sea, mientras Seungmin siga viniendo y yo sea parte de este café, una flor no faltará jamás en su plato.
Chan cargo la charola, arreglo un poco las servilletas que tiro por accidente y entonces se dispuso a irse de camino a su destino. Camino entre la gente, Seungmin miraba a la ventana, YungBin hablaba por teléfono, vaya, no sabía que Seungmin podía verse tan distinto a su lado, es como si de repente toda la energía se le absorbiera.
— Un americano— indico mientras bajaba la charola y dejaba la taza de café en la mesa, junto con el lindo platito que cargaba los cubos de azúcar. YungBin solo asintió hacia él — y un café Macchiato para Minnie, sin olvidar las galletas del día.
Las mejillas de Seungmin tomaron un rosa bastante bonito, un sonrojo leve por un acto tan simple, Chan le sonrió también.
— Gracias, Chan. ¿Hoy de que son?— preguntó a su amigo, con el corazón fuera de sí, es como si Chan llegará a darle colores distintos a su vida, Chan se sentía como una exposición de colores al alma, Seungmin se sintió lleno en ese momento, lleno de cariño, lleno de vida ¿Como era eso posible?
— De moras, Changbin tenía ganas de hacerlas de nuez, pero Chae le insistió así que cedió a hacerlas, espero te gusten, estás usualmente no están dentro del menu. — YungBin colgó la llamada en ese momento, Chan guardo silencio, relajo el rostro y le sonrió de nuevo a Seungmin, este le sonrió de regreso y entonces Chan partió de regreso a la cocina, no sin antes giñarle un ojo a Seungmin sin que YungBin lo notará por completo. El hombre solo vió como Seungmin enrojecia de nuevo.
— uh, ¿Por qué mi café no trae una flor?— preguntó, estiró la mano al platillo de las galletas y tomo una de ellas metiéndola a su boca. La mastico e hizo muecas. — la masa está seca.
— la flor solo la traen los Macchiatos, Bin.— Bin no se creyó la mentira, a Seungmin no le importó eso.— y la masa está bastante rica, no me gusta que sean demasiado mantequillozas.
— te llevaré a París a compar unas galletas buenísimas, a ver si así por fin dejas de conformarte con tan poco— Seungmin no lo dijo, pero en su subconsciente pensó que si él se confirmaba con tan poco, es por eso que estaba a su lado.
Chan camino abatido a la cocina, se metió al lugar y se recargo en la pared, solo Changbin estaba ahí, solo Changbin podía mirarlo suspirar como si una pena le guardara en el alma. Chan estaba abatido porque, por más que quisiera ver lo bueno de aquello, no lo encontraba, no quería ser presumido, pero el sabía que podía ser mejor para Seungmin que el chico que lo acompañaba, sin embargo, por más que pudiera hacerlo, no lo haría, porque Seungmin había decidido amarlo antes que a él, mucho antes; entonces Chan sintió por primera vez ganas de ser alguien más, ganas de seré aquel a quien Seungmin le había entregado el corazón.
— ¿Estas bien?— Preguntó Changbin al otro extremo de la cocina.
— siento que me han arrancado el corazón, Binnie.
— ¿ Por qué?
— porque Seungmin nunca me mirará de esa manera.— Chan era ciego, pero tenía razón, Seungmin nunca lo miraría de esa forma, pues el chico de poco a poco, comenzaba a soltar a YungBin, y es algo que quizá, eso no pasaría con él.
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