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III - 🌿Juntos

🍊

Ese día es su cumpleaños, pero desde hace bastante sólo se entristece al tener un año más de vida. «¡Felices treintaisiete años, Jimin!», gritaron sus compañeros de trabajo y él se obligó a otorgarles una falsa sonrisa que todos se creyeron.

Treintaisiete...

Prácticamente es un cuarentón.

Su cabello es platino, su rostro sigue sin arrugas, pero tiene que admitir que ya no se siente un chiquillo de veinte, pese a que quisiera serlo.

Llega a su departamento, abre rápido para que su mascota no salga y pronto la encuentra echada sobre su lomo para ser acariciada.

—Holly, bebé, estás muy ansiosa estos días, ven —le habla y el cachorro lo sigue hasta el sofá donde Jimin se sienta y quita sus zapatos. El perrito que adoptó hace un par de años salta entre los cojines y se acomoda entre el regazo del alfa—. ¿Tienes hambre? —acaricia detrás de las orejitas—, ¿sí?, te serviré un poco, espera, Holly.

Se levanta sin muchas ganas del sofá y se desviste camino a la cocina, esparciendo su ropa por el departamento sin ningún cuidado, ya más tarde la recogerá. Bosteza mientras sirve la comida de Holly en su tazón.

—Compré unas nuevas croquetas, espero te gusten —comienza a dialogar—, la imagen de la bolsa se ve bastante bien —le sonríe con cariño y deposita el tazón en el suelo, la cachorrita se aproxima rápidamente tropezando con sus patitas cortas, estrellando su hocico contra las croquetas—. Cuidado, Holly, come lento.

Jimin camina de regreso al sillón y se recuesta perezoso.

Así son sus días. Todos. A su parte humana no le molesta, su trabajo le agrada, tiene una posición anhelada por muchos y envidiada por otros más. Es deseado por bastantes omegas, tiene un departamento en la mejor zona de Seúl...

Tiene todo.

Un auto lujoso, una vivienda de ensueño y cualquier joya que quiera.

Tiene todo.

Pero últimamente se ha sentido desgastado, quemado. Harto. Ha estado evitando el tema en su mente, pero su lento caminar, su encorvada espalda y su mente nublada le indican que se está dando por vencido.

Y su lobo al parecer también se dio por vencido desde hace bastante también. No menciona el nombre de su omega, porque si lo hace sabe que una tristeza aún más profunda lo llenará.

Lo más probable es que ya esté con alguien más.

Quizá casado.

Con cachorros...

Marcado...

Sacude su cabeza en repetidas ocasiones y procede a ver la televisión, a los minutos Holly lo acompaña recostada entre sus pies.

Sin percatarse se queda dormido, semidesnudo contra un cojín del sofá.

Otro día igual.

🍊

Mierda, mierda, mierda. Trota entre los pasillos lujosos de la universidad. No es costumbre para él llegar tarde a donde lo citan, de hecho, que no sonara su alarma, que perdiera el autobús y que olvidara la memoria USB con su proyecto de investigación final y por lo tanto tuviera que regresar, es una serie de eventos desafortunados que jamás se presentan para él.

Es demasiado ordenado con sus asuntos de la universidad, por eso le extraña tanto que todo haya salido mal hasta ese punto en su mañana desastrosa.

Seguramente fue porque ayer hubo luna llena.

La luna ha estado en su contra los últimos días. Todo empezó desde que hubo un problema con el pago del departamento que comenzó a alquilar y el resultado fue él durmiendo en un cuarto de un hotel de veinte metros cuadrados. Llegó el sábado y fue horrible dormir en el suelo áspero de ese lugar frío.

Tiene que conseguir otro departamento, pero ya lo hará en los siguientes días, necesita aclimatarse y entender cómo se mueve la ciudad para no caer en engaños.

Pregunta a la primera persona que encuentra en la universidad sobre el aula magna que funge para presentaciones, conferencias y demás eventos oficiales y formales. Lugar donde le dijeron que se presentarían los tutores de los proyectos finales. Viajó desde su universidad en Daegu porque el proyecto final de investigación es tutorado por docentes de la universidad central que se encuentra en Seúl. Fue tedioso, pero está ahí. Ya no irá a clases, ahora simplemente asistirá a tutorías cada cierto tiempo con el profesor que le corresponde.

Ingresa con premura al aula, la cual se encuentra a oscuras con un ponente exponiendo un tema que no comprende por haber llegado a mitad de la reunión. Antes de poder escoger un asiento, escucha los aplausos de los alumnos sentados y descubre que el evento va terminando.

Carajos.

Seguramente los tutores ya fueron repartidos.

Yoongi maldice en su mente, el ponente hace una venia antes de bajar del estrado, prenden las luces y los alumnos se levantan dispuestos a marcharse. Yoongi baja la escalinata alfombrada, sujeta su mochila contra el hombro y sus ojitos asustadizos intentan dar con el más amable de los presentes.

—Buenos días... yo... —habla trabado y apenado, es obvio que llegó tarde, pero sí tiene una historia que lo justifica. Los ojos cafés profundos de ese hombre lo intimidan, por su dulce olor sabe que es un omega, pero su rostro estoico lo hace dudar—. ¿Ya fue la repartición de tutores? Mi proyecto de investigación es...

—Llegaste... —observa su reloj pulsera—: dos horas tarde, casi dos horas y media.

—Sí, yo... bueno... tuve algunos contratiempos, pero le aseguro que esto no suele pasarme. Perdí el autobús —resume su historia a ese suceso.

—Tendré que hablar con el director de titulación —continua hablando con ese tono quisquilloso que molesta al menor. Las personas de Seúl son tal como se lo dijeron: una mierda.

Mierda, sólo llegó tarde, tampoco es cómo si se hubiera perdido algo demasiado importante, ¿no?

¿No?

—¡Park! Alguien llegó tarde y quiere los mismos privilegios que alguien que sí madrugó —comenta burlón, Yoongi deja los ojos en blanco y observa como el hombre recién llamado deja de charlar con otros alfas vestidos de traje a la medida y se aproxima.

Yoongi siente sus piernas temblar un poco al ver a ese imponente alfa acercarse de manera erguida, segura y un tanto engreída.

—Si no hay puntualidad no creo que debas estar aquí —habla contundente y sin siquiera mirarlo. Yoongi se siente humillado, sobajado, muerde sus labios en un amago de no soltar improperios—. Regresa el siguiente año. Todos los tutores fueron repartidos —su tono de voz es rígido y sin cabida a vacilación.

Hierbitas.

Huele a hierbitas.

Hierbitas...

Naturaleza, rayos de sol, lluvia mojando el césped, pájaros cantando, tierra humedecida, capullos de flores, inicio de primavera, raíces de árbol, colibríes polinizando todo a su alrededor... Muchas raíces de árbol creciendo, expandiéndose mientras buscan agua.

Mierda.

Mierda.

No.

—Lo siento, chiquillo, el director de titulación habló, creo que deberás regresar de la cueva de dónde saliste —se burla y al no recibir respuesta del menor observa cómo éste dirige su andar hacia el director Park que ya camina a unos cuantos metros lejos de ahí—. Me cagan los pueblerinos.

Plantas, cientos de plantas, semillas germinando en tierra fértil y humedecida por el rocío. Ese hombre huele a un jardín entero.

—Disculpe, yo... —recobra la sensatez, camina detrás de él y procede a hacer la única opción que le queda: vender su producto—: Soy Min Yoongi, vengo de Daegu, soy de la facultad de humanidades, mi proyecto de investigación se trata de sobre las dificultades y deficiencias en el aprendizaje de los niños del orfanato de mi ciudad. Me gustan mucho los niños... —acota con una sonrisa nerviosa al sentirse hundido en el aroma exquisito de ese alfa—. Terminé la carrera de psicología y quiero especializarme en la rama de paidopsicología, yo... —se traba—, por eso ese es mi tema —termina abrupto porque se siente apenado.

Soy Min Yoongi.

Vengo de Daegu.

Soy Min Yoongi

Min Yoongi.

Jimin detiene su andar, están fuera del aula magna, en el pasillo solitario de esa lujosa universidad. Sus ojos se cristalizan, olisquea el aire y se desilusiona al no detectar ningún olor familiar.

—¿Por qué usas neutralizador? ¿Acabas de pasar tu celo? —huele sin disimulo y Yoongi se siente aún más avergonzado.

—Yo...

—Yoongi, no uses neutralizador.

Las mejillas del menor arden, dejando a su paso un fuerte sonrojo, sudor cubriendo su frente y un ritmo cardiaco acelerado. Siente que va desmayarse. Ese alfa huele muy bien.

Su omega se siente arrullado con ese olor a hierbitas.

Se sujeta de la pared cercana, su mochila cae al suelo y sus piernas le hacen perder soporte. Va llorar, jura que llorará. Está apenado, se siente humillado y su omega está obnubilado por el fresco y reconfortante olor de ese alfa.

Su cuerpo no le responde, es extraño, como si no fuera él. Como si fuera un habitante externo en su cuerpo, sus pensamientos se sienten con eco y lejanos. Sabe que no ha perdido el conocimiento, ni nada por el estilo. Todo indica que su omega se está haciendo cargo de su mente y su cuerpo.

—Yoongi —le llama mientras toma la mochila del menor y lo sujeta de los hombros—. Tranquilo, omega, es normal que te sientas así. Ven —toca cariñosamente los brazos del menor y éste llora por el tacto—. Tranquilo —intenta calmar, pero acepta que ni siquiera él comprende qué hacer o cómo actuar.

Oh, mierda. El destino enmarañado lo ha juntado con su omega, y no sabe qué carajos hacer. Jamás pensó que tal dicha pasaría.

Ayuda.

Ayúdame a calmar a nuestro omega.

Yoongi llora entre hipidos fuertes que le imposibilitan respirar con facilidad.

Omega, voltea —la voz de mando se hace presente y Jimin se sorprende al recibir ayuda de su lado lobuno casi muerto. Al parecer su lobo sigue viviendo sólo por y para Yoongi.

Alfa, Alfa, Alfa, Alfa mío —repite con un tono meloso y lleno de ansiedad, se acurruca contra el pecho del contrario y sus lágrimas mojan su fino saco gris oscuro.

Estamos juntos, todo estará bien ahora, omega —acaricia firmemente su espalda en muestra de cariño, confianza y sosiego.

Yoongi asiente, pero continúa llorando. Inquieto, obnubilado por tantos pensamientos y completamente fuera de sí.

Caminaron lejos de ahí, alejándose de la universidad y yendo hacia el estacionamiento, en el cual Jimin abrió la puerta para su omega y lo ayudó a sentarse de copiloto. Manejó tranquilo, echando miradas curiosas a su lado para asegurarse del descansar de su omega. Yoongi está prácticamente dormido en el asiento, relajado, con sus mejillas irritadas por tanto llorar y su rostro enrojecido.

Mi omega es muy bonito.

Piensa y no puede evitar que una sonrisa traviesa se escape por sus labios, sabe que no es el momento, pero no puede evitar pensar en la belleza de su destinado.

¿A dónde nos lleva, alfa? —pregunta con los ojos cerrados y ese tono tembloroso el cual es un a mezcla entre nerviosismo y expectación.

El omega de Yoongi aún sigue a cargo de su humano, al parecer su parte humana no resistió la conmoción y su lobo tiene que presentarse.

Seguramente fue demasiado para sus sentires y su omega lidera ahora. Sin embargo, también teme por la integridad de su parte lobuna, no luce mucho mejor que la parte humana. Carajo. Jamás pensó en el sentir de Yoongi, jamás pensó en su reacción.

Y sinceramente... jamás pensó que se encontrarían.

—Iremos a descansar a mi departamento.

¿Ahí vas hacerme tu omega? —habla con un tono íntimo, no sexual, pero sí muy meloso y débil, como si eso hubiera estado esperando siempre... como si le resultara tan increíble que estuviera sucediendo.

Jimin le sonríe cariñoso y toma su mano tibia y delgada.

🍊

Caminan lento rumbo al departamento del mayor. Jimin sostiene a su omega de la cintura, con añoranza e intentando permanecer con carácter templado para apoyar y consolar a Yoongi.

Abre la puerta de su hogar y permite que el omega entre primero, para que no se sienta obligado o asustado. Holly camina entre los talones de Yoongi, olfateándolo y reconociéndolo, en pocos segundos mueve su colita y da toques juguetones con su naricita contra sus pies. Jimin cierra la puerta a sus espaldas y ve al omega desplazarse con inseguridad por el departamento.

—Yo vivo aquí —rasca su nuca nervioso por querer recibir la aceptación de su omega. Holly suelta un ladrido—, Holly y yo —corrige.

Es un lugar bonito —habla simple y pasando sus dedos por esa mesa que hay en el recibidor.

—Sí... compré este lugar hace unos años, quería ver la ciudad desde las alturas —contesta de igual manera.

—Sí... es... —tropieza un poco y recuerda que no ha comido nada ese día. Jimin lo sostiene con cuidado y preocupación—. Mi humano está muy débil —camina con ayuda hasta el sofá más cercano y se sienta. Ahí, Jimin nota lo pequeño que su omega se ve entre los cojines cafés. Pequeño, indefenso, enfermizo e inseguro.

—Perdón —se sienta en el otro extremo del sillón, sin querer intimidar o asustar a su omega—. Yo perdí el contacto con Moonbyul. Los busqué, pero no dejaron ningún rastro.

Nuestras defensas están bajas y somos propensos a complicarmos. Siempre enfermos porque no tenemos a nuestro alfa —repite afectado y Jimin piensa detenidamente en eso, jamás pensó que su omega también estuviera sufriendo—. Mi tristeza ha deteriorado a mi parte humana —su vocecita trémula estremece al mayor—. No tenerte cerca nos repercute, Alfa.

—No pensé que estuvieran afectados —confiesa y obtiene la atención de la parte omega de Yoongi—. Incluso llegué a creer que ya estaban enlazados a un alfa... —rasca la parte trasera de su cabeza y observa como el omega se acerca hacia él hasta estar sentado a su costado.

Claro que no —frunce el ceño y su boca se tuerce en un quejido, pareciera recordar algo—, el humor de mi humano es tan arisco que jamás dejaría que se uniera a alguien que no fueras tú.

Jimin sonríe leve al imaginarse la discrepancia entre Yoongi y su omega, sospecha que son muy diferentes entre sí.

Yo... de verdad te extrañé —confiesa el omega y Jimin sostiene su mano—. Sé que Yoongi también, pero... él necesita recordarte. Nos gustan mucho los mimos, quiérenos y cuídanos, Alfa —pide y se recarga contra el brazo del profesor.

El mayor asiente percibiendo el tono preocupado del omega.

Alfa —le llama con ese tono meloso al cual Jimin ya comienza a acostumbrarse—, ¿puede tocar mi pancita? —habla apenado porque sus instintos más básicos se hacen presentes inconscientemente.

El mayor traga saliva y observa los ojitos brillosos del omega. Lo toma del rostro con ambas manos y le acaricia las mejillas y la mandíbula. Son toques lentos, pacientes y suaves, como no queriendo asustar a la parte humana. Los ojitos cerrados le confirman a Jimin que el otro se encuentra relajado y sumiso ante él.

Es despacio, quizá más de lo que hubiera imaginado. Unen sus labios y se besan lento, reconociéndose y otorgándose lo que desde hace años había buscado. Los labios acolchados del menor son cubiertos y atesorados por los contrarios. Son toques tranquilos, cariñosos y cuidadosos.

El omega sonríe bajo el tierno toque y Jimin abre los ojos para notar los contrarios cerrados y con pequeñitas lágrimas descendiendo de éstos. Besa las mejillas humedecidas, la pequeña nariz sonrojada y su cándida frente descubierta debido a que su cabeza está inclinada y deja el cabello castaño esparcirse hacia los lados.

La mano de Jimin va hacia el abdomen sensible del omega y toca sobre el suéter felpudo celeste. El alfa sonríe al sentir la tela suave bajo sus dedos.

Alfa, tóqueme —clama mientras sostiene la mano de Jimin entre las propias.

Oh, carajo.

El cuerpo ligero del menor se recuesta en el sillón.

Y Jimin juraría que no ha visto a alguien más erótico que ese omega. Se aproxima hasta colocarse sobre él, cubriéndolo con su calor y abrazándolo con sus brazos. Le besa delicadamente el cuello blanquecino y olfatea, buscando el olor a café con chocolate de su omega, al no encontrarlo decide dar pequeños mordiscos en la tersa piel a los costados del cuello, ahí donde su glándula del olor debe estar siendo estimulada por los alicientes externos.

Los dedos largos y tímidos viajan hacia los hombros del profesor. Jimin muerde la piel, asegurándose de dejar marcas rojizas en todo ese lienzo. Y por fin escucha la melodiosa voz de su omega salir en forma de pequeños gemidos y respiraciones ahogadas.

—Omega —le llama con voz ronca y el nombrado abre los ojos y responde con un quejido, logrando así salir de su estado hipnótico—. Voy a tocarte, omega.

Jimin y sus caricias descienden por el cuello hasta el pecho, depositando besos sobre el suéter, logrando hacer que el omega suelte unos gemidos más prominentes. Jimin no es tonto, ha estado con más omegas, incluso con omegas en celo y está seguro que Yoongi no ha intimado con alguien antes. Sus respuestas son inconscientes, sus manos se aferran con débil fuerza a los cojines del sofá y sus mejillas no bajan de temperatura.

Está seguro que Yoongi no se ha mostrado así ante otro alfa. Sus reacciones reales y sus piernas a los costados le comprueban que tiene razón.

—Amor —le llama mientras sube la única prenda que cubre la panza de su omega. El delgado, tembloroso y calentito abdomen se muestra ante él y Jimin no puede evitar sonreír enternecido—. Amor, te esperé mucho tiempo y se me hace irreal que estés aquí —confiesa.

El abdomen de Yoongi sube y baja arrítmico, la piel pálida se estremece al sentir los labios abultados y afectuosos sobre ella, sus escasos vellos se erizan ante los sutiles tocamientos. Las respiraciones son audibles y sus ojos brillan esperanzados. Está deseoso por ser más estimulado por su alfa.

Alfa... —le llama.

—¿Sí? —contesta contra el vientre fino de su omega, besa los alrededores del ombligo y escucha suaves jadeos. Las manos de Jimin se pasean por los costados del omega, tocan con delicadeza y anhelo, tocándolo como si fuera de cristal.

Quiero que me haga suyo...

Jimin sonríe contra la barriga de su destinado y su lengua juguetona lame la piel sonrosada, sensible y erotizada.

Quiero que me haga un cachorro.

El omega alza el vientre contra la boca de su alfa y mueve las cadenas con cadencia, Jimin siente la dureza de Yoongi chocar contra su mentón. El pantalón de mezclilla la cubre y aprisiona.

Omega.

—¿Mmmh?

—Necesito tener la aprobación de tu parte humana también, omega —explica mientras lame descaradamente alrededor del ombligo de su omega.

Él... también quiere, yo... yo lo sé —suelta un gemidito ahogado, cierra los ojos fuertemente, sus piernas tiemblan y se afianzan alrededor de los muslos de su alfa.

Jimin continúa con su ronda de besos y tocamientos. Está sorprendido, pero no dirá nada en voz alta, no quiere que su omega sienta pena por sus reacciones, quiere que se sienta protegido y en confianza.

Cientos de tonos rojos cubren el rostro del omega, se hunde más en el sofá, sus piernas se mueven acalambradas y lleva sus manos a la boca para cubrir cualquier sonido vergonzoso que pudiera salir de ahí.

Alfa...

Y Jimin siente como después de ese gemido, el cuerpo del omega se destensa y busca cobijo en sus brazos.

Perdón, perdón, perdón... yo... fue muy... rápido... —lágrimas se desbordan de sus ojos—. Perdón —se disculpa por su reciente orgasmo. Las manos de Jimin tocan el vientre de su omega por última vez y lo cubren de nuevo con la prenda—. Es mi primera vez siendo tocado así y... yo no sabía cómo actuar.

Jimin besa amorosamente a su omega en las mejillas. Limpia las lágrimas, toca detrás del cuello con sus manos y siente el rostro del menor recargarse contra su pecho. Ahora Jimin es el que siente el cuerpo de Yoongi recostado sobre él. Aferrado en un abrazo y con las mejillas humedecidas por su anterior llorar.

Quiero que me haga el amor, Alfa.

—No —habla contundente.

Pero yo... estoy listo —habla con una vocecita caprichosa y busca la mirada y aprobación de su alfa.

—Omega, sé que tú estás listo, pero... también quiero la aceptación de tu parte humana, de Yoongi. Comprende.

A Yoongi también le gustó correrse gracias a usted —sus dedos acarician coquetos el cuello del alfa, buscando más tocamientos.

Jimin ríe por el comentario sin filtro y piensa que quizá Yoongi jamás hubiera dicho algo como eso.

—Omega.

¿Sí?

—¿Me permitirías compartir con Yoongi también? —le obsequia un beso de pico y observa los ojos entreabiertos del menor—. Por favor, amor. Sé que tengo tu consentimiento, quiero el de Yoongi también. Y... quiero que él también se enamore de mí. Además... No quiero que piense que me estoy aprovechando de la situación.

El omega asiente lentamente y cierra sus ojos, suelta un último suspiro y duerme sobre el tórax de su alfa.

Jimin expira lento. Cientos de emociones lo atraviesan, su alfa está orgulloso, después de años se hizo presente y se siente agradecido con el amor que el omega guardo para ambos.

Ahora necesita hablar con Yoongi.

Lo necesita a él.

Sentirlo.

🍊

Bosteza y pestañea, se acurruca más contra el mullido y caliente edredón. Su nariz se hunde en la tela suave y olfatea el olor a hierbas y árboles. Dos neuronas hacen conexión y abre los ojos asustado, se sienta rápido en la cama y siente como se marea. Limpia cualquier suciedad de los ojos y una mirada llena de miedo se apodera de él.

«Omega de mierda, qué hiciste ayer». Piensa y al no recibir respuesta frunce el ceño molesto, oh, carajo, quiere desaparecer. Sin embargo el aroma envolvente le crea un ambiente tan cómodo que lo hace borrar dichos pensamientos.

Yoongi se destapa y observa su vestimenta, son unos calzoncillos negros holgados y una camiseta amplia de algodón. Siente vergüenza al pensar en ser vestido por alguien más, pero intenta superarlo cuando recuerda vívidamente el día de ayer y a su omega guiándolo hacia ese apuesto alfa de olor a naturaleza.

—Necesito respuestas —susurra mientas se levanta y camina por la monocromática y enorme habitación, va hacia la puerta de mayor tamaño, abre indeciso y rápidamente un perrito corre hacia él.

Yoongi observa detenidamente el lugar, es lujoso, limpio y espacioso. A simple vista puede percatarse de que es un departamento costoso. El cachorro sigue entre sus pies, saltando y jugando con sus tobillos descalzos. Echa un ojo al sillón donde compartió con el alfa el día anterior y la temperatura sube por su rostro.

«¿Oh, carajo, y si piensa que lo hice porque quiero que me asigne un tutor? La verdad, es que ni siquiera sé por qué lo hice. Sólo pasó y le permití a mi omega que liderara y tomara las decisiones».

Escucha la manija de la puerta moverse después del titilar de unas llaves y siente desfallecer. Cuando está por huir hacia la habitación, la puerta de abre dejando ver a Jimin cargando una cantidad incontable de bolsas. Al parecer fue al mercado.

—Buenos días, pensé que despertarías más tarde por eso no estaba —se explica y Yoongi se arrepiente de haber tomado la decisión de pasearse por el departamento sólo vistiendo esa camisa que le llega hasta los muslos, pero pese a su bochorno, no recibir ninguna mirada morbosa lo tranquiliza.

Nuestro alfa nos respeta, no como ese loco tatuado del centro de Daegu que te conseguiste aquella vez.

«Él no es nuestro alfa, calla, omega».

—Buenos días.

Jimin cierra la puerta tras de sí y camina hacia la cocina para dejar las bolsas. Tiene que confesar que no sabe muy bien qué hacer, Yoongi parece confundido y avergonzado.

«¿Y si él no siente nada por mí?». Piensa Jimin de manera pesimista.

Humano tonto, ve con tu omega y deja de acomodar los tomates.

—¿Dónde está mi ropa? —escucha la vocecita del omega y gira hacia él.

—Voy por ella, la lavé y sequé —camina y se pierde de la visión de Yoongi, el cual está simplemente ahí parado en medio de la sala.

Después de unos minutos, Yoongi se dirige hacia el ventanal que funge de pared de la sala, mueve un poco las cortinas grisáceas y mira hacia afuera, traga saliva al notar que está en, seguramente, uno de los edificios más caros de la ciudad, la altura a la que se encuentran se lo confirma.

«¿Y si ese hombre está acostumbrado a que se acuesten con él y los trae a todos a su departamento?». «Él ni siquiera estaba acostado junto a mí cuando desperté».

Calla, hormonal, fue por comida para nosotros.

—Acaba de salir de terminar su ciclo en la secadora, toma —le otorga su cambio de ropa, la cual se encuentra perfectamente doblada—. ¿Quieres algo de desayunar?

Yoongi niega.

—Mmm... ¿no tienes hambre? —pregunta un poco serio al sentirse rechazado por su destinado—. Yo no cocino tan mal —suelta una risilla nerviosa que capta la atención del menor—, casi nunca se me queman las cosas. Casi... —susurra lo último al recordar la vez que le cocinó a Namjoon y ambos quemaron la pared de su departamento y tuvieron que venir los bomberos.

—No quiero nada. Muchas gracias —intenta no sonar cortante, pero le es imposible. La vergüenza del día anterior le nubla todos sus pensamientos. Fue su primera vez haciendo algo tan íntimo con alguien.

—Bien, entonces qué quieres, Yoongi —su voz es calma, indicándole que no está molesto y que espera su contestación.

El menor nota los vellos de sus brazos erizarse al escuchar su nombre proviniendo del los gruesos labios de ese alfa con delicioso olor.

—Voy a regresar a mi departamento, estoy alquilando uno.

—Yoongi.

—¿Sí?

—Quisiera poder hablar contigo.

«No, no, no, no, huye, huye».

—Estamos hablando ahora.

—Me refiero a hablar de lo de ayer.

—Sí, sobre eso... —toma aire—, mi omega estaba necesitado de afecto. No fue nada especial, yo... los dos; mi omega y yo —especifica—, simplemente nos dejamos llevar.

Humano tonto.

—Mmm, ya veo —rasca su mentón pensativo—. Pues yo si quiero hablar contigo. Y si tú no quieres, por lo menos quiero que me escuches.

Jamás debió salir de Daegu, todo hubiera sido perfecto si su omega jamás se hubiera manifestado y si no se hubiera aferrado a ese proyecto de titulación.

—No quiero. Quiero irme.

—Bien, Yoongi, yo no puedo obligarte a hacer algo que no quieres —hace una pausa y observa a Holly jugueteando con los tobillos marcados y delgados de su omega— y no, tampoco puedo retenerte.

Claro que podemos.

«Calla pulgoso».

—¿Puedo bañarme antes? —habla avergonzado por su petición, pero Jimin asiente y le indica por dónde está el baño.

Jimin siente que va morir. El rechazo de su omega no lo siente como tal, sabe que debe estar muy confundido y que necesita tiempo para pensar, pero quisiera explicarle todo antes de que saque conjeturas erróneas.

Los minutos pasan, se recuesta en el sofá donde compartió con Yoongi en día previo y cierra los ojos. Sin percatarse, cae dormido.

🍊

Jimin pestañea débilmente, despierta gracias a un aroma potente y marcado a granos de café y cocoa. Sonríe leve al percatarse de que ese olor le pertenece a su omega. Abre sus ojos y observa su alrededor, dando con la espalda de Yoongi, el cual se encuentra sentado a su costado, como si velara por su dormitar.

Él es muy tierno sin darse cuenta.

Mira sus manos juntas, luce nervioso y pensativo.

—¿Yoongi? —habla con su voz recién levantada, observa la hora en su teléfono y se percata de que durmió casi dos horas.

—¿Qué le hiciste a mi omega? —pregunta sin esperar respuesta y observando fijamente el suelo, evitándolo—. Mi omega no me deja irme. Ni siquiera sé tu nombre, no entiendo por qué... —habla molesto consigo mismo.

Jimin se sienta y tiene que aceptar que se siente un poco obnubilado por el aroma exquisito de su omega. Observa el cabello mojado, indicándole que no lo secó. En pocos segundos, Jimin trae una toalla de su habitación para ayudar a su omega.

—Mmm... Es normal que estés tan... confundido —le hace una pequeña seña con la mano y consigue que Yoongi acepte ser mimado por él. Seca el cabello con cariño—. Yo también lo estuve mucho tiempo, Yoongi —le seca delicadamente y mira como el menor desvía la mirada—. Quizá no me recuerdes, pero en un momento de tu vida, tú estabas muy enamorado de mí —ríe cándido y Yoongi presta atención—. Soy Park Jimin, dudo que recuerdes mi nombre, pero sé que tu omega recuerda el sentimiento. Oh, amor, no llores —le calma mientas aprovecha para secar las vagas lágrimas de las mejillas contrarias.

—Sigo sin entender... y no sé por qué me siento así...

—Tenías siete años y tú le profesaste tu amor al maestro nuevo dieciséis años mayor que tú. Entiendo que no recuerdes, fue hace bastante...

—Fue cuando mi celo se adelantó —habla recordando la sensación de sentir a su alfa cerca. Misma sensación que percibe en ese momento.

—Sí. Ni tu madre, ni yo queríamos alterar tus hormonas, por eso me alejé para que pudieras desarrollarte como un omega y presentarte en la adolescencia, como es debido.

—Yo pensaba que eras omega y yo tu alfa... —susurra para sí mismo, recordando cortas escenas de su infancia. Sus mejillas se tiñen de rojo al recordar el burdo cortejo que empezó cuando tenía siete años.

—Sí —sonríe y termina de secar el cabello negruzco de su chico—. No eras bueno con los olores.

—Pero tú te alejaste —recrimina con un tono de reproche que no sabía que poseía.

—Mmm... No quería que tu celo se adelantara de nuevo, sé que fuiste al médico la primera vez y no quería causar... problemas —habla más bajito conforme continúa.

—No me buscaste...

—Yo te hablé hace unos años... Te dije que te extrañaba, te hablé del mandarino y...

—Fuiste tú... —pestañea en varias ocasiones y recuerda al hombre ebrio que le marcó hace algunos años, decidió olvidarlo porque así su mente descasaba.

—Te quedaste tan embobado con mi olor cuando eras un niño que pensé que aún podía causar ese efecto en ti y por eso te envié un árbol, para que percibieras un aroma parecido al mío.

Sí funcionó.

—¿Por qué no regresaste por mí? —habla entristecido.

—Mis llamadas ya no eran contestadas y... no lo sé, también pensé que quizá... tú te habías unido a alguien. Perdón, Yoongi.

—Mmm... eso explica muchas cosas —el silencio por parte de Jimin lo alienta a continuar—, mi salud había estado deteriorándose, me enfermo por cualquier cosa. El médico me dijo que era porque mi omega no se manifestaba. Incluso tengo muchos años sin mi celo.

—Perdón —se disculpa de nuevo y ahora entiende la necesidad que tenía su parte omega de estar con él.

—Ahora que pasó esto, creo que mi omega se encontraba molesto porque no estaba con su alfa o porque no hacíamos nada para estar juntos —suelta un suspiro y observa su calzado, negándose a ver a Jimin.

—Debemos arreglar eso —se atreve a decir y Yoongi gira con él—. Sé que prácticamente somos dos desconocidos, pero... podemos solucionar eso. Nuestros lobos están unidos, podemos unirnos nosotros también... o por lo menos podemos intentarlo.

Sí.

Sí.

—No nos conocemos —sus manos son sujetas por las del mayor y siente un calor grácil sobre su piel.

—Eso se puede solucionar. Soy Park Jimin, soy docente y director de titulación en la Universidad Nacional de Seúl.

—Yo sólo soy Yoongi —suelta una risita nerviosa, sintiendo que no tiene mucho que ofrecerle a su alfa.

—Es más que suficiente, Yoongi.

Sus mejillas se sonrojan y los dedos del profesor se inmiscuyen entre las hebras finas de su cabello húmedo, peinándolo.

—¿No te molesta que sea un viejo? —pregunta apenado mientas observa los ojitos diminutos de Yoongi inspeccionarle detenidamente el rostro, como si buscara alguna arruga.

—No creo que seas un viejo, pero ahora entiendo muchas cosas —susurra sin percatarse y la mirada confundida del alfa lo hace sonrojar—. Siempre me han atraído mucho las personas mayores.

Vaya, vaya...

—Pero... ¿podrías... cortejarme? —habla tan bajito que Jimin cree haber escuchado otra cosa, y el semblante apenado del omega se lo confirma—. Sé que suena cursi, pero... soy cursi —ríe y rasca su cuello un poco ansioso.

Jimin asiente y su corazón late acelerado. Sin querer, comienza a expeler feromonas de felicidad, las cuales detecta el omega y lo hacen sentir relajado, Jimin lo nota en los hombros destensados del menor.

—¿Puedo besarte, alfa?

Jimin pestañea varias veces y siente los labios blanditos y cálidos del omega depositar un tierno beso en su mejilla. Jimin le sonríe, pensando que Yoongi y su omega son completamente diferentes. Uno tierno y penoso y otro más coqueto y atrevido.

Y eso le agrada.

🍊

el encuentro mas esperado de toda Latinoamérica unida

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