46. Somos hermanos
Tomás
Nada de lo que estaba pasando tendría que haber pasado, al menos no todavía, no estaba preparado para que ese momento llegara así de imprevisto.
Lucas mantenía el semblante serio, sus ojos me apuntaban con dolor, como si mi propósito hubiera sido jugar con él y engañarlo por diversión. Nunca fue así, pero también entendía el por qué de su molestia, yo en su lugar hubiera estado igual o peor.
El momento de la verdad había llegado, pero era incapaz de hablar, tenía un nudo en la garganta y las palabras se me enredaban en la mente, no sabía cómo explicarlo.
La verdad era demasiado cruel para un joven tan bueno como él, sabía que, si lo hacía, lo destruiría, así como lo hicieron conmigo. Viví en una mentira toda mi vida, y cuando lo descubrí, deseé que no fuera real. No quería que él tuviera que pasar por eso, pero a la vez, me veía acorralado y en la obligación de decir algo al respecto, o de lo contrario, tendríamos graves problemas.
Por otra parte, Lucas tenía razón, le mentí y actuamos a su espalda reiteradas veces, y aunque no sea un argumento completamente válido, fue la única opción que tuve para acercarme a él y poder conocerlo. Espero que lo entienda.
Massiel tomó mis manos y me miró a los ojos, ellos me trasmitían tranquilidad y valentía.
—Sí, ah... Ya sé que te debemos más de una explicación, pero por favor, ¿podemos hablarlo en privado? —musité mirando a Lucas. Él miró a sus acompañantes y estos asintieron. La presencia de ellos me hacía sentir diminuto.
—Está bien —respondió dejando salir a los chicos, luego se puso frente a nosotros con el ceño fruncido—. Hazlo rápido.
—Antes de contarte... quiero que sepas que nuestra amistad fue real, la confianza y lo que compartimos fue totalmente sincero.
Sólo alzó las cejas con desinterés.
Lo peor era que ahora desconfiaría de cualquier cosa que le pudiera decir.
Miré a Massiel nuevamente y ella asintió, ya era el momento, aunque no quería, tenía que decirle, tarde o temprano esto iba a suceder y él merecía saber la verdad.
—Yo, ah-ah... no-no sé cómo empezar —intenté tragar saliva, las manos me sudaban y las piernas me temblaban. Mi novia se dio cuenta y se sentó a mi lado.
—Lucas, creo que también deberías tomar asiento, es un tema delicado —le sugirió Massi y él accedió.
—Adelante, mi amor, él entenderá —me animó ella.
Volví a suspirar e intenté relajarme a pesar de que sentía que era imposible, mi corazón latía con mucha velocidad y el miedo a perderlo para siempre invadía cada parte de mi ser, pero si no hacía nada, perderlo iba a ser el único final.
Lucas me miraba y al ver lo tembloroso que yo estaba, creo que transmití mi temor. Su postura había cambiado, ahora me miraba con más seriedad.
—De acuerdo... Aquí voy... —exhalé con pesadez—Hace 22 años una mujer llamada Ana —hice una pausa abrupta, recordar todo lo que mi madre sufrió me aturdía el corazón—, ella... ella esperaba con ansias el nacimiento de sus mellizos, ambos eran un milagro, ya que le habían dicho que nunca podría ser madre... pero al momento del parto, algo se complicó, y sólo le entregaron a un bebé, ese bebé era yo... y el otro... al otro niño lo dieron por muerto. El mellizo estuvo muerto por 21 años y yo no sabía de su existencia, hasta hace pocos meses. Mis padres me lo ocultaron, y desde que lo descubrí, todo se volvió un caos, me hundí en un hoyo negro, pero eso no fue todo. —lo miré a los ojos sin poder contener las lágrimas y me limpié avergonzado—Luego de investigar sobre mi hermano, descubrí que él no murió, en realidad se lo quitaron a mi madre... la engañaron, le dijeron que el bebé había sufrido de un paro cardiaco, pero no fue así, le mintieron para darlo en adopción —los ojos de Lucas parecían ser invadidos por la confusión y porque seguramente estaba pensando justo lo que yo le diría a continuación—; Lucas, ese niño eres tú. Somos hermanos —sentencié mirándolo fijamente.
Abrió los ojos con exageración pero se quedó callado y extremadamente quieto, parecía que el tiempo se hubiera congelado y sentía que todo ocurría en cámara lenta. Luego de un rato hicimos un pequeño contacto visual, pero tras pasar un milésimo segundo, quitó sus ojos de los míos y los fijó en un punto vacío, sus manos empezaron a temblar y las pasaba por su cara, como si intentara despertar de una horrible pesadilla.
—Contratamos a un investigador privado y él nos guio hasta aquí, hice lo que hice porque era la única manera de poder conocerte —le explicaba, y aunque parecía que me escuchaba, también parecía que estaba sumergido en sus propios pensamientos.
Se puso de pie, dio un par de vueltas en círculos, en silencio, hasta que por fin habló.
—¿Me estás tomando el pelo, no? —se rio—Mis padres biológicos están muertos, y yo... yo era hijo único, ellos me querían, ellos me amaban —espetó entre sollozos mezclados con nerviosismo. Lo deduje porque sus manos temblaban.
—No, Lucas, a ti también te mintieron —dijo Massiel—Lucas, nuestro detective tiene todos los papeles que lo demuestran.
—¡No! No es posible —negaba con la cabeza mientras sus ojos y mejillas empezaban a ponerse rojizas—¿Por qué mis padres me mentirían?
—No lo sé —me alcé de hombros con lamento—Lo... lo siento, sé que es difícil de asimilar, mi mundo se vino abajo apenas me enteré, y te juro que entiendo lo que sientes, sentía impotencia, rabia, tristeza. Me sentía vacío, usado, engañado...Y no sabía qué hacer, o si creer, y sé que te sientes incluso peor que yo, pero es la verdad. Tú eres mi hermano y al fin te encontré —sonreí tratando de acercarme.
—Lo lamento, creo que estás equivocado —levantó sus manos y se alejó—Tengo que irme, no puedo estar aquí —se tapó la cara y se aproximó a la puerta.
—¡Lucas, no! Por favor, espera —le suplicó Massiel. Yo no fui capaz de emitir nada más, si él no nos creía, ¿entonces qué haría?
Se detuvo antes de girar la manilla.
—Tomás no tiene la culpa de nada, tú merecías saber la verdad, por favor, déjame que te muestre los papeles, por favor. Dejamos todo por ti, viajamos a otro continente sólo para poder encontrarte, por favor —le volvió a suplicar con la voz casi en un hilo. A ella también se le habían cristalizado los ojos—Hazlo por ese pequeño niño que nunca pudo jugar con su hermanito —añadió estirando su mano para que él la tomara.
El muchacho dirigió su mirada hacia mí, soltó las lágrimas que trataba de retener y tomó la mano de Massiel. Sonreí aliviado.
Volví a suspirar, me senté y luego volví a pararme, porque para ser sincero no sabía cómo actuar. Me sentía responsable por poner el mundo de Lucas patas arriba. Apenas conocía a sus hermanos, pero se veía que era feliz, que a pesar de que no eran personas de mi agrado, sí lo querían, lo apoyaban y por lo visto, harían cualquier cosa por él. No quería arrebatarle eso, ni tampoco ponerlo entre la espada y la pared, jamás lo incitaría a elegir entre su familia o la mía, pero éramos hermanos y yo también tenía derecho a estar en su vida, yo y mi madre, también éramos su familia.
—Gracias —le susurré a Lucas, él asintió y después me dio la espalda.
Massiel se dirigió a la habitación y en la espera, Lucas y yo permanecimos en silencio, él pareció divagar unos instantes y finalmente tomó su celular para escribir un mensaje, supongo que le escribía a quienes lo esperaban afuera, o a sus padres... en realidad no tenía idea, pero esperaba que aquel mensaje fuera para sus acompañantes.
Al cabo de breves minutos, los pasos de Massiel adelantaban que se acercaba un momento intenso.
Carraspee mi garganta para tratar de prepararme para eso; para contarle con detalle cada uno de nuestros movimientos de la investigación y lo que encontramos, sin embargo, creer que podía preparame era estúpido.
Mi novia regresó con varias carpetas, el álbum de fotos que me regaló, algunos papeles sueltos y el cabello que había obtenido de la fiesta.
Antes de dejar las cosas sobre la mesa, nos dio un rápido vistazo a ambos y luego me llamó con su mirada, me paré de inmediato y me acerqué, esperando que me diera instrucciones como si fuera un niño. Al menos en mi mente creía que así podría actuar de la forma correcta.
—Cielo, me faltó traer la pizarra mapeada —me dice Massi. La pizarra mapeada era donde teníamos todo el seguimiento de Lucas, allí estaba lo que hacía cada día y los lugares que visitaba, básicamente era un registro de cada sitio en que Lucas había estado y con quién se había reunido. Espantaría a cualquier persona.
—¿La pizarra mapeada? ¿Estás segura? —pregunté tratando de rechazar con la voz su petición.
—Sí, sé que se asustará —susurró en mi oído—, pero debemos contarle todo. Todo. —recalcó la última palabra mirándome a los ojos.
Nos acercamos a la mesa, ordenamos los papeles y nos sentamos a su alrededor.
Lucas estaba más tieso de lo normal, y no lo juzgo, yo también calcularía cada uno de mis movimientos si me sintiera acorralado. Se acomodó con lentitud frente a mí y se puso a observar las cosas que dejamos sobre la mesita.
Dudé breves segundos antes de empezar, pues no sabía cómo explicar los hechos sin lastimarlo aún más.
—De acuerdo, siempre supe que este momento sería complicado, pero nunca imaginé cuánto. Am, lo siento, Lucas, lamento que tengas que pasar por esto, lamento haber destruido tu vida —escupí sin pensarlo. Tanto Massiel como Lucas tienen sus ojos puestos sobre mí. Creo que lo difícil, en realidad, es cómo expresar lo que siente Lucas, no yo.
El rubio se quedó en silencio, agachó la cabeza y pronto volvió a levantarla para mirarme.
—Yo jamás pensé que algo así podría sucederme, siempre pensé que fui ese niño que perdió a sus padres de una forma horrible, pero que la vida le regaló una familia maravillosa, una familia como la que alguna vez tuvo, y entonces ya no me sentía solo, o desamparado, ¿y ahora? Ahora no sé qué sentir, qué pensar, o, qué es lo que debo hacer. No sé, yo, yo... ¡Joder! Son tantas cosas que me siento perdido... pero tú, Tomás, como dijiste, no tienes la culpa —mi hermano se desahoga abruptamente, era como una metralleta disparando información, lo dijo tan rápido que no supe qué decir, solo asentí.
Massiel suspiró de manera exagerada para llamar nuestra atención.
—Chicos, sé que esto es demasiado, es doloroso, abrumador y estresante, pero es la única manera de que Lucas despeje sus dudas, y de que Tomás, encuentre lo que vino a buscar —Massi sonrió débilmente y luego continuó—Para empezar, sé que puede ser un poco raro o absurdo, pero créanme, es un truco que funciona; van a tomar todo el aire que pueda entrar en sus pulmones hasta que yo llegue al 4, y lo van a soltar de la misma manera, ¿okey? Lo harán 3 veces.
No estaba muy seguro si eso era apropiado para la situación, pero confiaba en ella más que en mi propia sombra, así que fui el primero en obedecer. Aunque al principio se sentía forzoso y casi patético, al final sentía el cuerpo más relajado y la mente más clara.
Al ver que la tensión había disminuido, una gran sonrisa se instaló en el rostro de Massiel. Sinceramente no lo hubiera logrado sin ella.
—Bien, Lucas, ¿estás listo? —ella pregunta.
—Nunca voy a estar listo, pero me siento mejor, ya no tengo atorada una piedra en mi garganta —él rio, y su risa me relajó aún más.
—Me alegra. —Massi le responde—Como te dijimos al principio, cada cosa que hicimos tenía un propósito, jamás quisimos abusar de tu confianza e invadir tu privacidad, aunque así resultara y aunque no lo parezca, hicimos lo mejor que pudimos —se disculpa y el rubio asiente—Bien, uff... —ríe agobiada y hace una pausa—Esto es difícil... —vuelve a reír y después se enseria—Todo comenzó cuando este hermoso joven llegó al restaurante de mi familia...
Y así continuamos explicando todo el recorrido de nuestra investigación, apoyando nuestro testimonio con las pruebas que teníamos. A pesar de que evitamos detalles innecesarios y tratamos de ser lo más breve posible, hablamos hasta que se hicieron las siete de la mañana. Por el camino hubo algunos altibajos, lloramos y también nos reímos de lo estúpidos que fueron nuestros planes en terreno, porque incluso hasta un burro nos hubiera descubierto.
—Joder, ya es de madrugada —suspira Lucas estirando su cuerpo mientras suelta un pequeño bostezo que nos contagia.
—¿En serio? —pregunté para mí mismo mientras veía que la hora en el celular lo confirmaba.
Lucas dio un bostezo que terminó contagiándonos y luego se volvió a acomodar como por enésima vez.
—Esto fue bastante... revelador.
—Y abrumador —añadí al comentario de Lucas.
—Exacto. ¿Tienes más preguntas?
—Sí sí, entonces sólo para dejarlo claro, ¿Sólo esperan reunir el dinero para poder hacer el examen de ADN?
—Sí, es lo único que nos detiene... En realidad, no es necesario porque toda la evidencia que te mostramos apunta hacia ti, pero creo que nuestra madre, digo mi madre, o sea también es tuya, pero... Mierda, se entiende lo que quiero decir —los oyentes se ríen—, ella sería muy feliz con un resultado positivo de ADN —respondí—y además por los trámites legales, será necesario.
—Entiendo, bueno, de eso me puedo encargar yo. Yo pagaré el examen —dice Lucas con mucha tranquilidad.
—Mierda, ¿estás seguro?
—Sí, tío, es lo mínimo, ¿no? Ustedes han venido de otro continente —nos recalca con humor—Y si resulta que somos hermanos, entonces deberíamos llevarnos los gastos a la par. Tú y yo queremos saber la verdad, así que no te preocupes, yo puedo hacerlo. Una vez que tenga el resultado hablaré con mis padres adoptivos, antes no, no quiero armar un enredo y generarles ansiedad. Prefiero decir todo de una sola vez.
—Está bien, tienes razón, muchas gracias —Massiel y yo asentimos.
—En fin, ya me voy, estoy hecho mierda —comenta el rubio frotándose la cara.
—Estamos en contacto y cualquier cosa que necesites, no dudes en llamarme, estoy para ti —dije.
—Gracias, Tomás —él sonrió ampliamente, pero con tristeza en los ojos.
No pude evitar sólo mirarlo y saber que a pesar de lo que su boca decía, su corazón estaba sufriendo, así que, me acerqué y lo abracé. Al principio noté que no se lo esperaba, pero luego cedió para abrazarme de igual forma, no sé cómo explicarlo, pero ese abrazo trasmitió mucho más de lo que las palabras podían decir. Fue lo que ambos necesitábamos.
Tras cerrarle la puerta, sentí la necesidad de gritar, de gritar porque hasta ese punto todo había resultado bien. En mi mente siempre se me pasó la idea de que nos pelearíamos como brutos, pero, aunque la pena, la rabia y la angustia seguramente lo invadieron, él era más humano y más fuerte que su dolor.
Me llenaba el corazón saber que mi hermano se había convertido en una gran persona, sé que no lo conocía tanto, pero estaba orgulloso de él.
—¡Wow! —grité finalmente mientras hacía mi danza de mar. A Massiel ya se le cerraban los ojos, pero aun así se esforzaba por mantenerlos abiertos para poder contemplarme.
—¿Vamos a dormir? —ella me invita.
—Vamos a dormir.
Caímos a la cama y en un solo segundo nos quedamos profundamente dormidos.
HOLAAAA
Lo sé, desaparecí de este maravilloso lugar por mucho tiempo, y aunque perdí la constancia de escribir, siempre pienso en mi libro, en ustedes y en mi deseo de terminar esta historia.
Espero que hayan disfrutado del capítulo.
Y si eres un lector anónimo, me encantaría saber de ti, porque después de tanto tiempo, aún sigues aquí.
Gracias, por llegar hasta aquí, por leer, por darme parte de tu tiempo, por tu paciencia, por no perder la esperanza de que subiera otro capítulo —jiji—, por acompañarme en esta aventura. <3
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