43. Celos y alcohol
Tomás
Conforme pasaron los días, llegamos a la conclusión de que ya no era necesario seguir a Lucas, porque no estábamos adquiriendo la información que necesitábamos, sin embargo si podíamos estar cerca íbamos a intertar encontrar cualquier información que nos fuera útil.
Lucas nos había regalado entradas para ir a su próximo partido, y al fin había llegado el día. El partido sería en un estadio que estaba a casi 40 minutos de nuestro hotel. La fila era mucho más grande, porque era un partido definitorio, y "Las bestias" debían ganar o de lo contrario no podrían continuar en la temporada.
Habíamos llegado con una hora de anticipación y ya faltaban solo 15 minutos para que el partido iniciara, pero nosotros seguíamos parados como postes en la fila.
Esperar tanto rato me tenía estresado, solo quería entrar y no perderme el juego.
Y entre todo el alboroto, escuché la voz que nos salvó.
—Pero si son los chilenitos, ¿qué hacen aquí? —anuncia la pequeña Sol.
Me di una vuelta de 360° tratando de encontrar la dirección de su la vocecilla y luego de girar como un perrito siguiendo su cola, por fin la vi, caminaba paralelo a nuestra fila acompañada por sus hermanos, Luna y Víctor. Estos nos quedaron mirando extraño sin entender por qué la niña nos conocía.
—¡Hola! Lucas nos invitó —le respondió Massiel después unos segundos.
Los hermanos se miraron entre ellos y decidieron acercarse a nosotros.
—Hola, ¿qué tal? ¿Dicen que Lucas los invitó? —habló Víctor fijando su atención más en Massiel que en mí.
Noté qué su mirada la puso incómoda y antes de que pudiera hacer algo al respecto, ella me tomó del brazo. Me giré hacia ella y sonreí.
—Así es, él mismo nos dio las entradas —dije fingiendo una sonrisa. Con solo tenerlo cerca sabía que no nos íbamos a llevar bien.
—¿Y ustedes, son? —inquirió Luna mirándome de pies a cabeza y cuando le presté atención, Massiel me apegó más hacia ella.
«¿Celos?»
—Ella es Massiel, y él es Tomás —se adelantó Sol apuntándonos—, son de Chile, son pololos y están de vacaciones, conocieron a Lucas en el bar Saturno y yo los conocí el domingo en el restaurante...
Ella iba a continuar hablando, pero su hermana mayor la interrumpió.
—Un gusto chicos, yo soy Luna —dio un paso para acercarse a nosotros y Massiel estiró su mano antes de que ella pudiera inclinarse para darme un beso en la mejilla.
«Massiel celosa era divertida»
Posteriormente hice lo mismo que mi novia y terminamos de saludar a los demás.
Víctor y Luna tenían el cabello oscuro, pero en ella resaltaban algunos mechones rojos. Ambos tenían la piel pálida, su caminar y sus atuendos extravagantes me daban a entender que tenían un estilo fuera de lo común. Sin embargo, parecían alentar el comportamiento de su hermana pequeña, ya que al verla reaccionar, casi se les inflaba el pecho. Si Lucas hubiera estado aquí, ya la hubiera reprochado.
—Dame tu entrada, genio. —Me exigió Sol con una pizca de ironía. Saqué las tarjetas de mi bolsillo y antes de que se las entregara, ella me las arrebató bruscamente—¿No saben leer o qué? Tienen entradas VIP, no tienen que hacer la fila, tontito —Me parecía una falta de respeto pero tenía razón, estaba tan emocionado que ni siquiera leí lo que decía la entrada.
Después de su directa agresión verbal hacia mí, le dio un pequeño comentario a Massi, mientras sus hermanos la miraban con la frente en alto, como si disfrutaran del show.
—Y tú... Me decepcionas, Massiel —se lamentó haciéndonos un desprecio con la mirada y luego se fueron para continuar su camino. Mi novia la miró sorprendida e hizo un gesto de negación mientras se reía. Estoy seguro de que nunca una chiquilla de 7 años la había tratado así.
El que todos fueran tan diferentes a Lucas, me daba más razones para confirmar nuestro hallazgo.
—¿Tomás? Apúrate, ¿o te quieres perder el partido? —Massiel me jaló del brazo. Siempre me pillaba sumergido en mis pensamientos.
—¡Por nada en el mundo! —alcé las cejas y me dispuse a caminar a su lado.
Momentos antes de encontrar el acceso para personas con pases VIP, recordé los celos que noté en ella y me picaba la lengua por querer preguntar.
—Hace un rato, cuando llegaron los chicos, el apretón que me diste fue porque... —inquirí en referencia a lo sucedido anteriormente.
—Sí, ya sabes por qué, no hagas preguntas idiotas —se volteó para cachetearme con la mirada mientras sus mejillas se ponían coloradas.
Al confirmar lo que pensaba, sentí que una cálida vibra me recorría desde el pecho hasta los pies, pues ella nunca diría en palabras que estaba celosa, pero lo hizo aunque no lo dijera.
—No deberías sentir celos, no te llega ni a los talones, amor.
—¿Hablas en serio? Es preciosa, si yo no hubiera hecho nada, te hubiera coqueteado descaradamente —explica frunciendo las cejas.
—Espera, ¿alguna vez te has mirado al espejo? —pregunté deteniéndola y mirándola a los ojos—Porque eres la mujer más hermosa y genial que he conocido.
—No como ella —quita sus ojos de los míos.
—¡Gracias a Dios! ¿Te fijaste en lo engreídos que eran? —nos reímos y luego añadí:
—Escúchame —dije tomándola del mentón con delicadeza—, la única persona que necesito a mi lado, eres tú, ¿sí? Jamás lo dudes ni por un segundo. Nadie podría reemplazarte.
Asintió con una sonrisa mientras sus mejillas se ponían de un tono rojo más intenso, le besé la frente y nos abrazamos.
—Bien, vamos al partido.
—Espera, tú tampoco me cambies por ese tal Víctor, vi cómo te miraba.
Ella se rió y tomó mi mano para continuar nuestra caminata.
—No puedes compararte con él, ¡por Dios, eres Tomás, daaah! —sonrió dándome un beso.
En fin, dejamos los mimos y corrimos para llegar al partido a tiempo.
Buscamos nuestros asientos y desgraciadamente estaban en la tercera fila, al lado de los hermanos y amigos de Lucas. Al menos, mi vecina de asiento era Sol y no el tal Víctor.
La niña me dio una extraña sonrisa y luego se enfocó en sus hermanos. Estaba seguro de que ella tenía algo en mi contra, cuando no estaba Lucas se ponía más pesada, pero cuando estaba él, se comportaba menos grotesca. La teoría de mi novia era que la pequeña estaba celosa de mí, ya que su hermano no le brindaba toda su atención cuando nos reuníamos, y en realidad me hacía mucho sentido, pero solo es una niña, supongo que es normal, aunque tendré que hacer un esfuerzo por soportarla.
El equipo se enfrentaba a "Los linces", un grupo que también había tenido una mala racha. Ambos estaban al borde de ser eliminados y los rumores decían que sería el partido más reñido de esos días.
El primer y segundo cuarto de tiempo fue intenso, hubo algunas agresiones y tarjetas amarillas para ambos lados, pero hasta el momento "Las bestias" llevaban la ventaja. Tenían una buena estrategia, sus jugadores eran veloces y su defensa rendía frutos. Pero, en los últimos 5 minutos del último cuarto de tiempo, el equipo contrario tomó la delantera, por lo que "Las bestias" hicieron un cambio de jugador. El chico nuevo era alto y ágil, al entrar, una sonrisa iluminó a sus compañeros, al parecer todos los presentes tenían depositada su confianza en él. Volvió a sonar el silbato y entendí por qué ese muchacho era la esperanza para ganar. Anotó a los pocos segundos de entrar, haciendo que el equipo de Lucas fuera el ganador.
Sin embargo, en el último minuto, un error del nuevo jugador, hizo que la pelota terminara en las manos equivocadas. "Los linces" todavía no se habían rendido, su capitán tenía los últimos segundos para definir el resultado. El suspenso y la tensión estaba en todo el estadio, la multitud miraba atenta a los movimientos del hombre, estaba a punto de lanzar y anotar... Y un traspié lo hizo fallar. "Los linces" fueron derrotados por "Las bestias".
—¡Eres el mejor, Lucas! —Sol dio un grito tan cerca de mi oído, que parecía que lo hizo con la intención de molestarme.
Pero vamos, solo era una niña... Aunque ya no me parecía tan simpática como hace unos días.
Lucas miró en dirección a donde estábamos, le dimos un saludo y luego fue cubierto por los brazos de sus compañeros.
Los fanáticos de "Los linces" abandonaron el lugar poco a poco, mientras que los ganadores hacían un gran alboroto para festejar.
Massiel y yo nos miramos y nos dimos cuenta que era hora de irnos, ya que los amigos de mi hermano solo celebraban entre ellos, y Sol ayudaba a excluirnos, dándonos la espalda. Quería felicitar al equipo, pero no era posible, había un montón de gente rodeándolo, y aunque no quería irme, nos vimos obligados a caminar hacia la salida. Nos armamos de paciencia y cuando estábamos a punto de salir, alguien gritó nuestros nombres.
«¿Era a nosotros, o había más parejas llamadas Massiel y Tomás?»
Nos giramos tratando de encontrar a la persona que nos gritaba entre tantos cuerpos, y lo vi. Sí, era Lucas llamándonos. Aún no podía reconocer con precisión su voz porque entre tantos españoles, era muy fácil confundirse.
Me alegré tanto, que no lo pensé, retrocedimos hacia él y le di un apretado abrazo para felicitarlo. Era el primer abrazo que le daba y de manera inconsciente no lo quería soltar ni lo quería dejar ir, luego de tantos años y añoranza, tenía a mi hermano en mis brazos.
Massiel hizo un llamado de atención con su garganta, el cual no pude entender, estaba tan ensimismado en el reencuentro, que mi mente solo pensaba en él como mi hermano perdido, y no en un amigo al que acababa de conocer.
—Mi amor, creo que ya fue suficiente. Seguro hay más personas que quieren felicitarlo —espetó sacando una de mis manos, casi forzándome a soltarlo. Cuando lo hizo, noté su mirada indicándome que me estaba comportando como un tipo raro. Ahí lo solté de inmediato con una vergüenza tremenda.
—Mierda, lo siento, es la primera vez que conozco a un jugador famoso de basquetbol —dije intentando darle contexto a mi reacción.
—No pasa nada, solo me estaba quedando sin oxígeno —Lucas respondió con una carcajada. Al parecer no le había incomodado.
Massiel hizo una risa que sólo yo podía reconocer que era fingida, seguro quería darme un coscorrón porque yo no podía controlar mis emociones.
—¿Y a qué se debía el llamado? —dice Massi.
—Claro, quería saber si, ¿ya se iban? —preguntó él, a lo que asentí sin mucha gracia, quizás demostrando a propósito que estaba triste por ello—El equipo hará una fiesta para celebrar, ¿Les gustaría ir? Será en mi casa y habrá mucha gente buena onda. Les servirá para socializar y hacer más amigos.
Mi novia y yo hicimos contacto visual y respondimos al unísono.
—¡Sí!
—¡Sí, por supuesto, allá estaremos! —afirmé.
—¿Podrías enviarnos tu dirección? —solicita Massiel. Había olvidado que debíamos fingir que no sabíamos nada de él—Tomás puede darte su número de teléfono —indica haciéndome reaccionar.
Le dicté mi número de Whatsapp y luego me envió un mensaje con la ubicación en el mapa.
—Vale, gracias, Lucas.
—Nos vemos, muchachos —hizo un ademán con la mano y nos guiñó un ojo.
Cuando se alejó unos metros, me pegué un grito e hice mi baile de victoria, ser invitado a su casa lo era merecedor.
—¡Sí! ¡La puta madre!
Massiel continuaba con la mirada seria a mi costado, ella es la mente fría en esta misión, si no fuera por eso, seguramente ya habría metido la pata muy feo.
—Tomás —dijo entre dientes—, tienes que controlar tus impulsos, no puedes actuar como un niño. ¡Casi asfixias al pobre chico! —añadió dándome un sutil codazo.
—Lo sé, lo siento, es que, son tantas emociones... Yo no pude resistirme —confesé.
—Lo entiendo, absolutamente, pero, amor, debemos mantenernos a raya para llegar al final de esto, ¿okey?
—Sí, tienes razón —revisé la hora en mi celular —, mierda, ya son las 19:48 hrs.
Massiel entraba a trabajar en menos de dos horas, por lo que tuvimos que ir corriendo directo al auto, nos guiamos por el GPS y llegamos sin ningún inconveniente hasta la casa.
Entramos en un hermoso barrio privado, con áreas verdes por todos lados, guardias en la entrada y con cámaras de seguridad en cada rincón. Sin duda, hubiese sido imposible infiltrarse en la casa de Lucas sin ser atrapados.
Como habíamos visto en las imágenes de Internet, su hogar era una enorme mansión, jardines con esculturas en la entrada externa y una elegante escalera para llegar hasta su entrada principal, rodeada de faroles que iluminaban toda la casa. Era de dos pisos y de color blanco hueso, con balcones por toda su extensión superior. «Y sólo era la entrada»
Estaba embobado mirando la casa y aún no me estacionaba, pero un abrupto bocinazo me hizo reaccionar. Massiel casi se pone a discutir con los chicos del otro auto, pero me vi en la obligación se cerrar el vidrio antes de que ella les prsentara el dedo del medio.
Terminé de estacionarme y bajamos para entrar, había un montón de gente y sinceramente no sabíamos a dónde dirigirnos, solo conocíamos a Lucas, así que éramos unos completos extraños, literalmente me sentía como un pez fuera del agua. Nos miramos ingenuamente y decidimos seguir a un grupo que recién ingresaba a la casona.
En pie, las decoraciones lucían mucho más lindas, por cualquier rincón que mirase, se podía encontrar la perfección misma. En definitiva eran muy ricos.
Finalmente entramos, había jóvenes por doquier, de momento el ambiente era tranquilo porque la fiesta estaba recién empezando, algunos estaban preparando juegos de alcohol, otros charlaban, comían, fumaban o tomaban, y cada uno hacía lo que quería. Miramos un buen rato buscando caras conocidas, hasta que dimos con el anfitrión, estaba rodeado de sus amigos, nos vio llegar y se acercó a recibirnos. Por suerte no nos encontramos con Víctor ni con Luna.
—Hey, me alegra verlos, ¿se quieren servir algo? Por allá está el alcohol, allí las bebidas y en la cocina hay agua, jugo y otros refrescos, pueden tomar lo que quieran.
—No, muchas gracias, yo no puedo beber, tengo que volver a trabajar —responde Massiel.
—Sí, bueno, yo no bebo tampoco, pero luego vamos por un vaso de jugo —añadí.
—Bien, no pasa nada, pueden quedarse donde prefieran, atrás hay una banda y una piscina —Si no fuera porque Massiel quería aprovechar la fiesta para indagar en los antecedentes de Lucas, ella se hubiera ido directo a la banda— , solo les pido que no incendien mi casa, que no peleen y que no tengan sexo en mi habitación —añadió con una sonrisa de dientes, Massiel y yo reímos al instante—, el resto, pueden hacer lo que quieran. Yo estaré en la mesa de billar, ¿les apetece una ronda?
—Espera, ¿y cuál es tu habitación? Digo para no entrar ahí —comenta Massiel con una pizca de incomodidad oculta detrás de una sonrisa.
Lucas nos miró e hizo un gesto de negación.
—Aam, sí, está en el segundo piso, primer pasillo, tercera entrada. Igual no podrán entrar porque está con candado —señala su cuello donde cuelga una brillante llave.
Massiel asintió y luego sonrió con picardía. Algo estaba tramando.
—Bueno, vamos al billar, síganme —dice Lucas.
Massiel me sujeta del brazo y me retiene mientras él sigue caminando.
—Tengo una idea, necesito que lo distraigas, yo revisaré las habitaciones por si encuentro algún documento relacionado con la adopción. Haga lo que haga, no lo dejes solo —me susurra en el oído—, y debes conseguir su llave, su habitación será la última que revisaré.
—¡Vienen o qué! —grita Lucas a metros más adelante acompañado de otro chico.
—¡Ya voy! —grité de vuelta
—¿Entendiste o te perdiste en algún momento? —me dice Massi mirándome a los ojos.
Asentí tratando de grabar en mi cabeza todo lo que tenía que hacer.
—Bien, solo hazlo... Ya, anda con él y dile que yo fui al baño. Nos vemos aquí en 40 minutos —exige dándome un empujón.
Massiel y sus ocurrencias, encima me encomienda tareas difíciles, ¿cómo se supone que voy a quitarle la llave a Lucas?
Y hablando de él, estaba parado en una puerta, esperándome.
—¿Y tu novia?
—Fue al baño —respondí caminando a su lado, él no hizo más que asentir.
—Por aquí —me indica entrando a una sala de juegos, en ella habían más personas, y nos quedaron mirando apenas entramos.
Lo saludaron un par de jóvenes y me presentó al mismo tiempo, luego nos quedamos observando la jugada mientras llegaba nuestro turno.
—Hay muchas personas, —comenté—¿A cuántas conoces? Porque te vi saludando a todo el mundo —traté de iniciar una conversación con Lucas.
—Pues, ni a la mitad, solo he visto a los amigos de mis hermanos y un par de socios del equipo, pero si me preguntas por ejemplo, por esa rubia —indicó a una mujer que estaba en una esquina hablando con una colorina—, no tengo idea de quién es —niega dándole un sorbo a su vaso.
—Normal, supongo —suspiré—. Escuché de buenas fuentes que eres todo un galán.
—¿Fuentes como Wikipedia? —asentí con una risa atorada—. No, según la web, soy bisexual, pero no, soy lo más gay que existe.
—No lo pareces —comenté sin pensarlo mucho—, digo, sin ofender.
—Claro, siempre me lo dicen, ¿no me digas que eres de los heteros que piensa que todos los gays usan ropita ajustada y muestran el ombligo? —dijo entre carcajadas.
—No, claro que no, es que a veces tienen ciertas similitudes, pero eso no quiere decir que todos sean iguales, es como todo, si te gusta algo lo compras y ya, independiente de tu orientación sexual.
—Eso es a lo que voy, ya no deberían existir estereotipos —afirma dándome golpecitos en la espalda.
Continuamos charlando y conversando de cosas random hasta que fue nuestro turno para jugar billar. Fui un rotundo asco, la verdad es que era pésimo y si Massiel hubiera estado ahí, ya se habría reído de mí.
Lo pasé muy bien y fue agradable que él se sintiera cómodo para compartir ese tipo de cosas conmigo, incluso fui testigo de un par de intentos de conquista.
Revisé la hora en mi celular, ya habían pasado 20 minutos. Necesitaba con urgencia un plan para sacarle la llave. Miré a mi alrededor buscando posibles ideas, pero nada me servía. Sin embargo, llegué a dos opciones: apagar las luces y "robarle" o emborracharlo y "robarle" . Ambas eran malas ideas, pero eran las únicas opciones que tenía.
De momento no tenía ni la menor idea de dónde se encontraban los reguladores de electricidad, así que tuve que optar por la última idea.
—¿Qué es ese juego? —señalé a un grupo que volteaba sus vasos luego de beber su contenido. Ya sabía la respuesta, pero como me enseñó Massi, para esta misión debemos fingir algunas cosas.
—El flip cup —responde—¿Quieres participar?
Asentí.
—¿Con que no bebías?
—Sí... Pero hoy será la excepción, mientras no me de un coma etílico, todo estará bien —me excusé riendo.
Nos acercamos y jugamos dos rondas. En mis viejos tiempos era un experto en el juego, y aunque ya estaba oxidado, rápidamente agarré el ritmo de voltear los vasos. Luego de eso fuimos a una barra y le pedí al bartender los dos tragos más fuertes que tuviera. Le entregué uno a Lucas, observé que se lo bebiera, y mientras él se distraía hablando con las demás personas a nuestro alrededor, yo fui tirando el líquido de mi trago en una planta. Espero que haya sido de decoración, y si no, pues, lo siento mucho, pero fue mi intención hacerle daño.
Al rato seguimos probando algunos shots y tuve que beber en más de una ocasión para que fuese creíble.
Volví a revisar mi teléfono y faltaban cinco minutos para el límite que Massiel me había propuesto, y Lucas aún no estaba lo suficientemente ebrio.
Decidí enviarle un texto a Massiel explicándole mis planes, y en cosa de tres minutos hubo un apagón. Todo se volvió oscuro, la música se detuvo y empezaron los abucheos.
Lucas había estado todo el rato a mi lado, así que solo actué.
Toqué su chaqueta para saber que era él y luego empujé a unas personas para que se cayeran cerca suyo, en ese pleno caos, toqué con rapidez el cuello de Lucas y le arranqué el collar con la llave.
No exagero, pero estaba que me cagaba de nervios.
Solo escuché un par de quejas, él no se dio cuenta, ya que recibió más de un manoteo por la caída de las personas a su costado.
—¡Voy a buscar a Massiel! —le grité mientras él ayudaba a que la gente se pusiera de pie.
—Vale tío, cuidado con caerte —él tratando de advertirme y yo provocando todo el lío, pero bueno, así tienen que ser algunas cosas.
Luego de caminar un poco, empezaron a alumbrar con el flash de los celulares, por suerte, alcancé a sacar la llave antes de ser visto.
Corrí hasta el pasillo que Lucas mencionó, y fuera de su habitación estaba Massiel esperándome. Me acerqué antes de que llegara alguien y le entregué las llaves, esperé a que abriera y después me las llevé de vuelta.
Volví al lugar del incidente y tiré las llaves al suelo sin que nadie me viera, debía dejarlas por ahí para no levantar sospechas.
Perdí de vista a Lucas y entré en pánico, no costaba nada para que nos descubriera.
—¿Han visto a Lucas? —le pregunté a unos tipos que estaban cerca mío.
—¿Quién es Lucas? —respondió uno y yo sin creerlo, sólo pude reír nervioso.
«Mierda, no es posible»
«Si pillan a Massiel, nos van a matar»
Continué preguntando y gritando su nombre por todos lados hasta que volvió la luz y dí con él.
—¿Y a ti qué te pasa? Solo fui a ver por qué se había cortado la luz —dice Lucas riendo.
—Sí, bueno, en realidad te buscaba porque... —reí como tonto sin saber que excusa decir.
—Porque ya me voy —Massiel terminó la frase por mi. ¿De dónde salió? No tengo idea, pero llegó justo a tiempo—, y quería despedirme.
Lucas nos miraba y analizaba nuestro comportamiento como si tuviera alguna sospecha, y eso me daba miedo.
—¿Cómo lo pasaste? Apenas te vi —le dijo él.
—Genial, hice un par de amigas, pero ya me debo ir a trabajar.
Después que se despidieron, la acompañé hasta el auto para averiguar qué había descubierto. Corrí muchos riesgos y estaría satisfecho si es que pudo encontrar información importante o algo que nos fuera útil.
—Tengo una mala noticia y otra buena —sentenció apoyándose en el vehículo.
—Dime la mala primero.
—No encontré nada, lo siento. Seguramente esos archivos estén en un lugar super seguro o en alguna laptop.
—¿Qué? Yo pensé que la buena noticia era que tenías información... Entonces, ¿cuál es la buena noticia? —inquirí decepcionado.
«Tanto caos para no obtener nada, maravilloso»
—Un plan B, cielo, no te preocupes.
—¿De qué estás hablando, Massi? Explícame con manzanitas, por favor —supliqué entre risas sin tener la menor idea de qué plan me estaba hablando.
—Una prueba de ADN... Esta es la oportunidad para que obtengas el cabello que necesitamos.
—¿Y cómo lo hago? Hay cientos de personas, no puedo solo arrancarle un pelo así como así.
—No lo sé, córtale un mechón o entra a su dormitorio. Lo que sea, pero consigue ese pelo. Cuando salga del trabajo vendré por tí, ¿si? —me informa sin esperar respuesta. Me da un beso y luego se va—¡Te amo! ¡Y cuídate!
«Solo es un pelo, ¿qué podría salir mal?»
HOLAA,
¿Cómo han estado?
Perdón, ya sé que he estado desaparecida, peeero la vida universitaria consume toda mi energía. He estado un buen tiempo sin escribir, y aunque tenía el capítulo escrito hace un tiempo, necesitaba releerlo y corregirlo:( y recién hoy pude hacerlo.
Espero que disfruten y espero poder publicar pronto.
Si leíste el capítulo, no olvides darle amorcito a la estrellita.
Les quiero
🌸❤️✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro