Yo y Mi poco Valor
Todo en el local está preparado, ha valido la pena contratar la organización de la fiesta, porque si a mi falta de tiempo y sueño le hubiera añadido mi excesivo déficit de energía, de seguro hoy hubiésemos cenado solo frutos secos y cerveza.
La temática de la decoración sí ha corrido por mi cuenta, quería que fuera sorpresa para todos mis hermanos, los que comienzan ya a llegar junto a los primeros amigos de Gabi, mientras superviso a los camareros que nos servirán. Tema: Las olimpiadas que este verano se celebran en París.
—Ojalá sepas mantener la compostura, Luján —dice René al saludarnos, su mujer me besa a mí y a Nines.
—Eso será solo hasta que me toques los cojones.
—Basta ya, no he dejado a Lexi en el nido para estar pendiente de vuestras chiquilladas. René, Luján y yo hemos hablado y todo está arreglado entre nosotros, y tú, Lu, ten más respeto por tu hermano mayor, y te callas y oyes todo lo que él te quiera decir.
—Pero, Alex —dicen a la vez.
—Alex nada. Hoy es un día para celebrar —les contesto sin dar explicaciones.
—Hostia, ratona, ¿celebrar, dices?, Gabi querrá matarte en cuanto vea que le harás subir a un podio olímpico.
—Nico, no empieces tú también —le digo a mi tercer hermano que acaba de llegar a donde estamos nosotros. La línea de meta de los cuarenta años.
Tras darle dos besos, Nico me lleva a un lugar apartado de todos, al rincón de la barra.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde están tus novios?, los gemelos no sueltan una palabra de lo que hablaron contigo esta tarde.
—Mira tú por donde los gemelos están siendo una sorpresa hoy. ¿Sabías que ya se han hecho adultos?
Me río solo de pensar lo mayores que se han hecho los dos en solo tres semanas que pintaron un pene en mi abanico para arruinar la cita con el candidato de René. Aunque eso de tres semanas es mucho decir cuando al despedirnos en mi habitación hace unas horas me han pedido que no les hablase a sus mujeres de la fantasía que tienen los dos con la chica que comparten en sueños. Sonrío, ese chantaje me lo guardo para cuando quieran hacerme sufrir de nuevo.
—¿Qué te hace tanta gracia?
—Ten calma, Nic, estarán por llegar. Y no los llames así, solo yo puedo decir que son mis novios —le digo golpeando su hombro.
—La que parece muy calmada eres tú para haberme enviado un mensaje, hace un rato, que decía: socorro, sácame de aquí y méteme en un avión que no “frene” hasta llegar a Londres.
—Ah, bueno, ya. Mi disociación con ellos me obliga a tener estos cambios repentinos de opinión, están a punto de llegar y no saben que se encontrarán al otro, Pero ya no estoy tan nerviosa, te lo juro…
—¿Que no saben que se verán aquí?
—¡Deja de atosigarme tú también, Nic!, ya estaba tranquila.
Y el cabrón conseguirá ponerme de nuevo de los nervios si me lo sigue recordando, de esta se entera papá René, y la bronca de él sí que no será comparable a la de Luján o a la suya propia.
Nico se acerca a olerme el aliento.
—¿Qué pasa, que ya llevas unos cuantos chupitos antiestrés, ¿no?
—Soy mayor de edad para beber, Nic, y el alcohol cierra las heridas —afirmo riendo.
¿O es que acaso alguien ha pensado que podía invitar a mis dos novios, a un lugar en el que no se esperan estar juntos, sin que me sienta miserable por ello? Lo dicho, el alcohol me hará más fuerte o hará que me desmaye como la vil cobarde que soy.
—Te tendré vigilada, Alex, con un Muñoz llorando ya tendremos bastante por esta noche —me amenaza cuando ve que se nos acercan los gemelos y sus parejas.
Ya estamos casi todos esperando, como se tenía previsto, antes de que llegue Gabi para que el impacto de la sorpresa acabe definitivamente con su corazón de cuarentón.
—Ahí llega Álvaro —dice un incondicional René por cómo sonríe y saluda de lejos a mi novio, para que se acerque a todos nosotros.
Tanta puntualidad hoy no era necesaria, ya podría haberse entretenido con algo que le hubiera impedido venir. Sí, después de su saludo me tomaré otro chupito para olvidar que Bruno atravesará esa puerta en breve.
—Hola, Alex —me saluda sonriendo sin reparar en mis hermanos y cuñadas.
¡Ay, qué guapo está y qué pronto le voy a borrar esa sonrisa tan bonita de la cara!
Lo cojo del brazo y lo aparto a tiempo de que mis hermanos quieran decirle nada.
—Mujer, esperaba un beso por lo menos antes de meternos en el baño —dice Álvaro riendo, y es cuando yo reparo que lo he escondido en el baño de mujeres.
—Lo siento, lo siento, lo siento mucho. No debí hacerlo.
—Oye, tranquilízate, no importa, que seguro que me gusta tu beso. El lugar es lo de menos.
—Hablo de que estés aquí, Álvaro, de la invitación que no debí haceros a ninguno de los dos. —Y cierro fuertemente los ojos como si pudiera evitar oír a Álvaro decepcionado de mí.
—Ya… Si es por eso, puedes relajarte, acabo de verlo en la puerta. Bruno y yo hemos tenido una interesante charla sobre ti.
Abro los ojos impactada por sus palabras. ¿Los dos…?
—¿...qué?
—Digamos que hemos pactado dejarte llevar la situación como creas conveniente. Nos divertiremos todos.
—¿Y entrar el primero, tú, ha sido por sorteo o por antigüedad?, ¿o te ha dejado Bruno porque tuya era la cita a ciegas del inicio? —pregunto extrañada de semejante alianza entre ellos en tan poco tiempo, con tan poca "amistad”.
El alcohol que invade mis venas hace que me vaya a explotar la cabeza, y no queremos que mis mierdas mentales nos salpiquen, ¿verdad?
—Bueno, admite que la idea de traernos a ambos, sin saber que lo haría el otro, ha sido peor que nuestra decisión de hermandad.
—¡¿Entonces es cierto que Bruno está ahí fuera?!
Y salgo del baño sin detenerme a pensar que pueda hacerle sentir mal por mi actitud, él habrá pactado con Bruno cosas que me atañen, o en el peor de los casos que me excluyen, así que sabrá entenderlo después de todo.
Encuentro a Bruno hablando con los gemelos, aceptando encantado las presentaciones del resto de mi familia, y todo eso, manteniendo la bonita sonrisa y el brillo tan vistoso de sus ojos, ¡joder, si es que se le ve hasta integrado sin demasiada incomodidad por su parte!
—Sí, a mí todavía me sorprende ese don de gentes que tiene, es bueno el cabrón, hablando.
Álvaro está a mi espalda, ha susurrado las palabras en mi oído y ha conseguido que me estremezca por pensar en lo bueno que es él mismo.
—El que se maneja bien hablando eres tú, sabes qué decir en todo momento para hacerte más deseable. Lo suyo consiste en los gestos y las acciones para conquistarte, cosa que también consigue de inmediato.
—Parece que nos diferencias muy bien, ¿no? —Y así es cómo Álvaro admite mi verdad desde hace días, aunque con un tono de burla en ella.
Lo miro a la cara ya que él no se atrevía a hacerlo.
—¿Y sabes qué es lo peor, Álvaro? —pregunto con cierta prepotencia, que me sale sola. El alcohol de mi sangre me da el coraje del que carecía—, que os complementáis a la perfección conmigo, y parece que entre vosotros comenzáis a hacerlo.
—¿Eso piensas?
—No, estoy segura de que os llevaríais bien.
—¿Y crees que lo consentiremos?
—¿Y por qué no?, lo hacéis desde el primer día, por separado.
Me presento en mitad del grupo con Álvaro de la mano. Él está conforme y se ha dejado llevar sin queja alguna, debe pensar que eso le da cierta ventaja sobre Bruno, porque le sonríe descaradamente.
—Hola —me dice Bruno consciente de haber empleado un saludo que me hace estremecer, otro que juega bien sus cartas dándole igual dónde y con quién estemos.
—Buenas noches, Bruno, quiero presentarte a Álvaro.
—La madre que la parió —oigo que dice alguien.
Miro las caras de mis hermanos y cuñadas que hablan por sí solas, al igual que sus acciones. Comienzan a retirarse para saludar al resto de invitados, eso sí, alguno de ellos ha tenido que llevarse a empujones a sus mujeres, esa vena cotilla de ellas no iba dejar de trabajar hoy.
Al menos Álvaro y Bruno disimulan bien esa estampida y se dan la mano, con el saludo, ahora que estamos a solas.
—Como habéis decidido que yo dirija los acontecimientos de la noche —digo con gran ironía—, lo mejor será hacer esto de manera educada entre los tres.
—Estoy ansioso por ver cómo lo harás —contesta Álvaro, quien se sitúa junto a Bruno para que yo los vea bien a ambos, para que así escoja lo primero que haré, y con quién voy a hacerlo ya que no puedo hacer la elección definitiva de decir un nombre.
Álvaro se ha cruzado de brazos mientras que Bruno mete las manos en sus bolsillos delanteros. Tan perfectamente vestidos, tan monos sonriendo.
¡Mierda puta! Para ser la primera vez que los veo juntos, así tan cerquita el uno del otro, no puedo decir que me desagrade la visión o la fantasia de verme en medio. Aparte de la sonrisa falsa de ambos, me estremece la mirada presuntuosa que me echan. Sé que me lo harán pasar mal por haberlos engañado, y no me preocupa, al contrario, la incertidumbre me enerva.
No tengo consejo para estas situaciones, a parte de recomendarte un nuevo chupito para que el nudo de la garganta que te impide hablar baje o, en su defecto, se diluya en alcohol, y que no pierdas de vista la botella para repetir, obviamente.
Miro el reloj, faltan diez minutos para que aparezca Gabi y la fiesta, junto a mi gran noche de mierda, comience.
—Trataré de corregir mi error.
—¿Que harás, borrón y cuenta nueva?, ¿como si nada con nosotros hubiera pasado?, ¿decidirás hoy?
Me callo, Bruno ha ironizado con borrar nuestra historia, y aunque pueda sentirme la peor persona del mundo en este momento por sus palabras, no moveré un dedo para defenderme.
—Os debo una explicación a cada uno, con calma, por eso tomaré una copa con Bruno, allí, antes de que llegue Gabi —digo al señalar la barra—, y hablaré con Álvaro, un rato después, aquí, antes de cenar. —Y esta vez señalo el escenario habilitado para el DJ—. A menos que queráis compartir mi copa entre los dos, y que hablemos juntos los tres.
—No sería lo primero que compartiéramos de ti.
Y eso viniendo de Álvaro podría soportarlo, sé que le dan asco las babas ajenas desde que le ocurriese lo de Nacho y su mujer. Pero de Bruno no. No se lo tolero, una cosa es ser la peor persona, y otra, la más tonta del mundo.
—Tú querías hacerlo, Bruno, no te quejes. ¿O será que eso de disfrutar del sexo conmigo te queda grande?
—¿Así que te queda grande, porque eres pequeño, colega?
No sé cómo he podido olvidarme de Álvaro si con esa atracción que ejerce en mí, me falta un segundo para imantarme a su boca. ¿Será que Bruno con su poder de seducción tira de mí hacia el lado contrario?
Bruno no acepta la broma viniendo de su rival, y apuesto a que de no estar yo delante esas miradas de reproche que le echa a Álvaro no serían tan lights.
No espero que estén de acuerdo con mi propuesta, pero es la que tengo. Hablaré con ambos antes de que salgamos todos perjudicados.
—No tengo otra manera de justificarme con vosotros. Dejadme intentarlo, por favor.
—¿Copa y charla?, demasiado pobre es tu argumento, Alex. Va a resultar una mierda de noche —comenta Bruno.
—¿Y tú lo harías mejor? —pregunto a disgusto con él porque no deja de hablarme mal.
—Sí, te follaría en el baño ahora mismo, a ver si después las piernas te permiten seguir de pie para poder hablar con él.
—Gilipollas —le dice Álvaro sin ganas ya de reír—, yo acabo de salir de ese baño con ella y ha conseguido hablar contigo.
—¡Basta ya! —digo demasiado en alto, de hecho más de uno de los Muñoz, ya sea de sangre o de papeles, me ha mirado, por eso me permito el susurro ahora que todavía no hay música—. Estáis los dos aquí, vale, y lo siento, ya no hay remedio para eso, pero no voy a permitiros que me intercambies como si fuera una moneda y me echéis a suerte después de mediros las pollas
—Alex. —Bruno quiere tocarme pero evito el roce de su mano. Ha sido un capullo, ahora que se joda
—Sabíais esto desde el inicio, no es ningún secreto que estoy con los dos, así que por favor, os pido que tratéis al otro en igualdad de condiciones, sin insultos, sin bromas molestas y sin menosprecio.
—Alex, no —Álvaro quiere hablar. No, digo yo. Ahora me escucha a mí.
—No sé con cuál de vosotros acabaré la noche, o si la mejor opción será que me vaya sola.
—Sola, mejor —dicen ambos, lo cual me cabrea mucho más. ¿Hasta eso han pactado a mis espaldas?, ¿en hacérmelo pasar tan mal que me dejarán sin ellos esta noche?
—Pues a mí en realidad, desde que os he visto juntos, las piernas me tiemblan porque me está apeteciendo follarme a los dos en ese maldito baño.
Cuatro ojos me miran de par en par. Sus dueños, expectantes a mis palabras, no dan crédito a lo que han oído de mis deseos con ellos. ¿Qué quieren?, era de esperar que el espacio/tiempo confluyera en este maldito punto de nuestras vidas. Gabi tiene diez años para pedirme perdón por cumplir cuarenta y reventarme la noche.
—Suerte que te conozco, y sé que no lo dices en serio.
¡Ay, no!, que Bruno y Álvaro no me miraban a mí. Lo hacía por detrás de mí, al inútil que se ha metido en nuestra conversación.
Al final será que no estaba susurrando demasiado como creí.
—¡Ya ha llegado Gabi! —grito para que todos miren hacia la puerta y me liberen de un nuevo trago de whisky. En particular quiero que lo hagan Álvaro, Bruno y mi ex, que no los veo yo con intención de olvidar las presentaciones que todavía no les hago.
—Alex, mujer, cambia esa carita o tus hermanos sabrán que te pasa algo —dice Nines a mi lado en la barra.
En cuanto Gabi apareció y nos besó a todos sus hermanos, con lágrimas en los ojos, mientras se cagaba en nuestros antepasados, me escabullí a pedir mi valor al camarero, o lo que viene siendo lo mismo, una botellita de whisky.
¡Joder, ya hablo como Nines!
—Me joderá la noche, como ya hizo con mi vida. No debe hablar con ellos, o me pondrá en contra de Lexi.
—Para tenerlo tan claro, tampoco es que hagas nada para evitarlo —me dice al interceptar mi nuevo chupito y tomárselo ella, sin respirar—. No me mires así, Luján me ha dicho que quiere terminar la fiestecita conmigo y solo me preparo.
Pero bueno, ¡un nuevo problema que hará que me vuelva loca esta noche! ¿Qué va a proponerle mi hermano a mi amiga, relaciones abiertas o solo una cerrada?
Y es que Luján está de un baboso, que me sorprende hasta a mí que Nines quiera beber conmigo en vez de hacerlo con él. Creo que mi segundo hermano, al verse repudiado por la familia Muñoz al completo, ha decidido excederse en muestras de amor con todos sus miembros para que le perdonen su estupidez, y claro, Nines está incluida, como hermana adoptiva que es desde hace años, como su más reciente pareja de hace días.
Pido dos nuevos chupitos, los necesitaremos.
—¿Y qué me propones? —pregunto mirando a mis dos acompañantes, los que sin ser conocidos por muchos de la fiesta, hablan por separado, y animados, con parte de mi familia.
—Deberías interceptar cualquier cruce de información, y eso pasa por no separarte de ellos un solo segundo.
—Son dos, Nines —añado como ya hicieran los gemelos esta tarde, está visto que contar hasta el número dos sabemos todos—, y todavía no dispongo del poder de bilocación.
Y hago rodar mis ojos cuando cojo mi vaso para beber.
—Por eso te dejo escoger primero. Te echo una manita con el que rechaces, juro que no dejaré que hable con el inútil.
—Tú lo que quieres es que Luján no se te acerque a ti, ¿por qué? —digo sonriendo al ver como engulle su trago de un tirón.
—Porque no estoy preparada para otra noche con el semental de tu hermano.
—Deja de meter imágenes asquerosas en mi cabeza.
—Mejor eso, a que el inútil de tu ex meta mierda en la cabeza de tus novios o de tu hijo.
—¡Qué manía os ha dado a todos por llamarlos así, en plural! —me quejo dejando el vaso en la barra.
Solo yo puedo hacerlo, suena menos ofensivo para ellos, y en definitiva para mí, que soy la culpable de todo.
Acepta mi café, y cuéntame qué te parece☕️
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