Yo y Mi Novio
El chat familiar está que arde desde que me separase de mis cuñadas en los aparcamientos del centro comercial. El cálculo de tiempo posterior fue el justo de que llegaran a sus casas y hablasen con mis hermanos sobre lo irreal de dejarse fotografiar en bragas.
Todavía no dejan de sonar mensajes en mi teléfono.
Es ahora que ya he dormido a Lexi, para poder ir a cenar con Bruno, y no dejo de contestar a tanta pregunta sobre la que se ha liado en mi salida con las chicas.
Cris: Y DE QUIÉN FUE LA FANTÁSTICA IDEA?
Gabi: Y ESO QUE IMPORTA?
René: PERO, @ALEX, ¿VOSOTRAS SABÉIS LA DE CALENDARIOS QUE TENDRÍAIS QUE VENDER?
Yo: MILES
Gabi: ¿Y TIENES UNA MEJOR IDEA, @RENÉ? PORQUE A MI ME PARECE DIVERTIDO.
Nico: PEDIRME EL DINERO A MÍ, AH, NO, QUE ESO SE LE OCURRIÓ A ALEX.
Cris: ¿POR CIERTO, @ALEX, TODAVÍA NO DECIDES CON QUIÉN IRÁS A LA FIESTA DE GABI?
Yo: ¿Y ESO A QUÉ VIENE AHORA?, HABLAMOS DE RENÉ, DE LA DEUDA, Y DE LAS BRAGAS QUE SE PONDRÁ TU MUJER PARA LAS FOTOS, RESPETA EL TURNO.
Gabi: 😂😂😂
Cruz: YA, YA, PERO A QUIÉN LLEVAS????
Yo: TU MUJER QUIZÁS NI LLEVE BRAGAS @CRUZ
Nico: 😂😂😂
Cris: INVITA AL INÚTIL TAMBIÉN, TOTAL, POR UNO MÁS QUIZÁS TE HAGAN DESCUENTO. ASÍ PODREMOS DIVERTIRNOS EL RESTO DE NOSOTROS CUANDO LE ESCUPAMOS.
Cruz: Y QUE SEAN 3 EN LUGAR DE 2??
Yo: QUÉ PESADO CON ESO, POR DIOS, CRUZ, QUE YO INVITO A QUIEN ME DÉ LA GANA.
Gabi: NO ES MI FIESTA, LA ORGANIZÁIS SIN MI PERMISO. Y EL INÚTIL VIENE POR MÍ.
René: DÉJALO YA, @CRUZ, NO SEAS INFANTIL, PARA SER EL MÁS JOVEN DE TODOS TE COMPORTAS COMO TU ABUELO.
Cris: SON 2 TÍOS @RENÉ, Y TODAVÍA NO SE DECIDE, 2‼️
Yo: SÍ, SON 2.
Y REPETIRLO NO HARÁ QUE DESAPAREZCA 1 DE MI VIDA.
Gabi: QUÉ MOJIGATO ERES TÚ TAMBIEN @CRIS.
Nico: QUERÉIS DEJARLA EN PAZ.
René: ¿TÚ DÓNDE ANDAS @NICO?
Nico: EN CASA DE LUJÁN, LLEGUÉ HACE DOS HORAS, GRACIAS POR VENIR ALGUNO AL AEROPUERTO A POR MÍ, MENOS MAL QUE TENGO A ALEX.
Yo: Y SOLO POR ESO ME HARÁS LLEGAR TARDE A MI CITA CON BRUNO.
Cris: ES QUE TAMBIÉN LO VES HOY???
Yo: AY, MIRA, CC, SE ACABÓ.
Les mando un audio porque no perderé mi tiempo en escribir tanto, además, quiero que oigan mi voz de enfado.
📣 Es mi vida, no la vuestra, y con ella hago lo que quiera. Y quiero salir hoy con Bruno porque no puedo asegurar que vaya a verlo mañana, ¡¡así que os toca joderos porque no podéis impedirlo!!
📣Y por cierto, ya es hora de que perdonéis a Luján y habléis con él, nosotros ya nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir.
René: YO NO TENGO NADA QUE OÍR DE ESE TRAIDOR DE LUJÁN.
Gabi: @NICO, ¿LUJÁN ESTÁ AHÍ CONTIGO?
Pero mi hermano Nico no tiene que responder. Luján está escribiendo.
Luján: TRAIDOR MIS COJONES, @RENÉ.
Bruno me llama al teléfono en el preciso instante en el que iba a hablar en privado con mis gemelos, por eso me lo tomo como una señal. No me bastará el teléfono, tengo que hablar con ellos pronto, porque si dejo pasar más tiempo, lo que hoy es una disputa sin importancia con ellos, mañana puede que me haga perder a mis hermanos.
Yo: OS DEJO.
MAÑANA OS VEO. SED BUENOS, TOOOODOS.
OS AMO, CC.
Bajo corriendo las escaleras y me despido de mis padres, que están en el sofá viendo la televisión, con besos fugaces en el aire.
En cuanto abro la puerta del jardín, veo que Bruno me espera, y no lo hace precisamente en su coche. De pie en la acera, me mira sonriendo.
—¿Quieres que hoy vayamos en el mío? —pregunto cuando correspondo a su beso de saludo.
—Nada de coches. Cuando te dije que hoy cenaremos, es que hoy solo cenaremos, y quiero evitar la tentación de tenerte encerrada en uno.
—Me dejas sin palabras.
La errónea llamada que provoqué hace un par de días. se convirtió en una charla de tres horas en las que conocí a otro Bruno, el que parece ser tu novio aunque se resista a admitirlo. Cuando él entendió que estaba de guardia a base de cafés que podían perjudicarme, quiso que mi noche fuera lo más corta y divertida posible con su charla, sin importarle demasiado perder su propio sueño para madrugar también. Otro detalle romántico que añadir a los, ya innumerables, que tiene conmigo. Creo que Bruno derriba las barreras de su miedo al compromiso y no se está dando cuenta de ello.
Y la historia de la cena de hoy vino por este diálogo en concreto:
—¿Y cómo es que no has tenido pareja? —le dije riendo.
—Te dije que no buscaba una en la actualidad, no que no las haya tenido nunca.
—Sorpréndeme. Cuentame de ellas —le pedí ya bastante sorprendida, la verdad.
—Fueron dos las “casi” señoras Alarcón en mi vida.
Y eso no me lo esperaba.
Para que hubiera un compromiso que se define con la palabra “señora”, hubo de ser de lo más serio, ¿no?, ¿eso es lo que le ocurre?, ¿que sigue enamorado de alguna de sus ex y se resiste a la sustitución?, ¿o es de los que busca una copia exacta a ella y hasta que no la encuentre no se compromete a más?
—Ya decía yo que esos detalles de novio perfecto te salen muy naturales, ¡si es que tenías experiencia!
—Esos detalles son porque estás al otro lado, Alex, ya sabes, nuestro plural de dos para hacerlo todo más cojonudo entre nosotros.
—Mis besos —le recordé yo.
—Y la sonrisa de ellos —dijo mientras le restaba importancia a hablar de mi boca.
—Mis caricias —continúe riendo yo.
—Sí, y todo el esfuerzo que eres capaz de hacer con tus manos como mujer, madre y veterinaria.
—Ya, así que te gusto más de lo que hace mi cuerpo desnudo, sudado y húmedo cuando tú lo excitas, ¿no? —Aquí fue cuando le puse en un aprieto, porque calló por unos segundos interminables. Y me sentí vencedora. Hasta que dijo:
—Me gustas más vestida y que me desnudes tu alma mientras tomamos un café a ciegas.
Y en medio del silencio que se creó, solo se podía oír nuestras respiraciones aceleradas, juntos a las exhalaciones profundas del deseo mutuo.
—¿Ves?, a eso mismo me refiero, sabes conquistarme. —Me sonrejé ante su nuevo halago que ya no tenía que ver nada con mis besos, caricias o sexo, sino con todo lo que soy.
—¿Lo hago? —preguntó riendo.
—Deja de hacerlo y cuéntame qué te pasó con ellas
—¿Con quiénes?
Vaya, para haber sido casi “señoras” Alarcón bien que ya las había olvidado conmigo.
—Con tus novias.
—Ah, vale, con ellas. Pues la chica del instituto me decepcionó al cabo de las dos semanas. ¿Te puedes creer que no le gustaba el rock?
—Pobrecito, que injusticia, ¿como existe alguien que no ama el rock?, lo siento por ti. —Y para nada es cierto que lo sienta, Bruno lo sabe y ríe conmigo cuando lo imagino con aquella novia juvenil—. ¿Y la otra señora Alarcón, qué?, ¿tampoco compartía tu gusto por la música?
—Ella lo que no compartía era mi gusto por la independencia. Hace dos años me dio un ultimátum, o dábamos el paso definitivo, con papeles y todo, o no perdería más su tiempo conmigo y mis evasivas.
—¿En serio, solo dos años?
—Y yo que creía que el tema boda te impactaría mucho más.
—Y lo hace, pero ¿es que no vio nunca que no darías ese paso?, porque yo lo tengo claro desde el inicio, aunque no lo nombraste en tus exigencias de pareja aquella noche.
—Tú tampoco lo hiciste en tu lista.
—En mí es normal el rechazo, el inútil echó por tierra cualquier creencia que se base en la pobreza o riqueza común de una pareja. Y porque me cogió enamorada entonces, o ya te digo yo que eso de la salud y la enfermedad lo hubiera comprobado él en su entrepierna.
—Me alegra oír eso.
—¿El qué?, ¿que no pienso volver a casarme o que soy de las que tiene la cuenta bancaria blindada?
—Es más egoísta que eso. Pensaba en la integridad de mi pene, ya sé que no he de hacerte enfadar.
—Exacto —confirmé riendo.
—Todavía no me respondes, ¿cenas conmigo el viernes?, tienes que mejorar ese humor —dijo con tono de burla, que yo, por supuesto, no me creí. Que hablábamos de Bruno, por dios, el mismo que me lo hizo en un coche o en mitad del pasillo de mi casa porque fue incapaz de llegar a una cama.
Bruno me mira esperando a que camine hacia él, porque es cierto que no subiremos a ningún coche hoy, abre así sus brazos para que me arrope en ellos antes de darle un beso de saludo.
—Así que es cierto, por lo que veo —me burlo mirando sus ojos al moverme de manera provocativa sobre él.
—Uf, no te muevas así. —Se queja con dolor—. Que aún no sé por qué quiero cenar.
¡Lo sabía!, no podrá soportarlo por más tiempo.
—Porque te gusta tener estos detalles de novio ideal conmigo.
Mi actitud bromista cambia a una más dulce e inocente cuando le beso la nariz y me separo de su cuerpo.
—Harás que lamente mi comportamiento ejemplar.
Dejo salir una carcajada que de inmediato Bruno la calla con un beso excitante y caliente.
—Deja de reírte así. Alex, o derribo la puerta de tu casa y saludo a tus padres cuando te lleve en brazos a tu dormitorio.
—¿Y hacérmelo en una cama?, ¿qué te pasa, tienes fiebre? —le digo tocando su frente mientras no dejo de reír.
—Deja de vacilarme, porque la pared de ese muro me vale para empotrarte, aquí y ahora.
—Sí, será mejor que nos vayamos —propongo tirando de su mano para que nos alejemos de la tentación que supone el puto muro del patio de mis padres, cuando yo sé que tiene un ángulo muerto a la vista de todos.
El camino lo hacemos andando, lo que nos da unos minutos de charla.
—¿Qué haces el domingo por la tarde? —pregunta de repente Bruno, que me coge desprevenida.
Si ha tomado la decisión de no venir a la fiesta mañana, tampoco podremos vernos el domingo. Le debo su tiempo a Lexi de nuestro fin de semana, el que la fiesta de su tío le quitará a él.
Me está resultando imposible cumplir el horario de citas todo lo bien que quisiera, porque si ya le quito tiempo a Bruno para estar con Álvaro y poder dormir, se lo arrebato a Álvaro para ir al trabajo o ver a Bruno. Y de nuevo dejo a Lexi sin verme cuando soy yo la que quedo con alguno de los dos.
Creo que no estoy sabiendo gestionar mis salidas, y como ya mi cuerpo me avisó la semana pasada, por meterle demasiada caña, el domingo me lo tomaré con tranquilidad, ahora que la comida familiar en el nido se adelanta, por el cumple de Gabi, a mañana sábado.
—El domingo quiero reponerme de la semana, y si consigo levantarme para hacerle el desayuno a Lexi creo que volveré a acostarme para poder darle luego el almuerzo y acabar con él comiendo palomitas, toda la tarde, en el sofá.
—Así que tienes plan de peli y manta. ¿Y no puedo hacerte cambiar de opinión?
—Me gustaría —digo golpeando la mano que ya me cogía el culo—, pero solo lo conseguirás si me dices que esa manta está en el sofá de tu casa, que la peli se la dejas escoger a Lexi y que eres todo un chef que no quemas las palomitas de microondas.
De inmediato me arrepiento, no solo me he autoinvitado a su casa sino que incluyo a mi hijo en los planes de pareja Esto se merece un gran consejo: Cállate la boca si no quieres espantar a un hombre que ni pareja quiere, ¿qué te hace pensar que quiere entonces una familia?
—Qué más quisiera yo. —Y parece convencido de pasar el domingo con Lexi y conmigo, cosa que me fascina—. Pero recuerda que tengo a un okupa en ese sofá.
—¿Todavía no se ha ido ese amigo tuyo? —pregunto sabiendo ya la respuesta.
A Bruno también traté de colocarle alguno de mis bichitos del refugio, la primera semana, para que les diera cobijo en su pequeño piso de soltero, y fue cuando él me dijo que no podía hacerse cargo de ninguno porque ya tenía a Tyrone y a un humano viviendo en el sofá. Y que de no ser por lo independiente que es su amigo para ir a mear, podría estar tan necesitado de atenciones como su cachorro de Husky. Por lo visto lo está pasando fatal tras la ruptura con su última novia, una mujer a la que le faltó solo comerse su corazón, según palabras del amigo despechado.
—Cada vez me resulta más complicado pedirle que se vaya —asume así su derrota, con cara de disgusto.
—¿Y tienes que pasearlo?
—¿A quién?
—Pues al bípedo que se ha adueñado de tu casa.
Bruno ríe hasta el punto de que me hace frenar el avance, caminábamos de la mano, pero él no puede hacerlo ya, muerto de risa.
—No. Por ahora sale solo cuando no se está lamentando de su suerte —dice sin entender mucho la dependencia que su amigo tiene de su ex.
Mejor para mí, me alegro, eso quiere decir que él parece restablecido de la última casi señora Alarcón, hace dos años. Mi consejo para su amigo: Yo solo llevo tres semanas sin pensar en el inútil y mírame, se consigue. Tarde o temprano una nueva ilusión, o dos, como es en mi caso, te hace querer sentir de nuevo.
—Pues hagamos algo, te traes el domingo al precioso canino, que es el que de verdad te necesita, y nos vemos todos en la Plaza de España. A Lexi le encanta dar de comer a las palomas del parque, ya verás que le lleva sus palomitas.
—Hecho.
Bruno se acerca para besarme, no sé si es el plan que tenía pensado para un domingo, pero no parece decepcionado cuando me coge la mano otra vez y reanudamos el paseo.
De entre todos los detalles que tiene ese novio que Bruno evita ser conmigo, no está precisamente hacer una reserva en un restaurante para cenar hoy. Ha optado por un Döner Kebab ambulante, queriendo además que lo tomemos en el paseo del río, con un par de cervezas, donde los jóvenes se reúnen para beber los viernes por la noche.
Estoy segura de que no lo ha hecho con intención alguna, pero consigue de nuevo cautivarme. Sin pretenderlo, Bruno me dice mucho de él, ha preferido satisfacer su estómago a tener que preocuparse por lo que pueda opinar yo de una cena tan sencilla, inmadura e improvisada. Mi mente retrocede a nuestra conversación de aquel día, ¿sería así de especial cenar a orillas del río Amstel? Sí, me he estado documentando sobre Ámsterdam y su río, porque aunque no haya visitado París todavía, es de cultura general que su río es el Sena.
—¿Y esto? —pregunto al verme su chaqueta sobre los hombros.
—Quise mantener la cita tan en secreto que no te advertí de que te abrigaras para venir al río.
Uy, de nuevo me asusta la coincidencia con Álvaro de ayer. Esto es insoportable, mira que trato de no pensar en el otro cuando salgo con alguno, pero no puedo. Ambos parecen uno solo.
—Pero tú tienes tu chaqueta —advierto sonriendo cuando reparo en que llevaba otra debajo.
—Novio detallista, sí, gilipollas a punto de coger una pulmonía, no, gracias.
Lo miro directamente a los ojos, sin pestañear siquiera.
—¡Has dicho novio! —exclamo toda orgullosa, como cuando Lexi consigue algún logro en su aprendizaje de vida infantil y yo hasta le aplaudo por ello porque gracias a mí aprendió. Con Bruno no, me contengo para que no note mi entusiasmo, pero ganas no me faltan.
Bruno mueve la cabeza negándolo una y otra vez, y no tiene mucho sentido, puesto que lo he oído bien.
—Y también he dicho gilipollas.
—Lo has dicho, sí —digo golpeando su hombro para que lo admita—. Pero si te hace sentir mejor, puedo olvidarlo siempre que no dejes de hacer cosas como esta.
Sonrío para que no se sienta incómodo.
—¿Qué?, ¿traerte a un lugar lleno de niñatos que nos recuerdan la edad que tenemos y que nosotros ya no podemos beber alcohol de esa manera porque mañana madrugamos? —me pregunta mientras señala a un joven aceptando el reto de beber un vaso de cerveza sin respirar.
—Traerme a los recuerdos de mi adolescencia, como cuando conoces a tu novio.
Lo sorprendo con un beso, uno que le hubiera dado en aquella época de ser él mi primer amor y yo estuviera hormonada hasta las orejas.
Bruno ha aceptado de buena gana su recompensa y me ha hecho partícipe de lo contento que está ahí abajo cuando me hace sentar en sus piernas. Y todo sin dejar de besarme.
—¿Sabes lo mejor de tener treinta y siete años cuando te quieres comportar como un niñato de diecisiete? —Bruno aparta el pelo de mis ojos.
—¿Que controlas tus eyaculaciones para satisfacer a tus parejas?
Nos reímos a carcajadas mientras nos abrazamos.
—Eso, y que no me pedirán esta noche la documentación en un hotel —susurra en mi oído.
Dejo de reír, pero disimulo con una sonrisa.
No iré a ningún hotel con Bruno cuando todavía mi cuerpo no olvida las huellas de Álvaro en él. No soy tan cabrona.
—Me basta con esta noche especial, no lo estropeemos y sigamos cenando.
Bruno no repara en mi gesto serio y me besa de nuevo, beso que hace que el recuerdo de Álvaro no duela tanto.
Menos que nada, cuando a ese beso no dejan de seguirle otros.
Por cierto, como detalle sumamente ganador, de los detalles cojonudos que recibo a este lado de la relación, como le gusta decir a Bruno, tras la cena improvisada, la charla divertida y los besos apasionados, me llevo un SÍ rotundo a la invitación que le hice para que viniera a la fiesta de Gabi.
Mierda. Precisamente ahora, que menos lo necesito, Bruno comienza a comportarse como un auténtico novio.
Acepta mi café, y cuéntame qué te parece☕️
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