Yo y Mi Secreto
Domingo de comida familiar, en el nido. Todavía no comemos y ya se me indigesta el potaje*. Todos mis hermanos están en mi habitación dando su opinión sobre lo que me he permitido contarles de Álvaro y nuestra cita de ayer, de Bruno y la cita que tendremos hoy.
Anoche cuando bajé de aquel taxi lo vi claro: Son dos hombres, increíblemente únicos para mí, a los que no podría tener juntos, jamás. Y a mí me pillaba en medio, sin querer decidirme por ninguno.
Así que había una última cosa que tenía que hacer antes de ponerme a gritar de rabia, coraje e impotencia por no haber sabido gestionar mis sentimientos con los dos: Acudir al chat de hermanos.
Mala, horrenda y nefasta idea.
ACABARÉ POR VOLVERME LOCA. QUIÉN ESTÁ EN LÍNEA PARA ESCUCHARME❓️
Las respuestas llegaron desde todos los puntos de la ciudad y parte de Inglaterra, todas ellas erradas, por supuesto.
Nico: ¿QUÉ HA HECHO ESTA VEZ EL INUTIL?
Yo: ÉL NO ES.
Cris: ¿NO ESTABA CON SU PUÑETERA MADRE?
Yo: QUE ÉL NO ES.
Cruz: ESTANDO TAN LEJOS NO PODRÁS ESCUPIRLE.
Yo: VALE, CC, ESCUPIRÉ AL INÚTIL, ES CIERTO QUE LO NECESITO.
AHORA PASEMOS A MI PROBLEMA DE VERDAD.
René: OYE, NICO, CONTIGO QUERÍA YO HABLAR.
René quiso destapar el problema económico de la empresa familiar, seguro que ya había recibido el dinero de Nico, pero no le permití acaparar los cerebros del resto de mis hermanos, yo los necesitaba activos para darme consejos.
Yo: RENÉ, HOLA, CARIÑO, MI PROBLEMA ESTABA ANTES, POR FAVOR.
René: NO CREO QUE SEA DE TANTA IMPORTANCIA COMO EL MÍO, RATONA.
Cruz: GABI TIENE OTRO PROBLEMA MAYOR.
Cris: NO, ÉL ES EL QUE TIENE EL RETRASO MAYOR.
Gabi: CÓMEDME EL NABO. CC.
Cruz: JAJAJA 🤣🤣🤣
Cris: JAJAJA 🤣🤣🤣
Yo: PODEMOS DEJAR VUESTRAS GUARRADAS PARA PODER HABLAR❓️
Luján: NO SERÁ POSIBLE, AQUÍ HAY MÁS DE UNO QUE REBUZNA.
Cruz: IQUÍ HIY MIS DI INI QUI RIBIZNI.
René; SOIS UNOS CRÍOS, CC. NICO, TÚ CONMIGO, AL PRIVADO.
Ahí fue cuando supe que no contaba con ellos dos, que estarían discutiendo en el chat privado. Y en vista de la panda de bobos que quedaba en línea, en el otro chat, decidí despedirme.
OS VEO MAÑANA. DUERMO EN EL NIDO.
Y cuando he despertado hoy no me podía creer lo que siguieron diciendo de mí.
Luján: NO DUERME EN EL NIDO SI NO ESTÁ LEXI.
Gabi: ALGO GRAVE PASA CON ELLA.
Cruz: ¿NO ESTARÁ PENSANDO EN COMETER UNA LOCURA?
Cris: SI HUBIERA QUERIDO HACERLO, NO AVISARÍA ¿QUIEN VA AL NIDO A MORIR, CON MAMÁ AL OTRO LADO DEL TABIQUE?
Luján: VERDAD, MAMÁ NO LO PERMITIRÍA, TODAVÍA SE ACERCA A MI CAMA PARA VER SI RESPIRO, MUCHAS NOCHES.
Cris; BUENO LO CIERTO ES QUE TE FALTA…
Cruz: …OXÍGENO EN EL CEREBRO.
Luján: CC, COMEDLE EL NABO A GABI. ¿SÍ?
Gabi: 😡😡😡
Cruz: JAJAJA 🤣
Cris: JAJAJA 🤣
Gabi: ¿Y QUÉ QUERRÍA?
Luján: ¿QUIÉN?
Gabi: NO ESTARÁS FUMANDO MARÍA EN EL JARDÍN, ¿NO? HABLO DE TU HERMANA, GILIPOLLAS.
Luján: AH, NADA, SEGURO QUE ECHA DE MENOS A LEXI.
Gabi: PERO ESTA NOCHE QUEDABA CON ÁLVARO.
Cruz: A LO MEJOR HAN ROTO.
Gabi: Y TÚ LO DISFRUTARÍAS, ¿VERDAD?
Cris: PUES CLARO, SOMOS TEAM BRUNO.
René: SI ALEX PIDE HABLAR, NOSOTROS LA ESCHUCHAMOS.
REUNIÓN ANTES DE COMER, MAÑANA.
QUEDAMOS TODOS EN SU HABITACIÓN.
Y han sido puntuales, por ahora no se oye el grito de mi padre ordenando que bajemos para comer.
Las posiciones y posturas que han tomado me asustan.
René y Luján, los mayores, tienen los brazos cruzados, y están en la puerta para evitar que me escape.
Gabi, con el teléfono en alto, en el que puedo ver a Nico, está sentado en el saliente interior de la ventana, como si se me hubiera ocurrido saltar por ella para escapar.
Y CC ya ocuparon la cama, uno tumbado boca arriba, el otro al contrario y bocabajo.
Me ha tocado la silla pequeña del escritorio de Lexi, así me hacen parecer más pequeña y necesitaba de ayuda, ¡serán cabrones!
—Es poco tiempo para saberlo, Alex, confía en tu criterio, lo harás bien.
René ha cambiado mucho desde que les pidiese ayuda con mis citas al inicio del divorcio, ¡¿qué coño digo el inicio?, si hasta hace dos semanas, que me presentó al que creía el candidato ideal, todavía quería imponer sus gustos sobre los míos!, tal vez es porque así se asegura de no ser él quien me presenta al próximo inútil de mi vida.
—No te precipites, ratona, has compartido poco tiempo… y poco espacio con ellos. —No sé si el resto de mis hermanos ve ese guiño de ojo de Nico, en el teléfono, yo sonrío por nuestro secreto.
—Por ahora no vas mal, te felicito —interviene Gabi.
—Mientras seas fiel a ti misma...
—Solo por eso tu elección será la acertada.
Tras el apoyo de Cruz y Cris me falta el de Luján.
Mi hermano guarda silencio, me parece ver que niega con la cabeza, pero siendo él, el más libre a la hora de escoger los miembros de sus relaciones, seguramente me equivoque por su desacuerdo.
—¿Y si ya sé lo que quier?, ¿y si me he dado cuenta que son los dos?, ¿que los besos de uno, complementan las caricias que recibo del otro, y viceversa?, ¿que de otra manera ya no me siento plena?
Uy, ¿qué he hecho?, he terminado por contarles todo sin filtro. Me espera una buena charla vista la cara de unos y las reacciones de otros.
No sé quién de los dos CC ha ido a parar al suelo desde la cama, cuando el otro se ha puesto de pie a toda velocidad, acordándose de la madre que nos parió. También Nico se ha caído desde metro cincuenta de altura porque iba dentro del móvil que Gabi ha soltado en el aire, no sé si seguirá con nosotros, porque no habla.
René sencillamente me mira con la cara desencajada.
No me queda otra que apelar a la experiencia de mi hermano Luján, él me defenderá.
Lo miro con la carita de pena, la que tan bien me sale desde que era niña con todos ellos, cuando quería algún capricho o evitaba la bronca, como es el caso ahora.
Luján es el primero en hablar.
—Eso que haces con los dos es de pervertida, no esperé eso jamás de ti, no eres más que una viciosa, un cualq…
—Cállate.
Luján se lleva una hostia de René cuando yo no reacciono todavía a sus palabras, sentada en la silla me hago más pequeñita, ¿mi hermano Luján piensa eso de mí?
La pelea se desata entre ellos dos, llegando a golpear algún que otro mueble que les molesta u a otro Muñoz que se interpone para separarlos
Yo estoy a punto de llorar, nunca vi a mis hermanos mayores hacer eso, ni cuando estuvieron en equipos de baloncesto rivales en el barrio se les escapó un golpe que tuviese como destino final la cara del otro.
¡Mira lo que he hecho!, ¡el único que creí que estaría de mi parte y sigue gritando que soy una guarra!, ¿por qué no puede ser como Nico, y dejarme elegir libremente?
Tras mucho esfuerzo porque no me encuentro nada bien, llego a gatas hasta el teléfono de Gabi, todavía en el suelo, y miro a Nico, con lágrimas en los ojos. Él me pide calma, o eso quiero leer en sus labios, porque el volumen no funciona. Noto que el aire me falta, que en breve me quedaré sin aliento, pero como no puedo llegar a la ventana, para abrirla, me toca soportar el calor repentino que experimento. Lo mejor será seguir de rodillas a ver si así no me mareo.
El ruido que hacen, mis cinco hermanos peleando entre ellos, es lo último que oigo antes de oír mi propio grito de pánico.
Tantas veces que deseé abandonar el nido en pleno almuerzo familiar de los domingo, y hoy que me decido a irme, necesito antes la ayuda de René para levantarme del suelo, la de los gemelos para destapar mi cama, donde me hacen acostar y la de Gabi para gritar, desde la puerta, a todos los de abajo, que llamen a un médico. ¡Es la huida más triste que pude escoger!
Todavía no me atrevo a mirar a la cara a ninguno de mis hermanos, prefiero la compañía de mi madre.
Mamá está sentada junto a mí, en la cama, acaba de irse el doctor. Según ella el diagnóstico fue claro, sufrí un colapso mental, que añadido a la anemia que probablemente tenga, a la espera de los análisis de sangre, me hizo parar la maquinaria.
—Y eso ha sido porque tú no has parado antes como te pedí —dice por si no lo había entendido a la primera. Yo creo que se asegura con esto que me venga a vivir aquí, donde me cebará con pucheros y me hará dormir un mínimo de diez horas diarias.
Pero ese médico está en un error cuando afirma semejante cosa.
El episodio vivido, y precisamente no por mí, sino por mis hermanos, no ha hecho más que provocarme un ataque de pánico, puro y duro, uno en el que el corazón te falla tras una descarga de adrenalina:
Jamás podré revelar que estoy enamorándome de dos hombres, y tendré que condenar al silencio de un secreto lo que siento por ambos, porque nunca podré escoger a uno para esta familia.
—Calma, Alex, estás en casa, aquí estarás bien.
De nuevo me he notado el corazón acelerado, y creo que mi madre también, porque coloca la almohada y cojines de mi espalda para facilitar mi descanso. No he podido evitarlo, ha sido pensar en Luján y confirmar que el miedo sigue en mí. Si él, con toda su palabrería barata sobre el amor de libre elección, no ha sido capaz de comprenderme y ha acabado por juzgarme, ¿por qué voy a insistir yo en que la opción de ambos hombres es la que quiero para mí? El juicio de Luján puede ser insignificante comparado con el que me pueden hacer mis padres, o peor aún, Lexi con sus preguntas inquietas al verme con dos hombres.
Al resto de los Muñoz solo tengo que pedirles perdón, decirles que la falta de vitamina B12 me ha pasado factura al cerebro y que solo trataba de desviar el problema de René —alguna cabeza ha de caer por la mía, ¿no?—, eso contando que sean ellos los que quieran verme la cara, claro.
La duda me corroe.
—¿Están bien mis hermanos?
—Solo están preocupados.
—Exageran. Han sido unos minutos, nada más.
—Los suficientes si es su hermana pequeña la que está en el suelo temblando.
—Sí —le digo para calmarla a ella también—, me dejaré cuidar por ellos, mamá, y tal vez ocupe una de sus habitaciones el tiempo que trabajo y Lexi va al cole.
—Y dejarás de tomar café —ordena como punto principal de nuestro acuerdo de casera e inquilina.
—¿Qué? —pregunto alarmada por semejante prohibición.
Espero que mi madre no se refiera a mis besos con Alvaro, o al líquido que tomo con Bruno, porque seremos un secreto, pero todavía estoy viva.
—Me he asustado de veras, Alex, y no voy a dejar que sigas abusando de tus límites. Por eso mismo queda eliminada la cafeína de tu dieta mientras estés aquí.
—Mamá, quizás debamos negociar con eso…
Mi madre me besa la cabeza y se marcha de la habitación para no tener que negociar nada conmigo.
Abre la puerta, y tras ella aparece mi padre. ¿Estos dos se comunican por telepatía? Supongo que a los cincuenta años de casados se te confiere ese superpoder con tu pareja.
Vaya, así que mi madre me manda al verdadero intermediario de nuestro contrato de convivencia e ingesta de café.
Ella sale para dejarnos a solas.
—Vengo a ver cómo estás, cariño.
Ya lo sabrá por el doctor, porque trae en sus manos la bandeja con el plato de comida que me corresponde de la olla familiar.
—¿También vas a reñirme tú, por no comer ni dormir bien?
—Podría castigarte hasta que lo hicieras, ahora que vuelves a vivir con nosotros.
—Pero no lo vas a hacer —digo convencida de ello.
—No. Me bastará solo con que me escuches una vez más.
Mi padre pone sobre mis piernas la bandeja y se sienta para acortar distancias entre nosotros, físicas y emocionales.
—A ver, Alex, ya sabes que tu nacimiento vino a desestabilizar mis enseñanzas masculinas, ¿no?
—Sí, y que te cogí más con enseñanzas de abuelo que de padre, también.
Mi padre sonríe sin verse ofendido. Nunca noté ese gran salto generacional, siempre estuvo correcto, cabal y educado en todo mi desarrollo femenino.
—Exacto, pero creo que tú y yo hemos conseguido formar un gran dúo desde entonces, como para que pueda hablarte igual que hago con tus hermanos.
—Siempre me gustó que no hicieras distinción entre ellos y yo.
—Ya, por eso me hacías poner tutú si quería practicar contigo tus clases de danza.
Río a carcajadas, su comentario me ha hecho recordar cómo se veían sus piernecillas de pelos con ese tutú rosa que le hizo mamá, pero me la debía, jugaba con mis hermanos a fútbol o baloncesto vistiendo cada una de sus equipaciones, incluso con Gabi se compró un casco para ir con él de paquete.
—No te quejes, que de haber estudiado flamenco a ver dónde te ibas a poner la flor con esa calva. —Y me permito acariciarle su cabeza suave.
—La vejez me impidió batallar contigo, por eso eres mi consentida.
—No —digo muy seria —es por el amor que me tienes, papá.
Estoy a punto de hacerle llorar cuando era él quien venía a reñirme a mí, para sacarme los colores por la vergüenza y que llorase por la culpa de haberlos preocupado.
—Solo te digo que de lunes a viernes regresarás a dormir aquí, que los sábados tendrás que ir pensando en descansar del refugio y que te alimentarás como te digamos tu madre y yo.
Besa el mismo lugar de mi cabeza que ya hiciera mi madre, lo dicho, estos dos son telépatas.
—Papá —lo llamo a tiempo de que salga de la habitación—, en agradecimiento por el hospedaje, déjame que yo saque a los perros todas las mañanas y todas las noches, ¿qué me dices?
—Los perros son míos. No irás a tomar café al bar, olvídalo.
Y se marcha riendo cuando ve que ha descubierto mis intenciones.
Si en algo aprecio mi libertad, la que sea, eso pasa por recuperarme pronto.
El móvil suena interrumpiendo la nueva reunión que tiene lugar en mi dormitorio, obviamente René me echa una mirada, mitad comprensiva, mitad reproche. Supongo que no sabe que ya he hablado con Lexi, o sería cien por cien condenable el que quiera coger mi teléfono.
—Contesta, pero necesitamos terminar con esto hoy, Alex, por favor.
Ahí está mi hermano mayor con toda su amabilidad y severidad puesta en mí. Mitad y mitad, padre y hermano.
Tecleo en su chat, de lo más veloz, tras colgar la llamada entrante.
TE LLAMO EN VEINTE MINUTOS➡️
➡️NO TARDES.
IGUAL TENDRIAS QUE ESPERAR SI ESTOY CON ALVARO, ¿NO?➡️
➡️PERO SÉ QUE NO LO ESTÁS Y ME PREOCUPA QUE NO PUEDAS HABLAR. ESO ES TODO.
¿Estoy siendo cruel?, quizás. Pero entonces me acuerdo de que Álvaro no me ha llamado en todo el día y eso es lo que más me preocupa a mí, por una vez seré egoísta con Bruno.
AHORA NO, NECESITO VEINTE MINUTOS, BRUNO➡️
—Sigamos —dice un impaciente Gabi al verme dejar el móvil bajo la almohada.
—¿Cómo vamos, Cruz? —pregunta René al encargado de hacer mi horario semanal.
Sí, por lo visto esto de cogerle gusto a los horarios establecidos y a las agendas organizadas viene en el ADN Muñoz, se nos da de puta madre hacerlos.
—Lunes y miércoles yo recojo a Lexi del colegio, martes y jueves lo hace Cris, que lo lleva después de comer aquí, al karate. Y Gabi se encarga de venir a hacer los almuerzos con mamá.
Ya miré indignada a mi hermano Gabi cuando pidió esa tarea, pero lo repito de nuevo. ¡No sé cómo se atreve a tanto cuando él no es capaz de hacer otra cosa que no sean patatas fritas con huevo!
—Apunta, entonces, Cruz. Yo vendré a poner las lavadoras, cada tarde, para que Alex solo tenga que bañar al niño y hacerle SU cena, nada más —dice René, el que necesitará que por lo menos yo le diga cómo separar la ropa.
—¿Luján qué mierda hará? —Gabi hace que todos nos miremos las caras de interrogación.
Pues a mí que no me miren, yo menos que nadie lo sé. Si Luján no ha sido capaz de quedarse para hablar conmigo, es que no querrá ayudarme. Al final, con insultos y todo, será el único cuerdo de todos nosotros.
—Ya pensaremos algo desagradable para él, y que le joda lo suficiente. Sigue —ordena René.
—Limpiamos la casa Cris y yo —apunta el gemelo.
—Hombre, me dejaréis por lo menos ir al súper, ¿no? Porque de mis proteínas quiero encargarme yo —salto indignada.
—Pues, en verdad… —dice Nico por el teléfono—, ese era mi cometido. Yo os haré la compra por Internet cuando hable con mamá.
—Nico, no seas ridículo, yo también la puedo hacer así, no hace falta estar lejos —me quejo enfadada.
—¿Y a qué hora sería eso Alex?, ¿cuando deberías estar durmiendo para tus guardias, o durmiendo después de salir de ellas? ¡A lo mejor quieres hacerlas mientras duermes! —me contesta él igual de enfadado, elevando la voz.
—Vale, lo entiendo —acepto a regañadientes—, ¿y qué me queda de libertad?
—¿Completa?, solo los viernes y… —Cruz lee de nuevo el horario—, los sábados.
—¡Mierda! —exclamo con tanta energía que eso es lo que hace que me miren.
Esos días son pocos para ver a Álvaro y Bruno. Repito, somos un secreto, pero sigo viva.
Y todavía tengo ganas de darte un consejo: Destruye cualquier horario que quieras elaborar, no valen una mierda. Disfruta tu vida y ya.
—Sabemos que será difícil, Alex. —René toma el relevo de nuestros padres en cuanto a la preocupación, ¡qué mayor se está haciendo!—. Probemos unos días, y si estás más anímica para entonces, nosotros aflojaremos.
Y yo me creí experta en poner cara de lástima. Era de esperar que aprendiese de los mejores.
Mis cuatro hermanos de la habitación, y el que está en Londres, me miran con pena fingida. Soy débil con ellos, acaban por conquistarme.
—Trato hecho —murmuro sin ganas de aceptarlo.
—Se acabó. Basta por hoy, ya empezaremos mañana. —René será mucho de organizar nuestras reuniones, pero es Gabi quien da por cerrada esta sesión.
Acepta mi café, y cuéntame qué te parece☕️
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