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Yo Y Mi Estrés Laboral

La jornada de visitas en las granjas ganaderas ha sido agotadora en cuanto a la administración de los libros de la explotación, demasiado papeleo para mi gusto cuando soy más activa. ¿Lo más gratificante después?, encontrarme por sorpresa con dos intervenciones de partos de terneros a última hora, por eso mi turno de tarde en la clínica está siendo aún más duro.

     —Vas a acabar reventadita, mujer —dice mi compañera cuando ya recogemos nuestras cosas para cerrar los consultorios, mientras no tardo un segundo en quitarme la bata. Muero por llegar a cenar con Lexi—. Tal vez lo que necesitas es relajar los horarios de alguno de tus trabajos.

     —Muchas gracias por tu preocupación, Nines, pero la mía es llegar a final de mes, mantener a Lexi y ahorrar para que Hacienda no me ahogue.

     —Yo solo digo que te relajes, ¿sí?

     —Lo haré este fin de semana tras la visita a la protectora. —Ambas somos voluntarias en ella.

     —Uy, se me olvidaba. Entramos de lleno en la campaña de recogida de alimentos para el invierno y no disponemos de ideas incentivas para este año.

     Vaya,  qué contratiempo, si ya tengo la cabeza ocupada, esto viene a saturarla por completo. Cada vez la gente es menos solidaria con esto, si muchos no pueden comer ellos, ¿cómo  van a dar de comer a animales abandonados?    Ya llevamos tres años con la despensa mermada, de este invierno es difícil que pasemos cuando son más los perros que alimentar.

     —Déjame que lo piense y te digo algo el fin de semana. 

     —Cuando salgamos de la protectora tú y yo nos vamos de copitas, a relacionarnos con humanos. nada de estar pensando en tus bichitos.

     —He quedado. —Y no es excusa como tantas otras veces.

     Nines me mira asombrada. Sabe de mis citas a ciegas y por qué las tengo, y también que no las planeo para los sábados que Lexi está conmigo.

     —¿Qué me estás ocultando, mala amiga?

     —Te digo en otro momento, ¿sí? —Me despido de  ella y salgo corriendo. Sobre todo porque todavía no le he dicho que esta vez no sería a ciegas, sino una cita más con Álvaro. 

     Ha sido un día largo, no es que haya tenido más de veinticuatro horas, pero por momentos a mí sí que me lo ha parecido.

     Cuando llego a casa, Lexi me recibe en la puerta, ya con su pijama puesto. De nuevo llego tarde para la cena. Quizás deba hacer caso a Nines y sacrificar algo de dinero si ello va a facilitar que disfrute del baño y estos ratitos con mi hijo, ahora que todavía él quiere estar con su madre.

     Solo tengo tiempo de verlo cepillarse los dientes y arroparlo, antes de que se quede dormido.

    —No debes sentirte culpable.

    Mi madre entra a la cocina cuando ya recaliento la cena en el microondas, ella se pone el abrigo para irse a su casa. Hoy la canguro vino a echarme una mano.

     —Lexi crece, mamá, y yo cada día estoy más agotada.

     —Sabes que podéis venir con nosotros. No todo serían carreras de una casa a otra, para amanecer allí  o dormir aquí, deja de estar todo el día con la maleta a cuestas.

     —Pero sí que sería un paso atrás en mi intimidad, y ahora que trato de rehacer mi vida amorosa no puedo. —Ella me ayuda con el plato, de hecho me lo sirve como si la que tuviese cinco años fuera yo. Me dejo consentir, y más cuando me besa la cabeza.

     —Hija, déjate cuidar, no puedes organizar la vida de Lexi tú sola. Puedes caer enferma.

     —¿Y qué propones? —pregunto sonriendo—, ¿qué le de a su padre más custodia? Cuando ha demostrado que eso del horario no lo respeta todavía.

     —Noooo, por encima de mi cadáver le das más horas a ese inútil. —Y lo dice muy en serio—. Deja que cuidemos de él, no te agotes de esta manera, somos muchos en casa.

     —¿No sería eso fracasar como madre? —pregunto dolida con el propio planteamiento.

     —Como digas otra estupidez como esa, te juro que le digo a tu padre que venga a cogerte por las orejas para llevarte a nuestra casa.

     —Mamá… —Pero no puedo seguir, casi empiezo a llorar.

     —La familia está para ayudarnos, Alex, y la nuestra, que además es enorme, te adora. No pienso discutirlo más. 

     —Mamá…

     —Y si en un mes no te veo al menos dormir ocho horas diarias, llamaré al Seprona para que cierren todas esas granjas en las que trabajas, a ver si así aflojas un poco.

     Ella me da otro beso en la cabeza y se dirige a la puerta.

     —Gracias, mamá, no hará falta que le digas nada a papá. Prometo dormir.

     Mi madre se ríe cuando le doy a entender que me da más miedo ir a vivir a su casa que la mismísima guardia civil de medio ambiente. Y es que el nido nunca será íntimo del todo para la pequeña de la familia.

     Al menos en mi casa, este piso a diez kilómetros de Sevilla y que puedo pagar sola con lo que me queda de sueldo cuando pago mis deudas a Hacienda, puedo hacer lo que quiera sin que mis hermanos me espíen. Y no sé por qué, al pensar en esto último, recuerdo mis besos con Álvaro de ayer y cómo Luján me habló de las relaciones abiertas.

     Sí, joder, también me he acordado de Bruno.

     Cuando termino de cenar y de recoger la cocina solo quiero  ducharme e hibernar hasta dentro de diez horas, el tiempo de que Lexi oiga nuestro despertador y corra a saltar en mi cama y así despertarme para que lo lleve al colegio.

     Pero antes de cerrar los ojos quiero dar las buenas noches a Álvaro y concretar nuestra cita de mañana.

     —Hola —saludo sonriendo al oirlo a él reír —¿qué hacías que se te oye tan divertido? 

     —Nada, solo hablaba con un amigo. —Si algo me gusta de Álvaro, es su sinceridad, sin filtros a la par que espontánea—. Nos tomábamos algo,  y él me estaba diciendo que no podrías ser tú quien llamaba a esta hora.

     —¿Ah, no? ¿Y eso por qué?

     —No sé, yo hablaba de ti y de lo mucho que me gustaría poder hablar contigo antes de acabar el día, entonces ha sonado el teléfono y mira…

     Me río con él.

     —Y tu amigo aún no cree en el poder de tus deseos y en lo que eres capaz de hacer con la mente, ¿no?

     —Es un incrédulo, sí.

     —Salúdalo de mi parte, y dile que nuestra conexión es tan extrema que yo llamaba solo para poder oír tu voz antes de dormir, también. 

     Álvaro emite un soplido de satisfacción que me hace reír.

     —Se lo diré solo por ver que se le retuercen las tripas.

     —Eres un sádico, ahora ya no sé si dormiré bien después de oírte fantasear con las tripas de ese pobre hombre —digo sonriendo.

     —Yo tengo un remedio infalible —me contesta.

     —¿No será vomitar? —pregunto sin parar de reír.

     Álvaro ríe a carcajadas que me gustan mucho más que su sinceridad, aunque bien pensado, de ser auténtica esa risa, seguiríamos hablando de lo mismo.

     —Yo pensaba en ir a tu casa e invitarte a un buen café  —confiesa sin pudor, y espero que su amigo, a su lado, no sepa de qué habla.

     —¡Qué lástima! Yo hubiera aceptado verte si se tratara de tus besos, tienen menos cafeína.

     —Voy ahora mismo —dice exaltado, tanto riendo como serio al mismo tiempo.

     —Hasta mañana, Álvaro… y te veo en el Mercado del Café.

     La sonrisa que permanece en mi boca al despedirnos será un gran somnífero.

     Pero es apagar la luz de la habitación y entrar un mensaje al móvil.

➡️TODAVÍA NO SÉ NADA DE TU RESPUESTA.

     El bote que pego de la cama es inmediato, no necesito luz para contestar.

¿QUÉ PRETENDES QUE TE DIGA, BRUNO? ➡️
➡️QUE NOS VEREMOS PRONTO, POR EJEMPLO. 
¿Y SEGUIRÍA SIENDO BAJO TUS CONDICIONES?➡️

No debí de preguntarlo siquiera, eso hace que me lo plantee.

➡️HABLEMOS PRIMERO DE ESO. ES A TI A LA QUE LE GUSTAN LOS ACUERDOS, ¿NO? ENCONTRAREMOS UNO INTERMEDIO PARA LOS DOS.

Es injusto que utilice mis acuerdos para convencerme, porque casi que me tiene convencida ya.

YA TE DIJE QUE NO ENTIENDO TU MANERA DE VER LAS RELACIONES SIN COMPROMISO, CUANDO ME PIDES A CAMBIO QUE YO SÍ LO TENGA➡️

➡️PORQUE ESO NOS EVITARÍA PROBLEMAS.

A TI MÁS QUE A MÍ, ¿NO?➡️
PORQUE YO PUEDO PERDEROS A LOS DOS Si ÁLVARO LO DESCUBRE➡️

➡️SI ALGO PUEDO HACER YO PARA QUE ESO NO OCURRA. ES MANTENERME ALEJADO, SIN INTERFERIR EN TUS DECISIONES, SERÁ SOLO CUANDO TÚ ME LLAMES, Y NO TENDRÉ DERECHO A EXIGIRTE MÁS.

¿ESO FORMA PARTE DE TU PROPIO ACUERDO?➡️

➡️TAMBIÉN PUEDO HACERLO GRATIFICANTE PARA TI SI TÚ QUIERES.

Qué cabrón, sabe dar sin pedir a cambio, y yo ya di demasiado en un matrimonio que no pude salvar.

¿Y POR QUÉ YO? HABRÁ MUJERES COMPROMETIDAS DISPUESTAS A DECIRTE QUE SÍ➡️

     Esa duda es algo que no me deja tranquila. Mirame, tan común soy que necesito citas a ciegas para conocer a un hombre, de lo contrario, ellos serían los que querrían conocerme a mí. Y no que sigo enamorada de un ex inútil por miedo a equivocarme de nuevo en el amor. 

     Por eso la insistencia de Bruno no termino de creérmela. 

➡️PORQUE ME GUSTAS. PORQUE NO ME CONFORMO CON HABER LLEGADO A TU VIDA MINUTOS MAS TARDE.
➡️Y SÉ QUE MERECES LA PENA PARA EMPEZAR ALGO, AUNQUE SEA ASÍ. 

¿ESO QUÉ ES?➡️
¿BRUNO Y SU RELACIONES CON DIVORCIADAS A LAS QUE SATISFACER?➡️
PARA ESO YA EXISTEN APARATOS A PILAS QUE NO DICEN MENTIRAS➡️

     Al parecer he tocado su sensibilidad, creo que tenía ganas de desahogarse conmigo,  es como si se hubiera estado controlando dos días para no hacerlo, porque tiene mucho que escribir todavía. 

➡️MIRA, ALEX, YO FUI CLARO CONTIGO. NO BUSCO UNA RELACIÓN A LARGO PLAZO, ME CONFORMO CON EMPEZARLA POR AHORA, PERO NO QUIERO QUE TÚ TE ESTANQUES EN MÍ.
➡️JODER, NO PUEDO NEGAR QUE ME GUSTAS, CON TUS CHARLAS Y TU ESPONTANEIDAD, Y ES TANTO, QUE NO DEJO DE PENSAR EN ESE PUTO BESO QUE NO NOS DIMOS, Y EN LOS QUE LE DAS A ÉL
➡️INTENTÉMOSLO, ¿VALE? Y SI NO FUNCIONA, SIEMPRE PODRÉ APARTARME  PARA QUE SIGÁIS JUNTOS.

Como no sé qué responder, no continúo la conversación. Necesito pensar en eso,  ya dormiré otro día.


     Si tengo que ver alguna ventaja en eso de ver a diario a mis hermanos, es que cuando necesito de su ayuda, están disponibles, o al menos no pueden ocultarse de mí. 

     La suerte que he tenido hoy, cuando he recogido a Lexi del cole para comer aquí en casa de mis padres, es que Gabi también ha decidido gorronearles comida.

     —Quiero que me ayudes a crearme un perfil en una de esas aplicaciones vuestras.

     Mi hermano ha dejado de comer para mirarme. Como nuestros padres no entienden demasiado del tema ni saben de lo que hablo, le doy una patada por debajo de la mesa a Gabi, para poner de nuevo en funcionamiento su cerebro.

    —¿Como cuál?

    —La que llegue a más gente.

    —¿Para qué?

    —Para llegar a mucha más gente —repito harta de sus preguntas tontas.

    —¿Y por qué?

    La segunda patada le coge un punto más sensible de la pierna porque se queja con un grito. Mi padre nos pide respeto en la mesa, y como me urge tener de verdad un perfil, le hago una señal a mi hermano para que se levante y vayamos a la cocina.

     Ambos nos levantamos de la mesa con la excusa de traer el postre.

     —Mira, Gabo, es invierno, no quiero ponerme en bikini para atraer a babosos como tú, si es lo que insinúas.

     —Lo pasaré por alto, Alex, no quiero discutir contigo —dice con cara de pocos amigos.

     —Bien, entonces entenderás que esto es importante y que no lo utilizaré para ligar.

     —¿Afectará en algo a tu relación con Álvaro?, mira que no quiero tener problemas con el resto de tus hermanos.

     —Es para darle visibilidad a la protectora, no te preocupes. Siempre diré que un café mirándote a los ojos superará el mejor de los chats entre dos personas.

     Mierda, y de nuevo pienso en los dos anoche. En uno, por el puñetero café que jamás hemos compartido, y en el otro, porque siendo el que de verdad lo bebe, es con el que solo hablo por el móvil.

     —Puedes empezar por Instagram, los gemelos pueden ayudarte con sus publicaciones.

     —¿Y tú no?

     —¿Quieres que lo haga?

     —Pues claro, te lo estoy pidiendo a ti.

    —¿Y de hacerlo?, ¿Estaría ayudando a mi hermana o a la veterinaria de la protectora? —pregunta, y sigue serio.

    —No existe diferencia.

    —Sí que la hay, hace meses que estás extraña conmigo —pregunta mientras se cruza de brazos y se apoya en la encimera—, no creas que no me he dado cuenta.

     —No digas tonterías, Gabo.

     —¿Ves? Mi nombre, por ejemplo.  Mamá y papá nos pusieron nombres unisex a todos para no diferenciarnos a ninguno, y tú insistes, últimamente, en masculinizar el mío, ¿por qué?, ¿quieres mantener distancias como no haces con el resto de tus hermanos?

     —Gab… Gabi —digo cuando él pone los ojos en blanco—, siento que la crisis de los cuarenta te esté afectando tanto al cerebro.

     —No, Alex, esto no se trata de mí sino de ti, tus bromas son tan molestas que a veces rayan el insulto, hablo y evitas mirarme a la cara, y por supuesto cuando consigo que me oigas, lo que digo es una gilipollez para ti.

     ¿Qué ha tomado Gabi que se ha vuelto tan profundo en sus conversaciones, tan filósofo de la vida fraternal, cuando él solo piensa en muje…? Ok, no, me callo, eso mismo es lo que me está echando en cara.

      —Si lo dices por la moto de Álvaro,  yo…

      —Insisto tanto con ella porque es lo único que nos mantiene unidos a ti y a mí, pero veo que hasta en eso has cambiado. Ya no encuentro ese punto de conexión entre nosotros.  

      Gabi se quiere marchar de la cocina, pero yo lo detengo.  Al carajo el perfil que quería que me ayudase a abrir, es mi hermano y lo he lastimado por mucho tiempo, haciendo memoria quizás sean dos años.

     —Gabi —lo llamo como hacía meses que, es cierto, no lo llamaba. Me he abalanzado sobre él y lo he abrazado por la espalda—. Nuestra conexión todavía está ahí,  no la rompas —digo cuando él se ha detenido—, es solo que me asusta que la mantengas también con el inútil y me rechaces tú por lo que pueda él decirte de mí.

     Mi hermano se gira muy lentamente hasta poder mirarme a los ojos. Me agarra de los brazos y me besa la mejilla.

     —Él fue mi amigo, Alex, eso no lo puedo cambiar,  pero jamás llegó a ser como un hermano para mí. Tú en cambio eres mi hermana, y nunca dejarás de ser mi mejor amiga.

     Siempre lo he sabido y es hasta ahora que no lo veía. René no puede vivir sin Luján y sus continuas peleas, los gemelos se tienen entre ellos con esa unión y afinidad que les caracteriza y Nico, quizás por su repentina independencia, sabe que es el ojito de derecho de todos y cuenta con todos nosotros de manera incondicional. Gabi es mío, mi rival, mi gemelo,  mi todo.

     —¿Lo sigues viendo? —pregunto sabiendo ya que sí.

     La sonrisa tan bonita de mi hermano me alcanza el alma, es tierna, pero a la vez triste.

     —Pasa por el taller de vez en cuando con la excusa de tomarnos una cerveza, pero yo sé que es para saber de ti.

     —Deberías pincharle las ruedas —verbalizo en voz alta mi pensamiento. 

     —Se vería muy extraño en un taller, ¿no crees? —me pregunta sonriendo con un nuevo abrazo.

     —¿Hasta cuándo seguirá insistiendo ese inútil? —pregunto más para mí que para él 

     Gabi me abraza más fuerte, todavía no  he perdido el amor de mi hermano.

     —Cuando vea que te decides a olvidarlo, él solo desaparecerá. —Se aparta para mirarme otra vez—. Y eso será cuando no te duela hablar de él.

     —Quizás solo necesite montar en moto para que el dolor desaparezca —digo sonriendo y parpadeo tantas veces que si Gabi no pilla mi indirecta se me secaran los ojos.

     —Eres insaciable, ratona.

     Y nuestra conversación acaba con un abrazo de súper hermanos que nuestro padre interrumpe con un grito para que nos dejemos de tanta charla y llevemos el postre a la mesa.

     —¿Y en qué has pensado para postear en Instagram? —pregunto como si yo manejase hasta los conceptos.

     Gabi me lleva agarrada por los hombros mientras nos dirigimos al comedor.

     —Ah, pero ¿tengo que hacerlo yo también?

     —Pues claro, me tienes que compensar las visitas del inútil de este último año. 

     Mi hermano ríe a carcajadas terminando con cualquier malentendido que su amistad con mi ex nos haya creado.

     —Te consigo mil seguidores y estamos en paz con él —propone riendo todavía.

     —Hecho —acepto sin saber cómo de bueno será eso de mil seguidores.

     —El formato de Instagram es sobre todo visual, pero Facebook llega a personas más adultas—continúa él.

     —Sí, por favor necesito personas de más de cuarenta.

     Gabi sonríe por primera vez al oír su edad, creo que lo está asimilando por fin.

     —¿Tú no tenías un novio fotógrafo que acaba de aparecer? —Coño, y me devuelve la broma.

     Su pregunta me deja helada.

     —No es mi novio, Gabi, además, ¿tú no estabas a favor de Álvaro?

     —Estaré de parte de quien te haga feliz, ratona —dice cuando llegamos al salón y nuestros padres y mi hijo nos observan. Él se acerca a mi oído para que ninguno se entere—, luego ya veré si lo hago mi hermano o mi enemigo.

     Y aunque Gabi no lo crea,  porque a veces se comporta como un verdadero gilipollas, es la respuesta más madura que me podría haber dado. Se nota que cumple los cuarenta, cosa que ya no le diré hasta el tres de febrero. 

Acepta mi café, y cuéntame qué te parece☕️

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