XI
— Por favor ¿podemos entrar ya a la discoteca? —Denna se encontraba cansada de encontrarse en el parking de la discoteca escuchando las mismas canciones de reggaeton durante más de una hora.
Ella no era una estirada de la música, si bien no estaba acostumbrada a ese estilo de canciones y sus letras a veces fueran reprochables, tenían algo que la incitaba a bailar, a moverse al ritmo de la música.
Sólo que ese parking, dónde dos de sus amigos ya habían vomitado le quitaba todo el ambiente excitante que podía tener la fiesta.
Deseaba entrar, escuchaba desde lejos el ruido estridente de la música, a ese nivel que cuando estabas ahí dentro sentías como tu corazón palpitaba al compás mientras los colores de las luces te hacían perderte en las emociones.
También le dolían los pies, era algo que se había resignado a padecer pues sabía que su calzado no era cómodo, pero esperaba que el dolor fuera el producto de horas de baile, no de estar parada como posesa mientras Eric seguía buscando el fondo de aquella garrafa que habían preparado de mezcla.
— Chicos, quiero entrar ya —. Volvió a repetir tensandose ante la falta de respuesta porque parecía que ellos no iban a llegar a entrar a la fiesta.
Buscó con la mirada a Andreu sin encontrarlo, sabiendo que quizás él podría acompañarla, porque había algo que la aterraba y era entrar sola, sin nadie. Pero cada vez parecía mejor idea eso que quedarse fuera, ayudando a la gente a caminar sin caerse.
— Denna no seas un coñazo ¿no ves que estamos bien aquí? —Eric rodó los ojos y suspiró encontrándola tediosa e inaguantable —. Joder, si te quieres ir vete, pero no des la lata, todo el rato con esa cara de enfadada. Para eso haberte quedado en casa.
Sus amigos rieron, alentados por el alcohol creyendo que Eric la había puesto en su sitio. Ella apretó los puños sin ganas de discutir o ofenderse por un borracho, porque sabía que era incapaz de enfadarse sin llorar.
— Me lo habría pasado mejor que contigo —. Cogió su cartera de golpe, aquella que había estado reposando al lado de Eric todo el tiempo que llevaban ahí.
— Tu no sabes divertirte —. Le dio un sorbo a su vaso de cubata mientras se le asomaba una sonrisa burlona, que dejaba claro si se estaba burlando de ella.
Denna le quitó el vaso enfadada pensando que ya había bebido suficiente, sin ganas de tolerarle a nadie que se pasara de listo con ella, porque era buena, si, pero no por eso tonta.
—¿Quieres comportarte de una vez como una persona normal? —le habló apretando los dientes en voz baja esperando que la obedeciera sin herir casi ese orgullo que tenía.
—¿Y tú quieres dejar de ser la friki que sueles ser y divertirte por una vez en tu vida?— reprochó él balanceandose por la bebida y la embriaguez recordándole a Denna todas las inseguridades que solían embargarla en cuanto se quedaba sola en su casa. —¿No te cansas de ser doña perfecta? ¿El ser más soso y aburrido que existe?
Ella se puso roja mientras todos, animados por el alcohol se disponían a animar a su novio quién reforzado por su grupo le miró con una sonrisa ladeada, sintiéndose victorioso de algo.
Trató de decir algo sin lograrlo porque ni siquiera sabía que contestar, sus ojos le escocían y prefirió gastar su energía en no soltar las lágrimas que amenazaban por salir.
Sentía un nudo en el estómago y las ganas de volverse en ese mismo momento a Dinamarca, dónde una vez en casa podría estar escondida en la guarida que ella llamaba habitación.
Pero a la vez que ese sentimiento de inferioridad y autodesprecio aparecía en ella, otra emoción distinta se apropió de ella, algo que la impulsó a tirarle la bebida a la cara de Eric borrándole esa sonrisa de la cara.
— Olvídame, imbécil —. Dijo sin realmente consciente de ello, sin siquiera reconocer como suyas las palabras que salían de su boca.
Dejó el vaso en su mano viendo cómo sus ojos la miraban con furia pero no le dio tiempo a Eric a decir o hacer nada porque en poco tiempo se había hecho paso entre la gente y, por lo cual, desaparecido de su vista.
Andreu regresó al grupo unos quince minutos después de que Denna se hubiera largado. Traía un altavoz que le habían pedido para poner la música aún más alta, maldijo cuando le tocó ir a por él porque el altavoz se encontraba al otro lado del parking en el polígono de enfrente debido a que Mateu solo había encontrado un hueco ahí.
Le sorprendía que tanta gente hubiera decidido irse de fiesta ese viernes ya que no era ningún día especial. "Todos los días son buenos para hacer una fiesta" eso es lo que hubiera dicho Mateu si él hubiera expresado su sorpresa en voz alta pero no lo hizo, porque una parte de su cabeza estaba en otras cosas más importantes como en ese tal Miguel y en Denna.
Quiso pedirle que le acompañara pero supuso que iba a preferir estar con su novio oyendo la música y pasándose la botella de Jack Daniels, aunque no podía imaginarsela bien de esa forma, pensando que no era su estilo hacer botellón. Quién sabe, él no la conocía tanto como para saber ese tipo de cosas de ella, en verdad, él no sabía nada y eso le molestaba, porque él quería saber más.
Le pasó su altavoz a Jordi, el chico que estaba con el Spotify premium y pirata, con los suficientes datos y batería como para poner las mejores playlist de reggaeton de todos los tiempos, en los que cantantes como daddy Yankee destacarían entre la mayoría.
Andreu no era mucho de bailar pero estaba a tres cubatas de llegar a ese punto en el que le daba igual ponerse a bailar si sonaba la de "llamada de emergencia". Ya casi se imaginaba bailando hasta que se percató de que Denna no estaba con los demás.
— ¿Jordi, has visto a Denna? — Preguntó desconcertado por no verla con el grupo. No le gustaba la idea que se hubiera ido por ahí sola porque no eran buenas horas, ni un buen lugar. Además, él sentía la responsabilidad de estar pendiente de ella porque era su amiga y mientras estuvieran en Barcelona era su responsable.
Su amigo sacó la cabeza del coche donde se encontraba sentado charlando con unos chicos que no había visto antes. "Serán de otros institutos" pensó porque era la opción más lógica. Jordi sacudió la cabeza mirando hacia los lados tratando de ubicarla porque se habían ido de fiesta de forma ilegal, ya que el instituto no les había permitido hacer eso de irse de fiesta a una discoteca. Si le pasaba algo a alguien, se les iba a caer el pelo.
— Creo que estaba hablando con Eric pero no la veo con él —. Murmuró terminando de salir del coche contando a todas las personas que habían participado en el intercambio, encontrando que estaban todos menos ella.
— Eric ¿sabes dónde se encuentra Denna? —. Andreu se acercó a él con las manos en los bolsillos queriendo llevarlo con calma pero interiormente bastante preocupado porque tenía la costumbre de siempre pensar lo peor como cualquier madre la primera noche que su hijo sale de fiesta.
— Estaba pesada porque quería entrar a la discoteca y… —. Se puso a gesticular con las manos tratando de darse a entender, encontrándose en un mal estado debido al alcohol que no le permitía apenas procesar la información y mucho menos expresarse —. She has left.
Terminó la frase en inglés siéndole más fácil en ese idioma que en el español. Andreu apretó los puños cabreado de que fueran tan inconscientes de dejar que se fuera sola pero no dijo nada en un principio, tratando de buscar el insulto que mejor pudiera entender para que lo pillara y se diera por ofendido, sintiendo que el clásico "gilipollas" no era suficiente para la comprensión de ese ser.
— Subnormal —. Dijo en voz alta mientras sacaba su teléfono y comenzaba a llamarla sin importarle que la llamada le saliera cara por ser un número danés.
Le indicó a sus compañeros que intentarán contactar con ella de otras formas, escribiéndole por WhatsApp o Instagram porque no se le ocurrían más maneras y comenzaba a exasperarse porque todas sus llamadas terminaban con "El teléfono al que usted llama se encuentra apagado o fuera de cobertura".
"Mierda, Denna, por favor contesta". Pensó con agobio mientras miraba hacia los lados por si podía ubicarla, en vano, por si por algún milagro podía ver un cabello azul brillar ligeramente bajo los focos de la calle, pero nada, no había rastro de ella y sus compañeros habían comenzado a gritar su nombre entre la gente sintiendo que la angustia les invadía porque su teléfono estaba apagado, algo que les hacía pensar bastante mal sobre el asunto. Porque ¿Para qué iba a apagar su teléfono si sabía que tenía que reunirse con ellos después?
"Fíjate que hay otra persona que falta" dijo una voz en su cabeza, una voz más grave que pertenecía a una persona que le había estado ayudando toda su vida. Para Andreu, ser un celeste venía con tener un medio hermano muerto de dos metros diez que se pasaba el tiempo o viendo juego de tronos o insistiéndole en entrenar para ser, según él, un guerrero digno del Valhalla. Andreu no solía entender que quería decir con eso pero no le quedaba de otra que hacer caso porque sabía que su vida estaba en peligro y al ver que Miguel se había ido de ahí, la de Denna también.
— ¿Y Miguel? —preguntó como quien no quiere la cosa sosteniendo el brazo de Jordi que escribía furiosamente al teclado de su móvil para que todos estuvieran buscando a la chica —. Llámale, quizás Denna se ha ido con él.
— No puede ser, él fue a casa porque se encontraba mal por el alcohol, hasta pidió un Uber —. Le explicó su amigo negando con la cabeza y siguió con su trabajo esperando encontrar a la chica danesa pronto.
Tras confirmar sus sospechas, Andreu aprovechó el revuelvo para coger el coche de Jordi con la excusa de revisar las calles cercanas por si debido a la discusión que había tenido con su novio, Denna había tenido la mala idea de regresarse a casa caminando, algo arriesgado pero factible porque en el polígono donde se encontraban podía llegarse a pie aunque el trayecto era mucho más largo y a esas las horas de la noche, peligroso.
Andreu estaba en un estado de furia y preocupación que nunca había sentido, seguido del sentimiento de angustia de sentir que alguien que pierdes puede estar en peligro, un sentimiento que gracias a Mikhail, su medio hermano fantasma, se había intensificado. Él había pedido a su mujer y a su hijo no nato en la guerra pasada y Andreu sentía que podía perder a su amiga sí no jugaba bien sus cartas.
Estuvo a punto de salir del polígono cuando vio el uber del que le habían hablado, un coche gris algo viejo de una de las típicas marcas que solían verse en zonas de clase media, quizás un SEAT, justo al lado de una fábrica vieja que llevaba años ahí. El cierre estaba abierto, se veía que lo habían forzado y en seguida supo que tenía que entrar ahí, porque o bien una banda de gamberros estaba haciendo grafitis, cosa bastante improbable, o Miguel trataba de esconder a Denna en la zona en lo que buscaba refuerzos, idea que le parecía mucho más lógica tras haber visto el coche en la entrada.
Se acercó en silencio dejando el coche de su amigo en la plaza de aparcamiento más cercana a la puerta para acercarse caminando a paso de Correcaminos. Se asomó a la puerta, viendo una luz encendida a los lejos y como no podía ser de otra manera, supo que debía entrar por ahí, pues si una cosa tenía clara, era que las antiguas fábricas abandonadas no tenían luces, o al menos no funcionales.
"Ten cuidado, no dejes que se enteren de que estás aquí" volvió a oír la voz pero esta vez no en su cabeza, si no a su lado. "Hay dos personas y está la chica, ya he me encargado de revisar el perímetro"
La voz de Mikhail era gruesa y grave, como todo él, que dejaba ver a la legua que en sus días había sido vikingo, carecía del todo burlón que solía acompañarle cuando hablaba con él. Su mirada era fiera y se enfocaba en dirección de aquellas luz, si hubiera estado vivo Andreu intuía que podría haber terminado con quién fuera solo con un movimiento de manos, pero no lo estaba, sólo estaba él, un chico de 17 años que sentía que le venía grande la hazaña de héroe, pero que sabía que tenía que serlo por ella.
Se adentró en la nave en silencio absoluto, controlando los pasos que daba en busca de hacer el menor ruido posible hasta que llegó a las puertas de lo que parecía ser el despacho del jefe de la antigua empresa. Se agachó para no ser visto ni oído y se recogió en el máximo silencio para eventualmente poder escuchar la conversación, primero tenía que saber a qué se enfrentaba antes de tomar cualquier tipo de acciones, si no sabía cuántos ni cómo eran la batalla podría estar perdida antes de empezar, eso es algo en lo que Mikhail había insistido mucho.
— Malak ordena que no se la toque. La hija de Virgo tiene un valor sentimental para él —. Habló una voz de un hombre de mediana edad que desde luego, no conocía —. Sabía que Laura había hecho bien en confiar en tí, en unas horas sale el vuelo a Milán, una vez fuera encárgate de no llamar la atención, no te pueden relacionar con este caso.
— ¿Qué va a ser de ella? —. Se escuchó la nerviosa voz de Miguel, haciendo que Andreu apretara los puños con furia sólo por el mero hecho de oírle hablar, pensando que era peor que las ratas por unirse a esa clase de gente, a esos asesinos que se justificaban en su religión para hacer una matanza sin discriminar adultos o niños, hombres o mujeres, aprovechándose del débil en muchas ocasiones para terminar con las vidas de muchos.
Andreu sabía qué pasaba con los hijos de las constelaciones mayores, de las zodiacales, su destino era la muerte si no lograban evitarlo, morían en un terrible sufrimiento y en ocasiones bajo las peores torturas físicas y psicológicas que podían realizarles.
Dudaba que pudiera matarlo realmente si atacaba de frente, eran dos y siendo mayoría no podría centrarse en ambos y en evitar que se llevaran a Denna a cualquiera lugar lejano. Trató de enfocarse en la escena, podía vislumbrar a Denna atada a lo lejos, sin comprender apenas la escena que se estaba dando frente a sus ojos porque no tenía ni idea de qué era la religión Signa y mucho menos la Omega. Trató de pensar un plan lo suficientemente bueno como para mantenerla a salvo, si tan solo lograba que se formase un escudo ante Denna podría tirar todo el techo metálico y aplastar a los presentes hasta dejarlos hechos una papilla de carne.
Se esforzó para liberar las cadenas de Denna disimuladamente, haciendo uso de poder, muy listo no eran si la habían atado con cadenas de hierro, todos sabían que todos los signos de tierra podían controlar un metal, aunque fuera algo que se le diera mejor a Tauro.
Andreu la miró, haciéndola una señal a lo lejos para que captara su ubicación y mantuviera la boca cerrada mientras él se encargaba de buscar un plan, si lograba ocuparse de protegerla estaba bastante seguro de que podrían salir victoriosos de aquel sitio y fingir que habían visto un simple accidente del típico fallo estructural de un edificio viejo, la policía se trataría de explicar el resto, desde luego que sus poderes precisamente no tendrían explicación racional, así que nadie sospecharía, todo quedaría en secreto, solo debía ocuparse de Denna.
Observó como el fantasma de Mikhail caminaba hacia la posición de Denna aprovechando su invisibilidad y evaluaba el panorama en busca de algo que pudiera servirle a Denna de escudo. Los hombres hablaban de fondo, apenas podía verlos bien, solo reconocía la voz de Miguel pero por el tono sabía que su acompañante era probablemente mucho más mayor y grande que él, sonaba como un hombre fornido y alto del estilo a Mikhail tal vez, quizás más bajo, era complicado para cualquiera alcanzar esas cifras. Observó como su hermano señalaba un palé metálico cercano a ellos y Andreu asintió inconscientemente sin preocuparse de verse como un loco ante Denna sabiendo a la perfección lo que tenía que hacer.
Levantó una mano extendiéndola hacia el palé y lo colocó como un paraguas sobre Denna, alertando a los hombres presentes, que no comprendían cómo la supuesta hija de Virgo controlaba tan bien los poderes típicos de un hijo de Tauro.
Los tornillos del techo saltaron como si fueran una especie de muelle y las vigas maestras los siguieron alentadas por Andreu, al que en seguida reconocieron como el único (o al menos con vida) e ilustre príncipe del metal.
Andreu apartó los trozos de metal de él y de su amiga confiando en que Mikhail se ocupase de cuidarla bien como solía hacer con él. Miró como las ruinas dejaban únicamente un par de espacios vacíos, el suyo y el de Denna.
Corrió hacia ella con toda la velocidad que pudo, sin fijarse demasiado en si los cuerpos estaban convenientemente aplastados, y se esmeró en ayudarla a levantarse mientras aún se encontraba en shock por lo que había presenciado, por la escena de Andreu literalmente reventando todo aquel edificio metálico y echándoselo encima a sus secuestradores.
— Tenemos que irnos ya —. Su primer impulso en absoluto fue correr hacia ella como alma que lleva el diablo sin saber si estaba bien o mal, psicológica o físicamente, agarrándola del brazo para tirar de ella con suavidad en dirección a dónde se encontraba el coche aparcado, aún con miedo a que alguno milagrosamente se levantase de entre las vigas y pese a estar malherido los atacara mientras estaban distraídos. Su única esperanza en ese momento era la de alcanzar ese vehículo, y no parecía en absoluto descabellada—. Te lo explicaré todo en casa ¿Vale?
No esperó a ella le contestara, él sabía que tardaría en hacerlo, en asimilar lo que había pasado y la verdad es que él también necesitaba procesar lo que había hecho, ese poder descontrolado que sintió por cada átomo de su cuerpo, la sensación de sentir ese metal y doblegarlo a su voluntad.
Normalmente no era tan habilidoso, se había entrenado bien, desde luego, pero nunca había probado a destrozar un edificio, menos aún a canalizar su energía para proteger a alguien. Sentía como si la rabia y la preocupación lo embargaran y potenciaran su poder hasta hacerlo chorrear como si fuera una fuente, una cascada o una boca de incendios de la que no cesaba de salir agua a borbotones.
Se sentía agotado, era cierto, pero no podía mentir cuando había que admitir el hecho de que su magnitud lo había fascinado, lo había hecho sentir importante, poderoso, más de lo que se había sentido nunca. Ya había controlado ese material antes, pero nunca a esa escala y con ese poder destructivo que había deformado por completo la nave, el suceso le hacía pensar que estaba preparado para empezar a manejar el mineral en pequeñas cantidades, pasar al hierro de la sangre para concentrarlo en formas y moldearlo a su antojo, como hacía Mikhail en sus tiempos, para usarlo como perforador de venas o de una forma similar, para matar desde dentro.
Lo bueno del metal era eso, que siempre podías sacarlo de algún lado, era numeroso en la tierra y eso te hacía poderoso, porque su dureza y magnitud te ayudaba a matar y a su vez te defendía de cualquier arma mortal. Los metales se rendían ante él hasta tal punto que si casi se cortaba sin querer con el cuchillo este se doblaba para no dañar al hijo de su señor, las balas lo esquivaban (o eso había oído) y la única forma de matarlo era evitando cualquier sustancia metálica porque esta se volvería en contra de su portador.
También repasó en su cabeza lo que había oído por parte de los dos hombres que ahora se encontraban sepultados debajo de todo esos escombros. "Denna es la hija de virgo, es como yo" se dijo a sí mismo mientras le echaba una mirada de reojo a su amiga, que se encontraba mirándose las manos totalmente en shock, sin poder articular palabra ni detener el temblor de sus manos por el simple recuerdo de cómo su amigo se deshizo completamente de todo un edificio y de sus dos secuestradores sin llegar a tocar nada, veía a Andreu como a un personaje de Marvel, como a una especie de protagonista de novela juvenil, aún no procesaba la situación en absoluto, sabía que debía agradecerle pero sus articulaciones no la permitían moverse para mirarle a la cara y menos para murmurarle un gracias, estaba de alguna manera medio atrapada en su mente.
Andreu trató de confortarla, sin saber muy bien cómo hacerlo, sin poder llegar a entender su punto de vista, su sensación, sintiendo una ligera impotencia que no hacía más que molestarlo y hacerlo sentir inútil por no saber hacer lo más “sencillo”. Por el espejo retrovisor vio a la figura de su hermano mirando por la ventana, con una mueca sombría y sin vida en aquel rostro pálido, cómo si su mente se hubiera transportado a otra época, a otro lugar, no lograba ubicarlo realmente pero sabía que esa expresión en su rostro era la que ponía cada vez que se acordaba del pasado, de sus amigos y familiares. Mikhail era alguien que sentía dolor casi constantemente, sentía culpa por lo que le sucedió a sus compañeros, rabia por no haberlos vengado e impotencia por tener que resignarse a la muerte como un mero observador.
El hijo de Tauro supo lo que tenía que hacer antes de ir a casa, cogió su teléfono como pudo y llamó mientras trataba de no apartar mucho la mirada de la carretera. Mateu le cogió el teléfono al momento, sin tardar apenas un segundo, todos estaban esperando noticias de la chica que había desaparecido, se hallaban nerviosos y temblorosos y con la gravedad del asunto, a punto de llamar a la policía. No tenían demasiadas esperanzas para cuando el chico los llamó, sin embargo, el tono de Andreu los sorprendió completamente por la calma y alivio que iban impresos en él.
— La he encontrado —. Comentó con tranquilidad, sin querer mostrar que había pasado mucho más de lo que su mejor amigo podría llegar a imaginarse —. Estaba ya entrando a la ciudad, quería volverse a casa. Voy a dejarla y vuelvo a devolver el coche a Jordi.— Intentó explicar aparentando tener la voz algo atropellada por la vergüenza de haber causado un numerito y no por los nervios de ser descubierto.
— Tranquilo, él dice que da igual —. La voz de Mateu demostraba alivio de recibir aquella noticia, sin siquiera sentir algo de rencor por haberles hecho pasar un mal rato, sintiendo que en parte era culpa de sus amigos y compañeros por haberle seguido el rollo a Eric como los típicos imbéciles que salen en las películas —. Hay un bus que pasa y nos deja en la esquina del bar “Chocolate”, Daniel y yo iremos en él con los demás. ¿Mañana quedamos con Jordi y ya de paso echamos unas partidas?
— Si, por supuesto —. Andreu asintió en un acto mecánico por instinto aunque supiera que su amigo no iba a poder verlo, casi por mera simpatía hacia él—. Así quedamos entonces, nos vemos, pasadlo bien.
El chico miró a su compañera que aún permanecía en silencio a su lado, con la cabeza apoyada en la ventanilla y la mirada perdida al frente, suponía que repasado todos los acontecimientos que la habían traído ahí mientras trataba de explicar las palabras adecuadas que decirle para expresar lo que pensaba de todo lo que había vivido.
— Quiero que me expliques todo —. Habló ella por primera vez desde que la encontró, sorprendiéndole su arrebato y su tono de seguridad y confianza en sí misma pero comprendiendo su situación, su angustia por saber más, la verdad, si se trataba de un humano o un ser del averno. Sabía que iba a ser una historia complicada pero después de lo que había visto… Solo podía hablar y explicarse mejor que nunca en su vida.
— ¿Sabes cuáles son los signos del zodiaco?
Alemania, 7 de Junio
"Seguimos con las últimas noticias”. El sonido de la melodía de las noticias resonaba por toda la habitación, captando la atención de Avril, que rascaba unos acordes de su guitarra en la puerta de la sala mientras sus compañeros se dedicaban a leer y a escribir en el grupo de los celestes sin prestar verdadera atención a las imágenes que mostraba la caja tonta, tan variadas como las noticias de un terremoto de bajo grado en la zona de San Francisco (cosa que no les sorprendió demasiado contando con que era el último día allí de sus compañeros americanos y que la falla de San Andrés solía hacer de las suyas) hasta la noticia de que un extraño individuo había llegado al GOT Talent de la zona vestido de serpiente y había fingido tragarse a un juez. No le dieron demasiada importancia en un principio, la mayor parte eran tonterías y no fue hasta que vieron el logo de las noticias nacionales en la pantalla hasta que se lo empezaron a tomar medianamente en serio.
“Un acontecimiento muy extraño ha ocurrido en Barcelona, España. Una nave industrial ha perdido casi todo su techo deformandose de forma extraña el día seis a eso de la media noche pasada. Aún no se saben los motivos del incidente pero este lugar se está convirtiendo en una atracción turística para los fans de los aliens, que aseguran que algo así solo podría ser obra de seres extraterrestres, ciertamente desde aquí podemos ver lo arrollador de la imágen, que no ha hecho más que confundir a los conciudadanos que no entienden qué tipo de fallo estructural ha podido ser"
La periodista italiana se encontraba parada justo delante de aquella construcción, Viktor miraba de reojo el programa sin saber que estaba diciendo por su nulo conocimiento de italiano, sin embargo el hijo de Géminis si, se sobresaltó al instante al escuchar las noticias y comprobar por sí mismo algo de lo que probablemente los simples mortales no hubieran apreciado, la fábrica era enteramente metálica.
Se encontraban en la casa de un matrimonio que estaba asentado en Berlín, Ada se encontraba fuera haciendo la compra con su marido Adler, así que estaban los tres juntos con alguna de las cadenas de Berlusconi sintonizadas (para poder por lo menos entender de lo que estaban hablando) y solo él estaba atento a lo que decía el reportaje. No es que fuera raro que algún edificio se derrumbara debido a la antigüedad, pero justamente, no se quedaban con esa forma tan llamativa que se había ganado la atención de todos los medios, esa forma uniforme en la cual parecía que algún gigante hubiera cogido la nave industrial y la hubiera aplastado con las manos como si de plastilina se tratase.
El edificio de esa nave había aplastado a dos personas que se encontraban dentro, posiblemente para robar el material que había allí, teniendo la mala suerte de que el techo se les cayera encima por motivos desconocidos, o no tan desconocidos, fuera como fuere se le salía de ojo el saber que absolutamente todos los tornillos habían decidido reventar en el mismo momento y a la vez, más aún le sorprendía que las propias vigas hubieran decidido seguir por ese camino.
Sabía que signo era capaz de realizar hazañas como esa y sabía que debía ir a buscar en esa dirección. Miró a sus amigos que se encontraban a su rollo, Viktor leyendo y Avril centrada en una melodía de la famosa cantante que llevaba su nombre (no sabía bien si porque su abuela, la que al parecer la crió, era muy fan de la chiquilla o por mera coincidencia entre chicas pálidas a las que les gustaba el negro, tampoco le parecía demasiado importante).
— Nos vamos a ir a Barcelona —. Su tono enérgico y vigoroso se alzó sobre la tele y la propia guitarra llamando la atención de la hija de Libra y el hijo de Leo, a los que les rechinaba tanta energía en su “hora de vagos”, como la habían designado en el momento en que tocaron el sofá por primera vez en el día y decidieron quedarse plantados ahí por horas, solo siendo abandonado por la chica durante cinco minutos para cambiar su tablet con anime por la guitarra negra —. Empacad las cosas, saldremos cuanto antes.
—¿Se puede saber a qué viene eso ahora?— la confusión entre sus compañeros era demasiado obvia, pero no podía dar explicaciones, sabía que si los poderes habían sido empleados era porque había una amenaza inminente, y no podía perder el tiempo en Berlín pese a solo llevar una semana.
—A que tenemos al hijo o hija de Tauro— finalizó, sin dejar lugar a ningún comentario o duda más, sabiendo que, estuviera donde estuviera, lo encontrarían.
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