16. Amigos
"¿Quieres salir?" había preguntado Magnus, con una enorme sonrisa que Alec no podía ver pero sí percibir en su voz, después de que Alec dijera que sí quería ser su amigo.
Alec dudó un momento, no sabía si era capaz de ir a intentar entrenar fuera, a enfrentarse al mundo de las sombras. Estaba tan feliz ahora, tan ilusionado a pesar de todo, tal vez si eran amigos Magnus podría perdonarlo, ¿verdad?
"No tenemos que ir a enfrentar demonios ni nada, Alexander. No tenemos que ser un brujo y un cazador de sombras hoy, ya tuvimos un gran avance. Podemos sólo ser un par de amigos dando un paseo, ¿te gustaría?"
Magnus, en un gesto tal vez muy pasado de moda, se había inclinado y le había ofrecido su mano a Alec. Se quedó así hasta que Alec torció sus labios en una sonrisa, "¿Me estás viendo?".
Entonces Magnus notó su error y tuvo que reír también. "Lo siento", así que extendió su mano hasta que Alec la sintió cerca. "¿Vamos?".
Y ahora iban caminando, lado a lado, por una calle llena de mundanos. Alec se sentía extrañamente libre, no tenía sentido porque estaba ahí por un engaño y esa amistad se estaba basando en una mentira, pero era así. Sentía una libertad que en todos estos años nunca tuvo, sabía moverse perfectamente por el Instituto pero fuera se sentía un inútil porque a sus padres les daba pena que otros cazadores lo vieran y había pasado la mayor parte de su vida encerrado.
Además de Izzy, nadie se preocupó porque intentara llevar una vida normal. No hasta ahora que Magnus le ofreció salir sólo a dar un paseo por la ciudad.
Iban lado a lado, alec iba pegado al costado de Magnus por temor a tropezarse o chocar, sabía que Magnus permitiría que sucediera, pero también le avergonzaba pedirle su mano o tomarlo del brazo, y no quería que lo viera como un inútil así como sus padres lo hacían...
Un suspiro se le escapó justo cuando el Gran Brujo de Brooklyn lo tomó del brazo. Fue casualidad que coincidieran ambas acciones, pero eso no evitó que sus mejillas se ruborizaran.
Magnus sintió su corazón enternecerse y acelerarse, una sensación cálida que hace mucho no estaba presente y nunca con tal intensidad. -Hace siglos no veía a alguien ruborizarse así.
Alec casi tropezó ante el comentario de Magnus. Pero Magnus no dijo nada, sólo lo sostuvo más cerca.
-¿A dónde vamos? -preguntó Alec, intentando no tartamudear.
-¿A comer? No sé, o sólo caminar. Sería bueno, ¿sabes? Que empieces a salir más. Simplemente para empezar a adaptarte, podemos salir juntos cuando tengo tardes libres si quieres...
"Si aparentas ser su aprendiz -había dicho Izzy- vas a estar cerca de él, de su magia, y te ganarás su confianza. Esos dos factores, cercanía y confianza, son los necesarios".
Alec se dijo que era esa la razón por la que le decía que sí, sí quería salir con él. Era por eso y no porque se sintiera cómodo y feliz caminando a su lado.
-¿Estás usando glamour? -preguntó Alec cuando se detuvieron en un restaurante.
Magnus se rió, era una risa bonita.
-No, no uso glamour, ni siquiera en mis ojos, los mundanos pueden pensar que son lentes de contacto... ¿Por qué? ¿Te avergüenza venir conmigo? -Magnus ni siquiera había considerado esa opción. Por supuesto podía avergonzarle salir con un brujo, los mundanos no lo sabrían, pero otros cazadores y subterráneos sí...
Pero Alec no dudó. -Pensé que podía ser al revés... Que te vean con el Lightwood ciego...
-¿Sabes, Alexander? -Magnus tomó su mano sobre la mesa-. Además de entrenarte como el mejor cazador y ayudarte a superar tu miedo a la magia, voy a hacer que dejes de menospreciarte y te saques las ideas que tu familia y otros cazadores te han metido en la cabeza. No me avergüenza que me vean contigo, de hecho me gusta, puedo presumir a mi guapísimo nuevo amigo.
Y Alec, por supuesto, se ruborizó, pero también sintió su corazón latir feliz.
Con Magnus no se sentía como sólo el cazador débil y ciego. Con Magnus se sentía valioso y capaz.
CONTINUARÁ...
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