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1. La única manera

Alec estaba sentado en lo alto de la escalera del Instituto, sus pies colgando, balanceándose. Gafas oscuras cubriendo aquellos ojos que seguían siendo de un azul intenso. Su rostro ladeado, su labio inferior atrapado entre sus dientes. La runa de mejora auditiva funcionando perfectamente. Hasta él llegaban los susurros de la biblioteca.

-Tiene que hacerlo -Isabelle, Izzy, su hermana menor estaba diciendo-, es la única manera. Tiene que hacerlo. Y este brujo, el tal Magnus Bane es el único que puede lograrlo. Alec tiene que ir con el Gran Brujo de Brooklyn.

-Los brujos no son confiables -decía Robert Lightwood-, tienen sangre de demonio en ellos. ¡Y fue justamente un demonio quien ha dejado a nuestro hijo inservible!

Alec hizo una mueca desde su lugar.

Inservible.

-¡Robert! -escuchó el grito de su madre-, no digas cosas así. Alec es fuerte, rápido, valiente. Alec todavía podría ir de cacería si tú lo dejaras.

-¡Él sigue siendo muy bueno con el arco! -gritó Izzy a su vez.

-Podría, y podría morir al no ver de dónde salen los demonios, o a dónde huyen. Y de nada le sirve ser bueno en la arquería si no puede ver a dónde apuntar.

-¡Papá!

-No va y es mi última palabra. Y, además, ese tal Magnus Bane tiene mala fama. Un subterráneo libertino, bisexual, que se mete con cualquiera...no va a ser maestro de mi hijo.

-Pero, Robert, es la única manera...

-¡No y no voy a cambiar de opinión!

Al escuchar el portazo, Alec corrió a esconderse tras una columna. Él conocía ya perfectamente cada rincón del Instituto. No era un inútil como su padre pensaba. Lo escuchó bajar con pasos fuertes las escaleras, y sólo entonces se atrevió a salir.

El perfume de su madre mientras bajaba tras Robert le inundó las fosas nasales. Suspiró, girando su rostro un poco hacia su izquierda. -Te lo dije.

Escuchó el resoplido de Isabelle ahí a donde giró su rostro. -Te odio.

Alec sonrió. Ella creía que porque era ciego no iba a notar su presencia, la de ella y la de cualquiera, su padre y los demás no entendían cómo los demás sentidos se intensificaban cuando la vista faltaba y las runas eran más potentes también.

-Y no me importa lo que diga -el repiqueteo de sus tacones llenó el lugar, enganchó su brazo al de Alec-. Vamos ahora mismo a ver al brujo, hablé con su amiga, novia, o lo que sea, la señorita Loss, ella me dijo que hoy nos concedería una entrevista. Así que vamos.




CONTINUARÁ...

¡Empezando! 🙌
¿Cuál creen que es la verdadera razón?

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