parte única
Es como si una persona pequeña viviera en tu pecho. Nunca ha visto la luz, nunca ha sentido el calor. Viste harapos y tiene esposas en las muñecas y tobillos, pero las cadenas están rotas. Nadie sabe por qué sigue ahí, ni siquiera ella.
Usualmente pasa el día hecha una bolita, en el rincón. La cara sucia la esconde entre sus rodillas moradas. Se abraza las piernas con fuerza y se entierra las uñas en los muslos. Para recordar. Estoy aquí, estoy aquí.
No le gusta cuando nadie la ve.
No le gusta el silencio; tampoco le gusta el ruido. Ambos la alteran.
Primero empieza a mecerse. Luego aprieta los ojos y trata de quedarse muy, muy quieta. Pero en su cabeza crece esta... agitado, inquieto. Quiere hablar. Pero esa persona sabe que no debe, no, no, no.
Se tapa los oídos, se cubre la cabeza. Las esposas oxidadas le arañan la piel. No le importa, sólo quiere dejar de escuchar.
Pero los susurros se convierten en gritos, gritos tan altos que se vuelven sordos. A ese punto ella está gritando también.
Se levanta y empieza a caminar en círculos. Se tapa las orejas, aprieta las manos contra su cabeza como si quisiera aplastarla; lo que sea para dejar de escuchar. Cállate, le dice. ¡Cállate!, le grita.
La respiración le sale entrecortada, como si le apretaran la garganta. La están ahogando. No puede respirar. No puede respirar.
Se araña el cuello con uñas largas y rotas, lo que sea para que el aire entre. Pero no pasa nada. Solo deja pequeñas gotas de sangre y horribles líneas rojas sobre su piel.
Se tambalea hacia atrás y choca contra la pared. Luego se deja caer mientras llora sin lágrimas y solloza sin hacer un sonido. Está temblando, no hay una sola parte de ella que no tiemble.
Se pasa las manos por la cara y se dice que pare, que pare. Ya. Por favor, para. Pero no sabe a quién se lo está diciendo. No sabe de dónde viene esta cosa, así que no sabe a qué temerle.
Entonces le teme a todo.
Quiere correr lejos, lejos. Pero la oscuridad se extiende y se compacta sobre ella al mismo tiempo. Así que golpea las paredes y se tira contra ellas y las araña en la esperanza de abrir una salida que nunca ha visto. No le importa realmente, adonde pueda ir, mientras de aleje de... eso.
Pero las paredes permanecen, duras y eternas. Y no puede salir.
Se deja caer otra vez al suelo y esta vez no se levanta.
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