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9

Yo no frecuento locales de comida rápida donde la gente se miente así misma diciendo que por comer una hamburguesa sin queso no va a pasar nada, pero sí que pasa. La primera consecuencia de engullirse semejante bola de grasa es que los pantalones de la talla treinta y cuatro se vuelven inaccesibles, pero siendo realistas, estos siempre lo fueron.

Hoy entro aquí por ti y sujeto la puerta para asegurarme de que esta no me da en la frente al cerrarse. Te sientas en la mesa donde está el resto de tu equipo y le pides a Carla que te acompañe. Ella obedece, agachando la cabeza, tú pones una mano sobre su muslo y permites que Rubén te critique.

—El entrenador está harto de tus putos escándalos. Más te vale controlarte o...

— ¿O qué? —le desafías con tu mirada azulada cargada de veneno.

—Menos mal que dentro de dos días regresas a tu ciudad.

Te levantas dando un puñetazo a la mesa y huyes hacia el baño. Antes de refugiarse en una cabina vacía contigo, Carla discute con su ex-pareja, Rubén.

— ¿A qué ha venido eso?

—Te trata como una mierda Carla.

— ¡Él me quiere, joder!

—Es un psicópata obsesionado contigo. —Él palmea la mesa con rabia—. ¿Cuando te vas a dar cuenta de que no le importas, eh? Solo eres un juguete sexual para él.

Lo único que oigo es "juguete sexual", una expresión que me recuerda al tatuaje que le hiciste a Carla la primera vez que tuvisteis sexo. Ay, no, no,. La marcaste con tu inicial, Kai. ¡Joder, no!

La charla se ha vuelto interesante, no quiero perder el hilo, así que me acerco hasta la mesa y me dejo caer en el sillón, al lado de Rubén y enfrente de Carla. Doy gracias de que ellos nunca me hayan visto, aunque tal vez, lo correcto hubiera sido aparecer en mitad de esta historia y cambiar el desenlace.

—Una persona que te quiere no te hace sufrir como él te hace a ti.

Siento decir que Rubén tiene razón.

—Tienes que pararle los pies, Carla.

Ella restriega la manga de su chaqueta vaquera por su cara con el fin de limpiar sus lágrimas ensuciadas por el maquillaje.

—Él no te merece.

—Rubén...

—Oye... —Rubén estira sus brazos a través de la mesa y le coge las manos a la chica—. Sé que esta mierda no es fácil, así que, si quieres, puedo hablar yo con él y decirle como te hace sentir.

— ¿Qué más da?

— ¡A mí sí me da!

Y a mí. Intuía que estabas algo enfermo, Kai, ¿pero cómo pudiste dañar así a una persona, hermano?

—Te clavó un cuchillo en el vientre y te dejó marcada con su nombre como si fueras de su propiedad.

Quiero llorar.

¡Quiero llorar!

—Lo siento... —solloza Carla y sorbe su nariz—. Lo siento mucho.

— ¡Tú tienes culpa de nada!

Rubén se levanta, rodea la mesa y se arrodilla al lado de Carla. Esta se deja caer sobre el cuello del chico y Rubén le besa en la sien.

—Te quiero...

La promesa de amor que se hacen, llega a tus oídos, Kai.

—Olvida a ese loco —le aconseja Rubén—. Y recupera tu vida.

Carla roza su nariz con la del chico al pegar sus frentes.

—Gracias... —murmura ella.

—Echaba de menos tu brillo, el mismo que ese chiflado te arrebató.

Carl se ríe, tú aprietas tus puños.

—Yo te echaba de menos a ti, Rubén... —hace un pausa y se queda mirando la boca de él—. Y tus labios también.

Se besan. El enfado te supera, Kai. Finges controlarte al escribir un twit en tu perfil de la red afirmando que estás enamorado de Carla. Eres incapaz de asumir que ella ha elegido separarse de ti, renuncias a una vida sin ella.

Por eso la persigues cuando se marcha colgada del brazo de Rubén. Te pones detrás de ellos aunque a una distancia prudente. Observas las caricias que se obsequian mutuamente pero eres incapaz de escuchar las palabras románticas que se susurran al oído. Yo sí puedo.

Superaremos cualquier problema, Carla.

Rubén le ofrece una salida del agujero oscuro donde tú la metiste, hermanito. La torturaste durante meses y, aun así, ¿pretendes que te compadezca? Pues déjame decirte que eres gilipollas.

Al llegar al edificio donde Carla vive con su madre alcohólica, Rubén se planta frente a ella y abraza su cintura. Ves como sus manos se deslizan por la espalda de tu chica pero la bomba estalla cuando Rubén saborea sus labios.

—Te quiero —le dice él.

—Y yo a ti.

Aprietas los puños, tu corazón agujerea tu pecho. Me miras y buscas consolación pero me alejo de ti en cuanto mi amiga se refugia en el portal de su edificio.

Vete a tomar por culo.

17 letras.

Gilipollas

10 letras.

Te hubiera insultado en público si no fuera por el cansancio que tortura mis músculos. Por eso te abandono al dirigirme a mi casa. En cuanto abro la puerta de entrada, un fulgor procedente del salón destaca en la oscuridad de la vivienda.

Saco la llave de la cerradura y cierro la puerta detrás de mí. Tiro sin cuidado las llaves encima del mueble de la entrada. De hecho, estoy molesta por encontrar a mi madre dormida en el salón con un cigarro entre los dedos.

Apago el televisor que ilumina su figura y le arrebato el cigarro. Veo que está encendido y meneo la cabeza en desaprobación. Estoy decepcionada con ella y se lo hago saber al dejarla plantada en el salón.

Entro mi dormitorio y cierro la puerta sin cuidado. El colchón se hunde al recibir mi peso. Cubro mi cara con las manos y dejo escapar un chillido que se ahoga en mis palmas.

Estoy harta.

10 letras.

A mitad de la noche, cuando estoy sumida en un sueño profundo, te presentas frente a mi casa. Te quedas mirando la fachada de mi edificio como si examinaras mi ubicación.

Rodeas el edificio, observando, hasta que das con la ventana de mi dormitorio. Sonríes victorioso al encontrarme tumbada en mi cama, sola, sin la presencia de Rubén a mi lado.

Te alejas cuando espero tu llamada y, entonces, me regalas una bala con mi nombre. Rompes mi cráneo, la sangre que sale a borbotones de mi cabeza traspasa la tela de mi almohadón.

Cabrón.

6 letras.

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