✦ ── 05
129 d.C.
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AEGON, para su vigésimo onomástico, ya había desanimado a tres posibles maridos. El primero solo tuvo que encontrarlo en la cama con un sirviente, al segundo le dijo que solo podía ser anudado sobre el lomo de Sunfyre, porque el pobre diablo estaba aterrado de los dragones.
El tercero... en realidad, Aegon no hizo ningún esfuerzo por evitar cualquier acción al tercero, Jacaerys solo apareció para comunicarle que su pretendiente ya no estaba interesado en él, y posterior a eso tuvieron el sexo más obsceno y salvaje contra la pared, la alfombra que picaba las rodillas de Aegon, la tina, la cama y, para la fascinación de Jacaerys, frente al espejo.
Era un secreto a voces que el príncipe Aegon nunca se casaría, pues ningún alfa estaba lo suficientemente desesperado para tomar la cría dañada de la reina, no importaba qué tanto potencial hubiera en la unión con la casa Targaryen.
Y Aegon estuvo bien así, o al menos eso creyó.
Tal vez habría continuado así hasta que la vejez le impidiera poder ambicionar algo más.
Si no hubiese sido por su maldito hermano menor.
No le avergüenza admitir que siempre despreció a Aemond, tenía justas razones si le preguntaban. Era simple, Aemond se había obsesionado toda la vida con demostrar que era mejor y era el reemplazo ideal para llenar el vacío decepcionante que Aegon dejó en su madre.
Era indescriptible la satisfacción que sintió cuando el precioso hijo alfa de su madre resultó otro omega.
Pero de nuevo Aemond le había robado el amor de alguien más aparte de su madre. Ahora su hermano llevaba su vientre a un bebé que bien podría ser de Lucerys como de Jacaerys y lo odiaba por eso. No era justo, él era mayor, llevaba más años siendo omega y los ardientes siete infiernos tenían la certeza de cuantas veces copulaban Jacaerys y él.
¡Llevaban casi cuatro años en eso!
Si alguien iba a presentarle a su madre un adorable bastardo nacido entre sus piernas con cabello oscuro y ojos marrones debía ser él.
Él quería tan desesperadamente tener un cachorro.
Deseaba tanto darle a Jacaerys un hijo.
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Incluso antes de que pudiera atravesar las pesadas puertas, Aegon ya estaba ansioso y listo para la visita de Jacaerys. No era tan cuidadoso y vanidoso como la mayoría de los omegas, era más del tipo de belleza descuidada, pero sabiendo que su hermano ahora tenía una ventaja sobre él, había ordenado a sus sirvientes que lo limpiaran bien, le cuidaran el cabello y le perfumaran con aromas de temporada.
Jacaerys ni siquiera terminó de cerrar la puerta detrás de él cuando Aegon saltó sobre él para besarlo con incontrolable anhelo. Aunque sus labios eran los mismos y la pasión no ha cambiado, saboreó algo diferente en la boca de su amante.
—Sabes a Aemond —reconoció con disgusto.
—¿Por qué conoces como sabe tu hermano?
Pero Aegon no participó en la broma y retrocedió sintiéndose en especial quisquilloso, era ridículo que él se pusiera así cuando en el pasado había gozado de múltiples amantes en su tiempo de negación cuando trataba de convencer de que Jace era una polla más.
Tampoco era la primera vez que probaba los vestigios de su hermano menor en él, en visitas pasadas Jacaerys había dicho: «No es el único lugar en el que puedes probarlo» y Aegon se habría arrodillado enseguida para chupar su polla hasta que formara un nudo.
Pero ese día menos que nunca deseaba pensar en compartir a Jacaerys con su estúpido hermano preñado. Aun así, se niega a recibir una mirada lastimera de Jacaerys, tenía suficiente con Helaena. Así que se arrodilló e hizo lo que mejor sabía hacer.
—Aegon, cariño —Intentó decirle Jacaerys en lo que el omega lo liberaba de sus pantalones con maestría—. Háblame. ¿Aegon, puedes...? Oh.
No lo dejó proferir otra cosa que no fueran gemidos, lo chupó hasta que exprimió la última gota de semen, queriendo disipar el ruido de su cabeza ahogándose con esa gran polla.
Se separó del miembro semiduro a pesar de haberse corrido ya, para apoyar su rostro en su pierna y suspirar con algo parecido a la felicidad por tener cerca a su alfa. —Te extrañé, tardaste en aparecer.
Jace por eso adoraba a Aegon, no era tímido con sus deseos o sentimientos, tenía el pecho abierto y donde él mismo tenía mucho amor y atención para dar, Aegon requería mucho de eso, eran perfectos juntos. Equilibraban bien las carencias del otro.
—Ven aquí, Egg —El omega se levantó enseguida para besar a su alfa—. ¿Qué quieres que hagamos, amor?
—Realmente te necesito —Suspiró Aegon contra su boca, Jacaerys odió la forma en que los ojos de Aegon se veían tristes—. Nada es suficiente para saciarme sin ti.
Una idea traicionera de Aegon prostituyéndose para otros alfas en su ausencia llegó a la cabeza de Jacaerys que apretó con fuerzas las caderas del omega haciéndole jadear.
—¿Nada o nadie?
Aegon, el descarado, se rio: —Nada, confía en mí, lo intenté. Nadie puede llenarme tan bien como tú.
¿No son un par de tontos jugando a compartir cuando quieren ser exclusivos del otro?
—Quiero que me críes —Aegon sonrió con ilusión—. ¿Me embarazarás? ¿Pondrías a tus cachorros en mí?
—Dioses, Aegon —exhaló Jacaerys, pero Aegon no se perdió su rubor—. No digas esas cosas.
Aegon lo besó alrededor de su sonrisa, pero las cosas no se mantuvieron divertidas por mucho tiempo, sabía en el fondo que aquello no era muy posible, no después de tantos tés de luna, lo único que le hacía útil como omega seguro se había dañado ya.
Pero no importaba, Jacaerys lo tomaría como siempre. La mirada hambrienta del alfa lo tenía jadeando en la boca de Jacaerys, ya rígido y mojado en su desnudes, apenas cubierta por una fina bata de seda.
Abrió las piernas todo lo que pudo en la banca acolchada más cercana. Necesitaba sentir el peso de Jacaerys entre sus muslos, sentir lo duro que era para Aegon, solo para él. Necesitaba saber que su alfa deseaba esto tanto como él.
Suspiró con alivio cuando sus cuerpos pegaron, tranquilizado por el sólido peso de la polla de Jacaerys, pero rápidamente no fue suficiente. Aegon anhelaba sentirlo dentro de él, empujando donde ya estaba tan húmedo y sensible, estirándolo completamente. Jacaerys formaba un nudo inusualmente grande, se llenaba de una emoción primitiva, sabiendo que iba a estar tan lleno.
Envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Jacaerys, juntando sus caderas. La fricción se sentía bien, pero el roce de la ropa entre ellos se volvió enloquecedor. Cuando Aegon trató de desnudar al alfa, sus manos no parecían querer cooperar.
—Quítate la ropa —le suplicó a Jacaerys—. Te necesito ya.
Jacaerys se incorporó lo suficiente como para liberarse de sus piezas superiores, Aegon inmediatamente comenzó a intentar abrir sus pantalones, pero Jacaerys tomó sus muñecas y las presionó contra los cojines del sofá sobre su cabeza.
Aegon resopló y se retorció, pero estaba inmovilizado, incapaz de resistirse a la lengua caliente, húmeda y burlona de Jacaerys arrastrándose sobre su clavícula, sumergiéndose en sus huecos, saboreando el sudor que comenzaba a acumularse allí. Se escuchó gemir cuando Jacaerys chupó sus pezones, arqueando la espalda por voluntad propia. Cuando Jacaerys volvió a meter la nariz en el hueco de su cuello, descubrió su garganta al instante, instintivamente.
—Eres tan hermoso Aegon—murmuró Jacaerys debajo de su oído—. Y tan bueno para mí.
El elogio enloqueció a Aegon, tiró de sus muñecas contra el agarre de Jacaerys y fue golpeado por otra ola de ese sentimiento cuando Jacaerys gruñó en advertencia animal. Siete infiernos, Aegon lo amaba así. Alfa puro y desenfrenado. Hacía tiempo que había dejado de provocar deliberadamente una actitud posesiva en el alfa, pero cómo amaba cuando estaba así.
—Por favor, Jace —logró decir con su agujero resbaladizo y vacío. No estaba en celo, pero se sentía así, si su alfa no lo tomaba pronto podría morir—. Yo... De verdad te necesito, fóllame por favor. Por favor.
—Está bien, cariño —La voz de Jacaerys era tensa, ligeramente ronca. Deslizó sus manos debajo de la espalda de Aegon, encerrándolo entre sus brazos—. Agárrate bien, Egg. Envuélvete a mi alrededor. Brazos y piernas, así es, simplemente así.
El alfa los levantó a ambos, poniéndose de pie con Aegon aferrado a él. El omega amaba ser cargado como si nada, llevado hasta su cama para ser follado, apenas disfrutó de las grandes manos de Jacaerys agarrando sus muslos, pero la sensación arrebatadora de aquella polla rozando la suya, fue lo mejor de todo.
Jacaerys arrojó el resto de su ropa descuidadamente a un lado antes de arrastrarse entre las piernas de Aegon. Sin poderlo contener, gruñó de satisfacción cuando notó en el descuidado nido de Aegon que había allí al menos tres camisas viejas que había perdido en viejas visitas a Desembarco del Rey.
—Mmm, eres tan lindo a veces, Aegon.
—¿Solo a veces?
Aegon abrió las piernas con impaciencia, pero Jacaerys permaneció de pie. Colocó sus manos debajo de las rodillas de Aegon y empujó sus piernas hacia atrás, exponiéndolo. Aegon tuvo que gemir, porque Jacaerys era increíble así, ejerciendo como si nada control sobre él con su cuerpo fuerte. Los ojos de Aegon lo recorrieron con avidez, deteniéndose en su entrepierna, la base ya estaba ligeramente engrosada, un indicio del nudo que iba a hincharse dentro de Aegon y unirlos, manteniéndolo lleno de la corrida de Jacaerys, hasta que...
«Hasta que me críe», pensó Aegon salvajemente, estremeciéndose. «Quiero que lo haga, que me dé todos sus cachorros y ser todo suyo» Abrumado por el asombro y la necesidad, Aegon estiró los brazos por encima de la cabeza, inclinando la cabeza hacia atrás para dejar al descubierto su tierna garganta. Suplicando sin palabras ser reclamado.
Aegon siempre fantaseaba con el día en que Jacaerys perdiera el control y lo mordiera, lo necesitaba tanto, incluso si un error lo amarraba de por vida a Jacaerys, otra parte de él temía a que lo rechazara y el vínculo roto lo matara.
—Egg, eres tan hermoso —Jacaerys pasó la yema de un dedo por el resbaladizo alrededor del agujero de Aegon e hizo un sonido silencioso y reverente—. Tan empapado para mí.
Jacaerys tomó su pene en la mano, frotándolo sobre la hendidura de Aegon, untando la mancha sobre su longitud. No rompió el contacto visual mientras entraba en él, con la otra mano en la parte posterior de su muslo para mantenerlo quieto, mientras cada centímetro sustancial de la polla de Jacaerys lo llenaba hasta que sus caderas estuvieron al ras contra el trasero de Aegon.
Aegon estaba tan jodidamente lleno, y Jacaerys lo tenía clavado con los ojos, reflejándolo todo hacia él. Aegon nunca se había sentido más cerca de él en toda su vida. Había cierta reverencia y adoración en la lentitud con la que Jacaerys estaba haciendo todo, el cuidado, la parsimonia, era como si le estuviera haciendo el amor.
—Acércate —rogó Aegon sin aliento.
Jacaerys no necesitó que se lo dijera dos veces. Enganchó las pantorrillas de Aegon detrás de su espalda y las hundió sobre sus codos, para que quedaran pecho con pecho. Aegon gimió cuando fue doblado por la mitad; Jacaerys se tragó el sonido en un acalorado y desordenado beso.
—Te sientes increíble —respiró contra los labios de Aegon.
—Tú te sientes enorme —Aegon respiró, y Jacaerys gimió en su boca, el beso se volvió sucio, húmedo. Movió sus caderas despacio, pero estaba tan profundo y en un ángulo tan bueno que Aegon se estremeció violentamente, agarrando la espalda de Jacaerys—. Oh Dioses, Jace. Quiero, oh... quiero que nos quedemos así siempre.
Jacaerys retrocedió más, empujó dentro de él con más fuerza, construyendo un ritmo constante. Aegon se sonrojó aún más por facilidad con la que la polla de Jacaerys entraba y salía de su agujero dilatado; estaba tan mojado que podía sentirse goteando por la parte posterior de sus muslos.
—Solo quiero que te sientas bien, Egg —Jacaerys ronroneó, besando la mandíbula de Aegon.
Aegon casi quería reírse; estaba bastante seguro de que Jacaerys sabía lo bien que se sentía, pero tal vez no hablaba solo del sexo, talvez el alfa sabía lo vació que se sentía cuando no estaba cerca.
El ritmo lento y contante lo fue llevando hasta el borde por el maltrato a su próstata, el orgasmo ya comenzaba a acumularse en sus entrañas, pero Aegon se negaba a correrse sin el nudo de su alfa, como si estuvieran conectadas sus partes más primitivas, sintió el nudo de Jacaerys, hinchado contra su agujero.
—Ngh. Jace, se siente perfecto.
—Tú eres perfecto —dijo Jacaerys bruscamente cepillando el cabello de la frente de Aegon—. Siempre has sido tan hermoso.
—¿Sí?
—Sí, siempre. Tan perfecto para mí.
—Anúdame —rogó Aegon sin pensar—. Joder, lléname, ven dentro de mí. Embarázame, Jacaerys, por favor...
Jacaerys dejó caer su cabeza pesadamente en la curva del hombro de Aegon. Su agarre en el trasero de Aegon se hizo más fuerte, separando bruscamente sus mejillas, forzando el nudo en él en el siguiente empujón. Ambos se sacudieron y se estremecieron cuando el golpe descendente se encendió, los dientes de Jacaerys dolieron por la necesidad de hundirse en la piel de Aegon mientras su pene se hinchaba dentro de él, y Aegon se corrió con tanta fuerza que se sintió como si nunca hubiese estado completo, descendiendo en un lío tembloroso de euforia cegadora.
Pareció mucho tiempo antes de que volviera a flotar en la semiinconsciencia. Se encontró desplomado en los brazos de Jacaerys, la mejilla aplastada contra su cabello húmedo por el sudor. Sus torsos estaban pegajosos con la liberación de Aegon, pero Jacaerys todavía se estaba corriendo, respirando entrecortadamente mientras sus caderas se contraían erráticamente contra el trasero de Aegon que gimió ante la fuerte presión del nudo de Jacaerys dentro de él, estirando su dolorido agujero.
Atontado por lo lleno que debía estar, se aferró a Jacaerys con brazos y muslos, como si estuviera aterrorizado de que se fuera, a pesar de saber que eso era físicamente imposible en este momento.
—Shh, está bien, amor —lo tranquilizó Jacaerys—. Lo hiciste tan bien.
Presionó su mejilla contra el cabello desordenado de Aegon, por lo que su cuello se estiró sobre la cara de Aegon. Buscó el rostro de Jacaerys con manos torpes, y Jacaerys lo besó obedientemente, con los brazos todavía envueltos con fuerza alrededor de él, despreocupado la cantidad de semen que los cubría.
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Sin poder llamar a los sirvientes para que les trajera agua caliente para que se dieran un baño apropiado, se tuvieron que conformar con el agua casi fría que había en la tina de la recámara de Aegon. Jacaerys se encontró descansando perezosamente en la bañera de cobre con una maravillosa compañía. Aegon estaba con él, la espalda del omega descansando contra su pecho, emitiendo pequeños ronroneos de placer mientras Jacaerys pasaba sus manos por sus costados.
—Me gusta cuando haces eso —suspiró el omega a gusto.
—¿Tocarte? —Aegon no respondió—. ¿Egg?
—Jace.
—¿Sí?
—¿Me abrazarías? —preguntó Aegon, en voz baja; esperando, comprendió Jacaerys, ser rechazado. No respondió con palabras, sino que atrajo a Aegon, colocando su mano en su pecho para que no quedara separación entre ellos, separó sus piernas cuanto pudo en la estrecha tina para que el omega se hiciera espacio cómodamente.
La piel de Aegon estaba tan caliente, pero Jacaerys disfrutaba de ella. Manos codiciosas recorriendo su pecho, sus caderas, cualquier cosa que pudiera alcanzar; frotando su cara contra el cuello del omega, sin duda cubriéndolo con sus feromonas, una acción que Aegon amó.
—Estabas molesto antes.
—¿Puedes culparme por eso?
—No me parece que Aemond esté feliz de estar embarazado —Intentó Jacaerys ser razonable.
—¿Y a mí eso que me importa? —Chapoteó agua cuando Aegon se giró a ver al alfa con el ceño fruncido—. No es justo que...
—¿Qué, Egg? ¿Qué no es justo?
—Aemond cree que va a quedarse como un omega sin pareja criando solo a su cachorro, pero tú y yo sabemos que Luke vendrá corriendo en cuanto se entere para reclamarlo como su omega —habló Aegon con resentimiento—. Metió la pata e incluso entonces, todo lo le sale bien.
Lo primero que hizo Jacaerys al llegar a Desembarco del Rey fue presentar sus respetos al Rey y el consejo, después se había detenido en los jardines para entregar personalmente sus presentes a su prometida, la princesa Helaena, ella le había dicho que debía hablar con Aemond, preocupado por la inquietud en la apacible jovencita hizo caso de su sugerencia.
En el segundo que el Jacaerys salió de los aposentos de Aemond, después de asegurarse de limpiarlo y que estuviera bien, había corrido a mandar un cuervo hasta Rocadragón, para que la noticia llegara a Lucerys lo antes posible. Una vez hecho eso, buscó a Aegon, tal parecía que su omega no estaba equivocado.
—¿Hablabas en serio entonces? —Jacaerys respiró profundo intentando pensar claro para que su polla dejara de endurecerse ante la imagen de Aegon queriendo cargar a sus cachorros—. Sobre estar embarazo.
—¡Claro que hablaba en serio, idiota! —Lo golpeó en el pecho con molestia, pero Jacaerys estaba sonriendo—. Siete infiernos, podría ser tu concubina y encargarme de calentar tu cama todos los días sin escondernos de nadie, Jace.
Jacaerys gimió por la simple idea.
—Te prometo que veré a los maestres y dejaría de beber, nadie más me tocaría, solo tú. Y lo intentaría, mucho. Te daré buenos bebés, por favor, por favor...
Lo que empieza como una perspectiva lujuriosa para Jacaerys, le acaba rompiendo el corazón cuando los bonitos ojos de Aegon dejan escapar lágrimas. El alfa solo necesita una confirmación verbal de que el omega en verdad lo quiere.
Cuando se llegara a saber lo de Aemond ya no tendrían cómo esconderse, entonces no habría de quién huir. No era tan patán para sugerir romper su compromiso y, siendo honesto consigo mismo, no quería hacerlo. Añoraba demostrarles a todos que solo él era merecedor ese ángel... aunque Helaena, su preciosa Helaena, ¿podría ella permitir aquello? ¿Lo odiaría por no ser muy diferente a los alfas que sucumbían ante sus deseos carnales?
Esa sería una conversación difícil, los dioses sean benevolentes con él, era solo un hombre. Pero su corazón estaba dividido, entre el deber y deseo, entre el fuego de Aegon y el soplo de aire fresco que era Helaena. ¿Podría él, solo un príncipe más víctima de los caprichos más mundanos, obtener todo sin perderse a sí mismo y decepcionar a todos?
—Aegon, cariño —Jacaerys tomó el mentón del omega y beso sus labios con tanta dulzura que Aegon sollozó—. Necesito que me respondas. ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?
No sabía cómo hacerle entender que él era su omega, incluso si Aegon era inconsciente al respecto y él mismo a menudo prefería fingir demencia.
—Nadie más me quiere, Jace. Quiero ser tuyo —confesó el omega con la voz rota—. Estoy cansado de ser mi mismo, ¿tiene eso algún sentido?
—Si te reclamara como mi compañero, ¿eso te haría feliz?
—No juegues conmigo —Aegon lo empujó con el hombro, con el corazón acelerado—. Estás comprometido con Helaena, si rompieras eso te meterías en problemas.
—Una cosa no quita la otra, cariño —tarareó Jacaerys contra su nuca, más tranquilo de que el sabroso dulzor del hidromiel hubiese perdido ese tono agrio. Dioses, podría emborracharse con el aroma de Aegon—. ¿Me quieres, entonces?
—¿Nos tomarías a ambos? —Aegon se alejó de Jacaerys ignorando el quejido que este emitió—. ¿Quién eres? ¿Aegon el conquistador?
—Él no es el único alfa que ha tenido dos omegas.
—La maldita calva del Rey. De verdad lo estás considerando.
—Claro que sí —respondió Jacaerys con vehemencia—. Aegon, no creo que te des cuenta de lo mal que me siento cada vez que debo irme y regresar a casa para fingir que no sacrificaría todo para que despiertes a mi lado todos los días.
«Te amo, te amo tanto mocoso blando y emocional» pensó Aegon, más no lo dijo, porque Jacaerys debía confesar su amor primero. Ya suficiente se humilló solito.
—Hagámoslo entonces —besó con adoración la mandíbula del alfa—. No me importa compartir con mi hermana. Solo quiero que sepan que soy tuyo, Jace.
—Mañana —prometió Jacaerys—, hablaremos con ella.
—¿No hoy?
—Pensaba en quedarme esta noche aquí —Robó un beso de Aegon que iba destinado a su mejilla—. Tú me dirás si corremos el riesgo de que la reina nos atrape.
—Creo que hasta sería divertido.
—Aegon —lo regañó Jacaerys—. No creo que la tía Helaena lo vaya a encontrar igual de divertido.
—Sabes que ella lo ha sabido siempre, ¿verdad? —Aegon puso los ojos en blanco.
—Dioses, Aegon. No me digas eso.
Aegon se ríe, pero se empuja contra el alfa, feliz de darse cuenta de que ya está semi erecto. Se frota contra la erección, tentado a calentar el agua con el fulgor de sus cuerpos.
—¿Listo para más, cariño? —Jacaerys murmuró, cuando su polla quedó entre las nalgas de Aegon, que todavía tenía su agujero suave y abierto desde su última ronda, resbaladizo con la lubricación natural.
—Mmm, creo que lo estoy —Aegon tarareo moviendo sus caderas juguetonamente sobre Jacaerys que se endurecía con interés—. Listo para que dejes tan lleno que gotee durante el desayuno.
Bueno, Jacaerys podría hacer eso. Daría su mejor esfuerzo.
El alfa jugó con el pequeño agujero, sumergiendo lo suficiente dos dedos.
—¿Quieres montarme, omega?
—Sería un placer... —Aegon respiró, agarrando la polla de Jacaerys, acariciándola hasta que se endureció por completo con facilidad. No importaba cuantas veces follaran; cuántas veces se vaciara en el cuerpo dispuesto de Aegon. Él sabía que nunca querría parar.
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NOTA DE AUTOR:
Traigo el capítulo un día antes porque *redoble de tambores* ¡Alcazamos las 10k lecturas! Lo que, por supuesto, me ha hecho muy feliz, no tienen idea de lo que me alegra que mi smut de bajo presupuesto sea de su agradado.
¿Están emocionados? ¿Qué creen que pase cuando llegue Luke? ¿Esperaron que Aegon reaccionara así y que Jace tomara esa decisión?
Capítulo 06: 06 de julio.
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