3. Anomalías.
La morgue se cubrió de oscuridad, pero no de una muy profunda, sino más bien de una en la que todavía se podían reconocer la forma de los objetos. De esa manera, Yoongi se percató de que las cámaras frigoríficas donde se conservaban los cadáveres, estaban abiertas y los cuerpos habían desaparecido.
Aunque quiso levantarse del suelo, no fue capaz de hacerlo. Sus piernas no le respondían y se encontraba en un estado de shock. Tenía tanto miedo que había perdido la razón.
Hasta lo que su mente podía comprender, solamente se encontraba él en la habitación junto al cadáver abierto que todavía reposaba sobre la mesa de autopsias. De pronto, un sonido le desconcertó y le horrorizó. Podía identificar el sonido de las articulaciones entumecidas que se parecía al crujir de los huesos de un cadáver en estado de rigor mortis. Tras presenciar el cadavérico sonido, Yoongi se cubrió la boca, pues, fuera lo que fuera aquello que se movía en la habitación, era peligroso, inhumano e imposible. Poco después se daría cuenta de lo que se trataba; el cadáver con el que había estado trabajando horas antes junto a Yunjin, se arrastraba por el suelo muy cerca de él emitiendo sonidos infernales y monstruosos.
Yoongi ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando; sus sentimientos no eran de tristeza, mucho menos de felicidad, sus lágrimas sabían a miedo. Con mucho esfuerzo, se apartó de aquella criatura para evitar que supiera que estaban juntos; sin embargo, había olvidado que todo el instrumental de trabajo se había esparcido por el suelo anteriormente y el sonido de estos objetos al mantener un efímero contacto entre sí, llamó la atención de aquel monstruo. No obstante, según había observado Yoongi, la criatura carecía de inteligencia, pues siguió el sentido contrario de donde provino el sonido y abandonó la habitación.
Más tarde, tras verificar la cobertura de su teléfono móvil, se levantó del suelo apoyándose en la mesa de autopsias y se sobresaltó al encontrarse con el cadáver del desconocido. El susto que se llevó fue momentáneo, porque, inmediatamente, un sentimiento de ira se apoderó de él.
— Tú... — murmuró — Todo esto es tu culpa. No sé lo que eres, pero no vas a salirte con la tuya — le dijo tomándolo de los hombros, pero el cuerpo seguía inerte — ¡Voy a salir de aquí y a quemar este sitio contigo dentro!
Yoongi se armó de valor; esperaba cumplir su promesa. Tomó un objeto cilíndrico y alargado de metal para protegerse, sin embargo, tan pronto como salió de la morgue, un recuerdo ajeno asaltó su memoria: en el recuerdo, que actuó de manera efímera concediéndole un sentimiento de déjà vu, estaba en un bosque y estaba observando sus propias manos manchadas de sangre mientras oía una voz muy lejana que trataba de reconfortarlo. Al alzar la vista, no pudo vislumbrar con exactitud de quién se trataba, pero estaba seguro de que le conocía; de que le había visto en otra parte.
Sacudió su cabeza para disipar su confusión y cuando volvió en sí mismo, se encontró con una figura humana parada en mitad del pasillo.
Yoongi se encontraba temblando de miedo. El teléfono se le resbaló de las manos e hizo el inconfundible sonido al caer al suelo que llamó la atención se aquella criatura. Se aproximó hacia él, la luz blanca del pasillo parpadeaba con lentitud. En los pequeños fragmentos segundos de luz pudo vislumbrar la apariencia de aquella criatura, ¡era el cadáver cuya autopsia había realizado el día anterior!
Tenía las extremidades destruidas y caminaba con dificultad hacia él. Su rostro estaba desfigurado y la mitad de su cráneo tenía un horrible agujero producto de un profundo y contundente golpe. Su piel estaba llena de hematomas, huesos rotos que sobresalían de las heridas y carne expuesta.
Yoongi se cubrió la boca y retrocedió. Su cuerpo temblaba y sintió frío de repente. Sus piernas no respondían a las órdenes de su cerebro; su cuerpo se encontraba paralizado. Aquel cadáver avanzó cuatro pasos, pero sus piernas quebradas no soportaron el peso de su cuerpo y cayó al suelo, pero eso no lo detuvo y continuó arrastrándose hacia él. En ese momento, Yoongi espabiló y reaccionó, corrió de nuevo hacia el interior de la morgue y cerró la puerta utilizando su propio cuerpo para sostenerla.
Aquella criatura golpeó la puerta. Varios eventos sobrenaturales acompañaron cada golpe. Yoongi escuchaba a ese cadáveres emitir sonidos guturales, mientras las puertas eran azotadas con violencia y los cristales estallaban dentro de la sala. Yoongi sostenía la puerta y gritaba en respuesta pidiéndole que le dejara en paz. Las lágrimas que brotaban de sus ojos parecían infinitas. Tenía el terror en su cuerpo y los nervios a flor de piel.
La oscuridad era aterradora, pero no quería abrir los ojos mientras sostenía la puerta. Mientras suplicaba e imploraba por su vida, varios recuerdos ajenos volvieron a iluminar su memoria. ¿Por qué le resultaban familiares? No conocía a nadie de aquellos recuerdos, pero por alguna razón, tenía la sensación de que los había visto antes. ¿Qué relación tenían esas memorias con lo que estaba ocurriendo?
De repente, una fuerza poderosa lo lanzó varios metros lejos de la puerta. Su cuerpo se estrelló contra un armario. Los cristales se rompieron y se incrustaron en su piel causándole dolores terribles, sin embargo, en el pasillo no había nada ni nadie, ni siquiera la criatura de la que estaba huyendo.
Hizo el esfuerzo de incorporarse y se sacó el traje quirúrgico cubierto de su propia sangre y se quedó únicamente con su camisa blanca del trabajo. Se arrastró hacia los materiales de cirugía y tomó una pinza, después se apoyó sobre la mesa de autopsias para ponerse de pie. El cadáver del desconocido seguía allí, observándole con aquellos ojos grises y espeluznantes. Yoongi cerró los ojos con fuerza y apartó su rostro del cadáver y con mucha dificultad, caminó apoyándose por las paredes hacia el baño que había en su despacho, al otro extremo del pasillo.
La luz que parpadeaba le ponía de los nervios, sobre todo, porque no veía a ninguna de esas cosas por ninguna parte y no estaba seguro de si aquello había sido producto de su imaginación o si volverían a aparecer; esperaba que no. Esperaba que aquella pesadilla fuera producto de sus limitadas horas de sueño.
Al llegar al baño, bañó la pinza en alcohol desinfectante después de desvestirse completamente. Después, con ayuda de dos espejos, se sacó los trozos de vidrios que tenía en la espalda; algunas en la superficie, otras más profundas. Hizo lo mismo con las heridas de los brazos, las piernas y la piel del rostro. Luego se suturó a sí mismo las heridas que podía manejar y se colocó parches de gasa sobre las que estaban fuera de su alcance de saturación y, nuevamente, se vistió con la ropa que tenía; aquella cubierta de su propia sangre.
Tenía más muda de ropa, pero estaban en la planta de arriba. No podía acceder a ella; estaba atrapado en el sótano.
Mientras se observaba en el espejo, no dejaba de repetirse que todo lo que estaba ocurriéndole debía ser una pesadilla. Un mal sueño. Puede que estuviera soñando despierto. Pero, la silueta que tenía detrás de él le recordó lo inevitable; que esa experiencia era totalmente real.
Paralizado observándola a través del reflejo, vio cómo aquel tercer cadáver que había desaparecido se aproximaba a él por detrás. El rostro de ese cadáver era el de una mujer joven que había muerto estrangulada. Su piel era pálida, tenía las marcas de asfixia en su cuello y sus ojos habían cambiado de color. Abrió la boca y emitió un sonido infernal; era como un grito, uno horrible y catastrófico. Yoongi igualmente gritó y salió huyendo de la habitación.
Quizás, preso del pánico, olvidó que las salidas estaban bloqueadas. Corrió escalera arriba y trató de abrir la puerta sellada, al no conseguirlo, la golpeó con el cuerpo; una vez, luego otra y finalmente una tercera vez. El espacio retumbó debido a la fuerza de los golpes y los escalones de madera que estaban consumidos por la humedad, dejaron de soportar su pecho y se rompieron.
— ¡Ahg! — gritó Yoongi cuando su pierna se hundió en la madera. Se lesionó varias partes, probablemente, tendría varias astillas en su piel en cuanto se liberase.
Mientras trataba de liberar su pierna, escuchó aquel sonido de las articulaciones entumecidas y vio una sombra que se empequeñecía acercándose hacia las paredes del pasillo. Poco después, un cadáver viviente se asomó. Arrastraba su cuerpo y le miraba fijamente.
Sus extremidades y sus articulaciones actuaban de manera antinatural e inhumana y el sonido que provocaban sus manos al arrastrar su cuerpo, era espeluznante. Yoongi se percató de que se acercaba hacia él. Aunque su movimiento era lento, si no lograba salir de allí, no sabía qué podría pasarle.
Desesperado, siguió tratando de liberar su pierna, pero las astillas le provocaban mucho dolor. Su afán por salvarse le había vuelto ciego y sordo; no se dio cuenta de que los escalones que restaban iban a romperse de igual manera. No obstante, Yoongi siguió intentándolo, hasta que la madera cedió de nuevo y cayó más profundo.
Un trozo de madera que tenía una punta como la de una estaca, apuñaló su abdomen al momento de caer. Fue tal su impresión, que ni siquiera sintió dolor, pero sí cómo salía sangre de su herida.
El hueco liberó sus piernas, pero ahora estaba empalado por ese trozo de madera, sin embargo, su voluntad de vivir era más grande; así que, tomó el otro extremo de la madera rota y la volvió a romper para liberarse de la escalera. Cuando aquel cadáver finalmente lo había alcanzado, Yoongi se sacó el puñal de madera del cuerpo con mucho esfuerzo y lo utilizó como arma para apuñalar a aquel cadáver en el cuello.
Cerró los ojos cuando un chorro de sangre lo salpicó repentinamente.
«¡¿Sangre?! ¡¿Cómo es posible?!»
Pensó. Un cadáver en ese estado no debería sangrar de aquella manera.
Mientras mantenía los ojos cerrados, era capaz de oír como si alguien gimiera. Era una voz delicada, sufridora y femenina que pronunciaba su nombre como si estuviera ahogándose.
— O-oppa... — escuchó y aquella palabra le hizo abrir los ojos de inmediato al reconocer la voz de su hermanastra, Yunjin.
— ¿Qué? — susurró sorprendido. El cadáver que estaba persiguiéndole no podía verlo por ninguna parte. Es más, ni siquiera estaba seguro de que fueran cadáveres vivientes en primer lugar.
Quizás, después de todo, era Yunjin quien estaba persiguiéndole durante todo ese tiempo y él era incapaz de reconocerla.
— He... ba-bajado... para buscar... te... — fueron sus últimas palabras antes de morir. El cuerpo de la chica cayó sobre el suyo al hueco cuando la escalera se rompió por tercera vez, su cabeza reposó sobre su hombro mientras todavía se desangraba.
Su sangre era tibia y había manchado la ropa de Yoongi; sintió su brazo cálido, hasta que la sangre dejó de brotar y Yoongi reaccionó. Sostuvo a su hermanastra entre sus brazos. Sus manos temblaban y ni siquiera podía formular una frase coherente, simplemente, podía llorar.
Yunjin había muerto con los ojos abiertos y su mirada era profunda, cubierta de lágrimas, que no se despegaba de él; era como si le preguntase por qué lo había hecho... Pero, ni siquiera Yoongi lo sabía; tan solo abrazó su cadáver y lloró de manera desconsolada pidiéndole perdón, lamentándose sobre su muerte y suplicando que no lo dejara solo.
En los funerales, aquellas reacciones eran comunes. Yoongi solía pensar que muchas de ellas eran exageradas, pero lo decía porque él nunca lo había experimentado.
Al perder a su hermanastra, lloró igual que todos sus clientes.
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