🐝Extra🐝
Aisha Fuller:
—Empezaremos con lo básico. ¿Ves cómo tengo mis manos? Esta es la forma en la que quiero que aprendas. Con una sostendrás el cuchillo, la otra la colocarás como si se tratara de una garra. Estos cuchillos son peligrosos, así que debes tener mucho cuidado a la hora de usarlos. Dicho esto, mira cómo lo hago yo —corto la zanahoria de manera rápida y dejo el cuchillo encima de la tabla de cortar—. ¿Lo entendiste?
Asiel suelta una risa.
—Yo no entendí. Y estoy seguro de que un bebé de seis meses tampoco lo hará.
Arrugo la nariz y me enfoco en mi hijo.
—Tú eres más inteligente que tu papi. ¿Verdad que entendiste, Oliver?
El bebé balbucea algo que interpreto como una afirmación y aplaudo.
—¿Ves? Lo entendió. Es fácil.
—Ajá. Fácil.
—Claro que lo es.
Me quito el delantal y lavo y seco mis manos antes de tomar en brazos a Oliver, quien me dedica una sonrisa en cuanto lo sostengo, y camino hacia la sala de estar, siendo seguida por Asiel. Nos sentamos en el sofá y observamos la carita de nuestro hijo. Paso mi mano por su cabello negro, y él cierra los ojos durante unos segundos.
—El tiempo pasa rápido —digo.
Todavía no puedo creer que hayan pasado seis meses desde su nacimiento. Parece haber sido ayer cuando desconfié tanto en mí que solo lo sostenía para alimentarlo. Asiel estuvo conmigo durante todo el proceso, me aseguraba que no lo lastimaría, pero no podía creerle. Sentí que era la peor madre del mundo y que Oliver merecía a alguien mejor.
Casi lo dejé caer, casi lastimé al niño al que tanto le hablé mientras estaba en mi vientre. Por suerte, la fase depresiva terminó. Y aunque a veces imágenes de dejarlo caer aparecen en mis pensamientos y tengo miedo de herirlo, intento ignorar todo lo que me quiere impedir sostener a mi niño lo mejor que puedo y sigo dándole todo el cariño que tengo para él.
—Nos hacemos más viejos, ¿no?
—No. Estaremos por los cuarenta cuando Oliver tenga veinte. Y quizá conozcamos a nuestros bisnietos si hacemos que se case a los dieciocho.
Asiel se ríe y pasa su mano por la mejilla del niño que nos mira con cierta diversión en su rostro, como si entendiera de lo que estamos hablando.
—¿Sabes qué es lo mejor de todo esto? —pregunta Asiel.
—¿Qué?
—Que le daré consejos para que vaya en busca de sus novias y no estaré preocupado por la aparición de pretendientes.
Suelto una pequeña risa y apoyo mi cabeza en su hombro.
—No cantes victoria. Puede que vuelva a quedar embarazada.
—Y espero que todos sean chicos.
Me rio y disfruto de la paz que me invade.
Han sucedido tantas cosas que resulta difícil decirlas todas. Sin embargo, se siente bien por fin encontrar a alguien que te escucha y se ríe contigo, que habla y busca la forma de que ambos estén felices con la decisión que se ha de tomar.
Nos costó mucho, pero ambos hemos conseguido sanar las heridas que antes poseíamos. Nos hemos apoyado y hemos llegado hasta aquí juntos.
—¿Qué va a pasar si, cuando llegue el 29 de febrero, no soñamos el uno con el otro? —pregunto en voz baja, y acaricio la mejilla de Oliver.
Espero por su respuesta durante unos segundos, pero no llega. Me enderezo para mirarlo porque sé que espera que lo haga para poder hablar.
—Te seguiré amando igual —dice—. Ya no se trata de soñarte cada cuatro años, se trata de amarte cada día.
Oliver balbucea algo, pero mantengo mis ojos fijos en los de Asiel.
—Yo también te seguiré amando.
Ni siquiera me molesto en ocultar la alegría que aparece en mi voz. Todavía no tengo claro qué lo ha provocado, pero me enamoro más y más de él.
—Eso ya lo sé. Es imposible que no lo hagas —bromea.
Golpeo su hombro y le sonrío.
—Hemos estado esperando el 29 de febrero desde hace un tiempo.
—Pero ahora solo lo hacemos por curiosidad, no porque cierta persona vaya a olvidar lo que siente por mí.
—Que te olvidaba porque no te conocía —le digo las mismas palabras que le he dicho en varias ocasiones.
Asiel se ríe y me da un beso corto en los labios. Nos mantenemos en silencio por unos segundos, solo escuchando los balbuceos de Oliver.
—No hace falta que duerma para ser feliz, ya he conseguido despierto lo que tanto perseguí en los sueños.
Una sonrisa se extiende por mis labios porque, aunque quiero que llegue el 29 de febrero, ya no me preocupo tanto como antes. Tengo muchas preguntas y a veces estoy impaciente por que llegue el día.
—¿Te aburrirías si te vuelvo a decir que te amo?
—¿Aburrirme? —bufa—. Creo que nunca lo haré. La forma en la que dices esas dos palabras es como si se tratara de un atardecer, una misma palabra que los representa, pero cada uno distinto entre sí.
Esta vez no espero que sea él quien se incline para unir nuestros labios. Lo beso mientras la alegría y la paz invaden mi interior. La mano de Asiel roza mi brazo, y estoy segura de que le está cubriendo el rostro a Oliver.
Sonrío mientras lo beso y en mis pensamientos le repito que lo amo, pero no pronuncio las palabras para no romper la unión de nuestros labios. La otra mano de Asiel acaricia mi mejilla, y yo me limito a seguir los movimientos de sus labios, sin alejar mis manos de Oliver.
Una mano me da palmadas en el pecho y me alejo de Asiel para mirar a Oliver. Asiel aparta la mano que cubría el rostro de nuestro hijo y suelta una carcajada. No hay alegría en el rostro del bebé.
—Espero que no se trate de la fase de odiar al padre.
—No creo. Quizá sea porque alguien le cubrió el rostro.
Pongo a Oliver de pie y estrujo mi cara en su barriga. Sus manos van a mi cabello suelto y lo aprieta con fuerza. Grito ante los fuertes jalones que me da, y Asiel intenta liberar sus manos de mi cabello, pero parece no funcionarle.
—Suelta el cabello de mami, Oliver.
Suelta un gritito de alegría y me aprieta con más fuerza.
Dios. Esta es su venganza.
El sonido del timbre resuena, y Asiel se pone de pie.
—No te puedes ir y dejarme así.
—¿Acaso estás recreando la conversación que tuvimos cuando supuestamente no me pedias que te besara?
—No. Me refiero a que me ayudes con Oliver. Ay —me quejo.
—Estoy seguro de que lo puedes hacer tú misma, Aisha —repite las mismas palabras que me dijo en esa ocasión.
Voy a matarlo.
—Asiel.
—Estoy bromeando. Volveré en un minuto.
—Asiel —lo llamo, pero el sonido de sus pasos me indica que se aleja—. Oliver, suelta a mami.
No sé qué clase de significado cree que tiene la palabra soltar, pero me aprieta más fuerte.
Pasos acercándose se escuchan, y aprovecho que Oliver suavizó el agarre para alejar mi cabello del alcance de sus manos. Entrecierro los ojos en cuanto puedo ver su rostro, pero su mirada está enfocada en la puerta. Esboza una amplia sonrisa, y veo a Beth junto a Asiel.
—¿Cómo está mi sobrino?
Oliver se sacude con entusiasmo en cuanto escucha su voz, y Beth lo toma en brazos, le da un beso en la mejilla, y Oliver va por su cabello corto, pero mi cuñada aleja su cabeza antes de que su sobrino logre su objetivo.
—Hola, Aisha.
—Hola, Beth.
Ha cambiado mucho desde el día en que la conocí. Las conversaciones entre nosotras fluyen como si fuéramos amigas de toda la vida, y he visto cómo ya no se sumerge en el dolor que antes la agobiaba. Supongo que le duele, pero quizás no tanto como antes.
Y pensar que logramos demandar a Greg gracias al video que captaron las cámaras de seguridad del pasillo del hotel, solo que pagó la fianza y lo dejaron libre en menos de dos días. Estábamos indignadas, pero también ese día noté un poco de alivio en Beth. Decidí hacerme la desentendida para no perder los avances que ya habíamos logrado.
Y nunca hemos vuelto a hablar del Greg.
A pesar de que hablamos mucho, no logro entenderla del todo. Sé que tiene sus secretos y creo que eso la hace ser ella misma, aunque desearía saber todo lo que oculta.
—¿Hacia dónde vas? —pregunta Asiel, y se sienta al lado de su hermana, quien le hace muecas a Oliver.
—Tengo que hacer unas cosas y decidí pasar a saludar.
—¿Dónde?
Beth lo mira con los ojos entrecerrados.
—¿Tú también?
Asiel bufa y deja de mirarla.
—Solo lo pregunto porque va a llover.
—Sí, se nota —ironiza Beth, y me mira—. En una ocasión me dijiste que te gustaba la lluvia.
En este caso, sé que quiere evitar la sobreprotección de Asiel, así que sonrío porque entiendo su desviación del tema.
—Me encanta. Amo el olor de la tierra mojada.
—¿Entonces por qué huyes de ella?
Considero su pregunta durante unos segundos.
—Porque no amo la lluvia para dejar que haga contacto con mi cuerpo, sino porque me da excusas para no salir de la casa. Aunque ahora tengo un jefe gruñón. ¿Acaso tu padre no ha considerado volver a ser el dirigente del hotel?
—Ajá. Lo dice la que siempre quiere tiempo libre para besarme.
—Gracias por la innecesaria información —dice Beth—. Oliver y yo no queremos datos.
—¿Por qué lo preguntas? Me refiero a la pregunta de la lluvia.
—Por nada. Se trata de una frase que leí por ahí.
Asiento.
—Entiendo.
—Bueno —se pone de pie y me pasa a Oliver—. Tengo que irme.
—¿Adónde vas? —pregunta Asiel.
Beth suspira.
—Nos vemos —Beth sale de la sala de estar, y Asiel se pone de pie para seguirla.
—Que ni se te ocurra —advierto.
Entrecierra los ojos en mi dirección y vuelve a sentarse.
—Por ahora.
—Puede que tenga un novio.
—No mientras yo viva —se enorgullece en admitir en voz alta.
—¿Para qué una hija si ya eres celoso con tu hermana?
—Mi hermana es una niña.
—Claro, una niña.
—La voy a seguir —dice, y se pone de pie.
—Dudo que te atrevas, ya que tienes más cosas que perder.
Asiel vuelve a sentarse.
—Bien, pero no dejaré que tenga novio.
—¿Y si ya lo tiene?
—En vez de una boda, tendremos un funeral.
Suelto una carcajada, y Oliver balbucea.
—No estoy bromeando —se queja Asiel—. Incluso mi hijo se burla de mí.
—¿Qué te parece si vamos a dormir un rato, Oliver? Alguien está diciendo cosas sin sentido.
Me pongo de pie en cuanto Asiel me mira con indignación.
—No son cosas sin sentido.
—Claro —empiezo a caminar hacia la habitación, sin dejar de mirar la enorme sonrisa que Oliver tiene esbozada.
—No lo son.
—¿Seguiremos con el tema o vamos a ir a dormir a Oliver?
—Dormiremos a Oliver, pero no son cosas sin sentido.
Dejo de caminar y lo miro.
—¿Acaso tengo que besarte para que te calles?
Una sonrisa se amplía en el rostro de Asiel.
—Pero primero vamos a dormir a Oliver.
**********
Me estaban diciendo que querían un libro de Beth, y yo tipo: ¿What? Y ahora tienen este extra en el que se van a quedar con las dudas de qué oculta Beth jajajaa. Este ser (yo) no tiene tiempo de escribir por el momento. 💔 Me despido. Beshitossss. ❤️🥰
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