Epílogo
Aquí nos despedimos de estos dos.🐝🐝
Aisha Fuller:
A pesar de que han pasado varios meses, me sigue pareciendo irreal todo lo que ha sucedido.
Nunca le presté atención a ese sueño en específico, aunque siempre me despertaba con lágrimas empapando mis mejillas, pero no pude ignorar ese cabello rojizo castaño, ese cuerpo delgado, esa piel pálida. No vi su rostro en el sueño, pero supe que se trataba de Asiel.
Intenté calmarme, pero las lágrimas seguían fluyendo a causa de la emoción. Fue extraño darme cuenta de que había pasado tanto tiempo con el chico que apareció en mis sueños, saber que fue mío por varias semanas. Sin embargo, también fue estremecedor saber que él era el dueño de mi corazón, pero la dueña del suyo era otra. Otra que en realidad era yo.
No sé cómo pude olvidarlo, pero creo que es imposible hacerlo ahora que sé quién es, ahora que sé que me ama tanto como lo hago yo.
—¿Hacia dónde vas, Aish? —pregunta Cleo.
Cleo me dijo que no sabía nada acerca de los sueños de Asiel. La perdoné, no porque no lo supiera, sino porque esa información le correspondía a Asiel dármela. Jerome y Beth sí lo sabían. Incluso el señor William y Greis.
No fue tan difícil arreglar las cosas con Cleo, tampoco fue difícil hablar con Beth. Anne y yo hemos vuelto a ser amigas, perdimos mucho tiempo, pero estamos intentando recrear todo lo que no pudimos en el pasado. Incluso le caigo bien a su hijo, supongo.
—El padre de Asiel me pidió que vaya a su oficina. Volveré en unos minutos.
—Bien, porque creo que veremos lo de los pasteles hoy. No te tardes, por favor.
Jerome y Cleo han decidido ponerle fecha a su boda. Estoy feliz de que por fin se decidieran.
—Está bien —me alejo de ella y entro a un ascensor.
Hice unos cuantos cursos de cocina, y he estado trabajando en el hotel todos los días. Le dedico mis días libres a ser la compañera de Jeff, y sigo siendo una mesera y mucama los demás días.
Asiel y yo pronto nos vamos a mudar juntos. Estamos construyendo una casa frente al roble, lugar en el que se recrean nuestros sueños.
Estoy esperando que llegue el siguiente 29 de febrero, quiero confirmar si de verdad el sueño se repite cada cuatro años.
Mis padres se volvieron a casar, y Zack se mudó de la casa porque, según él, le resultaba incómodo ver a nuestros padres besándose. Sin embargo, sé que lo hizo porque quería hacerlo, tal vez sintió que era hora de independizarse por completo.
Si de algo estoy segura, es de que todos merecemos tener a una persona que confíe en nosotros, alguien que nos impulse a enderezarnos cuando nos estamos desviando, alguien que nos ayude a notar que nuestra luz se está apagando, alguien que nos ayude a encenderla. Ese alguien podemos ser nosotros mismos, pero también puede ser alguien más. Alguien que te complemente, que te quiera, que te apoye, y que tú hagas lo mismo por esa persona.
No es solo amar, sino que te amen de vuelta.
Toco la puerta de la oficina del padre de mi novio, sonriendo, y entro en cuanto escucho que me da el permiso. Asiel también está en la oficina.
William y yo nos llevamos bien. Ya no queda nada del hombre gruñón que conocí. Ahora tengo la oportunidad de ver lo buen padre que es.
—Puedes sentarte.
Cierro la puerta detrás de mí, me siento y le dedico a Asiel una mirada significativa, mi novio niega con la cabeza. No sabe nada de lo que está sucediendo.
—Están rompiendo las reglas —dice.
Rayos.
—Puedo explicarlo —digo—. La gente...
William levanta la mano para que me detenga.
—Sé lo que vi. Tampoco es falso lo que me han contado.
—Papá, no es lo que parece...
—Aisha está trabajando con Jeff sin mi autorización.
—Ah, eso —Asiel suspira, aliviado.
—¿Hay algo más?
—No, no. Nada —se apresura en aclarar.
Pensé que hablaría de que nos hemos besado frente a algunos clientes y que de vez en cuando nos tomamos minutos libres.
Ejem.
—Bien. Están despedidos.
—¿Qué? —preguntamos Asiel y yo al mismo tiempo.
—Despedidos —repite.
—Soy tu hijo, y no sabes si necesitamos el dinero para cuidar a tus nietos.
La oficina se sumerge en un silencio sepulcral.
—¿Estás embarazada? —me pregunta William.
—Yo...
—No lo está, es una forma de hablar.
—¿Es en serio, Asiel? —frunzo el ceño.
—Tampoco es que esté lejos de la realidad. Vamos a vivir juntos en unos meses, algún día vamos a tener hijos. Si quieres, claro.
—¿Cómo no voy a quererlo? —ruedo los ojos.
—¿En serio? —Asiel sonríe.
—Sí, en serio.
—Entonces... ¿Quieres... quieres que te embarace?
Mis labios tiemblan un poco.
—Sí, pero no de gemelos.
Soltamos una carcajada, y William golpea la mesa de su escritorio.
—Los estoy despidiendo.
—Pero...
—Ese tipo de conversaciones ténganlas cuando dejan el trabajo de lado y se van a quién sabe dónde.
Rayos. Lo sabe.
—Hablemos del despido —es el tema menos vergonzoso, supongo.
William niega con la cabeza, aunque noto una sonrisa en sus labios.
—Ya no van a trabajar para mí.
—¿Pero por qué?
William sonríe.
—Porque Asiel es el dueño del hotel, y tú trabajarás para él.
—¿Qué? —ambos preguntamos al mismo tiempo.
—Estoy viejo, y Asiel ha dedicado toda su vida a este hotel. Estoy seguro de que hará lo que considere mejor para este lugar.
—¿Yo? —pregunta Asiel.
—Por cierto, ya no serás mucama y mesera, Aisha. Terminaste tus cursos, tienes diplomas que aseguran que eres una chef.
—¿Qué? ¿Y Jeff?
—Jeff te seguirá ayudando hasta que te familiarices con todo.
—¿Lo va a despedir?
—No. Trabajará en otro hotel. ¿Recuerdas la inauguración del mes pasado? La familia de Jeff está más cerca de ese hotel. Mañana haremos el papeleo. Pueden irse.
—Gr-gracias.
Asiel y yo salimos de la oficina de William y nos dirigimos hacia el ascensor.
—Pronto serás la mujer del dueño del hotel —dice Asiel.
Me detengo en seco, y Asiel empieza a reírse. Quiere ocultarlo, pero está nervioso.
—Deja de reírte.
—Sabes de qué me rio, así que puedo hacerlo.
Sigue riéndose, y yo ruedo los ojos.
—Te ríes por los nervios. Deja de intentar ocultarlo.
Asiel se acerca a mí y deja de reírse.
—Claro que lo estoy, chef —pone sus manos en mi cintura y me jala hacia sí—. Dije en serio lo de formar una familia contigo.
Una sonrisa se forma en mis labios.
—Lo sé. Yo también quiero.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro