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Capítulo 31

💎🐝Último capítulo🐝💎

Asiel Wyatt:

Todavía sigo sintiendo la inquietud en todo mi cuerpo. Necesito verla. Necesito decirle que... No, no se lo puedo decir, no puedo ir a buscarla.

Vuelvo a sentarme en la cama y aprieto mi cabello con ambas manos. Es tan frustrante querer hablar sobre algo y no poder hacerlo. Es tan frustrante que todos se burlen de ti solo porque fuiste escogido por un sueño. ¿Aisha me va a entender? Espero que lo haga.

Faltan unas horas para que el sueño vuelva a recrearse. No sé si quiero dormir, aunque sería buena idea tenerla sin darle importancia a que solo sea a través de un sueño. Pero ¿y si no vuelvo a soñar con ella? ¿Y si nunca vuelve conmigo?

Nunca le pedí que fuera mi novia. Yo nunca...

Un toque en mi puerta interrumpe mi lamento. Son casi las once de la noche, quizás mi padre quiere conversar conmigo. Hemos hablado con más frecuencia estos días, y estoy seguro de que Chelsea estaría orgullosa de él. Yo lo estoy. Nos costó mucho llegar hasta este punto, pero ha valido la pena.

Tomo la camiseta que dejé en mi cama y me la pongo. Camino hacia la puerta y la abro de par en par.

Todo mi cuerpo se paraliza al verla frente a mí. Se está mordiendo el labio inferior mientras acaricia sus manos con sus dedos. El cabello de Aisha está atado en un moño alto, la coleta suelta, y varios rizos se escapan.

Su nerviosismo es notorio, así como lo es mi sorpresa.

A pesar de no haberme rendido, pensé que ella lo había hecho, pensé que había decidido que estaba mejor sin mí.

—¿Cómo...

—Tu padre me dejó entrar —confiesa—. Perdón por aparecer a esta hora. Quiero...

Me pongo hacia un lado de la puerta. No necesito que termine la frase para saber que quiere entrar en mi habitación. La observo mientras me pasa por el lado, su cuerpo huyendo de rozar el mío.

Cierro la puerta y pongo el seguro.

Esa forma de alejarse de mí puede que signifique que solo vino a despedirse, quizás a arreglar las cosas para poder regresar al hotel y que nada sea incómodo entre nosotros.

La observo, su mirada se pasea por mi dormitorio.

—Siempre quise ver cómo era tu habitación.

—¿Y qué opinas?

—Es como la habitación de un hotel. La mía es más artística —bromea.

Suelto una pequeña risa y pego mi cuerpo de la puerta. La intensión es lucir despreocupado, aunque hay un caos en mi interior.

Me gustaría saber qué hace aquí, pero necesito ser paciente. Ella solo se está preparando para hablar.

Sigue mirando mi dormitorio, y su mirada se detiene en la mesita de noche en la que tengo sus gomas elásticas. Se dirige hacia ellas y toma una en sus manos. Se gira hacia mí y me sonríe.

—Tuve que comprar nuevas.

—Qué bueno, porque no planeo devolvértelas. Y deja esa con las otras.

Su risa llena el silencio de la habitación, y yo solo sonrío porque no sé qué esperar de toda esta situación.

Aisha hace lo que le pido y vuelve a mirarme.

—¿Sabes? Estos días estuve pensando en que fui capaz de decirles a los demás que merecían a alguien que los amara, pero nunca me lo dije a mí misma —suelta una risa—. Es fácil dar los consejos, y es difícil seguirlos.

—Lo es —aseguro.

Se aclara la garganta.

—Regresé al hospital después de que les dieran el alta y me di cuenta de que los agredieron, pero luego Zack me dijo que no fue así. Greg estaba ahí. Y creo que Hannah... Estoy preocupada por ella.

Suelto una carcajada.

—¿De qué te ríes? —su ceño se frunce.

—Creo que deberías estar preocupada por Greg.

Pestañea varias veces y, cuando entiende a lo que me refiero, asiente con la cabeza.

—Con razón Hannah me sonrió. ¿Está tan loca?

—No lo sé con exactitud, pero fue capaz de estafar a mi padre. Quizás está haciendo lo mismo con Greg.

Siento la incomodidad disminuir un poco.

—Asiel —dice—, vine a... ¿Todavía estás soltero?

Una sonrisa se forma en mis labios.

—Claro —respondo.

Bee suelta un suspiro de alivio y luego vuelve a aclararse la garganta.

—¿La chica...?

No podría decirle que ella es la chica. Todo se destruyó cuando se enteró de su existencia, y aunque me estoy arriesgando, prefiero guardar el secreto. Quizá se lo cuente cuando esté lista, cuando yo lo esté. O tal vez nunca lo haga.

—Es algo gracioso.

Su ceño se frunce ante mi declaración.

—¿Cómo?

Suelto aire por la boca y paso mi mano por mi cabello.

—¿Te quieres sentar? —le señalo la silla.

La observo mientras se sienta y me siento en el borde de mi cama. Aisha me mira con atención, se nota que necesita que le explique qué es lo que sucede con la chica que se atrevió a apoderarse de mi corazón, aunque es ella misma.

Podría decirle la verdad, solo que no estoy listo para decirle que se trata de ella misma.

—La conocí en un sueño.

—¿Qué? Eso... ¿Cómo...

—Algunas personas suelen tener un sueño que los llena tanto de alegría que intentan seguir soñando para no enfrentar la realidad en la que viven.

—Entiendo.

No sé si ese "entiendo" significa que entiende que estoy loco o que sabe a lo que me refiero.

—¿Qué entiendes?

—Vamos, Asiel. Yo me encerré en mi habitación para huir de la realidad. Entiendo que te aferraras a un sueño para huir de la tuya.

Una sonrisa se forma en mis labios.

Es más bien querer experimentar en la realidad lo que sentí en un sueño.

—La razón por la que no te conté que estaba enamorado de esa chica es porque, por primera vez en mi vida, estaba dispuesto a dejarla atrás para seguir contigo, renunciaría a ella por ti.

Los labios de Aisha tiemblan, y dirige su mirada hacia el cielo de mi dormitorio.

—Te quiero —susurro—. Te lo dije antes y te lo repito ahora, Bee.

—Yo también te quiero —dice, y me mira—. Lo supe hace semanas, pero sentía que era una egoísta si te lo decía en esas circunstancias.

—¿Puedo...

Niega con la cabeza.

—Ya lo hago yo.

Camina hacia mí, se sienta en mi regazo y envuelve sus brazos en mi cuello. Una sonrisa se forma en sus labios y procede a besarme. Mis labios reconocen los suyos y no tardan en dejarse llevar por la tranquilidad que ella me brinda.

—Está tarde, no puedes irte sola.

—Entonces puedes acompañarme a mi casa.

—¿Y con quién regreso yo? —bromeo.

—Zack estará feliz de traerte.

—No, gracias.

Aisha suelta una risa y me da un beso corto.

—Me refiero a que quiero que te quedes conmigo.

—Ya lo sé, solo te estoy molestando.

Sonrió.

—¿Te vas a quedar?

—Claro que sí.

***

Mantengo mi mirada fija en el rostro de Aisha. Está dormida, pero yo no puedo hacerlo. Todavía no puedo creer que está aquí, en mi habitación, acostada a mi lado.

Para mí, inusual siempre fue tener el mismo sueño cada cuatro años.

—Cuando te vi, tus ojos capturaron mi atención. Fue algo emocionante y sorprendente. Intrigante e interesante —trago saliva—. Sin embargo, supe que había algo diferente.

Mi corazón late a un ritmo desenfrenado, pero mis palabras salen con seguridad y firmeza, aunque no con un tono tan alto.

—Nunca pensé que necesitaba tanto que alguien me tomara de la mano, que me diera paz cuando pensé que todo estaba bien. No lo estaba, y tú me ayudaste a entenderlo —comento en voz baja.

»Conocí a una chica en un sueño. Y la amé desde ese momento. No vi su cara, solo sé que hubo un beso, un lugar, un día en específico. Supongo que me enamoré de su compañía, de su cercanía, de lo que me hacía sentir mientras dormía. Estaba ansioso por la fecha, por la esperanza de volver a soñar con ella. Todavía no sé cuándo empezó a aparecer en mis sueños, solo sé que se convirtió en una parte importante. Se lo conté a mi madre, y mi madre se encargó de contárselo a Greis, a mi padre y a Beth —suelto una pequeña risa y acaricio la mejilla de Aisha.

»Sin embargo, ahora estoy enamorado de ti, de lo que eres, de cómo me haces sentir. Eres mi lugar seguro, Aisha. Conocerla fue inusual, conocerte fue inesperado. Y lo más inusual de todo es que ustedes son la misma persona.

Siento una opresión en mi pecho, y obligo a mis pulmones a funcionar.

—Eres esa chica, la chica de mis sueños y de mi realidad, Bee. Te quise dormido, te amo despierto.

No puedo creer que por fin está aquí. Después de tantas apariciones en mis sueños, por fin está a mi lado. La tuve cerca todo este tiempo.

La paz que me hizo sentir fue justo lo que necesitaba. Nunca pensé que conocería un lugar a través de un sueño, y mucho menos pensé que dicho lugar transmitiría en la vida real lo mismo que sentí mientras dormía.

Y ahora no puedo creer que por tantos años había esperado que ella fuera real y ahora no creo que así sea. Si alguien me lo dijera, diría que está loco. Sin embargo, me toca ser ese raro.

Mis ojos quieren ceder ante el sueño, pero no estoy dispuesto a hacerlo. Oficialmente hoy es 29 de febrero, el día en el que sueño con Aisha. Sin embargo, no quiero cerrar los ojos, tengo miedo de que, al despertarme, todo esto solo sea un sueño, que Aisha no sea real y que todo lo que ha pasado durante estas semanas solo hayan sido parte de lo que sea que ocurre.

Bee está dormida, yo necesito evitar hacerlo.

Si este es un sueño, no quiero despertar.

Cuento luces imaginarias, pienso en nuevos planes para el hotel, pienso en mi madre, en mi padre, en Beth.

La cama se mueve, y mis ojos se abren. Pestañeo varias veces y bostezo. Rayos, casi me quedo dormido. Aisha está sentada en la cama, mirándome con atención.

—¿Qué pasa? —pregunto, preocupado, y me siento. Enciendo la lámpara para ver su rostro. Está llorando.

—Te olvidé —susurra.

Un nudo se forma en mi garganta ante sus palabras, y asiento con la cabeza para que continúe. Se mantiene en silencio, pero obligo a mi cuerpo a quedarse quieto.

—He soñado contigo antes —solloza—. Sin embargo, siempre te olvidaba. Hasta hoy, que volví a tener el mismo sueño. Con razón ese roble me pareció extraño.

—¿Sueñas conmigo? —pregunto, sintiendo el aumento de la presión en mi pecho.

—Me parece que sí.

—¿Cada cuatro años?

—No sé cada cuánto tiempo. Solo sé que es el mismo sueño porque siempre despierto llorando. Esto es raro —solloza.

Sus ojos están llenos de lágrimas, y sus labios tiemblan por la emoción. Yo, en cambio, siento que mi corazón saldrá de mi pecho, y la confusión es cada vez más intensa.

¿Soñar el uno con el otro? ¿Cada cuatro años? Esto es lo más inusual que he escuchado en toda mi vida.

—¿Soñaste con el roble? ¿Qué pasó?

—Oye, no sé qué rayos está pasando.

—Yo también quiero entender.

Suspira.

—Cuando me llevaste por primera vez, sentí que había estado ahí antes y tenía ganas de llorar, pero supuse que se debía a que por fin me estaba dejando llevar por completo, que estaba empezando a avanzar. Con relación al sueño, soñé que estaba en ese roble y vi a un chico frente a mí. Su rostro no lo recuerdo, pero luego vi su cabello y su cuerpo, eras tú. Y me besaste, o yo lo hice, no sé.

Intento tragar saliva, pero no lo logro. Ese es exactamente el mismo sueño que he tenido yo varias veces.

—Supongo que te encontré después de todo —digo, tratando de evitar lanzarme sobre ella.

—¿Entonces yo soy...? —deja la pregunta sin terminar, y yo asiento—. Supongo que tuviste razón todo este tiempo.

Tengo ganas de tocarla, pero tengo miedo de que se vaya. También tengo miedo de extender mi mano hacia ella y darme cuenta de que no es real, de que es parte de una ilusión basada en la necesidad de verla.

—Aisha, yo...

—Me gusta tener las cosas en orden, pero también estoy dispuesta a vivir sin rumbo a tu lado. No sé si tiene sentido.

Pongo mis manos en sus hombros, y el alivio se apodera de mi cuerpo cuando noto que es real, de verdad está conmigo.

—Yo estoy dispuesto a hacer planes contigo —expreso en voz baja. Les permito a mis fosas nasales embriagarse de su aroma, y la atraigo hacia mí. Dejo que mi cuerpo se aferre al suyo, que los latidos de su corazón hagan una competencia con los míos.

—¿Estás seguro? —pregunta contra mi pecho.

—Estamos juntos en esto, Bee. Eres mi lugar seguro, quiero brindarte la paz que me brindas. Si quieres hacer planes, los hacemos. Si quieres dejarte llevar, nos dejamos llevar. Podemos variar, planear algunas cosas y dejar que otras solo sucedan.

Aleja su cara de mi pecho y me mira. Se nota el miedo en su mirada, pero también hay un brillo de esperanza, como si anhelara poder intentar algo nuevo.

—¿Y si te olvido? ¿Si olvido que te amo?

Una sonrisa se forma en mis labios, aunque debería estar aterrado por sus palabras. Solo que mi corazón se ha enfocado en algo más importante, en sus sentimientos.

—¿Me amas? —pregunto, frotando su mejilla con mi pulgar.

—Completamente, Minero.

Sus palabras se cuelan en mi pecho, llenándome de alegría.

—Yo también te amo, Bee.

Un sollozo se escapa de sus labios, y acaricio su boca.

Aisha se acomoda en mi regazo y me abraza. Beso su cabeza, y dejo que la paz de este momento nos rodee.

Bee levanta la cabeza e intenta unir sus labios con los míos, pero se lo impido. Entorna los ojos, amenazándome con su mirada para que le permita alcanzar mis labios. Mi sonrisa se amplía, y suelto una pequeña carcajada.

¿Cómo no voy a enamorarme de ella? Lo hice en un sueño, y lo volví a hacer en la realidad.

—Ya. Déjate besar, rarito —se queja, aunque en su tono hay cierta diversión.

—Rarita.

Es emocionante saber que me he enamorado de la misma chica sin darme cuenta, y estoy seguro de que lo volvería a hacer.

Ella también sueña conmigo.

Admiro la forma en la que su sonrisa se amplía, el sonido de sus carcajadas, la luz de la lámpara en su piel.

Me inclino hacia adelante y atrapo su risa con mis labios. La aprieto un poco más hacia mi cuerpo, y mi cuerpo reacciona ante su conocida cercanía. La beso suave y lento, aunque debería besarla con desesperación por todas esas semanas que estuvimos separados, por todas esas semanas en las que estuve esperando que apareciera en el hotel, en la pequeña zona rural, aquí.

No apareció antes, pero ahora está aquí, y quiero besarla despacio, porque sé que tenemos mucho tiempo para hacerlo. Quiero disfrutar de los movimientos devotos y entregados de sus labios, quiero acariciar cada parte de su cuerpo hasta que cada trazo esté grabado en mi memoria, hasta que conozca su cuerpo tanto como conozco el mío.

Rompemos la conexión de nuestros labios, y me quedo observando sus ojos cerrados por unos segundos hasta que el lunar que tiene cerca del labio inferior captura mi atención.

Paso mi pulgar por el pequeño punto, Aisha abre los ojos y sonríe.

—¿Esto significa que ya somos novios? —pregunto.

—Quizás lo hemos sido desde el principio, pero, como no estamos tan locos, sí, ya somos novios.

—¿Eres consciente de que nos hicimos novios un 29 de febrero?

—Celebraremos nuestro aniversario cada cuatro años.

—Cada cuatro años —susurro—. Me parece bien.

—Quiero tocar y contar todas tus pecas —comenta.

Sonrío ante sus palabras y deposito un pequeño beso en sus labios.

Lo hizo antes, aunque no terminó su conteo.

—Tenemos tiempo suficiente para que lo hagas.

Se mantiene en silencio.

—No me respondiste.

—¿El que? —no dejo de acariciar el lunar.

—¿Qué va a pasar si olvido que te amo?

Me mantengo en silencio, ignorando el miedo que planea apoderarse de todo mi ser. Detengo la caricia y me enfoco en sus ojos.

Puede que ahora no sepamos qué hacer, pero podemos intentarlo. A pesar de que tiene miedo, se nota que está dispuesta a estar conmigo. Y yo también estoy dispuesto a estar con ella.

—Si olvidas lo que sientes por mí, estoy seguro de que cada cuatro años lo volverás a recordar.

Su sonrisa se amplía y asiente con la cabeza. No solo veo la eliminación de su miedo, sino que también el mío ha desaparecido.

—Me parece bien, rarito.

—¿Qué es inusual para ti?

Aisha lo piensa por unos segundos.

—Me han pasado muchas cosas inusuales, pero lo más inusual es lo que compartimos.

—Entonces somos inusuales.

—Inusuales, me gusta. ¿A qué crees que se deba? Solo sé que tenemos la misma edad.

—No lo sé, al destino, a la vida. No tengo idea —frunzo el ceño—. No solo tenemos la misma edad, también nacimos el mismo día. Creo que eso vi en tus documentos.

—¿Qué?

—Estaba buscando la dirección de tu casa.

—Entrometido.

—Puede que sí.

Aisha agarra mi cabeza con sus dos manos, la felicidad es notoria cuando se da cuenta de que me tiene.

—¿Cómo planeas impedir que te bese ahora?

Suelto una carcajada ante sus palabras y niego con la cabeza.

—¿Quién dijo que tengo planes de impedírtelo?

🐝🐝🐝🐝

Hemos llegado al final. Gracias por haber estado aquí. 💎🐝 El epílogo será publicado el jueves. En realidad, esta historia quería cerrarla el 29 de febrero. Bueno, terminamos muchísimos meses antes. En fin, nos vemos en el epílogo. Gracias. Beshitossssss. 🐝

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