Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 30

Aisha Fuller:

Han pasado varios días desde que me despedí de Asiel. No he ido al hotel, tampoco al grupo de ayuda mutua. No hace falta que regrese a este último, creo que esas personas hicieron mucho por mí en esos encuentros. Además, no quiero ver a Beth. No la culpo, ella solo le estaba guardando un secreto a su hermano, y yo solo soy alguien al azar.

También hablé del divorcio de mis padres en ese grupo, ojalá me hubiera dado cuenta antes de que todo se trataba de Greg. Aunque tampoco le voy a quitar créditos a la forma en la que me enteré de la separación de mis padres, porque dolió.

Cleo me ha dejado varios mensajes, mas no he respondido ninguno y no hace falta que lo haga. No me hace gracia perder a otra amiga, pero estoy buscando la forma de poder ver su rostro cuando me diga que lo supo todo desde el principio.

Tengo cosas que resolver antes de hablar con cualquier otra persona.

Mis padres pidieron reunirse con mi hermano y conmigo en la cocina. Supongo que quieren cerrar lo que iniciamos hace tiempo.

Zack y yo estamos sentados el uno al lado del otro, por elección propia, no porque nuestros padres nos obligaron. Y lo aprecio. Ha pasado mucho tiempo para que él acepte que respiremos el mismo aire, pero estoy feliz de que tal vez mi hermano y yo podamos volver a ser amigos.

Además, su compañía ha sido todo lo que me ha hecho bien. Nos mantenemos en silencio, pero siento como si estuviéramos teniendo una conversación psíquica o algo así. También mis padres han estado a mi alrededor, recordándome en silencio que están ahí para mí.

Me enfoco en mis progenitores, están el uno al lado del otro, dándose apoyo para hablar con mi hermano y conmigo. No hace falta preguntar quién de los dos va a iniciar la conversación, es obvio que lo hará mi madre. Mi padre siempre ha sido su apoyo, ella suele hablar mucho, pero he visto el aumento de su seguridad cuando Peter está cerca de ella.

—Bien —empieza Brenda, confirmando mis sospechas—. Les debemos una disculpa —mi padre aprieta su mano encima de la encimera—. Esto era lo que queríamos evitar. Por esa razón, guardamos el secreto de nuestra separación —nos dedica una sonrisa triste—. Ustedes eran tan felices, no quisimos arruinar esa felicidad con la declaración de nuestra separación.

—Y así lo hicieron —comenta Zack—. Lo empeoraron todo.

—Lo sabemos —comenta mi padre—. Y nos estamos disculpando.

Mi madre le dedica una mirada significativa, y mi padre decide no seguir hablando.

—Lo sentimos. Ya no sabemos qué más hacer —mi madre hace una mueca triste—. Estuvo mal que se enteraran de esa manera. Yo... Nosotros no queríamos tener un divorcio tan complicado, pero sucedió de todas formas. Sé que no podremos recuperar el tiempo perdido, pero estamos aquí, dispuestos a intentar arreglar las cosas con ustedes.

Quiero reírme, pero me ficharían de loca. No quiero hablar, no quiero volver a decir algo que afecte nuestra nueva unión. En realidad, solo quiero que sean ellos los que lo digan. Estoy segura de que ese discurso era el de hace varios meses, pero las cosas han cambiado mucho desde entonces.

—¿Cuándo nos van a decir que están planeando regresar? —pregunta Zack, tranquilo.

El rostro de nuestros padres palidece, y sus ojos se abren de par en par. Ambos están sorprendidos de que Zack sepa que quieren volver a estar juntos. Yo podría estar sorprendida, pero lo sé desde hace mucho tiempo. Solo hace falta observarlos para conocer sus sentimientos. La forma en la que se miran cuando creen que están solos, las sonrisas que se dedican el uno al otro, los roces deliberados e involuntarios...

Mi madre intenta apartar la mano de mi padre, asustada y nerviosa, pero él no se lo permite. Es obvio que Peter quiere cerrar con esta fase y poder sostener su mano ante nosotros sin tener miedo de nuestra reacción.

—Lo sabían. Los dos —señala mi padre.

—No saben disimular —acusa Zack. Su tono de voz denota molestia, pero si de algo estoy segura, es de que mi hermano está de acuerdo con que vuelvan a empezar con su relación.

Mis padres se remueven incómodos.

—¿Están de acuerdo? Porque si no lo están, no vamos a volver a intentarlo y...

—¿Es por nosotros? ¿Para que volvamos a ser una familia?

Mis padres se miran y luego nos miran a nosotros.

—No. Se debe a que estuvimos saliendo con varias personas, pero, de una forma extraña, los sentimientos volvieron a surgir entre nosotros.

Zack asiente.

—¿Esa es la razón?

Mi padre suspira y aprieta la mano de mi madre.

—Su madre y yo estuvimos durante tanto tiempo juntos que pensamos que lo que nos unía se había agotado, que solo estábamos juntos porque ustedes dos estaban aquí. Pero luego empezaron a pasar más tiempo en la universidad, con sus amigos..., y nosotros estábamos solos, no encontrábamos de qué hablar, no sabíamos qué hacer. Sentíamos que nuestra misión era criarlos a ustedes, y cuando los vimos crecer, pensamos que nuestra misión como pareja estaba hecha. Hablamos de lo que estábamos sintiendo y que no teníamos nada en común, además de ustedes dos. Así que, por decisión mutua, decidimos separarnos. Solo que después de esa cena en la que vinieron a cenar las dos personas desconocidas, tanto para ustedes como para nosotros, su madre y yo terminamos besándonos a escondidas.

—Peter —regaña mi madre, avergonzada.

—¿Qué? —mi padre niega con la cabeza y sonríe—. El punto es que nos dimos cuenta de que cometimos un error al firmar los papeles del divorcio. Nos dimos cuenta de que no necesitamos hablar todo el tiempo, que con estar juntos es suficiente. No somos perfectos, y sé que cometeremos varios errores más, pero estamos dispuestos a volver a retomar lo que dejamos. Y yo solo se los informo para que no se sorprendan, su madre es la que necesita la aprobación. Además, sea cual sea la opinión que ustedes tengan, no estarán aquí para impedirme que la ame —zanja mi padre.

Las carcajadas de Zack eliminan el silencio que se formó, mi madre es la siguiente en acompañarlo, y me quedo observándolos mientras mi cuerpo también empieza a sacudirse a causa de las carcajadas. Cubro mi rostro con ambas manos y les permito a mis oídos ser inundados por las risas. Aparto mis manos de mi rostro y me enfoco en mi padre, quien nos mira como si nos estuviéramos volviendo locos.

—Ya entiendo por qué nunca te dejan hablar —dice Zack, burlándose de nuestro padre.

Peter capta el chiste y empieza a reírse a carcajadas.

—¿Pero están de acuerdo? —pregunta mi madre cuando las risas disminuyen.

Zack se aclara la garganta.

—No necesitan de nuestra aprobación. Solo no oculten cosas de esa magnitud. Y si eso simboliza que no habrá más cenas con extraños raros, cásense de nuevo. Y no nos hablen de sus besos. Qué asco.

Mi padre se ríe y se acerca más a mi madre. Ambos están felices con la aprobación de mi hermano.

—Aisha, sé que estos días no han sido fáciles para ti, pero quiero que sepas que no volveremos a estar juntos si los dos no están de acuerdo.

Podría hablarles de mi aprobación, pero ellos se están dando una segunda oportunidad. Y me interesa saber sobre eso.

—¿Cómo sabes que deberías darle otra oportunidad a la persona que una vez amaste y te hirió?

Mi madre se mantiene en silencio por unos segundos.

—Bueno. No creo que sea lo mismo para todo el mundo. Pero en mi caso, no es solo extrañar a esa persona, es saber que hay algo que te inspira confianza en él. Todos cometemos errores, y cuando digo error, no me refiero a que se falle en lo mismo a cada instante. Además, todos sabemos que no sabes lo que sucedió con Asiel.

Mi padre se aclara la garganta.

—Ya le diste amor a la persona incorrecta, ¿por qué dejar de dárselo a la correcta? —dice Peter.

—¿Y si no es la correcta?

—Nunca lo sabrás si no lo intentas.

Los miro a los tres, y los recuerdos de nuestra antigua vida inundan mi cabeza. Quizá las cosas no vuelvan a ser como antes, pero estaría bien intentarlo.

—Gracias. Y está bien que vuelvan a estar juntos —acepto.

Mis padres rodean la isla y nos abrazan.

Antes éramos geniales, cada uno con su imperfección, pero nos complementábamos.

Rompemos el abrazo y todos tenemos sonrisas en nuestros labios. Se siente bien volver a empezar, aunque tengo un poco de miedo de que esto se pueda arruinar.

Mi padre sostiene a mi madre por la cintura y la besa.

—Qué asco —comenta Zack, pero noto la felicidad en su tono de voz.

Suelto una pequeña risa y me alejo de ellos, caminando hacia mi habitación. Subo unos escalones, pero una mano detiene mis movimientos.

—¿Podemos hablar?

Asiento con la cabeza y le hago un gesto a Zack para que me siga hacia mi dormitorio. Cierro la puerta, y nos sentamos en mi cama.

Mi hermano suspira y se acomoda.

—¿De qué quieres hablar?

—Seré directo. Quiero hablar de Greg.

Asiento con la cabeza. Podría pedirle que no mencione a mi ex, pero si Zack quiere hablar de él, es porque algo importante tiene que decir.

—No traje a Greg para que sufrieras. Supe que su separación no fue buena para ti, pero lo traje para que vieras lo que no podías ver cuando estaban juntos. Estabas tan adherida a esa vida que pensé que podrías alejarlo por completo. No lo hice bien, así que lo lamento. Lamento haberle dado la oportunidad de estar cerca de ti cuando debí mantenerlo alejado por completo.

Una avalancha de dolor se cuela en mi pecho.

Parece que todos se dan cuenta de las cosas primero que yo.

—¿Por qué lo dejaban entrar en mi habitación?

—Porque tú se lo permitías. Si lo sacábamos, tú lo volverías a dejar entrar. Además, las cosas iban a empeorar, te ibas a alejar más de nuestros padres. Él podría decirte cosas que provocaran que te distancies más. Seguí siendo su amigo porque él era el medio para enterarme de algunas cosas tuyas. Lo siento. Y él no merece estar presente en tus pensamientos, Aisha —dice.

Trago el nudo que se ha formado en mi garganta y asiento.

—¿Por qué estabas enojado conmigo? —pregunto, ya que recuerdo que se suponía que debía estar enojado con mis padres, no conmigo.

Zack aprieta los labios y suelta aire.

—Porque vi una especie de altivez en tus palabras. En fin, fuiste la que descubrió todo y me lo restregaste en la cara.

—Yo no...

—Ya lo sé —me interrumpe—. Supongo que estaba más enojado porque no pude evitar que vieras a nuestros padres besando a otras personas. Debí ser yo quien sufriera por eso. Pero está en el pasado, no hace falta hablar del tema. Y por si no te has dado cuenta, siempre te he estado cuidando, aunque me mantenía en silencio.

Frunzo el ceño, confundida, y la comprensión se apodera de mis pensamientos.

—Por eso fuiste en autobús.

Asiente y se pone de pie.

—Por cierto —sonríe—, aunque me he acostumbrado a tu mueca de asco cuando te lanzo el humo en la cara, no soy adicto al cigarrillo. Solo fumo cuando estás cerca. Me ha costado mucho dinero, pero ha valido la pena.

—Eso podría hacer que te conviertas en un adicto de verdad.

—Solo que no salías mucho de tu habitación, así que eran bajas las posibilidades. Y ya no estoy acostumbrado a verte aquí. Es mejor que vayas regresando al hotel.

—¿Y Asiel?

Bufa.

—Ambos sabemos que estás enamorada de él.

—Yo...

—Con relación a las segundas oportunidades, yo creo que no solo se la das a la otra persona, sino que también te la das a ti misma. Y puede que también me estés dando una oportunidad a mí si regresas con Asiel.

—¿A ti?

Zack sonríe.

—Claro. Si te vuelve a romper el corazón, ahí voy a estar para romperle la cara. No pude hacer mucho la última vez que estuve frente a él.

—No creo que eso sea agradable.

—Lo será para mí.

Suelta una carcajada y sale de mi habitación. Una carcajada se escapa de mis labios, y lágrimas escapan de mis ojos.

Recuerdo que cuando discutíamos o nos golpeábamos, Zack iba al refrigerador y sacaba lo primero que encontraba, caminaba hacia mí y lo partía por la mitad. Me daba una parte y se quedaba con la otra. Esa era su forma de pedir perdón, y yo lo entendía.

¿Si no se lo pediste, por qué nunca viniste hacia nosotros?

Yo siempre he esperado que luchen por mí, pero nunca he luchado por nadie. Siempre espero que los otros vengan a mí. Ni siquiera he sido capaz de pedirle perdón a Zack por acusarlo de haber herido a Beth.

Greg me dijo que no merezco que luchen por mí, pero Asiel me demostró que sí estaba dispuesto a hacerlo. Siempre he esperado que alguien dé el paso, que sean los demás los que se disculpen, aunque en algunas ocasiones he tenido que ceder. Asiel vino, él me dijo que me quiere, y yo no le correspondí. Le pedí tiempo, y él accedió.

Yo siempre iba en busca de Greg, pero nunca he ido en busca de Asiel.

En otro tiempo, le pediría explicaciones, pero no hace falta hablar de ella, cuando es obvio que me elige a mí. Además, las personas merecen tener sus propios secretos. No tengo el derecho de entrometerme en todo, aunque sí me seguiré involucrando en otras cosas.

Me pongo de pie y corro hacia la habitación de mi hermano. Toco su puerta y cuando la abre, lo abrazo con fuerza.

—Perdón por haberte culpado. Cuando dijiste el nombre completo de Beth, supuse que eras el culpable. Lo siento.

Los brazos de mi hermano me envuelven, y la felicidad se apodera de mi interior.

Mi familia siempre ha querido lo mejor para mí. Aunque han cometido sus errores, ellos siempre me han apoyado. Nunca me vieron como una chica incapaz de lograr trabajar en el hotel, solo se mantenían en silencio, dedicándome miradas tristes, porque extrañaban a mi antigua yo, esa que era antes de Greg.

Asiel Wyatt:

—Cleo sigue enojada contigo.

Jerome habló conmigo respecto a Cleo, me dijo que sentía que ella se estaba distanciando, y que no sabía cómo resolverlo. Mi consejo fue decirle que fuera tras ella, que le demostrara que la quería, que borrara sus inseguridades. Cleo necesita que le muestren afecto casi todo el tiempo, Jerome se ha estado mostrando menos reacio a la idea de darle cariño.

—¿Todo bien entre ustedes?

—Sí. No arruinaste mi relación, tranquilo. ¿Puedes creer que pensó que estuve saliendo con más chicas?

—Al principio fue así, Jeri.

—Solo fue la primera semana. No sabía que me enamoraría de Cleo tan rápido. Me pidió tiempo para casarnos, no hay prisa.

—Qué bueno que lo solucionaron.

Es bueno que ellos hayan resuelto sus dudas, que su relación esté bien. Me alegro por ellos, pero me gustaría experimentar lo mismo.

Dejo de mirarlo y me enfoco en la mesita de noche. Solo tengo diez gomas elásticas de Aisha. No tengo planes de devolvérselas, pero sigo teniendo la esperanza de que algún día me hable, aunque sea para pedírmelas.

—¿Crees que va a regresar? —pregunta Jerome.

Dejo de mirar las gomas y me enfoco en mi amigo, que me mira expectante. Me encojo de hombros, despreocupado, pero tengo miedo.

—No lo sé. Tal vez.

Hace muchas semanas que no veo a Aisha, y la he extrañado desde entonces. He extrañado su risa, su mirada, sus palabras.

—¿Le pediste que regrese? —se cruza de brazos.

Me siento en mi cama y lo miro.

—Ella no necesita que le pidan regresar.

—Asiel, no sé con exactitud qué pasa contigo. Cuando me hablaste de la chica sin nombre, me preocupé en serio, pero te hice caso. No te sientas presionado, hermano, pero ¿por qué no te permites ponerte en el lugar de Aisha? ¿Qué crees que quiere? ¿Qué sentiste con Aisha que te hizo renunciar a la otra chica y por qué no estás tras Aisha en estos momentos si de verdad la eliges? ¿Por qué no piensas en ella?

Me molesta un poco que decida bombardearme con todas esas preguntas. Le dije que fui a la casa de Aisha, parece que no le ha quedado claro que no puedo regresar, que, aunque no he renunciado a lo que siento por Aisha, no puedo invadir su espacio. Bee necesita pensar, tomarse su tiempo.

He dejado de lado los pensamientos acerca de la chica que aparece en mis sueños cada cuatro años, he sentido que pensar en ella es una forma de traición. No quiero traicionar a Bee.

—No voy a pensar en otra chica, eso es traicionar a Aisha.

—Eres un idiota. ¿Sabes cómo supe que Cleo era el amor de mi vida? —bufa—. Fue cuando intenté estar con otra chica. Me di cuenta de que Cleo es más importante que cualquier otra chica.

—No es lo mismo.

—Dices que eliges a Aisha, pero está claro que debes elegirla cuando ella es la única opción.

—Aisha no es...

—Esto es de locos, porque las opciones son la realidad y el sueño. Nunca pensé que sería testigo de estas cosas.

—Jerome, no estoy para bromas.

Mi amigo rueda los ojos y se sienta en mi cama.

—Mira, debes pensar en ella. Hazlo ahora, hace meses que te has privado de querer recordarla. Eso no es traición, Asiel.

—No quiero pensar en ella.

Vuelvo a enfocar la mirada en las gomas elásticas.

—¿Qué sentiste con Aisha que te hizo renunciar a la otra chica? ¿Por qué crees que no debes ir a buscar a Aisha? Si regresa con su ex, lo vas a lamentar.

Me mantengo en silencio. No quiero hablar de esto.

—Asiel —me llama Jerome—. ¿Me escuchaste?

Asiento con la cabeza y miro a mi amigo.

Los recuerdos se reproducen en mi cabeza. No quiero, pero no puedo detenerlos. Una imagen borrosa del lugar al que suelo ir a buscar paz toma el control.

—Soy consciente de lo que estoy haciendo, Jerome. Quizá me equivoqué en muchas cosas, pero estoy seguro de que no me equivoco con relación a lo que pienso de Aisha. Ella necesita que respeten su espacio, que sea paciente, que entienda que necesita pensar. Ella quiere tiempo, también quiere apoyo, y eso es lo que le estoy dando con mi distancia. Y la razón por la que renuncié a ella por Aisha es porque... —parpadeo varias veces y detengo mis palabras. El recuerdo se aclara un poco más—. Aisha necesita encontrarse para que luego yo la encuentre —susurro.

Jerome frunce el ceño, confundido. Sé que no entiende, yo tampoco lo haría.

Aisha necesita que la encuentren.

Paz.

Lugar seguro.

¿Qué es inusual para ti?

Dios. No puede ser.

—¿De qué rayos estás hablando?

Cierro los ojos por unos segundos y suelto una carcajada, tratando de aminorar los frenéticos latidos de mi corazón, tratando de controlar el impulso de salir corriendo hacia la casa de Aisha.

Abro los ojos y golpeo el colchón con un puño, sonriendo.

—Me estás preocupando, Asiel —Jerome coloca el dorso de su mano en mi frente, la preocupación es notoria en sus ojos, pero yo lo tengo claro.

—Ella... Ella solo necesita paciencia —susurro para mí mismo, aunque Jerome me escuchó.

—¿Por qué serías paciente?

Sonrío.

—Porque la amo.

Las carcajadas de Jerome llenan el silencio de mi habitación, y lo acompaño en sus risas. Hace varios días que no he logrado reír y ahora es imposible detener la hilaridad que agita mi cuerpo.

—No entiendo por qué nos reímos —grita Jerome.

—Porque Aisha es ella.

Jerome deja de reírse, y sus cejas se disparan hacia el cielo.

—¿Qué?

¿Cómo no me di cuenta antes? Estaba claro. No solo por la sensación de familiaridad, sino por la paz que ella me brinda. Renuncié a lo que me hacía sentir en los sueños, y acepté lo que me hace sentir en la realidad.

—Aisha es la chica que se aparece en mis sueños cada cuatro años.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro