Capítulo 16
🐝Maratón 5/5🐝
Aisha Fuller:
—¡¿Te das cuenta de que estás siendo una egoísta?!
He estado absorbiendo cada uno de sus gritos en silencio, permitiéndole que se desahogue, que diga todo lo que tiene que decir, pero mentiría si digo que no me duele.
—Quiero hacer esto, Greg.
—¿Ser una estúpida mucama?
—No es estúpido —defiendo en voz baja—. Me he sentido más feliz siendo una mucama que estar fingiendo que tengo algo contigo.
Greg tensa su mandíbula.
—¿Ves? Esto es lo que provoca estar rodeada de esas personas. Has cambiado, Aisha. ¿Dónde quedaron nuestros planes futuros?
Trago saliva.
—No sé qué tenemos.
El ceño de Greg se frunce más que antes.
—Pensé que esta conversación era por lo de volver a ser mucama. Ya hemos hablado del nosotros.
Miro mis manos en mi regazo y suspiro.
—Greg...
—¿Quieres ser mucama? —me interrumpe.
Levanto la mirada y me encuentro con esos ojos verdes que tanto me han gustado, pero no me parecen tan atractivos en estos momentos.
No lo voy a negar, me duele que esté enojado, me duele que no apoye mi decisión. Sé que es algo nuevo para él, sé que no es lo que busca en su... en mí, pero debería apoyarme, debería dejarme hacer esto.
Yo siempre he apoyado cada una de sus decisiones, he estado con él en los momentos más difíciles de su vida, lo he oído gritar de irritación, he aceptado que cancele todos nuestros encuentros para ir a la oficina de su tío, he aceptado que no me invite a ningún lugar, que nunca me haya presentado a sus amigos...
Y duele. Duele porque yo siempre lo he apoyado, me gustaría recibir apoyo de parte suya.
Siempre le estaré agradecida por estar conmigo cuando descubrí las mentiras de mis padres, pero no creo que esto deba seguir.
—Sí, Greg. Quiero ser una mucama.
Asiente lentamente con la cabeza. Su mandíbula está tensa y sus ojos arden de furia, aunque lo está tratando de ocultar.
—¿Esa es tu decisión?
—Sí, Greg. Y... y creo que deberías apoyarme como yo lo he hecho contigo. Es lo único que te pido, apoyo —siento una opresión en mi pecho, como si estuviera pidiendo algo que no debería pedir.
—¿Sabes, cielo? No entiendo...
—Creo que debemos terminar esta farsa —murmuro con firmeza.
—¿Qué?
—Ya no quiero seguir con esto. No quiero volver contigo.
Greg suelta una risa sin gracia.
—Yo soy el que termina contigo. No puedo seguir con una persona que solo piensa en sí misma —comenta.
—¿Qué? —frunzo el ceño.
—Estoy terminando contigo, Aisha. Estoy terminando todo. Nuestra amistad, incluida. Cuando reconsideres lo egoísta que estás siendo, sabes dónde encontrarme.
Me pongo de pie, pero antes de lograr decirle algo, Greg sale de mi habitación y cierra la puerta detrás de sí.
Mi corazón empieza a desmoronarse, y vuelvo a sentarme en la cama. Parpadeo varias veces, tratando de entender qué acaba de pasar, tratando de despertar si esto se trata de un sueño, tratando de encontrar las lágrimas que deberían salir de mis ojos, pero ninguna da señal.
Me duele que haya terminado todo lo que tenemos, pero no hay lágrimas que quieran hacer notorio el sufrimiento.
Pego mi espalda del cabecero y acerco mis rodillas a mi pecho, abrazándolas con ambos brazos. Empiezo a balancearme de adelante hacia atrás y cierro los ojos durante unos segundos, respirando profundo.
Solo quería terminar la posibilidad de ser novios, no nuestra amistad.
«No es real. No es real».
No importa cuánto repita que no es real, es obvio que lo es. Greg acaba de terminar conmigo. Greg, el chico con el que tengo todos mis planes.
Los pensamientos de los inicios de nuestra relación empiezan a reproducirse en mi cabeza. La forma en la que solía atar mi cabello en un moño, cómo me miraba, me sonreía, me besaba...
Lo peor de todo esto es que cada palabra está en pasado.
Éramos tan felices.
Y me duele pensar en ese "éramos" en vez de pensar en el "somos". Ni siquiera sé si el nosotros existió o si solo fue producto de mi imaginación.
Pero me duele, me duele más de lo que podría describir. Greg es mi estabilidad, es como las muletas que necesito para caminar.
Me pongo de pie, frustrada, y camino de un lado a otro.
No sé cómo sería estar lejos de él. Lejos de él. No es como si estuviéramos juntos todo el tiempo, pero por lo menos sabía que él estaba por ahí, aunque no fuera conmigo.
Cada plan que tengo lo involucra a él.
Estoy haciendo todo lo que puedo para sentir todo lo que me provocó nuestra primera ruptura, sin embargo, no logro sentir ese vacío, ese dolor tan intenso, esa sensación de insuficiencia.
Aprieto los ojos con fuerza, anhelando llorar ahora, deseando que una lágrima demuestre respeto, pero no sucede. No lloro.
Y tengo miedo de no llorar ahora, porque sé que no lo haré después.
***
Siento la ausencia de Greg, porque, aunque raramente él me escribía un mensaje por las mañanas, yo siempre le enviaba un mensaje a él. Y eso iba a hacer, escribí el mensaje de buenos días, hasta que me di cuenta de que es necesario dejarlo ir.
Cuando salí de mi habitación, mi familia no dijo nada respecto a Greg y yo. Si lo saben, no han dado señal.
Pude escoger decirle a Greg que no regresaría al hotel, que no trabajaría como mucama otra vez, pero las palabras que dijeron en el grupo de ayuda mutua me impulsaron a seguir con mis pensamientos, con mis planes, con mi meta.
Y como si el universo estuviera a mi favor, Greis me aceptó en el hotel sin necesidad de explicarle razones, sin llenar formularios. Y eso hizo que una pequeña sonrisa se dibuje en mis labios.
Al llegar al hotel, Greis me hizo una seña para que me apresure, y corrí hacia el vestuario. Por unos minutos, los pensamientos de Greg se disiparon y fueron reemplazados por los de Asiel.
Pero dejé de pensar en todos cuando entré a la habitación en la que me encuentro, habitación que me toca arreglar a mí.
Han pasado alrededor de diez minutos desde que entré y todavía no sé por dónde empezar.
¿En qué rayos estaba pensando cuando no llamé a Cleo para que me ayude?
Debí enviarle un mensaje, debí decirle que estaba de vuelta, debí...
No.
No debí y no debo llamarla.
Date otra oportunidad, Bee, demuéstrate a ti misma que sí eres capaz de hacerlo.
«Claro que puedo. Es solo una habitación. Yo puedo».
Me pongo los guantes y camino hacia el cuarto de baño. Empiezo a limpiar cada azulejo, la bañera, la ducha..., recojo cada basura que dejó la persona que se hospedó en esta habitación y la echo en la bolsa negra que contiene el carrito de limpieza.
Salgo del cuarto de baño y empiezo a ordenar el dormitorio. Despolvo, enderezo los dos cuadros y le cambio las sábanas a la cama. Barro todo el polvo y limpio el piso con el trapeador.
No sé cuántos minutos me ha tomado, pero sé que terminé. Lo he conseguido.
Salgo de la habitación y vuelvo a entrar, admirando todo lo que hice. Quizá no sea la limpieza de una experta, pero me ha quedado bien para ser la segunda habitación de hotel que ordeno sola. Además, estuve practicando en mi casa, supongo que eso ha dado buenos resultados.
Una sensación de satisfacción se abre paso en mi pecho, y lágrimas de alegría empiezan a humedecer mis mejillas.
Ojalá Cleo estuviera aquí para que me dijera lo horrible o lo bien que lo he hecho, pero si ella estuviera aquí, yo no hubiera limpiado.
«Lo has logrado, Aisha». Pienso dentro de mí, palmeándome mentalmente el hombro izquierdo.
Sonrío ampliamente y sostengo mi carrito. La puerta se abre de par en par, revelando a una furiosa chica con el cabello atado en dos moños altos. Cabello teñido de rojo, por cierto.
—¿Cómo es posible que vengas a mi área de trabajo y no te atrevas a llamarme? —inquiere Cleo, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—Hola —murmuro.
Cleo frunce el ceño y descruza sus brazos.
—Tampoco es para que llores, sé que me extrañaste, pero contrólate —bromea. Camina hacia mí y me abraza.
Me alejo de Cleo y me giro para que no note que más lágrimas siguen escapando de mis ojos.
—¿Y? —inquiero, observando el interior de la habitación.
Cleo me pasa por delante y desaparece en el interior del baño. Aprovecho su ausencia para secar mis lágrimas y echarme aire en la cara para eliminar cualquier rastro de humedad.
Mi compañera de trabajo aparece en mi campo de visión, se acerca a la cama y mira debajo de ella. Verla actuar como si fuera una inspectora de salubridad me hace reír.
Cleo se irgue y se detiene frente a mí, está inexpresiva. Me muerdo el labio inferior, expectante, y ella sonríe ampliamente.
—Soy buena enseñando —grita, saltando de alegría.
Eso es algo que me gusta de Cleo, a pesar de tener sus propios problemas e inseguridades, siempre sonríe. La otra noche me contó lo mal que la ha pasado, cómo las personas la catalogan de parlanchina estúpida y la forma en la que todos se han alejado de ella. Le expliqué que no me fui del trabajo por ella, aunque Cleo no me pidió ninguna explicación.
Me gusta poder llamarla amiga, me gusta tenerla cerca. Es curioso, ella no estaba en mis planes, pero me hace feliz que se haya involucrado.
Además, siento que ella es real y transparente conmigo.
—No me has enseñado nada, Cleo —bromeo.
—Hay muchos tipos de aprendizaje, Aish. Tú aprendiste mediante el aprendizaje por observación. Soy demasiado buena para ser real —besa la palma de su mano y coloca su mano en ambas mejillas, dejando sus besos en ellas.
Me rio y niego con la cabeza. Me hace bien sonreír después de haber intentado llorar anoche.
—Greg terminó conmigo —comento de repente.
—¿Tu novio? —inquiere, sorprendida.
—No, ¿cómo crees? —ruedo los ojos—. Obvio que mi novio, Cleo.
Mi amiga me golpea el hombro con su puño y se coloca en posición de pelea.
—Usa el sarcasmo conmigo de nuevo, y te parto la vida en dos —expresa, balanceándose de adelante hacia atrás como una boxeadora.
—Viendo el lado bueno, tendré dos vidas, así que hazlo.
Cleo suelta una carcajada y niega con la cabeza.
—No parece que te doliera terminar con él —comenta entre risas.
Dejo de sonreír.
—Me duele —me quejo—. Me duele mucho. Todos mis planes los involucran a él —hago una pausa—. ¿Podrías enderezarte?
Cleo alza la cabeza, retándome.
—¿Acaso tienes miedo? ¿No está en tus planes que te parta la vida?
—No estoy brome...
—¡Vaya! —murmura alguien detrás de mí—. Pelea de chicas, lindo —escucho un golpe—. ¡Auch!
—Estás hablando de mi prometida, animal —Jerome aparece en mi campo de visión y me dedica una sonrisa. Sostiene a su gata entre sus brazos, enderezándola—. Hay chicos depravados por aquí, cariño. Luego me golpeas a mí en la casa.
Cleo se empieza a reír y levanta la cabeza para besar a su novio. Aparto la mirada, un poco incómoda.
Le acabo de decir que ya no tengo a nadie ¿Cómo se le ocurre besar a su prometido?
Es extraño decirlo, pero hace varios meses que no tengo a nadie en realidad.
Para mi dicha o desdicha, mis ojos se encuentran con los de Asiel, y su sonrisa se amplía. Lo admiro por unos segundos, pero luego frunzo el ceño.
¿Por qué mi corazón se llena de alegría cuando debería estar sufriendo por Greg?
El ceño de Asiel se frunce lentamente, tal vez estaba esperando que le sonriera, pero no. No quiero que nadie más entre en mis planes, al fin y al cabo, terminan arruinándolos.
¿Qué planes? Mis planes se acaban de ir junto a Greg.
Dejo de mirar a Asiel y doy media vuelta. Sostengo el carrito y salgo de la habitación sin decirle nada a nadie.
Asiel Wyatt:
No hace falta hacer un estudio profundo para darse cuenta de que es una chica rara. Sí, Aisha Fuller es rara. Y más raro soy yo por haber salido de la habitación para seguirla.
No sé qué está pasando, pero prácticamente está corriendo hacia el ascensor. Los movimientos apresurados de sus piernas hacen que su falda negra se balancee de un lado a otro.
Mi ceño se desfrunce y una carcajada se escapa de mi garganta.
Aisha mira hacia atrás y empieza a tocar el botón del ascensor varias veces seguidas. La desesperación es notoria en cada pulsación, pero el ascensor está a mi favor.
Apresuro el paso, pero Aisha gira el carrito hacia el otro lado para ir por las escaleras de emergencias. Error, no podrá bajar el carrito por ese lado.
Dejo de jugar y me acerco a ella por completo. No lo voy a negar, es divertido verla mirar de un lado a otro buscando un escape, pero sería difícil escapar de alguien que conoce el hotel como la palma de su mano.
—Supongo que te quieres alejar de mí —me cruzo de brazos, tratando de lucir un poco enfadado, pero la sonrisa que no puedo ocultar me delata.
—Ja —bufa, como si eso fuera una respuesta. Camina hacia el otro lado, pero me detengo frente a ella, impidiéndole el paso.
—Debiste soltar el carrito si querías correr.
—Que no lo soltara responde la duda que tienes —expresa, enfadada.
La verdad es que, aunque no haya soltado el carrito, sé que está alejándose de mí.
—¿Qué pasó, Bee?
—¿De qué? —intenta moverse hacia el otro lado, pero vuelvo a interponerme.
Ella sabe que haga lo que haga, no podrá deshacerse de mí, pero supongo que no lo quiere aceptar.
—Sabes perfectamente que solo te dejaré en paz cuando me hables.
Deja de mirar de un lado a otro y me enfoca. Su ceño está notablemente fruncido y sus labios están apretados en una fina línea.
—Hola, adiós —se despide con la mano.
—Así no.
—¿Qué quieres, Minero? —inquiere, cruzándose de brazos.
Aparto el carrito de en medio de nosotros y me acerco un poco más a ella.
—Varias cosas —confieso en voz baja—. Primero, ¿por qué estás tratando de escapar de mí?
—Estoy trabajando. Siguiente pregunta.
—Yo también —le señalo el uniforme de mesero—, pero vine para saludarte. Greis me dijo que estabas de vuelta, así que les conté a Cleo y a Jerome para darte la bienvenida.
Sus labios se desfruncen y se abren por la sorpresa.
—Bienvenida de vuelta, Bee —sonrío. Sus labios siguen abiertos con asombro, pero de ellos no sale ninguna palabra.
—Gr... Gracias —dice al fin.
—Segundo, ¿acaso tu novio tiene miedo de que pases tiempo conmigo?
Sus labios se vuelven a apretar en una fina línea, pero sus ojos se desvían hacia otro lugar. Me gustaría agarrar su barbilla y hacer que me mire, pero no estoy dispuesto a que me vea como un demente.
Solo quiero que deje de decir que tiene novio, su familia dijo que terminaron.
—¿O eres tú la que tiene miedo de estar conmigo? —inquiero al no recibir una respuesta de parte de ella.
No tengo idea de lo que está ocurriendo. Siempre que pasamos un buen rato juntos se vuelve a distanciar. Primero fue cuando fue mesera, luego con el concierto y después de nuestra conversación en el parque. ¿Qué le asusta? ¿Acaso cree que haré algún movimiento en su contra? ¿Acaso cree que me burlaré de todo lo que ha pasado?
Mi ceño se empieza a fruncir lentamente, pero no es de enojo, sino de decepción. Es lamentable que ella crea que no soy alguien digno de confianza.
Es obvio que yo tampoco confío en mí, pero me hubiera encantado que ella lo hiciera.
—Mi novio no sabe de tu existencia —informa, aunque lo dijo con un tono que no sé cómo interpretar.
Mi ceño se desfrunce y una sonrisa se abre paso en mis labios.
—Eso significa que la que tiene miedo eres tú —comento.
Aisha traga saliva, pero en vez de intentar huir, me mira fijamente a los ojos.
—Solo que he pasado mucho tiempo contigo.
Niego lentamente con la cabeza y me acerco más a ella. Aisha da un pequeño paso hacia atrás, pero se detiene y deja que me acerque.
—Entonces no habrá problemas si te pido que vuelvas a salir conmigo.
—Estoy trabajando —gruñe.
—Me refiero a salir en la noche, Bee —le aclaro.
—No soy un animal nocturno —ataca.
—No he dicho que lo seas. Además, eso no te ha impedido salir en varias ocasiones. ¿Acaso esto es muy arriesgado para ti?
Su ceño se frunce y golpea mi pecho con el dedo índice.
—No tengo miedo —se defiende.
—Entonces demuéstramelo —propongo—. Salgamos esta noche.
—¡Bien! —gruñe, sacudiendo los brazos.
—Bien —me aparto de su camino y le señalo el ascensor—. Nos vemos en la salida, Bee.
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Ahora sí, hasta el jueves. 💙✨
Beshitossssss. 💙
Crystal.
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