Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 29

Harmony

Una brisa no tardo en llegarme, el frío me invadió por completo. Ni quería abrir mis ojos, mi cuerpo estaba duro debido a que me dormí en el suelo, mi cabeza daba miles de vueltas y sentía como si estuviesen martillando en mi interior.

—¿Qué hacen aquí? ¡Despierten! —aquella voz, hizo que me despertara de un salto. Poco a poco fui recordando algunas cosas, especialmente el beso.

Estoy en ropa interior, ¡Oh Dios mío! ¿Cómo termine así?, ¡Jesucrito y los demás dioses Christian, también está en ropa interior!. Mi rostro debería de ser todo un poema, como de costumbre, mi cabello estaba todo revuelto. Quise taparme con algo pero no encontré nada, mis mejillas debían estar ardiendo, me avergonzaba mis bragas de Hello Kitty de segunda mano.

El rostro del oficial era algo inexplicable se le salían los ojos por poco, nos miraba a ambos con confusión y disgusto. Él estaba esperando una respuesta de mi parte, mientras yo no sabía que hacer o decir.

Terminaré nuevamente en la comisaría, eso ya era un hecho. Sacudí a Christian, esta vez si tenía intenciones de despertarlo pero parecía muerto, tanto fue mi desesperación y vergüenza que opté por violentarme —¡Despierta imbécil! —golpeó su espalda aún más fuerte. Mi propio grito me afectó a mi también, aún estaba sensible con mi cabeza y aquel grito provocó ecos en todo mi cerebro. Aquello lo sobresaltó, provocando que se levantase de un golpe como lo había echo yo anteriormente, estaba igual de confundido que yo.

Se miro así mismo, y toda la situación al rededor, luego sus ojos se abrieron aún más. Su cara me revelaba toda su preocupación, podía imaginar la mitad de sus preguntas, especialmente quizás se esté preguntando cómo terminamos en ropa interior, cosa que no puedo responder con seguridad. Apenas recuerdo que vestimos a unos maniquíes, aunque eso explicaría todo —No pienses mal, no hemos echo nada —le susurré, ignorando por completo al oficial quien estaba llamando a más seguridad. ¿Nos vemos como una amenaza? Me debo ver como una completa idiota en este momento, aquello le debería decir algo, darle seguridad de que no vine hasta  aquí a atracar un museo, ¿Acaso las botellas por el suelo no son pruebas suficientes de que agarramos una borrachera?

—Señor oficial, puedo explicarlo —luego de que dejó de tocar su cabello, y se calmó un poco. Se dirigió en dirección al oficial. Asustado, mostrando una imagen de arrepentimiento, sin embargo eso no bastó. Aquel hombre se rio en seco y luego habló;

—Pónganse su ropa. A mi no me explicaran nada, hablaran con el comisario —¿Comisario? Oh no. ¡Otra vez no!. Sabía que era mala idea el que consumiera alcohol, y no le hecho importancia. Ahora estoy pagando los actos, de mis estúpidas decisiones.

No nos negamos, me levante apresurada y fuimos en dirección a los maniquíes, quienes tenían nuestra ropa. Los desvestimos poco a poco con algo de dificultad, ¿Cómo mierda le colocamos esto?. Luego de unos minutos, logramos recuperar nuestra ropa y nos vestimos, tome una velocidad que hasta mi misma me sorprendió.

Entre nosotros ni siquiera nos atrevimos a mirarnos, estábamos tan avergonzados que no quedaban palabras, todo sonaría totalmente incómodo.

—La patrulla ya llegó ¡Vamos! —como perros obedeciendo a su amo, obedecimos, yendo detrás de aquel oficial.

Al salir, el día estaba espantoso, me dio frío incluso con mi vestido. Ayer el clima había estado bien y hoy de repente cambio bruscamente. Parecía que una tormenta se avecinaría, el cielo totalmente nublado me lo hizo saber.

Nos habían colocado unas esposas, lo cual no entendí porque. No íbamos armados, ni menos teníamos fachas de ser ladrones, supongo que por aquí no arrestaban mucha gente y cuando lo hacían tendrían que hacerlo parecer emocionante, aunque realmente no lo sea.

¿Qué tal mal me vería ahora? Seguramente parecería la misma reencarnación de la llorona, estoy segura que mis ojeras estarían más grandes que nunca, debido a la falta de sueño, y ni hablemos de mi cabello que parecía paja. Un espanta pájaros, también era. Me sobraban los ejemplos hacia mi persona, me falta agregar otra más, el aliento a rata podrida que debe tener mi boca, la combinación de alcohol y otras cosas más.

Desde otro punto de vista quizás nos veríamos como dos par de locos, o quizás sólo yo. Porque Christian, aún mantenía su facha, podría decirse que incluso se veía mejor. Aquella camiseta blanca que resaltaban sus músculos, por primera vez estaba con ropa cómoda, sin un traje costoso. Luego su cabello todo alborotado de tanto jalones que se dio, y el perfume todavía seguía impregnado en él.

¿Qué clase de colonias usaba este hombre? Valdrían lo mismo que un auto, aquella colonia le duro desde ayer, mis perfumes apenas duraban media ahora por lo mucho.

Nos subimos a la patrulla sin decir nada, la cara de culo era lo único que salía de nosotros.

—Lamento haberte metido en problemas, se que te prometí que no volverías a terminar en una comisaría. Lo siento —hablo bajo, una conversación que solo nosotros dos podríamos escuchar. No podía enojarme con él, para nada, fue culpa de ambos no solo suya. Especialmente mía que sabía que irían haber consecuencias, más si hablamos de una persona que tiene mi suerte.

—No digas tonterías, no fue tu culpa. Yo tomo mis propias decisiones, y yo la cago sola.  De todas maneras me divertí y me descargué demasiado, si te sirve de consuelo fue una buena despedida de soltero —él se iría a casar, recordé aquello. Me volvió a doler, ¿Recordaría aquel beso? Aquel beso fue muy bonito, sin embargo estábamos ebrios, pero yo no podía olvidarme del sabor de sus labios, lo que cinco botellas de alcohol no pudieran quitarme fue eso; aquel maldito beso.

Agacho su mirada algo avergonzado todavía, pero sin embargo sonrió —Sí lo fue —murmuró más para sí mismo.

Llegamos a la comisaría y caminamos en dirección a ella, mientras iba rezando y proclamando el ave María en mi interior, no quería terminar entre rejas, aquel oficial estaba detrás de nosotros pisándonos los talones literalmente.

Entramos, y lo primero que vimos fue a un par de oficiales que caminaban en muchas direcciones, computadores y gente trabajando. Él oficial nos guió hasta una oficina, supongo yo que la del comisario, claramente. Abrió la puerta y entramos con sufrimiento, esperé venir lo peor.

Había un hombre de espaldas, con algunos papeles en su mano. El oficial llamó su atención provocando que voltee, dándome la vista a un hombre grande, canoso, su cabello algo largo y alborotado, sus ojos azules, más profundos que los de Christian.

—¿Evans? —fue lo primero que dijo, cuando su vista se quedó fija en Christian. Oh esperen, mencionó su apellido ¿Le conoce?, quizás pueda salvar mi trasero después de todo.

—El mismo —respondió el sonriente, con sorpresa al igual que aquel hombre canoso.

—Jacobs, por favor quítales las cadenas y luego déjanos solos —el oficial, que ahora sabía su apellido, obedeció no muy a gusto. Luego se fue con una mueca de desagrado dejándonos a solas con aquel hombre, que no parecía tan malo. —¡Vaya sorpresa Christian! —el comisario nos hizo señas para sentarnos en frente de él, a lo cual respondimos rápidamente. Yo permanecí en silencio mirando toda aquella escena, no pretendía hablar, si lo haría quizás terminaría arruinando todo.

—¡Tanto tiempo! Pero... ¿Qué haces aquí todavía? Pensé que te habías jubilado —Christian, se acomodó en su asiento sonriente, yo estaba algo incomoda, casi ni me atrevía a respirar incluso.

—Oh no. Es hasta que la muerte nos separé —respondió el comisario con cierto orgullo y alegría. Si Christian, le conocía es porque debe de estar desde hace años, y se nota el amor y el orgullo que le tiene a su trabajo. A pesar de parecer cansado debido a la edad, mantiene una postura perfecta.

—¡Bueno! Me da gusto verte, aunque me hubiese gustado que fuese de otra manera —hablo Christian. Quizás terminaríamos libres en algún momento. Entre ambos parecían llevarse bastante bien, solo espero que las cosas vayan de buena manera, por primera vez le pido a Dios tener un poco de suerte.

—Lo mismo digo, pero como debo trabajar debo mantener mi postura. Y aunque no quiera hacerlo, tendré que hacerlo, tendré que ponerme en mi papel de malo —la sonrisa se Christian, se borro y mostró otra mueca de disgusto y había vergüenza en su rostro. No quiero saber como es su papel de malo, ¡Quiero que permanezca justo así como está ahora!. Tomo aire, negó algo cansado y disgustado, su alegría se había desvanecido también, luego volvió hablar —Creí que no tendríamos que pasar por lo mismo nuevamente, tú y tu obsesión con aquel museo. Y has vuelto de nuevo al mismo lugar, y ni hablemos en el estado en que se encontraban ambos —por primera vez me dirigió la mirada, a ambos, mis mejillas ya estaban ardiendo y quería ocultar mi cara de vergüenza, ni tenía palabras para poder acotar algo.

—Lo sentimos, quise que ella conociera aquel lugar desde mi punto de vista, no fue buena idea, bebimos demás y eso provocó aquello. No tuve intenciones de que esto pasara, créame —había sinceridad en las palabras de Christian, podía ver su rostro de arrepentimiento y como su vergüenza aún seguía en él, yo solo asentí y baje mi cabeza sin siquiera poder ver al comisario.

—Lo sé. Se que no fuiste con dobles intenciones porque sé que eres un chico bueno, pero aquello ahora trae consecuencias y mi deber es hacer algo. No voy hacer duro, y exigente, claramente. Pero una multa tendrás que pagar, y luego irte. Lo cual es una recomendación mía, sabes lo chico que es este pueblo y todos aquí te conocen, o al menos la mayoría. Los rumores no tardarán en llegar, y se enterarán rápidamente de esto, y de tu situación con la señorita que por cierto ¿Le comieron la lengua los ratones? —pude sentir sus ojos plasmados en los míos, aquel hombre no era malo, no le temía, más bien estaba avergonzada de tener que estar así, delante de una persona como él.

Sonreí solamente, aún mirando el suelo como si hubiese algo interesante en el, negué en respuesta sin embargo no me atreví a mirarle. —¡Oh vamos, no muerdo! —habló nuevamente. Aquello me hizo sonreír aún más, y eleve mi mirada para encontrar una cara de alegría de parte del comisario —Eso es, tiene usted una bonita sonrisa, procure no volver a meterse en problemas, usted no parece de ese tipo, en todo acaso aléjese de Christian —él habló con una sonrisa en sus labios. Christian, a mi lado estaba de igual manera. Vaya me gane la lotería con este tipo, había salvado mi trasero, mi clamor se había escuchado en alguna parte y por primera tenía un poco de suerte.

Gracias y también lo siento, no volveré a juntarme con Christian —respondí sonriendo. Aquello hizo que los tres riéramos.

Luego de un largo tiempo nos fuimos, nos habíamos quedamos conversado un rato. Especialmente Christian, con él. Con Charles, que ahora sabía su nombre.

Él me contó que conoce a Christian, desde niño, me contó varía de sus travesuras y un montón de cosas más. Había entrado a aquel sitio asustada, pero salí sonriente por haber podido conocer a un hombre tan amable y feliz con Charles.

Tomamos el bus que nos dejó en la cabaña, y fuimos a guardar nuestras ropa para luego irnos. No intercambiamos palabras, solo sonrisas, no teníamos mucho que decir.

La tensión seguía entre nosotros después de todo, quizás sí recordase aquel beso, y sería algo que no le agrade en absoluto.
Con nuestras maletas en manos, caminamos hasta la parada del micro para sacar nuestro pasaje, no era muy lejos así que llegaríamos rápido.

Cambiamos nuestra ropa por completo, ambos teníamos dos buzos grandes con capucha, estaba haciendo demasiado frío, y ni incluso con toda la ropa que me puse me lo había quitado. En cuanto llegamos Christian, pago los pasajes.

Ya todo estaba terminando. Se que las cosas después de esto no irían hacer iguales, quizás nos distanciaríamos aún más, él tendría que pasar más tiempo con Bella, aquello me dolía. Nuestros vinculo quizás se rompa en algún momento, dado en cuenta que no le caigo para nada bien a Bella, tarde o temprano se vería obligado a alejarse de mi. Pero si algo así sucediera, también seria culpa mía, culpa mía por involucrarme sentimentalmente con una persona que sé que tarde o temprano perderé, porque no puedo tener algo bueno demasiado tiempo, en algún momento se desvanecería de mi.

Estábamos bajo un pequeño techo, esperando el micro. La lluvia ya nos había alcanzado demasiado fuerte, podría considerarlo algo feo, pero la verdad que no, siempre me gusto la lluvia. El olor a lluvia, las gotas cayendo con violencia desde el cielo, todo aquello me trasmitía paz. Y en este momento alejada de mi vida, y de todo, por primera vez me sentía en paz.

Camine directo hasta la lluvia, saliéndome de aquel techo que nos cubría, me quite mi capucha y deje que las gotas cayeran sobre mi, quizás termine con una pulmonía, pero no importaba, se sentía bien, sentía paz por primera vez. Estaba lejos de mi madre, lejos de todo aquello que me agobiaba, lejos de mi vida rutinaria, lo único que permanecía a mi lado, aunque me hacía daño era Christian, la persona que nunca podría tener. Quite por un momento los pensamientos que durante tanto tiempo me atormentaron, y me permití respirar un poco de libertad que no me vendría mal.

—¡Ven acércate! —grite. Christian, aún seguía bajo el techo mirándome con una sonrisa, negó en respuesta y yo seguí insistiendo mientras más me mojaba. Me acerque más a él, quien se seguía negando —¿Alguna vez bailaste bajo la lluvia? —él me miro con confusión y diversión al mismo tiempo, y negó —Perfecto, porque yo tampoco. Pero siempre he querido hacerlo, vamos, concédeme esta pieza y elige cualquier canción, la canción estará en tu mente. Aunque el sonido de la lluvia también es una buena melodía —extendí mi mano, mientras esperaba su respuesta. Pareció dudarlo pero cedió.

Tire de él con fuerza y lo lleve hasta el centro. La lluvia tardo segundos en empaparlo todo, su cabello rubio estaba pegado sobre su frente.

Me uní a él, y empezamos a bailar un lento como si estuviésemos en el final de una fiesta, cuando el dj decide poner algo romántico para que las parejas se unan en el centro de la pista, así estábamos nosotros dos. Bajo la lluvia, bailando únicamente con la melodía de las gotas caer, este sería un momento para disfrutar de él, luego no tendría la posibilidad de volver hacerlo.

—Nuestro ultimo baile —mi cabeza estaba apoyada en su hombro, aunque aquello era más un pensamiento en voz alta, él me escuchó. Se incorporó y me vi obligada a verle.

—¿Último baile? —pregunto con confusión.

—Exacto —dije sin más.

—¿Y quien dice que no podremos tener más? —insistió. ¿Cómo decirle? ¿Cómo reclamarle algo que aún no pasó, pero se que pasara?

Las cosas cambiarán, y lo sabes. Cuando te cases todo será diferente. Quizás termines dejándome, y no te culpare por eso, nunca lo haré. La culpa es mía, siempre lo será —gritaba un poco, el sonido de la lluvia me obligaba hacerlo. Parecía una completa escena de película en dramatismo, pero este dramatismo era uno real, muy real y duro.

Casi ni me atreví a mirarlo, aún seguíamos unidos, pero no quise mirarle, no quise que viese mi dolor, que viese más haya de mis ojos —Mírame—puso una mano en mi mejilla, y me vi obligada hacerlo, las gotas caían al rededor de su cara, su cabello aún seguía pegado en su frente, y su mirada era una que nunca antes había visto. Por primera vez, no supe que descifrar —Se que tienes miedo a que eso pase, y yo también de vez en cuando. Pero yo no te voy a dejar, no lo haría, no podría hacerlo Harmony, aunque lo intense. Ya tienes una parte de mi, no podría alejarte tan rápido de mi vida cuando en poco tiempo te has robado la mitad de lo que soy, prometo no hacerlo. Pero también quiero saber que tú también permanecerás a mi lado, si seguirás siendo mi amiga, mi socia, mi chica. —Mi chica, no lo dijo de esa forma, la forma en la me gustaría oírlo, pero me bastó como para romper varias cosas en mi interior. Pudo dar vuelta todo, y producir un caos, su mano aún seguía en mi mejilla, sus ojos buscaban una respuesta. Estábamos tan cerca, lo suficiente para volver a besarle, la lluvia aún seguía haciéndonos compañía.

—No te voy a dejar Christian, no lo haré. Lo prometo —Respondí finalmente, con mis ojos clavados en los suyos. ¿Cómo podría alejarme de él?. Es una pregunta que nunca tendría respuesta

Ambos sonreímos en respuesta, y antes de que podamos hacer o decir algo él micro vino.

Gracias por leer❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro