Orkusuga.
Milo odiaba a la innombrable desde que en el doceavo grado entro a su salón.
Eso estaba claro.
Aún así su mamá creía que era su mejor amiga.
Que una chica de 17 años rondará a tu alrededor riendo tontamente y estuvieras con ella todo el tiempo no la hacía tu amiga.
Al menos así lo veía Milo.
Naomi era un problema.
Ella siempre buscaba su atención, en vez de 17 parecía ser una niña de 10 y su fascinación por los dulces lo enloquecía.
Pero pasando eso y por si con eso no le bastará.
La chica necesitaba constantemente afecto.
Al menos una vez al día, durante cualquier clase ella le decía:
—Te quiero.
El contestaba.
—Yo no—ella le ponía esa cara de mejillas infladas y ojos tristes, y estaba perdido—. Es mentira, yo también.
Y justo ahora.
Acostado en su cama, contemplando el Big Ban por medio de su viejo proyector de BHS, pensaba en lo mansa que era Charlotte su gata alrededor de ella. Pero a él siempre le bufaba.
Lo rasguñaba.
Y le exigía amor.
Ahora que lo veía de esa manera,
Había una tremenda probabilidad de que Naomi y Charlotte fueran hermanas gemelas separadas al nacer.
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