"Tengo muchos arrepentimientos.
Porque fuimos jóvenes y fuimos tontos."
-Naomi.

Naomi no quería tenerlos.
Quería ser libre.
Volar de un lado al otro.
Recorre el mundo.
Bailar un poco.
Y quizá enamorarse y ser correspondida.

Eso último era un deseo imposible.
Después de haber llorado un mar, un océano y un norte congelado, durante toda una vida, había decidido que estaba harta.

El amor no era para ella.
Dejaría de ser su prioridad.
Ahora se trataba de ser feliz.
No por nadie más, si no por ella.

Ya no seguiría esperando.
Ni a las vacaciones.
Ni a los regalos de Navidad.
Tampoco al postre.
Menos aún a alguien que la rescatada.
Y mucho menos a Milo.

Ya no sería la chica tonta, la chica vulnerable, iba a ser la clase de mujer que pelea con lobos, que admite que le gustan las películas de acción y usar pantalones cómodos, de las que pelean por sus derechos, las que no se callan, no más la sumisa de nadie, no la compañera, si no a quien la acompañan, una mujer peleadora, fuerte, de las que se hacen aun lado las lágrimas y siguen adelante como si nada hubiera pasado.

Además no estaba sola, tenía a Charlotte.
En ella había quedado la custodia.

Y Milo, Milo nunca leyó la carta, tuvo otras dos novias después de Azul, se volvió más extrovertido, dejó de vivir para los libros...dejó de ser Milo.