Milo estaba en medio de un bullicioso parque de atracciones.

Su madre, la tía Beatriz y Naomi lo habían arrastrando hasta allí sin su pleno consentimiento.

Charlotte caminaba a su lado a paso firme.
Como si fuera él quien la siguiera a ella y no al revés.

Por resolver un sudoku en su cabeza termino frente a la pequeña tienda de una mujer vestida de gitana.

—¡Hey, chico!—exclamó ella.

Milo la ignoro.

—¿Dónde has dejado a la chica de la que estás enamorado?

—Yo no estoy enamorado de nadie—la mujer carraspeo—. Yo no voy a escucharla pero, espere usted un momento que de seguro pasa algún tonto que crea sus patrañas.

No es cierto.
Naomi pasó dando pasos saltarines y se detuvo en la carpa de la mujer.

—¿Es usted maga?

—Soy una arcana querida—Milo se tapo la cara, la mujer sonrío satisfecha—. Mi nombre es Constance y supongo que aquel chico de haya es tu novio.

Naomi negó con la cabeza.

—Este es un encuentro que solo pasa una vez en la vida—refunfuñó Constance—. Aprovéchenlo, pocos encuentran a la persona cuyo meñique esta unido al suyo.

Una vez en el auto, Naomi se giró hacia Milo.

—¿Qué crees que haya querido decir?

—Nada—respondió y siguió acariciando a Charlotte, quien protestó y se fue con la chica.