Busenfreunde.
No todas las historias de amor terminaba bien.
Menos aún cuando aún eres joven, inexperto y fácil de impresionar por una cara bonita o una escritura exquisita.
Esto fue lo que sucedió con Milo y Naomi.
Ellos no se casaron, no comieron pastel de bodas, no firmaron una hoja de papel con sus nombres entrelazados.
Pero, si hicieron otras cosas.
Como ser amigos, trenzar flores en el cabello del otro, llamadas de tres horas a las tres de la madrugada, ir en busca de la aventura, atragantarse de café y chocolate hirviendo.
Y quizá puede que esas cosas hayan valido más que cualquier documento, tal vez esos momentos los llevaron uno al lado del otro diez años después, probablamente hayan sido esos recuerdos compartidos los que unían sus almas mejor que cualquier pegamento.
—¡Naomi!—gorjeo el hombre, aún aferrado a la baranda, como si se le hubiera iluminado el cerebro.
—Milo...—susurró ella sin darse la vuelta—. Lo siento, esa no soy yo.
N/A: Lo sé, lo sé, se estarán preguntando, que patos hice con la historia, pero si leen la sinopsis está claro que esta no es una historia de amor. Iba en serio con esa frase, aveces hay personas que se aman pero que simplemente no están «destinados» a ser, esto es lo que sucedió con estos dos, ¿Se querían? Vayan ellos a saberlo, pero lo cierto es que no se pudo y es triste, y sin embargo es lo que la mayoría de las veces pasa en las relaciones entre adolescentes.
Debe haber algunas que terminen bien, supongo.
Además aún no sabemos si Milo y Naomi tuvieron una oportunidad después de reencontrarse, así que el final quedará de este modo:
¿FIN?
Atte: Un corazón roto.
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