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Tres

El pitido del árbitro señalando el cambio resonó en el estadio, y los ojos de Gavi se dirigieron al banquillo del Barcelona.

Flick había tomado una decisión, Iñaki había hecho su mejor esfuerzo, pero no estaba en su mejor día. El chico, aunque talentoso, aún no estaba listo para un partido tan demandante como el de esta noche.

— Lo dio todo.—Murmuró Gavi, observando cómo Iñaki caminaba hacia la banca, agotado y un poco abatido.

En su lugar, entraba Wojciech Szczesny, otro Omega, pero completamente diferente a Manuel.

Mientras que Neuer rompía con cada estereotipo, siendo imponente y frío como el hielo, Szczesny tenía un aura más maternal.

Era conocido por ser una bestia dentro del campo, capaz de hacer paradas imposibles, pero fuera del terreno de juego, Szczesny se comportaba como la figura protectora y cariñosa de los jugadores jóvenes del Barcelona.

Todos lo veían como su “madre”, y Gavi no era la excepción. Si alguien le preguntara, diría sin dudar que Szczesny era el alma maternal del equipo, mientras que Lewan era más como un padre.

— Oye, mamá ha llegado al rescate.—Bromeó Raphinha mientras Szczesny se colocaba los guantes.

Gavi sonrió, aunque la tensión del partido no lo dejaba relajarse del todo. La presencia de Szczesny le daba una calma peculiar al equipo, como si todo fuera a estar bien ahora que mamá estaba en la portería.

El minuto 63 llegó como una ráfaga de viento, y con él, una chispa de esperanza para el Barcelona.

Gavi vio la oportunidad perfecta. Se movió rápidamente por la banda, deshaciéndose de la marca de Kimmich y Davies, y lanzó un pase preciso a Pablo Torre, que estaba en una posición ideal.

Esta vez, cuando Torre remató con precisión y el balón sacudió la red del Bayern, Gavi se adelantó para evitar otro “beso de celebración”.

—¡Ni se te ocurra!—Dijo Gavi, poniéndose detrás de Pau mientras el Omega levantaba los brazos en celebración.

Torre se dio vuelta, riendo con descaro.

—Ya, ya—Bromeó Pau, empujando suavemente a su compañero.

El marcador ahora estaba igualado, 3-3. En Olímpico de Montjuic, que era un hervidero de alegría descontrolada.

Gavi podía sentir cómo la energía cambiaba. Este partido era suyo si mantenían la presión.

Desde el otro extremo del campo, Manuel observaba la escena con una sonrisa que no pudo ocultar.

El Alfa... Ese cachorro, realmente lo impresionaba. Apenas su segundo partido después de una lesión devastadora, y Gavi estaba dominando el campo como si nunca hubiera estado fuera.

Neuer no pudo evitar admirarlo. Había algo en la intensidad de Gavi, en su forma de jugar, que lo cautivaba. Y aunque trató de mantener su semblante serio, la sonrisa en sus labios lo traicionó.

— Es bueno… —Murmuró para sí mismo, sin dejar de observar al chico.

Sin embargo, las sonrisas no duraron mucho.

Müller había encontrado una pequeña brecha en la defensa del Barcelona y se dirigió con rapidez hacia la portería.

La tensión en el estadio era palpable, pero Szczesny y Cubarsí reaccionaron rápidamente  para bloquear su intento.

La acción fue rápida, el balón quedó suelto, pero en el proceso, Müller chocó con Szczesny, empujándolo ligeramente de manera innecesaria.

— ¡Hey! —Gritó Szczesny, retrocediendo unos pasos.

Antes de que pudiera responder o reclamar, Müller murmuró algo en su dirección, algo lo suficientemente ofensivo como para que Szczesny levantara la cabeza con una expresión de disgusto.

Sin embargo, el Omega no tuvo oportunidad de decir nada.

Gavi, que había estado observando desde unos metros de distancia, vio el empujón y al acercarse para ayudar a su mami, pudo escuchar perfectamente lo que ese alemán con cara de gato loco dijo.

Una oleada de furia subió rápidamente por su cuerpo. Nadie, absolutamente nadie, se metía con su mamá.

— ¡Oye, pedazo de…! —Gritó Gavi, sin pensarlo dos veces, lanzándose hacia Müller con una velocidad y fuerza que nadie esperaba.

El estadio contuvo la respiración por un instante. Gavi estaba fuera de control. Agarró a Müller por la camiseta, empujándolo con fuerza hacia atrás.

— ¿Qué te crees que estás haciendo? —Rugió Gavi, sus ojos ardiendo con furia.

Müller, sorprendido por la reacción del joven Alfa, trató de zafarse, pero Gavi tenía un agarre implacable.

—¡Déjalo, Gavi! —Gritó Robert.

—¡Dale con el botín!—Pudo escuchar desde el fondo, tal vez Lamine o Ferran.

—¡Gavi ya!—Dijo Raphinha, corriendo hacia él y tratando de separarlo, pero el chico estaba demasiado furioso.

Gavi no iba a dejar que alguien como Müller faltara al respeto a Chechi, nadie tocaba a su madre.

— ¡Aléjate de él!—Continuó Gavi, ignorando los intentos de Raphinha por calmarlo.

El árbitro ya se acercaba, y la tensión en el campo estaba a punto de estallar. Entonces, una figura alta y calmada entró en escena.

El capitán del Bayern, caminó con pasos seguros hacia la escena. Observó a Gavi, quien aún tenía a Müller aferrado, y supo exactamente qué hacer.

Sin decir una palabra, Neuer extendió su mano y tomó suavemente el brazo de Gavi.

Su toque era firme, pero no violento. Solo fue necesario ese contacto para que Gavi, sorprendido, relajara su agarre y soltara a Müller.

—Ya está, chico, ya está.—Dijo Neuer con voz calmada pero autoritaria, sus ojos fijos en Gavi.

Gavi, que hasta ese momento estaba cegado por la ira, de repente fue consciente de quién estaba frente a él.

El aroma de Neuer lo envolvió, una mezcla fresca y fuerte que lo desconcertó. Algo en ese contacto, en ese simple gesto, lo dejó paralizado por un instante.

— Nadie puede tocar a mi mamá.—Murmuró Gavi, aunque ahora su tono era más suave, casi como si estuviera explicándose ante Neuer.

Neuer sonrió, casi divertido por la intensidad del Alfa.

Había algo en él que le recordaba a sí mismo cuando era más joven, esa pasión incontrolable, ese deseo de proteger a los suyos.

— Lo entiendo.—Respondió Neuer, su mirada fija en la de Gavi, sin apartarse ni un segundo.

Su sonrisa, aunque sutil, era lo suficientemente dulce.

Le gustaba ese cachorro.

Finalmente, el árbitro llegó y separó a los jugadores, y el partido se reanudó, pero Gavi no podía quitarse de la cabeza la sensación del contacto de Neuer.

Había algo en ese Omega que lo atraía de una manera que no podía explicar.

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