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Parte 8

"Cerramos el caso"

Fue lo único que Camus tuvo que oír para desaparecer de la faz de la tierra.

Saldó todas las deudas, tanto suyas como de Milo, vacío la cuenta bancaria mancomunada que poseían y desapareció sin dejar rastro alguno.

Todos estaban preocupados, sobre todo Kardia, ya que si Camus no estaba allí para hacer presión sobre el caso, nadie podría hacer mas.
Esta bien, él era el hermano de Milo pero por alguna razón, sus pedidos y súplicas no tenían el mismo peso que las palabras de Camus.

Pero desde hacía casi tres largos meses, nadie sabía donde podía estar el francés.
¿Suicidio? No lo creían, ya que hubiesen llamado a alguien para reconocer el cuerpo de Camus, como pasó con Milo, pero al no recibir ninguna llamada de ese tipo, lo iban descartando a cada día que pasaba.

-Estoy preocupado, Degel. A pesar de que estuvo al lado de mi hermano durante tantos años, jamás acabé de conocer a Camus pero puedo asegurar que, definitivamente, esto no es algo que él haría. Él no desaparecería así como si nada luego de que decidieran cerrar el caso. Lo mas lógico de pensar es que se quedaría e insistiría para que siguieran adelante. No se que pensar de todo esto.

-Yo tampoco se que pensar, cariño, pero lo mejor que podemos hacer es poner la mente en positivo y creer que Camus solo se alejó un tiempo para poner en claro su mente y tratar de entender que pasará de ahora en mas en su vida.

Degel le sonrió con ternura al griego y le acarició suave las mejillas. Necesitaba que su querido esposo mantuviera la calma y no siguiera preocupándose por todo lo que estaba sucediendo.

Cuando iba a lograr que por ese momento Kardia dejara todo eso de lado, la presencia de Ècarlate se hizo notar, mucho mas imponente que veces anteriores.

Y eso que ese hombre se hacía notar e inspiraba respeto al simple momento en que pisaba la sala.

-Degel tiene razón, hijo. Camus seguramente se alejó para pensar bien sus siguientes movimientos, pero bajo ningún termino debes de pensar que algo malo debe de estar sucediendole.

Cortó su monólogo al sentir su teléfono vibrar, y al fijarse en quien era que le escribía, una maliciosa sonrisa se escapó de entre sus labios.

-Pero tengan por seguro esto.- Tomó el control de la televisión y la encendió, justo en el canal de noticias, en donde en ese momento comentaban la información de que habían encontrado el cuerpo de un joven de unos 30 años, al costado de una carretera. -Camus ya no va a regresar.

Dicho esto, el pelirrojo dejó la sala para después abandonar la residencia de su hijo mayor.
No le interesó dejar atrás a dos chicos preocupados ante sus palabras, ya que creyeron que lo que había dicho, era referido a que el cadáver encontrado era el de Camus, pero recuperaron la calma al oír que el joven hallado era un muchacho rubio de entre 30 y 35 años.

Aunque el suspiro de alivio no les duró demasiado. Apenas si escucharon el nombre de la víctima, la piel se les erizo y sentieron el frío espectral mas horrible de todos, recorrerles la espina.

-Ra... ¿Radamanthys?

-¿Mataron a Radamanthys? ¿El Radamanthys que nosotros conocemos?- Se preguntó un asustado Degel.

-Primero Kanon y ahora él... ¿¡Qué demonios está pasando!??

Kardia se puso de pie mientras gritaba desesperado y se agarraba del cabello. No podía creer el hecho de que otro de sus amigos estuviera muerto... Peor... No podía creer que lo hayan asesinado.

Pero mientras Kardia no concebía tal atroz accionar, Degel, tan rápido como le fue posible, dejó su mente en blanco y lo mas fría que pudo y se puso a pensar en cada cosa que estaba ocurriendo.

Milo había muerto hacía ya diez meses. Hace mes y medio, Kanon Castor había sido asesinado y su cuerpo colgado en la parte inferior de un concurrido puente peatonal.
Dos semanas mas tarde, Radamanthys Wyvern, la pareja de Kanon, aparecía al costado de una carretera muy activa, y por los pocos reportes dados mediante los canales de noticias, lo habían ejecutado con un disparo en la nuca y luego dos mas en la parte delantera, mas precisamente, dos disparos en la frente.

Kanon y Radamanthys habían sido ejecutados de la misma manera y con casi nada de diferencia de tiempo.

Camus desparecido y ahora dos amigos de Milo estaban muertos.

El espanto se plantó en su rostro y sin poder evitarlo, y hasta sin darse cuenta, comenzó a llorar y cayó de rodillas al suelo.
Kardia apenas lo notó, se puso a su par y le obligó a mirarle a los ojos, mas que nada para intentar calmarlo y así poder hablarle.

-Degui, mi vida, ¿Qué te sucede? ¿Porque de repente estas tan asustado?

-Camus...

-¿Qué es lo que pasa contigo?- Lo abrazó fuerte y le besaba la frente para tratar de darle calma a su compañero. -Amor, por favor tranquilízate, no puedo entenderte si lloras de esta manera. ¿Porque nombras a Camus en un hecho tan horrible como este?

-¡Camus lo hizo! ¡Estoy seguro! ¡Camus los está cazando!

Sin evitarlo, Kardia también comenzó a llorar mientras se abrazaba fuerte a su esposo.

Ahora podían llegar a entender porque Ècarlate le decía que el pequeño pelirrojo ya no regresaría.

Si Camus estaba detrás de tan horribles crímenes sin piedad alguna, estaban convencidos de que ya jamás volverían a verlo cuando acabara con todo lo que estaba planeando.

Con un vaso de escocés con hielo en su derecha y su cabello, ahora corto y teñido de color celeste aguamarina para pasar desapercibido, atado a la mitad, miraba fijo a la muchacha frente a él, que se arreglaba de la manera mas provocativa posible.

-¿Qué tal me veo?

-Como la puta barata que eres.

-Tan tierno como siempre.- La pelinegra se dio media vuelta para concentrarse en su propio reflejo, que el espejo le devolvía. -¿Y a quien me le debo de insinuar hoy?

-Este imbécil.- Se puso de pie y se acercó a ella, dejándole la fotografía al lado del maquillaje. -Se decía amigo de mi Milo y fue él quien lo entregó. Este hijo de puta va a sufrir mas que los otros dos.

-Luego de este, ¿cuántos me quedan por perseguir para traerte?

-Según Wyvern, fueron cinco personas. Surt, Kanon y él ya estan fuera de la lista. Con la muerte de esta noche, solo me queda llegar al que ideó mi pesadilla.

-Excelente. Bien, cariño, me iré ahora. Nos vemos en la madrugada. Deseame suerte.

-Eres bellísima, Shaina, tu no necesitas suerte.

Camus le extendió una buena cantidad de dinero que ella aceptó con gusto y sin problemas para luego abandonar la habitación de aquél hotel de mala muerte, ubicado al final de la mas alejada ruta que daba a las afueras ciudad.

Al verse solo, dirigió sus pasos hacía el clóset, de donde sacó el maletín donde guardaba el arma que su suegro le había dado.
Se había vuelto muy bueno en el "arte" de disparar y quería que el mundo lo supiera. Por eso había ejecutado a Kanon a larga distancia, luego de hacerle creer que lo dejaría libre siempre y cuando no contará quien había sido quien lo torturó y a Radamanthys, las dos balas en su frente, se las dió luego de atarlo a una columna y dispararle desde veinte metros.

Había hecho del inglés una especie de blanco en el cual practicar un poco, ya que mucha "diversión" no le dió y terminó hablando demasiado pronto.

Sonrió al recordar los pedidos de piedad de esos dos infelices, pero era mas que obvio que no la tendrían, después de todo, ellos no la tuvieron con Milo.

Pero justo cuando lo recordó, cuando el rostro de su adorado rubio se paseó por su mente, fue que una lágrima tramposa cayó traicionera, aunque enseguida la secó y volvió a convencerse de que esto lo hacía por él. Lo hacía por Milo. Que era la justicia que le había prometido al no poder dársela por la buena manera.

Bajó sus ojos al arma que sostenía su mano y nuevamente sonrió pero esta vez, su mirada parecía poseída y fuera de este mundo.
Quien lo viera, se daría cuenta rápidamente que ya nada quedaba del Camus que antes había existido y todos habían tenido el gusto de conocer.

-No sabes lo que te espera. Tu peor error fue llamarte su amigo para después traicionarlo. Ay Aioria... No tienes ni la menor idea de con quien te metiste...

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