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Parte 6

Camus llenó sus pulmones de aire y apretó los puños con mucha fuerza. Se sentía totalmente burlado ante lo que le decían.

-Se abrirá una investigación paralela a la de su esposo. El señor Muspelheim fue asesinado. Así lo determinó la autopsia.

-¿No hay posibilidad de que eso haya sido por los golpes que yo le di cuando lo encontré colgado?

-No, no hay posibilidad alguna de que así sea. El cuerpo tiene dos golpes antemortem certeros en el cráneo y el forense determinó que esa fue la causa de muerte.

-Lo colgaron para que pareciera un suicidio y así nadie investigará mas allá. Seguro que quien asesinó a su esposo, mató también al señor Muspelheim para así evitar que se arrepintiera y hablara sobre el crimen, culpando a quienes lo ayudaron en esto y también, seguramente, hacernos creer que solo él fue responsable del asesinato de Milo Megalos.

Apenas si los policías acabaron de explicar a Camus la situación nueva que se presentaba, el pelirrojo tomó asiento pesadamente frente a ambos oficiales y se los quedó mirando serio y fijo.

-En caso de encontrar al que mató a Surt, ¿Qué pena le cabría?

-La misma que le correspondería en el caso de su esposo, señor Megalos, homicidio en primer grado es sentencia a cadena perpetua.

-Pero si los dos crímenes fueron cometidos por la misma persona, que estamos seguros que fue así, sería algo más que una pena de por vida.

-¿Y no hay posibilidad de que solo se lo juzgue por el crimen de mi esposo?- Ambos hombres miraron asombrados al joven, que suspiró calmo y siguió hablando. -Lo pregunto, porque Surt es en parte responsable de la muerte de Milo, él es el victimario, no la víctima.

-Me temo que eso ya dejó de ser así. Con su muerte, irremediablemente ha pasado a ser la víctima y la ley exige que se castigue a quien acabo adrede con su vida.

El francés giró los ojos y se frotó con cansancio las sienes.
Esa mañana solo tenía planeado dormir, pero acabó en la estación de policía mucho mas temprano que otras veces, pero esta vez, en lugar de estar allí para declarar o para, nuevamente, caer en el horrible lugar del acusado, había sido citado para comentarle las nuevas noticias en la investigación, que ahora incluía una nuevo legajo paralelo al de Milo, que era la investigación por la muerte de Surt.

-Estaba seguro que se había matado. Siempre fue un cobarde, por eso no me sorprendí de verlo colgado allí.

-¿Usted tiene idea de por que el señor Muspelheim pudo haber asesinado a su esposo, señor Megalos?

-Primero, ese de "señor" no tiene nada, era solo un chiquito inmaduro que jamás iba a crecer, y en segunda, si, claro que tengo una idea que seguro fue la razón.

-¿Nos diría cual es?

-Surt estaba enamorado de mi.

Los policías miraron con marcada sorpresa a Camus, que ni siquiera se inmutó por las dos miradas que lo acosaban.

-¿Disculpe?

-Con Surt nos conocíamos desde niños, desde dos o tres años antes de conocer a Milo. En la adolescencia, él me confesó sus sentimientos pero yo lo rechacé apenas si abrió la boca pues yo estaba demasiado enamorado de mi esposo, que en ese momento era mi mejor amigo. La cuestión es que, tiempo después, creo que mes y medio mas tarde, Milo y yo ya estábamos en una relación y Surt quedó con mucho resentimiento por eso.

-Entonces, ¿cree que su amor por usted fue lo que lo llevó a matar a su esposo?

-Seguro que en retorcida mente, pensaba que yo correría a sus brazos y me refugiaria en él, mitigaria mi dolor con su cariño y por fin terminaría amándolo.

A Camus se le revolvió el estómago de solo pensar que podría reemplazar el amor puro y sincero de su Milo, con la indiferencia y arrogancia de aquél sujeto.

Milo era lo mejor que pudo haber conocido y nada ni nadie podría reemplazarlo.

-Bien, señor Megalos, entonces empezaremos a investigar esto de otra manera.

-¿A si? ¿Cuáles pasos darán ahora?

El policía que permanecía sentado, se puso de pie y fue hasta el archivero de la esquina de su oficina, y con mucho cuidado, sacó el expediente de Milo y empezó a hacer nuevas anotaciones en las hojas en blanco que había al final de este.

-Con esto que nos acaba de decir, iremos a fondo con la hipótesis del crimen pasional.

-Y como el reporte de autopsia de su cónyuge, es demasiado fuerte de ver y analizar, incluyendo la ya confirmada escena del crimen, podemos estar seguros que el señor Muspelheim no actuó solo. Por esa razón, vamos a inclinarnos por volver a interrogar a todo su círculo de amigos y conocidos. Tanto suyo como del señor Milo Megalos.

¿Interrogar a todos nuevamente? ¿Acaso era una broma? No podía pasar por eso de nuevo, no podía tampoco hacer pasar a todos sus amigos y compañeros por eso otra vez.

Si bien agradecía el hecho de que no cerrarían la investigación y seguirían adelante, pero solo gracias a su hallazgo en la cabaña, le pesaba que se decantaran por empezar de cero.

Pero por otro lado, le daba lo mismo. Él ya no era sospechoso, su cuñado ya no lo era tampoco y la mayor parte de sus amigos también estaban libres de culpa y cargo.

Lo único que quería, lo único que su alma anhelaba mas que nada, era mas que justicia... Era venganza.

La venganza que le prometió a Milo el día que lo despidió por última vez.

-Señor Megalos, debemos pedirle un favor antes de comenzar nuevamente con los interrogatorios.

-Ustedes dirán. Ayudaré con lo que pueda.

-¿El señor Megalos, o sea, su esposo, tenía algún interés amoroso?

Camus giró su vista entrecerrada y con mucha molestia hacía aquél hombre. ¿Acaso era idiota o se hacía?

-Me refiero, en su adolescencia. Así como usted con Surt Muspelheim.

-Surt jamás fue un "interés romántico", solo era un amigo y estaba muy claro para mi que jamás sería mas que eso, jamás pasaría de amigo. Y Milo tampoco tuvo una pareja antes que yo. Yo lo amaba y él me amaba a mi prácticamente desde que nos vimos por primera vez. Nos pusimos de novios apenas si nos confesamos nuestro amor mutuo y eramos unos niños de no mas de 16 años. Él siempre estaba a mi lado, mi cuñado Kardia decía que parecíamos pegados por la cadera, ya que a donde yo iba, Milo estaba y viceversa. Mi esposo no amó a nadie mas que a mi y yo no amé ni amaré a nadie mas que a mi esposo.

Los oficiales miraron con seriedad al galo y luego ablandaron sus facciones, vaya que aquél joven si estaba enamorado a pesar de todo y sabían demasiado bien que ese tan determinado amor les obligaría a ir hasta las últimas consecuencias en el caso. Le dejaron a saber que ya no necesitaban mas de él, al menos por el momento.
Camus les estrechó las manos y salió de allí con calma.

Al llegar a su casa, se fue directo a su estudio, en donde se encerró por varias horas.
Horas que las paso entre amargo llanto y muchas culpas, al recordar aquella última noche en que vio a su rubio, y la mayor culpa sería siempre haberle roto el corazón y prácticamente enviarlo a morir por dejar que se fuera.

Entre recuerdo y recuerdo, el sueño lo atacó y no tuvo mas que obedecer a sus necesidades y sin ganas subió las escaleras, para llegar a su habitación y arrojarse a la cama sin siquiera sacarse la ropa.
Se acurruco entre las almohadas, que increíblemente aun conservaba el perfume de su amado, y aspirando tan dulce aroma, cayó dormido casi al instante.

Algo en su alma estaba tranquila, ya que le aseguraban ir hasta las últimas consecuencias para hallar al culpable, pero por otro lado, no podía mitigar el dolor que sentía, ya que, aunque quienes lo separaron tan horriblemente de su amor estarían pagando sus culpas, él debería aprender a vivir sin Milo, y eso era algo que le quemaba el cuerpo y no lo dejaba vivir.

Sabía que no podría lograr eso jamás. Él había nacido para vivir al lado de Milo, y sabía que su vida debía tomar el mismo camino que Milo tomará, sin importar que. Esos eran sus votos, que iban mas allá de "hasta que la muerte nos separé" ya que ni eso podría deshacer el amor que se tenían. El debía ir hacía donde Milo estaba,por que así se lo prometió el día que se unieron en sagrado matrimonio, y se lo cumpliría sin interesarle las consecuencias que podría acarrear semejante decisión. Camus cumpliría sus votos... Aunque eso significara que debía renunciar a su respiración por su propia voluntad.

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Lo se, lo se ¡Me tardé! Lo siento mucho.

Prometo solemnemente que actualizaré aquí mas seguido, ahora que uno de mis fics ha acabado y uno esta por terminar.

¡Besos! ¡Las quiero!

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